El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

septiembre 30, 2008

La quinta flecha apache

JORNADAS CULTURALES NACION APACHE - Quinta Jornada

Centro Cultural de la Cooperación - Corrientes 1543

Octubre 01 – 2008 - 19 hs. Sala Meyer Dubrovsky

El futuro como ficción miserable

Imaginaciones múltiples - Destinos post industriales y Destinos individuales - El sujeto del futuro -Aires de libertad, ilusiones -Imaginar a veinte años, no más -Estados sin estadistas -Tecnología y fantasmas -El borde sudamericano -Valoraciones y escepticismo -¿Los valores simbólicos entorpecen la conformación de una cultura pluralista argentina?

Panelistas: Oliverio Coelho - Gustavo Nielsen - Humberto Acciarressi - Julio Zoppi

Bienvenidos de regreso a la historia



Creían que ya había terminado, pero...

septiembre 27, 2008

La razón y la ración

Una militancia progresista hoy día se compra haciendo de la marginalidad un objeto de culto. Solucionar problemas no es asunto de los progres.; basta con ponerse del lado correcto, regalar apoyos incondicionales, simpatía y empatías automáticas, hacerse superficialmente solidario con los efectos y no comprometerse a la solución de las causas.


La solidaridad del discurso, la de la compasión fingida, no traerá el plato de comida a la mesa de los necesitados

El “Pizza con champán” de los 90 legitimó la devaluación moral de las clases dirigentes; el poder se justificaba a si mismo en tanto se lo ejercía para el goce de la frivolidad y el hedonismo. El “Pizza, birra y faso” fue la contracara rebelde que legitimó la unión indisoluble de lo bestial, lo juvenil y lo popular. La decadencia y la pudrición se convirtieron en sinónimos de la libre expresión popular, la cirrosis dejó de ser vista como una enfermedad para encarnarse en signo de una evolución libertaria.

El reviente pesado es quitado del prontuario de ultrajes del neoliberalismo para incorporarse a la lista de sus más prometedores indicadores de libertad. Es el siniestro trueque de la exclusión material por la inclusión espectacular; la miseria se vuelve patrimonio intocable de la humanidad.

septiembre 26, 2008

Telegrama orteguiano

¿Cual es la altura de la circunstancia?

septiembre 24, 2008

Cuarta Jornada Apache

Centro Cultural de la Cooperación - Corrientes 1543

Setiembre 24 – 2008 - 19 hs. Sala Meyer Dubrovsky

Medios masivos de comunicación - Periodismo y conflicto con las entidades agrarias unificadas

Rol del periodismo en el conflicto campero - Información - Desinformación. Construcción de las notas - Clientelismo político y Clientelismo mediático - Construcción de la opinión pública - Cristina K: marketing político y “Clase media” - La plaza de Palermo: ¿Nacimiento de las bases sociales de la Nueva Derecha? - Rol del “ciudadano medio” en el discurso de la Nueva Derecha.

Panelistas: Ricardo Rouvier - Nicolás Puente - Lucas Rubinich - Mariano Zukerlfeld

Moderador: Leonardo Sai

septiembre 21, 2008

Muros que caen

Sobre los recientes sucesos finacieros internacionales me gusta este artículo de Alfredo Zaiat; una nueva era ha nacido.


septiembre 17, 2008

Tercera Jornada Apache

Setiembre 17 – 2008 - CCC - Av. Corrientes 1530- 19 hs. Sala Giribaldi

Las artes y la conjugación tecnológica

Museos en extramuros - Música y videos on line - La historia del cine a mano - Danza, teatro, escultura - Intervenciones e instalaciones - La crítica del ojo ajeno - El arte y su expansión: derrotero en busca del otro

Panelistas: Federico Monjeau -Silvia Dabul- Pablo Gianera-Luis González Bruno

Moderador: Gustavo Fernández Walker

septiembre 16, 2008

De a pedazos


Tanta fantaciencia desparramada con orgullo, tanto asesoramiento universal sobre evitar riesgos financieros, tanta onmisapiente gendarmería de la ortodoxia monetaria descargada sobre el mundo, y al final no vieron el elefante negro que tenían en el living. ¿O es que las burbujas son un enemigo invisible? Ahora vendrán no solo caras sino metodologías extrañas.

