El tipo de cambio o el cambio de tipo
Me preocupa la economía, la política cambiaria y la política de importaciones. Y no se trata de principios sino de implementación. El gobierno debería explicar más y mejor las medidas que se han tomado, exponiendo un orden de voces claro respecto a quién dirige la estrategia y cuales son los lineamientos de esa estrategia. Más allá de los episodios que se roban la atención escénica en las redes sociales como los cacelorazos garcas bajo el nuevo ataque de avaricia de los ruralistas, el tema económico de fondo que involucra al tipo de cambio es algo muy serio y definitorio para la salud del modelo. Lo más importante es que no hay señales claras de un plan económico sistemático, se vienen observando una suma de medidas o parches muy improvisados y que no se sabe a que conducen. La impresión que surge es que hemos asistido en los últimos tiempos a una “morenización” excesiva de la macroeconomía, no porque necesariamente este funcionario haya sido el creador de todas las medidas, sino porque las acciones se caracterizan por ser inorgánicas, basadas en una suma de pequeñas decisiones administrativas que tienden a crear una trama de micro controles, “embarrar canchas” de operaciones, demorar o dificultar el flujo de mercancías y divisas con subterfugios legales, retenciones en la aduana, etc.
Pero cuidado, las cuestiones macroeconómicas globales no son lo mismo que los asuntos del comercio interno. Una cosa es lidiar con las negociaciones de precios para evitar situaciones distorsivas, monopólicas o especulativas del mercado interno -para lo cual y a pesar de las críticas siempre la secretaría a cargo de Moreno cumplió una función eficaz- que creer que con los mismos métodos de gestión se puede manejar los hilos tan delicados e inter-relacionados del comercio exterior y la macro-economía. Son ámbitos y escalas diferentes. Me parece necesario que el gobierno debata internamente el tema y resuelva un plan de acción concreto emitido oficialmente a través del Ministerio de Economía. Sería una buena idea convocar también a economistas experimentados del campo heterodoxo de la economía como Aldo Ferrer por ejemplo. Sino como dijo Ricardo Navarro, al no existir un plan claro desde el gobierno ganan terreno las versiones que echan a correr los gurúes del neoliberalismo en acecho desde los medios opositores, llámense Broda, Espert o Melenita Melkonián.
Alfredo Zaiat insta en sus columnas de Página 12 a considerar que en la determinación del tipo de cambio se deben considera un abanico de factores que van más allá de la simple proyección de actualización inflacionaria, ya que es esencial para el equilibrio y la competitividad de la economía: “Es un debate que está abierto y que la administración kirchnerista no rehúye, como puede suponerse. Lo que sucede es que no transita por ninguno de esos dos caminos sugeridos. La cuestión es encarar esa discusión con análisis rigurosos sobre competitividad más que la simple cuenta de relacionar el valor del dólar con la inflación. Un tipo de cambio real competitivo pensado en términos de la producción y alejado de la valorización financiera exige ampliar la evaluación a otras variables. Si no se incorporan, el debate sobre la paridad cambiaria queda atrapado en la lógica conservadora que ha tenido a la devaluación como uno de los principales factores de disciplinamiento político y social” También recuerda que el mercado paralelo es ilegal y no se puede como política oficial plantear un esquema de negociación con los operadores.
Una política cambiaria o de comercio exterior de un modelo económico no puede basarse en medidas como retacear las mercaderías importadas o ponerles trabas administrativas al cambio de divisas. Si se decide algún tipo de control de cambios debería tener un por qué de sustentado en las razones de un plan bien explicado, sino se contribuye a aumentar el deseo por lo prohibido y a que se tejan miles de fantasías. Una corrida se puede dar por razones estructurales o por sobreactuar medidas restrictivas que despiertan y favorecen las expectativas y las tácticas especuladoras. La economía es uno de los pilares de cualquier proyecto y sus implicancias van mucho más allá del revuelo por una sospecha de corrupción de un funcionario, las monigotadas de un reality-showman al servicio del poder mediático como Lanata o la queja ratonera de unos ultragarcas que en pleno precio record internacional de su producto se desencajan porque una provincia les aumenta el impuestito inmobiliario, es un tema muy delicado. Por un lado sería bueno estar alertas frente al alzamiento dramático de los que aprovecharán todo esto para desempolvar el clima destituyente, como la escandalosa tapa de Noticias de hoy o la exaltación de los cacerolazos, pero también aportarle al gobierno las ideas que permitan mejorar y superar la situación.
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