El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 28, 2006

La cadena de calor

La cadena de frío es una expresión que se utiliza para designar los cuidados destinados a prolongarle la vida a todo producto orgánico de utilidad efímera -por ejemplo la leche- hasta que pueda ser distribuido y entregado para su asesinato mediante el consumo. Pero el Consumo en si mismo como Principio Fundamental de la Existencia debe cuidar que no se corte la cadena de calor que mantiene intacta su infinitud. El consumo no debe tender a infinito, no se admiten en su lógica este tipo de expresiones matemáticas tan pusilánimes, el consumo debe garantizarse infinito por todos los medios y antes que nada. En términos de la modernidad líquida –como le podría llamar Bauman a este posmodernismo populista- un producto de demasiada calidad se revela incompatible con el mantenimiento de la cadena de calor; los grandes productos –entre ellos, obviamente también los culturales- tienen ese nefasto defecto de resistir el tiempo. Por consiguiente, si aún quedaran nichos del mercado sujetos a esta insana costumbre de un disfrute que es prescindente a toda novedad, la novedad misma debe tratar de capturarlos. Porque lo que se intenta es totalizar el funcionamiento del consumo según el criterio de la más baja calidad sucesivamente reemplazable, por aquella máxima elemental de la filosofía marketinera que dice que más importante que vender un producto puntual es vender el hábito de volverlo a comprar regularmente en el tiempo. De ahí que es mejor que los productos sean muy malos, una pura hojarasca que provoque; o bien un pronto rechazo, o un hartazgo prematuro por el agotamiento veloz de su goce derivado de su mediocridad. Todo lo que conduzca a acrecentar la necesidad nerviosa de renovarlo.

Teniendo en cuenta al amigo Bardamu, es cuestión de como envolvamos las palabras. Ojalá la novedad epiléptica de hoy se pareciera a lo que alguna vez fue la vanguardia entendida como un giro de la mente en pos de asumir con un poco más de plenitud la libertad creadora disponible. Lo nuevo es mejor que lo bueno en cuanto permite prolongar esa cadena infinita de calor necesaria para mantener inputrecible la infinitud del consumo. Pienso que palabras como vanguardia o bohemia son de lo más anacrónicas que se puedan escribir hoy día.


“¡Tragedia!
Se está quemando
la vanguardia del mundo

- ¡Déjala arder!
es un tragicómico
depósito de imbecilidades
Te propongo que huyamos
a la fría y desangelada
Retaguardia
Donde sus cubridores
gimen de saciedad duradera
entre lingotes, alas y robots
colmados de dientes
de tigres y velos perfumados
Se intuban sus íntimos
mensajes, se introspectan
para luego poder interlicuarse
en parloteantes
tormentas conceptuales
Y superan veranos alienados
o primaveras herméticas…
Se ligan las venas del inconciente
hacen clausura entre cadenas
para luego sentir la fiebre
del viento caliente de las horas liberadas…
Se llevan puesto al amor
en cualquier calle desierta
Extrañan a sus musas
pero beben para recordar
los ocres de las olas
Se leen la palabra
sin preservativos
hacen equilibrio
por un cielo sin manos
y comen de pie
lejos del suelo
como jirafas…"



Música: Pain Of Salvation "Imago"

diciembre 26, 2006

Secretos de navidad

A estas fechas yo no las encuentro propicias ni oportunas –no más que cualquier otra- para realizar gestos explícitos de coherencia intelectual, o dejar constancia de una toma de posiciones respecto de cuestiones teológicas. Tampoco siento la necesidad de poner en evidencia mis disensos con el mundo actuando rechazos o indiferencias. Debo confesar que ante estos episodios vertebrales de la dramaturgia popular expreso un gesto más bien de neutra intimidad. Para mi la Navidad es apenas un rito familiar consumado desde el seno de la infancia, un bloque de cemento anclado en el fondo de mi memoria definitiva que decido año a año continuar de algún modo, y no me llama a actualizar jamás cuestiones como ser creyente, ateo, cristiano, burgués, liberal o bolche, ni tampoco me lleva a poner en crisis mi adhesión a algún determinado ideario; esto último podría ser en todo caso una intelectualización en abstracto, un apartado posible de la madurez en un ejercicio de reflexión exterior. Lo que casi siempre hago es ponerme a recordar cuando en la casa de campo de mi abuela la nonna se reunían treinta y dos parientes llegados de todas partes y yo con ocho años ayudaba en la tarea de poner a enfriar las bebidas acomodándolas entre tres barras de hielo adentro de un tanque de doscientos litros recortado, recibía como regalo de Papá Noel un revólver a cebita, y medio dormido de madrugada oía los cuentos verdes de algunos de mis tíos en pedo o las discusiones entre mis primos hinchas de Ford y Chevrolet.

Por diversas razones, desde hace muchos años me reúno sólo con los familiares más cercanos y la paso casi sin demasiada novedad salvo enfatizar un poco más una especie de reivindicación afectiva de los mayores que nunca me parece redundante. Si hoy se reprodujeran aquellos encuentros amplios de antaño probablemente sería todo un problema lidiar con ejemplares detestables por fascistas y necios, agobiantes por estructurados y lineales o prescindibles por intrascendentes y vulgares, pero por alguna razón eso ya no ocurre y no tiene sentido especular.



Música: Therion "Eyes Of Shiva"

diciembre 23, 2006

El percatado


" El aeropuerto Hartsfield-Jackson de Atlanta en los Estados Unidos es uno de los más grandes y modernos del mundo. Llegué allí desde Buenos Aires para hacer escala y tomar la conexión con destino a Los Angeles. Una vez pasado el filtro de migraciones me dispuse a hacer uso del tren subterráneo que permite moverse de la terminal internacional “E” hasta la “A” donde salen los vuelos locales. Seguí la flecha y el cartel que indicaba el acceso a la estación para tomar el tren y abordé la correspondiente escalera mecánica descendente... "

Todo acto de darse cuenta es una pequeña implosión privada, y la desesperación por superar la ignorancia se vuelve contra nuestra propia integridad.


Pueden leer el relato completo en Nación Apache



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Inauguro hoy la presencia de la música con un tema de la agrupación húngara After Crying. Hagan click aquí y accedan al reproductor. Agradeceré me hagan saber si lo pueden oir.

diciembre 20, 2006

La nostalgia del futuro

"Lo que más extrañamos del pasado es el futuro"



Una lucha que no cesa en ninguna de las dimensiones categoriales que podamos concebir de nuestra experiencia de la vida, es la que protagonizan el pasado y el futuro. El pasado es el gran dictador de todos los estados del tiempo. Aparece con una enorme ventaja potencial propia de su naturaleza creciente; se hace más fuerte y engrosa su volumen a favor del transcurso. Soberbio, se apropia de todo lo que toca y lo sabe guardar, es ahorrativo y hace pesar esa cualidad cada vez con más tiranía. El futuro padece de envejecimiento prematuro, y como no sabe invertir y se despilfarra a si mismo en unos pocos momentos de fugaz brillantez; el devenir va menguando su poder hasta hacerlo un débil anciano impotente.