Tal vez debieran ya contratar a Cavallo y empezar a trabajar ya en un borrador de proyecto de Corralito Global para tapar la locura que puede apoderarse de los inversores. Mientras tanto , aunque sabemos que no estaremos exentos de los efectos de semejante debacle, imaginemos una película cómica cuya escena inicial sea un plano close-up de Bill Gates golpeando las puertas del Más Seguro de los Bancos del Mundo clamando para que le devuelvan sus ahorros. ¿Que tal si La Reserva Federal propone a los bancos que paguen en Patacones?

Esperemos que los nervios no los descarguen reiventando aquellos viejos procesos fascistas y desestabilizadores del pasado en latinoamérica.


Adiós a Richard Wright



Aquí junto a David Gilmour.

septiembre 15, 2008

Try

(Minificción atrasada)

Con el calor de la extraviada primavera de julio, M. volvió a sentir la transpiración de subir las escaleras. En el viejo monitor catódico titilaba el msn, si vamos, por supuesto que voy a ir y habrá lucha esta vez, te quiero, yo también, abrió una lata de cerveza y se cargó las piedras y los fierros en una especie de pechera. De rodillas, con el lomo a 80 pesos, vio a los empresarios amigos, la Sociedad Rural y el MST. Derecha e izquierda como opciones de doblado de esquina, el populismo de chapas y chorizos con el neoliberalismo de becas pulcras, todas eran oraciones contradictorias en tiempo real que aceleraban su ronquido propulsor. De un lado, unos pingüinos resistentes a la oxidación de las ilusiones de poder eterno; del otro unas hordas de afortunados rentistas pastoriles en llamas de flema. La columna del Congreso se desconcentraba en paz, pero él partió separatista, comando de su propia desorganización, en busca del Monumento a los Españoles, mordiendo para su adentro rugiente cada paso de maratón hacia la consumación olímpica de la democracia. Se proponía una batida hasta morir si fuera necesario, como mueren los héroes suicidas, sin lamentar pérdidas ni llevarse rastros de paraísos tentadores. Al llegar a la masa jocunda M. sintió el abrigo próximo de una doble ceremonia, la doble renta donde sería ordenado su bautismo y responso al mismo instante, en el fogonazo terrorífico de una batalla nupcial con la eternidad. Se quemaba de ansiedad, sus hebras ardían de un llanto trabado e irrespirable, postrer convulsión de arrepentimiento que sobrevenía terca en la ansiedad del abordaje. Se alentó rumiando un discurso distractor, observándose en un balcón en gritos de renuncia a los amores y los odios jamás negociados por la supervivencia de su especie inferior, por la cordura de un país ardido de una buena vez en el sinceramiento de su capacidad de traición, por el destape cósmico de sus ambiciones de ultraje más oscuras. A metros del ansiado cuerpo enemigo canceló sus prevenciones, aceleró su corrida hasta volverse un disparo muscular de un gigantesco scrum desproporcionado, y sintió la carne viva de un campestre bajo sus uñas, un canoso de Barrio Norte, olió su perfume y lo derribó como si se tratara de un toro envejecido. En instantes y con la ayuda de la irrefrenable potencia de su fatal designio tironeó hasta arrancar la cabeza y llevarla como guinda, atesorándola aún sangrante contra su pecho en una corrida desesperada hasta trasponer el in-goal de la Avenida Libertador, cuando por fin la pudo apoyar.




septiembre 12, 2008

La Hargentina futbolera

A veces, los locos dicen la verdad

septiembre 10, 2008

Se viene la segunda


Hoy: Segunda entrega de las Jornadas Culturales Nación Apache

Setiembre 10 – 2008 a las 19 hs.

En el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

Av. Corrientes 1543 - Buenos Aires -Sala Meyer Dubrovsky

Transmisiones del saber

Los desplazados de la educación / Políticas de dispersión / Interpelación anónima / Solidaridades y elecciones / Operaciones de comunicación / Lo banal / Voces, documentos / Oposiciones encontradas / Políticas de transmisión en la cultura, valoraciones y temores / Políticas mediáticas y unificación de los discursos / El terror y las sumisiones vigentes / Rol de las nuevas tecnologías en el conflicto con las entidades agrarias

Panelistas: Ignacio Perrone / Ana Wortman / Laura Pitman

Moderador: Leonardo Sai


septiembre 07, 2008

Herejías ideológicas

O la necesidad tiene cara de hereje....

En América está creciendo el uso del verbo estatizar o nacionalizar.


