El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

enero 29, 2011

Los restos y los rastros


¿Por qué los verdaderos fugitivos siempre huyen sin dejar rastros? ¿Por qué los verdaderos restos siempre están esparcidos?

Una advertencia no es premeditación, porque en algún codo del universo se podrá estar a salvo de los Otros. Seguro existe una comarca que no exige demostraciones evidentes y confía en la brillantez de las mentiras protectoras que doran el tremebundo gris de la realidad.

Ya nadie duda que el colapso de una uña es secreto de estado.




enero 27, 2011

Una reseña de ficción


Esta reseña no me pertenece. Solo cumplo el papel de transcriptor para hacerle un favorcito a un amigo que no tiene blog y necesitaba un lugar donde subirla. No quiero tener problemas con nadie, menos con escritores respetables. Como también quiero proteger a mi amigo, lo presentaré bajo el seudónimo de Peter Punk:

(advertencia anti-spoiler: el siguiente texto contiene detalles de trama)

"Después de leer “Cuentas pendientes” de Martín Kohan algo me quedó claro: la novela debería llevar el siguiente subtítulo: “Como sugerir en 15 capítulos una novelita más o menos decente y desmentirlo con una resolución escapista”. Nada mejor que ir a los hechos: a Kohan no se le ocurre ninguna idea para cerrar su novela y entonces decide no disimularlo, la cierra de la forma más pedorra que uno pueda imaginar. Primero se introduce subrepticiamente en la trama, gesto que al principio se presume será el recurso portador del giro que retuerza el trapo de piso de la previsibilidad literaria para permitir recoger gotas de embriagante jugo debajo. Pero nada de eso ocurre porque de pronto se acelera el exterminio de toda esperanza dramática con unos débiles capítulos finales que mandan la expectativa menos optimista al tacho de basura. El personaje que construyó bastante hábilmente hasta allí -un viejito clase mediero típico de la urbe porteña, tiernamente fracasadito y atado a sus sagrados y serviles valores- se vuelve una especie de infradotado populachero a lo Minguito Tinguitella en un diálogo con el culto escritor que se extiende sin que nadie nos pueda explicar por qué, o tal vez sí, para llenar las páginas luego de haber extraviado el rumbo. Tan bien que pintaba, si hasta había incluido la obligatoria referencia a los 70 -imprescindible para que un libro sea considerado libro hoy en Argentina- con la adopción de una hija de desaparecidos sugerida a los cuatro vientos. Pero la liquidación final por cierre de temporada del texto es fatalmente breve, con una increíble avidez por quitarse de encima el compromiso y se reduce a una página, casi como esas novelas televisivas que se deben terminar rápido porque las levantan: una referencia a la sospecha de un supuesto romance de su mujer que se hunde en la trivialidad, con perlitas del absurdo como sugerir un publicista porteño que se apellide ¡Antúnez! y una frase final de la claridad que entra por la ventana, casi un monumento al lugar común. Martín, el título te vino bien para aventar reclamos, pero yo la pagué de contado, quedaría pendiente que me devuelvas la plata.

Peter Punk
"


enero 23, 2011

La jactancia de los impresentables


El susodicho Aldo Rico cobró notoriedad por su planteamientos golpistas allá por 1987 durante el gobierno de Alfonsín, pero nada de eso logro inmortalizarlo como su frase: "La duda es la jactancia de los intelectuales". Entonces ¿la política será la jactancia de los impresentables?

El elegido


Que al diario El País, abanderado neoliberal de las críticas al gobierno argentino, se les hayan colado dos artículos de sendos premios Nóbeles de economía en una misma edición -el de Paul Krugman y el de Joseph Stiglitz- que elogian al modelo argentino, vaya y pase. O es un error de supervisión o quizá pueda ser un saludable exceso de pluralismo, pero lo que resulta una desproporción absurda es que después, para intentar refutarlos, hayan elegido nada más y nada menos que al mismísimo Mingo Cavallo.

enero 22, 2011

Indigeribles




Cada día que pasa este dúo me resulta más indigerible. Todo lo que emana de ellos me parece nefasto para la patria, para la vida, para los valores, para la salud del universo, para el bienestar del cosmos y para cualquier atisbo de esperanza.

Los embriagados en dinero suelen vomitar avaricia, es normal, lástima que les dure tanto la resaca.