Cuando experimentamos el paso de los años somos testigos de cómo el pasado se agiganta en su sabiduría hasta ocupar todos los espacios del presente, apoderándose de todas nuestras certezas y, lo que es peor, de todas nuestras incertidumbres. Mientras que el futuro ya ha sido desalojado de la escena, rendido y confinado a un rincón, con sus encantos perdidos y su seducción inutilizada. Aquella sensación única de una iluminación de la vastedad que nos hacía amar la vida como una gracia inigualable, pasa a ser uno de esos recuerdos que el pasado atesora orgulloso como su mejor botín.

diciembre 18, 2006

El género de un mediodía

I

-Donde estuviste
-En Puerto Madero, en una reunión de bloggers.
-Ah, ¿se juntan?
-Obvio, nos juntamos, ¿que querés? ¿que nos casemos con libreta?
-Hacete el gracioso, digo se juntan a charlar cosas de bloggers…
-Si, nos juntamos a…en realidad es mejor llamarlo una reunión de escritores.
-Está bien, como quieras, ¿y que hacías vos entre tantos escritores?
-Bueno, trataba de…tocaron timbre…


II

Ni en Puerto Montt ni en Puerto Pollenza, fue en Puerto Madero y compitiendo contra uno de esos calores de primer nivel con los que cuenta diciembre. Inés, Silvia, Haydeé, Verónica, Carlos, Guillermo y yo compartimos un almuerzo donde se podría decir que desempeñamos el rol de corresponsales del orden virtual en tiempos de transición. Los marketineros mandatos de la cocina internacional con sus emblemáticos pastitos decorando platos han aplastado la tradicional abundancia de las pastas típicas de las cantinas porteñas; ahora son más caros los ravioles o sorrentinos, y lejos de perder sus respectivas identidades en lo colectivo, son unas pocas piezas reconocibles en su individualidad. Luego hubo como postre extramuros una caminata hacia las cremas heladas que propició un segundo pacto de estabilidad donde la poesía fue el tema dominante, bajo la presidencia de Silvia e Inés casi por democracia espontánea. En todo momento las frases sueltas se fueron recuperando para el conjunto y a pesar de temblequeos se enhebraron varios hilos hasta convertirse en puntillas.


III

Yo confiaba en los plenilunios de la llanura, esa generosidad campechana del resplandor del día que todo la convierte en familiar, por eso aposté a la fertilidad de cada pronunciación, y no me defraudaron las horas que cumplieron su promesa y se devoraron tiernamente unas a otras como si no fueran hermanas, ni los esperados ladridos de cada pausa. Sentí que de alguna forma éramos unos aventajados, porque no estábamos invitados a la luna del mediodía pero entramos sin pagar. Nunca supe bien si a mis interlocutores los prefiero insinceros aunque discretos, directos no obstante traviesos, tajantes sin embargo contenedores. Conocí nuevos seres muy bien plantados, de esos que sostienen con el peso de sus contenidos la verticalidad tonal de sus propuestas, y sumé nuevas páginas de otros seres ya leídos. Acompañé con una palmada de puro compañerismo racional la esperanza fruitiva de los Buscadores de Brillo, porque se lo estimulante que es una dieta en base a Inteligencia. También me dejé atraer por el campo del magnetismo astrológico de un Universo plagado de relaciones indisolubles; consolé a las Ideas que fueron amadas a pesar de los despechos que pesan sobre ellas, y previne sobre el riesgo de fisurar el hielo delgado cuando merodean las colonias de bacterias psicológicas. Y me fui con una nueva convicción que pondré a resguardo en mi mejor estante: en cualquier batalla que suceda de ahora en adelante, voy a desear la victoria del género humano.

diciembre 13, 2006

Un Irak a la vuelta de la esquina

Breves descripciones de un escenario ajeno a cualquier coincidencia con la realidad argentina.

El periodismo notero no deja un solo día ni una hora de luchar su empinada batalla contra la inteligencia. Destroza sentidos comunes, viola los hálitos vitales de cualquier verdor primaveral que nuestras reservas de fervor iluminista puedan cultivar. Le han declarado la guerra a la mínima expresión del pensamiento y amasijan la palabra en su sudor evaporado de urgencia, bajo la presión de la necesidad de marearse en una drogadicta repercusión popular; en el cumplimiento de las exigencias laborales que sostienen a los medios dispuestos a licuar escrúpulos a cada segundo. Cada periodista que abre su bocaza risible en televisión parece tragarse el aire al hablar, como si estuviera apuntado por una pistola a punto de volarlo de la civilización tras un instante de debilidad exitosa. Mientras, la violencia y la defragmentación crecen hasta calcificarse, la aceleración de comportamientos primitivos nos acercan al siglo diecinueve y amenaza convertir a la sociedad en una carnicería colectiva sostenida por las exportaciones agropecuarias, provenientes de un sector productivo que, por ejemplo, para rendirle un homenaje a la paradoja, hace huelga, como si fuera una broma siniestra del realismo mágico, justo en el momento en el que recogen el dinero a granel como el cereal que vuelcan en las tolvas, y los valores de sus verduscas hectáreas, otrora despreciadas por el neoliberalismo, trepan en dólares hasta cifras delirantes y juegan de igual a igual con los valores inmobiliarios de las islas del Mar Egeo, otrora buscadas por los magnates. Es que esta Argentina parece haber liberado o redescubierto su pasión reprimida por el homicidio como divertimento, tal vez se trate de resabios de un canibalismo filogenético que retorna desde la noche de los tiempos, entre estacas de la memoria colectiva grabada a las brasas de grotescas mazorcas y desapariciones forzadas. Su insolidaridad y su desprecio por el semejante se hacen pavos de todas las bodas. La escena social se va materializando hasta definirse por cansancio: se matan jóvenes a palos y trompadas como moscas, hay cada vez más horrendos crímenes pasionales, ajustes de cuentas y saldos pendientes, ejecuciones en atracos urbanos por doquier, flagrantes violaciones de niñas y discapacitadas; sobrevuela un estado emocional desquiciado siempre al borde de la agresión fatal por cualquier minucia capaz de desatar la peor de las pasiones desmedidas. Adornando este paisaje al borde de un ataque de nervios, aparece siempre el manto institucionaloide y farsante de un sistema que todavía conserva su viejo apodo de “justicia”, más parecido a un circo grotesco hecho para justificar cualquier crimen y ensañarse con los deudos de las víctimas. El mejor festival de humor popular de fin de año son los chistes sobre Norita Dalmasso, cuyo asesinato sexual devora la fruición del entretenimiento, al tiempo que vuelan cuernos, exámenes de ADN, manchas de semen mezclado con vaselina y gel de preservativos. Los asesinatos en Argentina son antes que nada un gran entretenimiento, a tal punto que se prevé que el nuevo éxito de Tinelli será “Asesinando Por Un Sueño”. Lo que le pasa al Otro en Argentina se vive como una fiesta si es trágico -puesto que le pasa al otro- o como una tragedia si es feliz -porque genera resentimiento y odio- pero no pertenece a nuestra realidad, nuestro individualismo fratricida se basa en la negación de la pertenencia social de cualquier cosa que nos pase a centímetros pero que no nos alcance. Y matar en Argentina se parece cada vez más a una mera infracción de tránsito entre el sonar de cumbias y hip-hops alusivos, y alguna condenita fácilmente reductible ante la falta de convicción de condenar, toda vez que cualquier castigo parece excesivo para crímenes de tanto arraigo popular. Una sociedad que fue y es tolerante con el acto de quitar la vida porque en el fondo siente que los asesinos no son tan malos, en tanto se parecen demasiado a nosotros mismos. Los intelectuales siguen mirando para otro lado, anclados en una bendita corrección política izquierdosa, y atemorizados de perder las adhesiones blandas de los revoltosos de moda, tan necesarias para mantener la estética empleadora del alineamiento en el vacío. Siguen creyendo en que la devaluación de la sangre, que se abarata día a día en el mercado a causa de su derrame facilista y gratuito, contribuye a algún tipo de contracultura masoquista a la que nunca debemos cuestionar, mientras podamos pasearnos por los templos de la “Actitud Buenos Aires” que nos asegura que somos los afrancesados de Latinoamérica. Otra fotografía puntual muestra una horda de exaltados que queman un vehículo policial. ¿Acaso se trata de trabajadores explotados que hastiados de su situación hacen justicia por su propia mano? ¿De hambreados por alguna hiperinflación o guerra? ¿De marginados raciales colmados por la discriminación? No, se trata de un resultado adverso de fútbol de la primera B metropolitana, algo así como la tercera división de nuestro fútbol, lo que motiva una reacción ciega y enloquecida comparable al estallido de las favelas en Río de Janeiro o los ghettos islámicos en París. Ni siquiera un hecho tan oscuramente administrativo como puede ser la salida del director técnico de San Lorenzo es posible sin un halo de opiácea violencia barnizada por el odio, donde la lucha se establece entre una parcialidad desbocada y un ex ídolo deportivo ensoberbecido que se atrinchera tras su contrato para poder sobrevivir haciendo un buen negocio. También se puede entrar a comprar yerba a un supermercado chino de José C. Paz y estar al borde de la muerte porque tres policías federales creen que allí van a dar el gran golpe, como si en esa miseria de las ambiciones y la imaginación delictiva se evidenciara aún más -en carne viva- la brutal degradación de la sociedad.