Cristina estatiza aerolíneas.

Chávez estatiza siderúrgicas.

Y Bush estatiza inmobiliarias.

El secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson, primero anduvo haciéndose el arisco dejando mensajes poco contundentes sobre una supuesta intervención salvadora para las gigantes hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. Digamos que trató de preservar su vergüenza ideológica afirmando ante el Congreso que “para que el libre mercado funcione bien y el riesgo se controle, hay que permitir que haya entidades que caigan”. Pero parece que ahora no le quedó margen para purismos; tuvo que bajar la cabeza y acudir a las mejores recetas enemigas procediendo a un brutal golpe que constituye una virtual nacionalización, un hecho sin precedentes en el gran país del norte y más dentro de una administración conservadora como la de Bush. Para colmo, el dato curioso es que se trataba de dos entidades que ya eran semipúblicas. ¡Que horror! ¿Como puede ser? ¿Sabían los ultra liberales esta herejía inconfesable?

Estas simpáticas Fannie y Freddie –no confundir con Fanny Mandelbaum y Freddie Mercury- habían perdido ya 11.000 millones de dólares en los últimos tres trimestres y se las considera claves para el sostén de la estructura económica estadounidense. La medida reciente incluye una patada en el trasero a los ejecutivos máximos de cada empresa que serán reemplazados por funcionarios designados por el gobierno.

¡Por fin Latinoamérica exporta capital ideológico!. El verdadero know how de la intervención del estado para salvar empresas. ¡Hasta se habla de “ente regulador”! Realmente novelesco.

De cartas abiertas y cerradas

Ricardo Forster entrega en Página 12 un nuevo artículo donde expone algo así como el estado de cosas de esa agrupación surgida durante el conflicto con el campo llamada “Carta Abierta”. Debo confesar que de la prosa de Forster me gustan sus aires marcusianos, su uso de palabras como “emancipación” por ejemplo que me recuerdan borrosas imágenes del humanismo socialista sesentista, pero hay algo que tiende siempre a ponerla al borde del Manifiesto Grandilocuente y resulta en cierra exageración altisonante, sobreactuada y autobombista. Más allá de discutir si fueron un grupo con genuina preocupación por la democracia ante la novedosa alianza regresiva aglomerada en torno a la rentística campera o sólo un puñado de empleados asustado ante la posible caída de su empleador, poner a Carta Abierta como una iluminada extravagancia es un poquito demasiado.

Para no exceder el marco acotado de una referencia, digamos que los intelectuales han tenido en la Argentina de las últimas décadas más bien nula participación política; tanto como ejecutores concretos en funciones gobernantes o como figuras constructoras de discurso y opinión. En parte porque no tuvieron suficiente peso frente a sus colegas extranjeros que dominaban el escenario, y en parte porque en general han preferido preservarse de estos riesgos de quedar pegados a los sucesivos y previsibles fracasos políticos y mantener una imagen ante un mercado cultural frívolo que los prefiere prescindentes y críticos antes que comprometidos.

En este texto está presente una vez más la melancolización que manifiestan como síntoma de una neurosis todavía no resuelta provocada por un hecho que los desestructuró bastante: que la derecha les robara el fetiche de la movilización callejera, la metodología catártico-revanchista preferida para sostenerse en el “reclamo”, el entretenimiento más venerado de su folklore populista. En lo conceptual queda expuesta una marcada contradicción entre el título y la aparente vocación integradora de la convocatoria cuando en los hechos se termina pareciendo a una Carta Cerrada, limitada al atrincheramiento de un grupúsculo de partidarios, y poco permeable a adhesiones dada la apabullante estrechez ideológico-social de su convocatoria.