Foto: Página 12

La condición perruna





Hay una frase hecha rodando por allí que dice –con buen tino- que el fútbol es un estado de ánimo. El animismo es la ideología subyacente más fuerte en el fútbol. Se explican brutales derrotas y lapidarios fracasos con argumentos del tipo “no tuvimos actitud”, y luego el proceso de duelo se canaliza a través del concepto todopoderoso de “la recuperación anímica”. La derrota debe doler, está bien visto que el jugador permanezca de duelo y dramatice hasta el infinito la tristeza por la debacle inexplicable que lo culpabiliza y ofende a todo el mundo. Solo se admiten salmos revanchistas en base a redoblar esfuerzos que sustenten recuperaciones heroicas.

La bomba psicologista es la principal arma de todos los entrenadores en general. Algunos adoptan el modelo del puro optimismo, de la festividad lúdica, caso por ejemplo de cierta parte del viejo menottismo que hoy día cuenta a Angel Cappa como su referente emblemático. Para ellos al triunfo se arriba desde la diversión artística del goce por el juego, de un altura estética que permita desplegar potencialidades coordinativas de juego asociado que redundarán en triunfos bellos y gloriosos, pero casi imperceptibles, meras consecuencias de una conjunción que determina una superioridad técnica frente al rival sin que se desprenda la sensación de supresión del mismo que brinda todo triunfo. No se convoca a una guerra sino a una gesta artística; el futbolista se prepara como se prepara un ballet o un conjunto teatral para brillar en los escenarios y el hecho de tener que derrotar a un circunstancial rival como parte del acto se considera una cuestión accesoria que por lo tanto no debe ser motivo de odios ni hostilidades.

Falcioni, en cambio, por portación de rostro, por gestos rabiosos marcados a fuego, se ha ocupado de encarnar como pocos la condición perruna en la conducción de planteles futbolísticos. ¿Cómo se traduce esa metafísica de la fiereza ladradora en términos de una pelota rodando en juego entre veintidós atletas? Se trata de señales, pequeñas y grandes marcas que impregnan el entorno hasta proyectarlo en una acción de campo, en una afiebrante pre-disposición táctica que deriva en una implantación casi maquinal de las acciones. Primero se asume la naturaleza del fútbol como una guerra destemplada, sin tapujos ni adornos líricos, que determina siempre “un estado de emergencia” dentro del campo”. Se hace gala de la simplicidad siempre bajo la seguridad defensiva, primer mandamiento no negociable que nadie puede poner en riesgo de ninguna manera. Los defensores, verdaderos adalides fundantes de esta concepción, deben actuar como si estuvieran “de guardia” en una frontera a punto de ser atacada; cualquier distracción se considera casi un crimen traidor que viola la sagrada premisa de “no regalar nada”. Y desde allí se cuecen códigos del compañerismo bélico que llegan hasta el ataque que debe ser certero, veloz, preciso y contundente, sin despilfarrar recursos. La preparación física debe ser ostensiblemente exagerada en lo ritual: triple o cuádruple turno; que el espíritu del “sacrificio” temple las almas y conduzca los músculos al borde del extremo dolor para disponerlos para las más extenuantes batallas. El triunfo se supone una epopeya compensatoria de los bienestares ofrendados en la refriega preparatoria.

En definitiva, frente a aquellos que creen que al triunfo se puede arribar a través del placer, el sentido perruno opone el camino del dolor. A partir de ahora, interesante será ver si el Boca de Falcioni logra plasmar esta concepción en un plantel repleto de mandamases, vedettes y hombres que consagran su vida al goce de la felicidad eterna.

enero 15, 2011

El anarquismo y sus resonancias


En mi post reciente De fuerzas brutas y en sus comentarios me encontré de pronto en contacto con un tema que siempre fue para mi atrapante como la revisión del anarquismo.

Retomo brevemente recordando algunos puntos de un texto de Christian Ferrer, "Misterio y jerarquía. El drama cultural del anarquismo" donde aparecen analizadas cuestiones del sentido que animaron a esta corriente de pensamiento y acción que se filtró como una humilde "tercera en discordia" entre el acaparador protagonismo de la lucha polar liberalismo-comunismo en el siglo XIX y gran parte del XX.

En un punto Ferrer intenta dar cuenta -con acierto a mi juicio- del gran capital simbólico que hoy día aún atesora el anarquismo:

"La palabra “anarquismo” goza aún de un sonoro aunque focalizado prestigio político (habiéndose salvado de las máculas adosables al marxismo, ya que sus mutuas biografías divergieron hace ya mucho tiempo). Ese prestigio -quizás un poco equívoco- está teñido de un color tenebroso, que no deja de ser percibido por muchos jóvenes como un aura lírica. Lo tenebroso acopla al anarquismo a la violencia y al jacobinismo plebeyo; lo lírico, al ansía de pureza y a la intransigencia"

Pero luego se abre el terreno de las dudas:

"Su imaginería impugnadora y su impulso crítico se nutren de una gigantesca confianza en las capacidades creativas de los animales políticos una vez liberados de la geometría política centralista, concéntrica y vertical".