En Argentina, en todas partes puede ser Irak.

diciembre 07, 2006

Sangre de deportista

De tu cuerpo se derrama
Y a tu cuerpo regresará


Las investigaciones de la justicia española en el marco de la “Operación Puerto” sobre dopaje en el deporte han dado ya el resonante resultado de la detención del médico español Eufemiano Fuentes, acusado de aplicar a deportistas profesionales tratamientos en base EPO, auto-transfusiones de sangre y otras técnicas mejoradoras del rendimiento a costa de graves daños a la salud. Más allá de la noticia y de lo reveladora que promete ser esta pesquisa en torno al mundo del deporte hiper-prefesional, la técnica de la auto-transfusión es la que más escalofríos poéticos me he provocado. Es que el acto de ingerir una píldora es casi intrascendente en su teatralidad cotidiana, pero la imagen de un jugador de fútbol o de tenis en un vestuario recostado en una camilla mientras una colosal aguja trepana sus venas para restituirle su sangre es todo un acto de tétrica y helada sordidez. Además, ese color borravino oscuro que tienen las bolsas de sangre me parece siniestro, macabro, vampiresco. Por otra parte y yendo más allá del deporte, me imagino a un artista que tras tener la gracia de un día de fosforescente inspiración acude a uno de estos doctores a quitarse medio litro de su sangre para poder, en cualquier momento del futuro que lo aqueje la impotencia creadora, hacerla regresar a su cuerpo.
¿Y si se le extrae sangre a reconocidos talentosos y se la guarda? ¿Cuantos interesados habría en trasfundirse? ¿Cuanto se pagaría por un litro de sangre de un ídolo?

Pero la pregunta final es ¿daría resultado?

diciembre 04, 2006

Monólogos del Escritor Arrepentido ( I )

Estas son las primeras declaraciones exclusivas del Escritor Arrepentido. Pidió protección para su ego a cambio de contar toda la verdad de su experiencia como traficante de letras. Su nombre ha sido reservado por razones de intereses estratégicos.


Ginebra con Coca


El Escritor Arrepentido tose apenas. Primero me confiesa que es un fumador curado y que su placa de tórax ha dado negativo de todo peligro. Luego, indeciso, se evade en comentarios de trivial actualidad y de pronto se planta.


- Con el alcohol tengo ahora una relación madura; seria y respetuosa. He bebido demasiado en busca de inspiración ya que aturdido me beneficio con un considerable aumento de mi valentía. Y embriagar, más allá de todo, es mi verbo preferido por esa música textual insuperable donde se mezclan embragues, hembras, bragas, y ese fonema “briá” tan de morder un fruto jugoso. La sobriedad me vuelve rígido y opaco, me hace ahogar como rata en un laberinto absurdo de desgano y sedentaria saciedad. Con las copas adentro, en cambio, algo se tiñe de naranja en el techo de mi cabeza y galopan toros hasta dictarme, una a una, las triquiñuelas que me permiten escapar a una especie de impiedad de lo revelado. En tantos años de profesión jamás me tragué ningún orgullo, y se que de las traiciones no estoy exento, a pesar que tomo las más brutales medidas preventivas.