Parece insistirse con el modelo peronoide del gran nacional-populismo racista, el “progresismo negro” contra la demonización de todo lo blanco que se cruce por delante y en primer lugar de la “clase media”, enemigo sobre el que ahora parece descargarse toda la animosidad acumulada. Lo llamativo es que estos impulsores son de clase media y pretenden ungirse en una conversión falsa e irracional en clase obrera morocha, para lo cual necesitan a cada rato exponer una especie de compromiso incondicional. La cuestión racista sobrevuela su discurso y parece el hilo que cierra sus costuras. Es que han construido casi un sofisma doctrinario que los ha convencido que ser pobre sin ser morocho es algo incompleto, una falla del sistema, y un estigma que todo blanco de clase media que quiera ser verdaderamente nacional y popular debe remediar haciendo una especie de expiación colorimétrica existencial, renunciando a sus orígenes étnicos para lavar su contaminación intrínseca: al intelectual “blanco” culposo de clase media le correspondería desclasarse ingenuamente en su afán redentor y hacerse la de Michael Jackson al revés para luego cambiar la cátedra de la facultad por una pala. Este “defecto por defecto” que trae buena parte de las propuestas que emanan del campo nacional y popular implican, por consiguiente, que no se juzga una doctrina política evaluando sus posturas frente a la propiedad de los medios de producción, al control de la economía, a la distribución del ingreso, a la participación en ese ingreso de los que menos tienen basado en una consideración social inclusiva libre de viejos prejuicios, a la recuperación de los valores de la solidaridad humana, a la superación de la cárcel axiológica del individualismo competitivo, sino en relación a cómo se declare siempre a favor de los “de abajo”, de los “morochos”, únicos destinatarios posibles de toda política.

También se insiste en desconocer la necesidad de incorporar al debate a una vasta clase media blanca, mestiza y pobre, de una representatividad demográfica crucial en cualquier proceso político, dueña de algunas buenas y otras putas costumbres, repleta tanto de mala información como de un considerable capital educativo improductivo y obsoleto, pobre de una pobreza real y funcional, aturdida entre lo que quiso ser y no pudo, educada para gerente mandante y sobreviviendo de empleada temporaria obediente entre deudas, humillaciones, estress y decadencia, violada a impuestazos regresivos, sin las ventajas de ser rica para cagarse en todo con billetes ni tampoco de ser marginal para no hacerse cargo de nada. Una clase que ve como la de Ingeniería en Corrupción Político-Económica es la carrera de mayor futuro para el ascenso social.

D´elía declara en la última reunión de Carta Abierta con la aprobación de varios intelectuales que “si no se restablece la alianza histórica entre los del medio y los de abajo va a ser muy difícil” al mismo tiempo que se denuncia al progresismo blanco” de esos sectores medios, introduciendo una tajante división racista. Pretender reestablecer una alianza histórica en esos términos de “integración” parece una broma de mal gusto.

Heredando su condición de tabú nacional, una vieja deuda intelectual de la sociología argentina, lo racial funciona como última ratio, es el exabrupto confesional de resolución simbólica de los acontecimientos en las horas críticas. Cuando no hay tenacidad indagadora y un compromiso intelectual para el análisis profundo en la búsqueda de respuestas, aparece la mágica explicación racial de los hechos, como un mito asequible. Argentina no se resigna a ser una sociedad inclusiva, y en las fantasías de solución aparece siempre desde todas las posiciones la exclusión liberadora. Funciona para el blanco en momentos de amenaza a su bolsillo cuando escupe desde sus vísceras “estos gobiernos para lo único que sirven es para darles cosas a los negros de mierda del conurbano y tenerlos de clientela”. “Cristina, dejá de gobernar para los negros” era la confesión extrema de una señora de Barrio Norte. Del otro lado se acude a la manipulación de descalificaciones que apuntan a excitar esa reserva visceral del odio del pobre en su connotación racial “que querés con el progresismo blanco, son progres de café, siempre van a estar en contra”.

septiembre 05, 2008

septiembre 02, 2008

Un existencialismo gerencial


Texto libremente exhalado a partir de la lectura del libro de Fogwill “En otro orden de cosas” ( Interzona, 2008)

Escribir reseñas sobre textos de ficción no es mi metier preferido más teniendo en cuenta cierta intolerancia a la lectura de narrativa que me aqueja en los últimos años, pero como suelen decir algunos boludos y boludas que van a talleres literarios “yo escribo para mi”. Pues entonces, y por consiguiente, como no estoy exento de este vicio menor y en los días que anduve leyendo este libro me detuve a volcar en un word reseñosas oraciones sin ningún aparente destino público, la aparición de la necesidad de llenar el vientre bloguero las ha vuelto post.