Aquí marco mi disenso con Ferrer. Si algo caracteriza al anarquismo es su bruta ineficacia adoctrinante. Su incapacidad para generar una argumentación convincente y conmovedora que abra las puertas a las transformaciones de conciencia necesarias para dejar penetrar sus propias razones.


enero 13, 2011

El derecho de la trama


En este reportaje, el intelectual italiano Stefano Rodotá nos habla de una Italia "triste y deshilachada, que solo se mira el ombligo y parece cada vez más un apéndice del Vaticano cuando se acercan los 150 años de la unidad del país". Su tema es el derecho, replantear su sentido, sus límites, y denunciar tanto que se ha convertido en mercancía -el capitalismo vuelve mercancía cualquier categoría bajo su órbita- como en intromisión invasiva de parte de la casta de administradores institucionales sobre los ciudadanos y la ciencia.

Según Rodotá, la infatigable influencia Vaticana en los asuntos científicos y humanísticos, que increíblemente pareciera haber recuperado terreno respecto de décadas atrás, ha relegado a los italianos que deben migrar turísticamente a países más “liberales” en busca de derechos más avanzados en materia de matrimonios homosexuales o reproducción asistida, tal como los empresarios buscan los paraísos fiscales, los cotos de libertinaje ambiental o explotación laboral.

Rodotá reclama que el derecho no entorpezca las iniciativas con un “un uso prepotente de la ley limita sus investigaciones, niega el avance mismo, y al hacerlo se apodera de nuestras vidas porque nos niega todo derecho, o peor todavía, se lo niega solo a algunos. Los ricos italianos pueden ir a fertilizarse a España, los pobres no”. Pero a la vez reconoce que hay innovaciones científicas como el uso y descarte de distintos embriones en las técnicas de fertilidad que ponen en tela de juicio límites morales. Se olvida que siempre se trata de moral.

Hay que conciliar dos fuerzas que Rodotá parece no querer reconocer desde el facilismo de ser partidario de una libertad absoluta, en la postura criticona típicas de los plácidos alérgico al poder, de los que deben hacer el trabajo sucio de lidiar con la realidad. Simplemente se legisla para favorecer los intereses del poder en ejercicio y para responder a la imperante demanda de cesación del caos de una sociedad que de otro modo siente va a implosionar del todo. La demanda social de orden es tan profunda como cínicamente negada detrás del sustituto adolescente del grito de libertad individual. La libertad es un bien social, concepto triturado por siglos de propaganda ultra-individualista. El derecho solo refleja una toma de decisión organizadora respecto de una jerarquía de valores. Si se permitiera elegir al embrión rubio y descartar al moreno, se alegaría el derecho a elegir.

El derecho limita las libertades individuales en nombre de otros valores superiores y para hacer posible su ejercicio social. Si no llegaría el colmo de argumentar a favor por ejemplo de la violación de un menor en nombre de la libertad individual, en tanto el derecho del Otro, o de los Otros, o del conjunto social, se entienda como limite represivo a esa libertad individual. El derecho del Yo no existe sin el derecho del Otro, ambas instancias son indivisibles, nunca un “límite” impuesto a algo que no puede ser concebido sin límites.

De fuerzas brutas


Un texto de Leonardo Sai en Nación Apache me dejó algún pensamiento dando tumbos.

El anarquismo, que en la época de su apogeo decimonónico era tal vez un exceso de proyecto, paso a ser en esta época posmoderna una pura negación histérica de lo existente; se volvió una excusa para la cancelación de todo proyecto. Hoy es una cómoda poltrona de posicionamiento simbólico, en contra de todo y favor de nada, destinada a eximir de riesgos y conservar auras, puro marketing de una transgresión inocua que en su ingenua pretensión totalizadora se vuelve frívola. El cinismo de sostener lo imposible como imposible, a la vez que se ataca cualquier aventura de la posibilidad y se milita en la materialidad de la plena vida burguesa sin demasiados atenuantes.


enero 10, 2011

Enero


Los meses, como las mujeres y los hombres, tienen personalidad. Aunque luzcan entes abstractos con su particular vida cíclica que se renueva año tras año. Los meses no envejecen pero tampoco aprenden de las experiencias pasadas; arrancan sus latencias de treinta días anuales iguales a sí mismos, destinados a ejecutar la misma partitura climatológica de la que solo cabe esperar la disonancia de aisladas rarezas. Enero debe su nombre a Jano, un diosito de la mitología romana que tenía dos caras, o mejor dicho tenía cara también en la nuca y se ocupaba de los comienzos y los finales, justo lo más interesante. Pero no se tratarán tópicos filosóficos en este post que está decidido a bordear la frivolidad si es necesario porque no hablo de un mes ubicado en cualquier parte, sino bajo precisas coordenadas contextuales de la geografía argentina y en estos tiempos que corren, y nunca caminan.