Harto de la razón, escribí un tiempo poesía. Porque estaba harto de querer ser claro, de tener que ser claro. Harto de las palabras que debía entregar por odiosas razones de debilidad, es que escribiendo me rendía ante la evidencia de la interpretación. Se trataba siempre de la necesidad de decir, que es cruel, tiene cara de hereje, porque toda cosa contada se vuelve estupidez, se vuelve ordinaria, se denigra en su trascripción. Y uno empieza a madurar la decisión de renunciar a la narración de lo obvio, y comienza a experimentar reacciones alérgicas a los finales cerrados, deja de comer postres, y siente asco por los que leen hasta reventar de llenos. Uno se da cuenta que hay gente que lee tanto pero tanto buscando asir lo que jamás habrá de encontrar. Y siguen así, leen hasta llenarse y vomitan, son bulímicos de la lectura. Causa y efecto, uno debe salirse de su góndola deslizante y estrujar la sintaxis como un trapo de rejilla, para dejar de sentirse culpable. ¿Son los libros los culpables de este aburrimiento abismal que siento al transitar una indolora tolerancia? Lo que más suelo extrañar son las fisuras conceptuales de mi infancia, el cadalso de los festivales, la masturbación jocunda de la conciencia hecha tiempo interminable. Lo interminable. Eso, lo interminable...

noviembre 29, 2006

El estrellato o la extinción

En ocasión de hallarme desconcentrado de toda otra materia de interés o dedicación, pensaba sobre el curioso destino que se ciñe sobre algunas profesiones, ocupaciones, metiers, mestieri; o como quieran llamarle a eso que se le cuelga a una persona para engrillar el pataleo de sus condiciones y destrozar la anchura de su integridad. Algunas parecen estar condenadas a una estrecha y extrema polaridad de existencia que las hace vivir al borde permanente del Todo o Nada, la Gloria o el Fracaso resonantes, el triunfo avasallante de la consagración social o la flagrante derrota de la más deshonrosa de las indiferencias del mundo. Me interesaría enfocar el caso particular del escritor, ahora no se si realmente alcanzaré a enfocarlo demasiado.


Un único destino posible: ser estrella

Recuerdo de mis épocas de adolescente de escuela secundaria cuando a menudo nos auscultaban los latidos de nuestras incipientes personalidades para que manifestáramos cuales eran nuestras “vocaciones”, tal el nombre de los rótulos típicos donde entubar el magma de deseos cruzados que caracteriza esa época de la vida. Las opiniones se dividían entre los que querían ser algo normal cuando fueran grandes –la mayoría- y los pocos que mostraban sorpresivos ímpetus de ser famosos o trascendentes y elegían profesiones compatibles con tales aspiraciones: astronauta, actor de cine y televisión, futbolista de la selección, corredor de fórmula uno. Lo extraño era que aquellas elecciones de la mayoría eran festejadas por los adultos como alentadores síntomas de sensata madurez mezclada con ubicación, y no exenta de un toque de conservadora modestia. Apuntaban hacia anónimas y cercanas ocupaciones, cuyos respectivos referentes podrían estar tan cerca como cualquier vecino de la ciudad, aunque no por ello carecieran de un buen grado de prestigio y respeto dentro de los círculos aldeanos. Aquellos vapuleados padres de clase media, tan conservadores y castrantes por un lado, poseían tal vez un reflejo condicionado de inusitada lucidez y leían correctamente la realidad: consideraban la vocación por la grandeza mediática de “alto riesgo” al punto de intuir que no existía la salvación intermedia; o se ganaba un lugar en el diminuto filtro de admisión de las estrellas o se era condenado a una vida de frustración deambulante entre patéticas medianías de consuelo; tal era el destino reservado para los sueños de la mayoría de los delirantes ambiciosos.

Quién es –por ejemplo- abogado, empleado bancario, médico, contador, ingeniero, carpintero, panadero, profesor, empresario, analista de sistemas, comerciante o sociólogo no tiene que ligar su éxito a la fama mediática, a ser conocido o reconocido en las cumbres sociales. Sólo en casos muy excepcionales esas profesiones trascienden por alguna circunstancia muy especial. Se puede ser apenas reconocido dentro de un determinado círculo local y aún así ser muy exitoso en cuanto a prestigio y también a recompensa enconómica. Para el que adopta la profesión de escritor, en cambio, el deber de estrellato es un fantasma que le va comiendo las entrañas a poco de andar garabateando papeles o llenando archivos de word. Nadie en su sano juicio imaginaría que sobrevivir en un circuito alternativo o ser un escritor vocacional que ofrece sus obras en mano en fotocopias puede ser un modelo deseado. La consagración, lejos de ser una hipótesis de destino soñado, se convierte en necesidad ocupacional.

Aunque mi fobia a las citas acuda una vez más a hacerme todo difícil, creo recordar que alguien dijo por ahí que escribir poesía a uno le resultaba fácil o imposible; yo creo que los dictados de esta sociedad maquia-bélica propician un escritor que sólo puede ser dos cosas: estrella o desocupado, toda vicisitud intermedia se convierte en un simple desatino.

noviembre 28, 2006

Los legitimadores culturales

Frente a la ascendente consagración de Cucurto, refutable seguramente para muchos por las más variadas razones literarias, pero irrefutable a la luz de las ideologías culturales imperantes que validan toda condición del acceso, se expone un interesante ejemplo del funcionamiento del aparato regresivo de la cultura.

Se podrá decir que los ascensos mediáticos sin sustentación artística carecen de un valor tan significativo como es el reconocimiento de los pares y de los referentes más prestigiosos en una determinada actividad. Hoy día quién es lanzado al estrellato por medio de alguna operación de mercado poco disimulada, en principio sufrirá la ausencia de ese tipo de reconocimiento calificado, pero no es algo que vaya a durar demasiado; siempre aparecerán “pares” autorizados dispuestos a justificar cualquier éxito con sesudos análisis, y el sujeto tarde o temprano será admitido, máxime si su conducta se mantiene dentro de una presentable corrección política. Es que muchos creen que justificar el éxito siempre ayuda a estar más cerca de él. Ahora puede que la primera haya sido Beatriz Sarlo, apostemos a quién será el próximo en legitimar con honores artísticos a Cucurto, la función recién empieza.

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Ponerle un nombre a los que hacen este trabajo es todo un problema. Otras opciones son: “autorizadores intelectuales”, “validadores o autenticadores de títulos y productos”, como esos títulos de Perito Mercantil dados por la “Academia Rosita” del barrio que consiguen el sello de “Reconocidos por el Ministerio de Educación” o las lociones para el pelo hechas con agua destilada y colorante barato que consiguen el sello de “Especialidad Medicinal Autorizada por Salud Pública”

noviembre 23, 2006

Los mensajes del horror

Hace poco Ernesto Mallo en Nación Apache citaba a Joseph Conrad, quién en su novela "El corazón de las tinieblas", a través del personaje del Coronel Kurtz, afirmaba que el poder dependía del horror que uno fuera capaz de inspirar. Como la idea me parece ajustada, en primera instancia la traslado de escala y me pregunto: poniendo aparte los horrores en los cuales podemos reconocer a un responsable humano, intencionado y concreto ¿que hay de ese horror asignado en la forma de los accidentes por ejemplo? ¿Es sólo un mensaje más de nuestra vulnerabilidad como mera especie zoológica del planeta o serán mensajes de reafirmación del poder de alguna fuerza creadora o rectora universal inmanente?

