El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

enero 21, 2013

Corpus

Ese. El lugar donde mora la mente. El cuerpo, la nave, el equipo. 

Un objeto con fecha de vencimiento donde habita el brillo eterno de la razón. El trasto donde carga la existencia, el mísero material donde yace indefenso el espíritu más sublime y reside a desgano la más fulgurante imaginación. 

Cuando bello, descaradamente perecedero.
Cuando horrible, dolorosamente insoportable. 

El cuerpo es el peor asesino de la humanidad porque al morirse mata a la mente. Un asesino vil que arrastra con su vulgar putrefacción a las más sublimes intangibilidades de la conciencia que lo gobernaron. Y le paga muy mal a la mente. Es un ingrato. 

En la noche ésta, presente, continua, inespecífica, y en el alzamiento del sueño contra la inercia, el cuerpo es experimentado como una mole desgastada, que a poco de andar se muestra escorado, fuera de línea, resueltamente desequilibrado y tendencioso. Todo es baja, todo es descenso en el reino del cuerpo. Caída, decaimiento y recaída, hasta el músculo más elástico nos devuelve la mirada, irónico y tendencioso, cuando no cínico.