En Argentina enero ostenta el primer puesto en cualquier ranking de los meses vacacionales veraniegos. En enero se presume que todos deberíamos estar de vacaciones si es que somos dignos gerentes de la empresa de nuestra propia vida. Y nunca se compara la jerarquía del que elije enero respecto de los marginales que se deben conformar con la limosna de diciembre, febrero o marzo. Elegir enero es demostrar un bendito poder que no necesita ser descomunal pero si soberanamente suficiente para volverse efectivo. Es partir el año con un triunfo gozable ante los derrotados que se tuvieron que conformar con febrero e intentarán disfrazar con eufemismos la incontrastable realidad del traspié, pasajeros del furgón de cola del tren de los desechos, ocupantes del vagón de los "derrotados sociales silenciosos" condenados a la penosa liturgia del premio consuelo.

Rescato lo que escribiera en la monografía final de mi tercer año de la carrera de Opinología:

“La tropicalidad ausente de las playas atlánticas argentinas, de las palmeras a los pinos”

Las playas argentinas han sido puestas por el Creador en una latitud sur bastante extrema del Océano Atlántico El imaginario veraniego argentino, capaz de concebir el goce de los baños de mar y las caricias de los soles abrasadores, es una ficción que choca contra la realidad de temperaturas crudas, vientos destemplados arrojando partículas de arena como misiles, tiritantes raídes de adaptación al agua, cimentación profunda y pesada de sombrillas para que no levanten irascibles vuelos, noches frías como piedras, abrigos incomprensibles que cubren torsos de cuerpos cuyas piernas pretenden con sus desubicadas bermudas resistirse a la realidad. Pero enero es el mes del calor supremo se supone que es el que menos falla, el que garantiza más días soportables, como la única promesa concreta de lucha contra la imposibilidad climática. Como en buena parte del resto del país enero es un infiernito, el círculo oleoso -de olas y no de aceite- se cierra.


Nuestras playas también se han tenido que inventar el paisaje de su tropicalidad ausente. la importada iconografía tropical de palmeras imposibles el ingenio argentino la supo sustituir por pinos, noblres amigos de los más penosos inviernos europeos. La búsqueda de exclusiva conchetidad tuvo un extraño reflejo que derivó en una concreción de diseño urbano: los pinos que adornan las playas más cotizadas de nuestra costa son la contracara playera en clave estival de los que distinguen los exclusivos Alpes Suizos.


En conclusión, enero debería ser abolido del calendario laboral. En enero todos deberíamos estar de vacaciones. Si Cristina, se impone estatizarlo.


enero 09, 2011

Gran Esclavo


¿Será un Reality Show? Tal vez los seleccionaron en un casting en Santiago Del Estero para llevarlos a un juego de encierro en condiciones infrahumanas, trabajando de sol a sol, para que uno de ellos se llevara al final el premio mayor: un baño.

Audacia de la subjetividad


La opinión es un ladrido de atrevimiento, una absoluta irresponsabilidad de la Razón que nomina la potestad del entendimiento como voluntad para hacerse del derecho al desafío de cualquier respeto.

Todo esto sólo a cuenta de lo que voy a decir: Messi es mejor que Maradona.



enero 08, 2011

La lucha amorosa


Como el amor es aún más importante en la vida que cosas tan importantes como el trabajo, es deseo de Hargentina para este 2011 que todos vuestros amores tercerizados pasen a planta permanente.


enero 06, 2011

Inaugurando la temporada de polémicas



El 2011 da sus primeros gateos en el piso caliente y podemos encontrar una polémica para iniciar el entretenimiento de un año electoral que promete abundante entrechoque de espadas. dialécticas. Por un lado, Kovadloff despidió el 2010 con un típico manifiesto relativo a su todavía remanente indigestión de la muerte de Kirchner. Y Mempo Giardinelli, con su lenguaje llano y su encomiable vocación por el trato amistoso le responde.