Puede objetarse que la mención especial de los accidentes como ejemplo de suceso determinado por un poder dominante no es del todo coherente ya que si hablamos de poderes universales -teológicos o no teológicos- se supone que todos los horrores, aún los producidos por conductas humanas intencionadas como el de las guerras, debieran estar bajo su dominio. Pero al nivel del microcosmos referencial de la vida cotidiana los eventos azarosos tales como los accidentes domésticos o las tragedias naturales son los que principalmente producen esa anonadante sensación de absurdo en tanto que aparecen ligados a una determinación desconocida. A la sensación de indefensión posterior común a todo suceso determinado por fuera del alcance de la propia capacidad individual de protección, se agrega la imposibilidad de contestación ante la carencia de un destinatario preciso a quién responsabilizar por la arbitrariedad. Así fue, por ejemplo, que Jean Paul Sartre, al enterarse de la muerte de Albert Camus en un accidente de auto en una carretera francesa, la llamó “una muerte absurda”. Las muertes debidas a alguna causa ostensible, al menos políticamente evidentes, no es que dejen de ser absurdas, sino que ajustan en la asignación de razones lógicas que fácilmente administramos; responden a nociones derivadas de pasiones humanas reconocibles aunque detestables como la ambición infinita de poder o la sed asesina por la supresión del otro, lo que las hace explicables. Es que todo lo encaja en los moldes de los pensamientos y creencias establecidos tranquiliza, aunque sea la peor de las tragedias, en tanto se puede canalizar en alguna dirección la ira, el miedo, la aceptación o la rebeldía. En cambio el accidente nos desconcierta como una contingencia meramente lúdica de una física social carente de alineamiento conceptual alguno.

Ahora bien, el accidente con consecuencias injustas y absurdas, ¿es prueba de la falta de un poder racional, o la afirmación de un poder que envía mensajes de horror precisamente par dar cuenta de si mismo?

Desde una mirada teísta, tal vez pueda verse como una forma de expresión de un mensaje de afirmación y vigencia dirigido a aquellos que adhieren a posturas agnósticas y se regodean en la posibilidad de sus libertades y potencias; y que se manifiesta en escenas donde el reparto del horror es tan cruel que hasta parece sádico, como cuando vemos en una ruta niños destrozados en un ómnibus estrellado contra un camión. Porque si, porque les tocó. Tal vez los poderes universales existan, pero no sean absolutos aunque presuman de ello. Y sus actos no sean más que un grito despechado de afirmación frente a la impotencia. Imposibilitados de asignar alguna justicia como la de castigar a los malos y premiar a los buenos, ya que no pueden ir en contra de las evidencias, optan por hacerse presente de ese modo.

Desde una mirada naturalista y racional, tal vez estos sucesos sean nada más que pruebas de la que la calidad superior de la especie humana respecto de todas las demás especies animales, se basa sólo en el poder de una estructura de ficción construida a partir de su capacidad de producción, más no en el dominio de razón alguna sobre los instintos puros de la naturaleza. ¿No produce horror ver una gacelita destrozada por un león? Nos produce horror a nosotros, pero la gacela madre sólo reacciona con su instinto de preservación ante lo inevitable. El horror no es compatible con el instinto, su esencia es completamente ajena a él, el horror como sentimiento es un producto típico de la cultura humana porque necesita de una ilusión previa de armonía. El horror es ante todo un brutal desengaño, que se produce cuando el ser humano confía en que el mundo puede estar hecho a imagen y semejanza de sus mejores ficciones de felicidad. En definitiva, el sufrimiento del horror alcanza su punto máximo cuando da cuenta en un instante de que tras el quiebre de esa fachada civilizada que decora la superficie de su entorno, emerge su monstruosa condición de animalito humano.

El hombre sería así un animal cualquiera con condiciones excepcionales de productor que por ello pudo imaginar que podía ser algo mejor. Y la cultura sería nada más que la escenificación del sueño que tuvo el animal humano; precisamente ese en el que soñó que dejaba de ser animal.

noviembre 21, 2006

Postales oblicuas (III)

La escala Scoville


Voy a narrar un experiencia trivial, porque de ellas está relleno el pastel de la vida.

¿Saben lo que es la escala Scoville? Es un patrón que mide el grado de “picantez” de los chiles o ajíes ( peppers). Sabido es la notable presencia de la cultura mexicana en el sur de California. No menos podría esperarse si contamos con los antecedentes históricos y las más recientes oleadas inmigratorias. Lo que me interesa contar en este caso tiene que ver como la penetración de hábitos alimentarios. Sentí una sensación rara un día que entré a un Taco Bell y comprobé que no vendían hamburguesas por ejemplo, sólo las especialidades de tacos, quesadillas y burritos. Y mayor sorpresa fue ver como rojizos yanquis ciento por ciento WASP entraban a consumirlos. Pero nunca imaginé que el jalapeño, por ejemplo, formaría parte del ser nacional americano como para morderlo por sorpresa dentro de una hamburguesa en un bar cualquiera del Las Vegas Boulevard. Demasiado hot para mi, me dejó la lengua y el paladar como anestesiados, y su calor luegó se instaló en mi estómago para seguir su curso fisiológico y dar cuenta de su poder aún después de su despedida.

Casi estoy tentado a una definición: un californiano es un mexicano que habla en inglés. Mientras, mi fantasía de argentino imagina a los americanos algún día comiéndose unas buenas empanadas y succionando una bombilla de mate amargo.

noviembre 16, 2006

¿Bajo el amparo de la exclusión?

Este post reconoce como fuente de inspiración un segmento que he extractado de un comentario que dejara en Nación Apache Daniel Freidemberg, en diálogo con Omar Genovese:

“…¿no hay tanta tribalidad y tanto solipsismo canallesco afuera de los que viven con el corazoncito pegado a la producción para la industria de la mercadería llamada “libro”? Ese amparo que da estar al “margen”, ¿no es enfermizo, de puro protector y tranquilizador, al menos tal como se lo está tomando en general? ¿O entendí mal lo que decís? ¿Y qué es “estar en las antípodas”? No creo en la virtud del excluido, o que estar excluido sea un indicio de virtud. Quiero decir: cuidado con extasiarse más de la cuenta con el personaje que a uno le tocó jugar o con el lugar que ocupa….”

Lo que sigue no busca refutar las afirmaciones de Freidemberg, sino tomarlas casi fuera de contexto para desenrollar algunas consideraciones sobre el tema.

Es habitual oír esta queja, que en algunos casos se convierte en acusación directa, de parte de los que están o se sienten incluidos en algo. No importa demasiado incluidos en qué, tampoco las valoraciones merecidas por esos sustratos, hay gente que se siente adentro de algo y con eso le basta. Algo así como es fácil criticar desde afuera, si no se tiene nada que perder adentro, sino se participa de las brutales guerras de despellejamiento mutuo para ganar un centímetro de espacio en la industria, se supone que es fácil criticar usando posturas principistas.

Esto tiene una lectura aprobatoria y otra discrepante para mí.