El estado prerrevolucionario del período 1973-74 es la atmósfera social donde comienza el desarrollo del personaje central del texto, un cuadro típico de clase media alta, eficiente operador de empresa privada con cierta inquietud intelectual, extrema ubicuidad y pasiones de una grisura definitiva e irresoluble. La indeterminación narrativa, o la determinación construida con cuentagotas, tal vez sea típica de Fogwill, y digo tal vez porque no leído todo Fogwill y ni siquiera bastante –recuerdo la estupenda “Los Pichiciegos”-. Pero este rasgo puede ser clave para comprender que se trata de ejercicio narrativo en clave novelesca y no de una novela propiamente dicha. La pintura del aquel climaterio pre-revolucionario que todo lo invadía, desde un cigarrillo a una fellatio, está muy bien lograda. La muerte de Perón dejando precisas instrucciones represivas a cargo de sus herederos aparece como ruptura de ese veranito de descontrol adolescente de la Patria Socialista. Con el arribo a 1975 del personaje, la narración se vuelve módicamente parabólica, los revolucionarios experimentan un reacomadamiento blando y todo se condensa en un hecho vuelto metáfora gravitatoria del relato: la demolición de edificios que abría paso a las famosas autopistas porteñas del proceso. Momento árido del relato donde se describen aburridas tareas de máquinas retroexcavadoras en un lenguaje que quiere combinar refinamiento sintáctico con glosa técnica y cae en tediosas cuevas de intrascendencia. El quiebre final pone al ubicuo personaje principal en su tránsito hacia el cumplimiento de tareas de un proyecto cultural en el área de comunicación de la empresa, una especie de ventana de acceso al postmodernismo neoliberal que aprendió a valorizar los discursos tanto como los bienes físicos.

El relato deambula ordenado por una trama sin demasiados accidentes, dejando un esbozo difuso de conflictos y dudas existenciales que defraudan cualquier expectativa de excitación pasional para volverse un tanto frívolos a causa de su tibieza; el devenir de una magra síntesis entre una rebeldía descreída y siempre menguante con una adaptación a la normalidad tan cómoda como implacable; prerrogativas dominantes en la época del proceso que invitaban a hacer de los acatamientos al poder y las reconversiones adaptativas una pose ostensible y expresa destinada a ser claramente leída como mensaje, so pena de consecuencias muy peligrosas. Su relación con una arquitecta paisajista sirve para darle algo de sabor a su indecisa vocación amatoria, una relación mostrada como hermética y apenas matizada por algunos episodios de menage a trois que la pareja se permite.

¿Puede ser entretenida la narración del aburrimiento?

Y acá me permito una digresión: estamos ante la pregunta del millón cuando opinamos sobre una ficción: ¿vale criticar el gris de una narración o corresponde elogiar la eficaz pintura narrativa de la grisura? ¿Está bien que una novela perfectamente aburrida reciba críticas por ese aburrimiento o en realidad debe recibir los elogios por haber logrado transmitirlo si esa fue su intención estética? La narración deja en evidencia que trata de plantar en todo momento un elevado standard formal a través de estirar el interés de episodios poco interesantes a través de difusas reflexiones tibiamente poéticas o ensayísticas que decoran con discreción el paso de las páginas y el uso de un lenguaje descriptivo-informativo deliberadamente reticente y restrictivo. Pero el texto se vuelve como un simple departamento de dos ambientes en contrafrente pintado de gris el cual ha sido decorado con algunos pocos detalles de refinado gusto, alguna que otra mínima extravagancia y otros pocos toquecitos de profundidad, pero que no logran volverlo más de lo que es: un departamentito ficcional.

De todos modos la transtextualidad del relato ofrece valiosas recompensas en forma de mensajes que surgen en el balance del ejercicio narrativo. Manchones conceptuales que quedan impresos tras el velo; esa insolente modestia del argentino post-setentista, el balbuceante emergente de la represión, un snobista especializado en el aprovechamiento del lado burgués de la bohemia a la vez que activo capitalizador de las oportunidades de la eficiencia, y siempre conservador hasta en la hora de evaluar sus riesgos sentimentales. La ubicuidad y la superficialidad de sus adhesiones a las modas y vientos político-culturales, su extrema superficialidad liberadora presa muy fácil del reflujo de contracorrientes castradoras, y la deshonesta maleabilidad de su pasión oportunista y pusilánime con su necesaria baja tensión de coherencia para enfrentar a las tendencias dominantes. De nuevo el argentino siempre bien dispuesto a ser agresivo con el que está en el suelo recibiendo el castigo de todos, y en extremo especulativo a la hora de valorar las ventajas relativas de patear en dirección al orden establecido en comparación con inquietarlo.

Tal vez ese burgués para el que poder coger sin casarse significó la saciedad de todo su apetito revolucionario.