Por un lado es cierto que hay gente que se excede, son los que desde una esfera ideal y teórica juzgan las conductas de los se enfrentan a la realidad con un grado de idealismo desmedido y desubicado. Creo que un buen ejemplo sería el de aquel observador de un match de boxeo entre un humilde retador y un Tyson en su mejor época, que desde fuera del ring vocifera sermones morales y técnicos acerca de cómo debiera actuar un desafiante para ser merecedor de su aprobación. Una cosa es criticar a quién salió a esconderse o a fingir una caída para cobrar la bolsa y evitar todo riesgo, pero otra diferente es exigir que el tipo se pare con la guardia baja y lo tumbe a Tyson sin siquiera recibir algún rasguño. En ese caso resulta saludable que el retador invite al crítico a ponerse enfrente de Tyson a ver si bajo esas condiciones ratifica o rectifica sus opiniones y juicios.

Por otro lado, mi rechazo se intensifica en tanto este tipo de afirmaciones se parece demasiado al discurso de los dirigentes corruptos que nos dejan mensajes del tipo: “ustedes hablan de honestidad porque están afuera y no tienen que enfrentarse a la realidad, a ver que harían acá” Como si su deshonestidad visceral, consuetudinaria y estratégica fuera un mero contagio o una necesidad adoptada para sobrevivir ante alguna opresión. Es es el habitual argumento para exculparse de las prácticas más aberrantes.

Luego, se hace referencia a menudo a una supuesta virtud, que los que critican a algunos incluidos y a los sistemas de inclusión, acreditarían a favor de los excluidos, por el solo hecho de serlo. Me cuesta encontrar a alguien que haya afirmado que estar al margen implique en si mismo una virtud. Esta actitud de estar contestando una afirmación invisible tal vez sea una reacción en espejo que esgrimen los que consideran que estar dentro del margen si implica una virtud por el solo hecho de estarlo. Esa denuncia conceptual es la que no se soporta, que estar dentro no implique automáticamente una virtud y que ni siquiera sea su indicio sólido. Olvidan un principio básico de lógica filosófica: demostrar la falsedad de una afirmación no implica demostrar la veracidad de su contrario simétrico.

Ahora bien, no se que amparo puede dar estar al margen, el amparo de la intemperie suele ser engañoso, permite gritar fuerte sin que nadie oiga, pero la cosa se pone un tanto difícil allí sobre todo cuando llueve. Normalmente, estar al margen no da ningún amparo, más bien da las mayores chances de perder sin siquiera haber jugado.
Haré un breve repaso de las desventajas de ser un excluido:

Primero, se presume con alto grado de certeza que el excluido es un mediocre. Si está fuera por algo será, ya que el sentido común dominante indica que sólo son valiosos los que llegaron, porque llegaron. Como escribí alguna vez, la presunción de mediocridad es una feroz inversión de la carga de la prueba.

Segundo, en caso de que se le otorgue al excluido el beneficio de la duda y se reconozca que tal vez pueda ser poseedor de alguna calidad a pesar de estar fuera -bueno, al fin y al cabo siempre puede haber una excepción que confirme la regla- se sospecha en ese caso que es un idiota - de nuevo por algo será- que no ha sabido hacerse un lugar, un pusilánime que ni siquiera ha luchado para imponer lo suyo. Es bueno aclarar que operaciones tales como la negociación alegre de la dignidad y la obsecuencia hacia cualquier tilingo con poder son estimadas como actos plausibles de “lucha por lo propio”

Tercero, corre el riesgo que invaliden su razonamiento crítico y pongan en tela de juicio todos sus argumentos estéticos y conceptuales, sólo porque en el fondo si está fuera es un resentido que habla desde su imposibilidad o frustración. En realidad, es probable que crean que la envidia y el odio consecuente por los incluidos anula su entendimiento. El excluido se convierte así en un inimputable.

Cuarto, corre el riesgo, nuevamente, que todos sus argumentos sean relativizados y descalificados sospechados de provenir de una visión parcial –o directamente fanática- a favor de los excluidos, y prejuiciosa y discriminadora para con los incluidos.

Quinto, debe soportar la inclusión de tantos idiotas cuando es testigo de la exclusión irremediable de tantos buenos que por ahí conoce, y como en general se asocia sin ningún tipo de diferenciación crítica a lo exhibido como lo único o lo mejor, que cualquiera de esos idiotas se crea mejor que él.

En otro momento prestaré atención a los desamparos de estar adentro.

noviembre 14, 2006

El día que bombardearon Punta Del Este


"...Todo en la vida merece el perdón o el paredón final. Y la lisonja regalada a los infradotados suele ser el mayoritario arrepentimiento.

Las fortunas por un lado, los desafortunados por el otro, y en el medio todos sus amigos en común. No quedan ni rastros de las misiones imposibles en las que fuimos espías, delatores, héroes, salvadores, fumadores o vírgenes. En el lóbrego tornillo sinfín de la existencia, somos imberbes esperando el debut sexual con los dioses.

La consigna es cosechar la corriente estática que se acumula en los vientres hasta reventar, la que nos obliga a vomitar caliente por el mero hecho de la novedad. Por eso apelamos al placer fácil de la escritura que es el más imbécil de los entretenimientos, para despertarnos de la decadencia final; a los gritos, de a chorros, en puntas de pie o a los pisotones.

Somos, provisoriamente y en definitiva, mercenarios de la palabra aunque donemos los honorarios. Porque en el fondo nos divertimos, como cuando salimos después de una tormenta de granizo a ver si han quedado abollados los techos de los automóviles.

La desgracia ajena es el mejor afrodisíaco...”



Un extraño virus narrativo-bélico me atacó y las consecuencias pueden leerse completas en Nacion Apache

noviembre 11, 2006

Las señales de lo rasante

"La calidad es invisible porque está en los fragmentos imposibles de perdonar. La totalidad, en cambio, es torpe y errónea, y además una terca obesa que jamás pudo adelgazar”


Alguna línea más en La Tapa De Los Sesos

noviembre 09, 2006

Cacofonía sobre la izquierda


El problema de ser, ubicarse o presentarse de izquierda, es que nadie nunca se puede sentir seguro de estar suficientemente a la izquierda. Cualquier que esté en la izquierda tendrá garantizada una oposición por izquierda, y esa oposición por izquierda tendrá otra oposición que esté aún más a la izquierda. Sencillamente esto se debe a que la izquierda no tiene límites; al carecer ya de proyecto político alguno se ha convertido en una mera fuga hacia afuera, una huida siempre incompleta e insuficiente hacia la máxima radicalidad que jamás se puede colmar.
¿Alguien podría lograr ser suficientemente de izquierda como para conformar a la izquierda? Improbable, para la izquierda, toda izquierda nunca es suficiente.

noviembre 06, 2006

Postales oblicuas (II)

No seefood

Soy conciente que mi condición doméstica me domina. En cuestiones gastronómicas mi sumisión facilista a lo establecido me impide acogerme a la constante oferta de los sabores inesperados que se ven por ahí. Por un lado es que trato de evitar sustancias que presumo controversiales para mis vísceras digestivas; pero, por ejemplo, mi negación a probar desde cualquier tipo de marisco hasta una sencilla sopa de cangrejos en el Fisherman´s Wharf de San Francisco tiene un origen fóbico que podría ser de interés de freudianos y lacanianos. El episodio originario fue una frustrante experiencia juvenil en el puerto de Mar Del Plata, cuando la promesa de hallar placeres marinos para los paladares se convirtió de pronto en una vomitiva pesadilla. Es que apenas arribado a la zona de restaurantes me sentí atrapado en un asfixiante infierno repulsivo, como si alguna explosión nuclear hubiera liberado hedores de fritangas radioactivas. Aquel verdadero accidente ecológico sepultó para siempre cualquier deseo mío sobre todo tipo de esperpento comestible criado en la salitrosa barriada de los océanos.

noviembre 03, 2006

Postales oblicuas ( I )


A la Argentina, desde lejos, se la ve como una centralidad pulverizada. Somos testigos de como se va relegando en nuestra emoción hasta enajenarse, para volverse casi perverso vicio, dejándonos un hilo de hierro que nos delata. Vista desde lejos es una rezongante mochila de esclavitudes afectivas que nos engrillan la sed de opciones, y que nunca nos permite consumar la aparente liberación que suponemos al escapar de la condena geográfica de ocuparla. En puntas de pie, pero cada vez más intensamente, la añoramos como una cueva insignificante de chillones ex convictos en recuperación, salvaje e insana, desgraciada aún en sus fortunas, y afortunada en sus talentosas miserias. Un charquito de rebeldías vacuas apenas destilado entre los subsuelos acuíferos del más segundo de los mundos.

Lugares perfectos no hay desde el momento que todos pertenecen a este globo ya irremediablemente cochino; lo que queda cuando todo temblor se vacía, es que el montón de carnes y piedras donde anclarse a pasar el resto de la temporada vital ofrezca al menos alguna satisfacción al sentido común.

octubre 25, 2006

Confié demasiado en mi inexperiencia


Estoy desde hace más de 15 días en Estados Unidos, más precisamente cerca de Los Ángeles, realizando tareas que tienen que ver con posibilidades digamos de "negocios" a las que matizo con varias incursiones –no excursiones- turísticas. Desde que llegué aquí me ha atacado una especie de súbita intoxicación de silencio. No por nada en especial de estos lugares que me haya afectado, fundamentalmente por el ritmo de actividades que vine desarrollando que me impiden disponer del tiempo para ajustar las coordenadas y ocupar los mandos de esa nave de reconocimiento diario que es un blog. Me propuse que este espacio siguiera su marcha ajeno a este alejamiento en lo posible. Esperaba hallar algunas horas diarias frente a la PC para darles los últimos toques a algún texto comenzado anteriormente, o tal vez escribir frescas letras imbuido de los estímulos inmediatos. La realidad es que no puedo hacerlo como me lo imaginaba; ahora compruebo cuán insaciable es la demanda de tiempo de la escritura. Y lo inesperado más allá de esa evidente limitación, es que en los pocos momentos disponibles he experimentado una imposibilidad de escribir, al menos físicamente. Nada parecido a algo llamado diario de viaje me resulta posible. Admiro a los que acomodan su cuerpo y graban esas huellas dactilares en forma de texto que llevan el aroma de la fecha y el lugar donde fueron producidas. Pero hay otra escritura que me recorre y promete ser tan intensa como la real y es la que sabemos está sucediendo en nuestro cuerpo. Se que hay cosas que se están escribiendo, me sucede simplemente que lo siento, las realidades y pequeñas experiencias se suceden, producen pequeños y grandes movimientos de fluidos en mi interior y me escriben cosas. Sólo será cuestión en algún momento de ponerme a transcribirlas.

Atender un blog desde un viaje, que ingenua pretensión la mía. Tal vez yo confié demasiado en mi inexperiencia. Pero lo bueno es que extraño escribir, eso si es un síntoma alentador.

octubre 21, 2006

Contorsión

Un ladrillo de papeles
calcos, hebras, crayones, tizas...
Las velas y los pedales
Todo se traba y se alivia
y al mismo tiempo se anula
Los anuncios
se invalidan con el silencio
El placer se convierte
en horror al interrumpirse


Hay que tomar una decisión
el moco es su amuleto adhesivo
Fulminarse de pavor
ser la crema del mundo
que espesa los oceános
No necesito que me abrigue
su calefacción desesperada
Las serpentinas
y el laberinto del vapor
La mala leche y el mal café
de cada imperfección

Los paisajes se maquillan
para una noche más
Hago la vista obesa
entre las dulces pócimas
de la oscuridad


Amo el movimiento
que se enamora del reposo
como cualquier polvo
que besa a la humedad
Por que estoy seguro
que en la intimidad
todos los extremos
en definitiva
se revuelcan juntos...
Son larvas de milagros
anclados en ultramar..


"Una cátedra te es dictada
y el embotellamiento de submarinos
parece la más normal de las trivialidades…"


octubre 20, 2006

Reconocimiento para Nación Apache

Finalmente Nación Apache, con soberana discreción, ha ganado el premio Mate.ar al que estaba nominado. Un saludo a todos sus integrantes.

octubre 11, 2006

Una letra de Hammill

Fe infantil en el Fin de la Infancia


La Existencia es un estado por el que pasamos,
un truco sonámbulo para la mente y el corazón;
es desesperante, lo sé, pero debo seguir adelante
y tratar de marcar un comienzo
para ver más allá de la supervivencia diaria acechada por la muerte final.
Si creyera en esto como la suma de la vida a la que hemos llegado,
no desperdiciaría mi aliento.
De algún modo debe haber algo más...

Hubo un tiempo en que se sentía más de lo que se sabía;
pero ahora, atrincherado en mi terquedad,
bajo una luz más terrenal, un pensamiento resuena en mi mente:
vivimos, morimos... y entonces?

En el principio hubo orden y destino;
pero ahora ese camino llegó a su límite,
y de rodillas no es la manera de enfrentarse al futuro, sea cual fuere.
Aunque las fuerzas que nos pusieron donde estamos
permanecieron eones en imperturbable gracia,
nosotros también vestimos el rostro de la Creación.

Mientras la antimateria absorbe y pulsa periódicamente
el pimpollo se abre, la flor muere, todo espacio es historia viviente.
Parece que aunque el tiempo deba traicionarnos todavía estamos vivos,
y aunque no veo ningún Dios que nos salve, aún sobrevivimos
a través de los siglos de progreso,
que no nos lleva demasiado lejos.
Todo es ilusión! Todo es falso...
todavía no sabemos lo que somos.

Pero riendo, esperando, rezando, bromeando; Hijo del Hombre;
con la mirada cabizbaja pero los corazones exhultantes, somos granos de
arena;
y aunque en su momento el mar nos querrá para sí,
somos las rocas que cimientan el futuro – sobre nosotros crece!
Quizá no estaremos ahí para compartirlo, pero creo que puedo soportarlo
si la próxima vida es mejor.
Incluso si hay un Cielo cuando morimos,
la felicidad eterna tendría tan poco sentido como la mentira
que siempre viene como respuesta ante la pregunta:
"¿por qué miramos a través de los ojos de la Creación?"

A la deriva, sin curso,
está muy solitario aquí,
nuestra única conjetura:
qué yace detrás de la oscuridad.
Sin embargo creo que puedo aferrarme a una esperanza,
pensar en una vida que signifique más que la mía propia;
sueños de algo más grande de lo que somos.
Tiempo y Espacio cargan pesadamente sobre mis hombros...
Cuando toda vida culmina, ¿quién puede asegurar
que cierta fuerza mutada no permanezca?

Aunque las torres de la ciudad se nos niegan a nosotros, hombres de arcilla,
sabemos que alcanzaremos las alturas alguna vez.
Asustados en el silencio; asustados pero pensando con claridad,
déjennos contar las estrellas!

Más viejos, más sabios, más tristes, más ciegos, mírennos correr:
más rápido, más lejos, más duro, más fuerte; aquí viene...
ampollas de color, astillas de imágenes gravitan
hacia el centro y en un resplandor final se desintegran.
El Universo ahora llama
y el Hombre debe también tomar Su lugar;
sólo unos pocos últimos segundos
para vagar en el vacío.
Y los niños que nosotros éramos avanzan,
la reencarnación fija su ahora perfeccionada canción,
y finalmente somos librados de las ataduras de la Creación.

Todos los bromistas y carceleros; todos los drogadictos y negreros también;
toda multitud que haya bailado una alegre melodía...
humanos podemos ser todos, pero sobre la Humanidad debemos elevarnos,
en nombre de toda fe, esperanza y amor.
Hay un tiempo para todos los peregrinos, y un tiempo para los falsificadores
también;
habrá un tiempo en que todos nos pararemos solos y desnudos,
desnudos frente a las galaxias... desnudos pero vestidos en la perspectiva:
cuando alcanzamos el Fin de la Infancia debemos empezar de nuevo.

Y aunque oscura es la autopista,
y la distancia a la cima rompe mi corazón,
aunque nunca vaya a verlo, todavía cumplo mi parte,
creyendo que lo que nos espera
es el Cosmos comparado con el polvo del pasado...

¡En la muerte del mero Ser Humano la vida comenzará!



Peter Hammill, 1971.
Título original: Childlike Faith in Childhood's End
Versión castellana de Martín Leonard.

octubre 03, 2006

La blogueridad (II)

Esta parte II completa la I desarrollando un par de puntos que me quedaron en el tintero electrónico. Pero lo realmente destacable es que que en los comentarios de la parte I y en el post de Pablo en Catedral De Hormigas surgieron ideas que llevan la cuestión a un punto que promete no detenerse.



Los modos de expresión y los tiempos

Por un parte el vuela pluma y la espontaneidad. Por la otra la selectividad, la elaboración y el tiempo de maduración. Cuando las segundas se imponen pareciera que el blog inaugura el proceso gradual de su extinción, un sufrimiento de deterioro, casi como una enfermedad que de prolongarse sabemos puede ser terminal. Mantener un nivel de elaboración y convivir con tiempos de actualización muy frecuentes es para muchos –me incluyo- algo imposible de conciliar.

En mi experiencia con Hargentina desde el vamos tuve la intención de evitar algo parecido al mecanismo de un “diario” donde las entradas fueran muy espontáneas y frecuentes, y traté de conformar una suerte de “revista” acumulativa donde aparecieran de forma asidua y regular textos de diversa índole y extensión, pero dando por supuesto que cada pieza sería poseedora de una vida propia más allá de su fecha. Y no se trató de una elección que apuntara a resguardar el posible “nivel” de los textos ni ninguna ilusión de perdurabilidad, sino de hallar una forma de expresión donde me sintiera cómodo. Ahora bien, ¿se puede ir contra la ley suprema del blog e imaginar que lo publicado el último día tenga la misma “importancia” que lo del primero?


En primer lugar se entra en contradicción que lo que impone el modelo de plantilla datada en la que se basan la mayoría de los blogs que nos obliga a desayunarnos con lo último bien adelante, casi como un mazazo. Y también con toda la literatura que declara su condena a lo insustancial, su obediencia debida al imperio de lo efímero. La vulnerabilidad de los rastros de todo acto cultural es una imposición de la realidad que vivimos, pero no me parece feliz regodearnos aún más en esa volatilización casi instantánea porque así vamos a conseguir que se vuelva insoportable; no es que quiera pelear contra ello, simplemente no me gusta obedecer a ese tipo de mandatos de no se que corriente. En un diario que debe vender ejemplares todos los días se entiende, ¿pero acá en los blogs quién nos obliga a vender el fallecimiento cotidiano de todo contenido en pro de una renovación?


Los modos de expresión y autorización


Aparte de alterar nuestra relación con el tiempo habitual de producción de la escritura y la lectura, el blog, al posibilitar la publicación casi sin mediación de estructuras, desafía profundamente nuestros mecanismos de autorización. Bien se dice que en materia de vértigo y urgencia los blogs no son nada demasiado diferente a la escritura periodística stressada de diarios o revistas donde también se trabaja con mínimos márgenes de elaboración y el deber de subsistencia parece fagocitar toda materialidad en una espiral infinita por borrar las huellas de todo escrito pasado y liberar el apetito por lo nuevo. Pero donde si el blog aporta una cuestión netamente identitaria es en relación a como desafía profundamente las estructuras de nuestros mecanismos de autorización. Liberados de aprobaciones externas, de cuanto somos capaces de autorizarnos depende en gran medida la fluidez de un blog. Más allá de las cuestiones de auto indulgencia y auto exigencia que alguna vez desarrollé, todos, quién más o quién menos, tenemos un grado de decoro autocrítico al percibir la escritura que hemos de subir, al menos tiene que conformarnos, superar nuestro mínimo umbral de pudor intelectual.


Pero la espontaneidad de un blog que se asume como “bitácora” o transcriptor de lo cotidiano libera un tanto ese sentimiento de responsabilidad. En cambio, cuanto más formal es el formato –valga la redundancia- que adoptamos para expresarnos, más recrudecen nuestras prevenciones autocríticas. ¿Como hacer para convivir con ambas? Por un lado me niego a que el blog sea sólo vértigo, riesgo, lo que sale así de una, la riqueza de la improvisación, que sea free-jazz, jam-session. Porque también creo que puede ser continente de lo otro, de los textos destinados a durar un tiempo proporcional a su elaboración, no a desintegrarse en la licuadora supersónica de la fecha de hoy que mata todo rastro; cuentos, poesías, ensayos, narraciones novelescas, testimonios, viñetas, variaciones, sonatas, sinfonías, la música clásica.


Subyace el supuesto -tal vez falso, tal vez bien orientado- que el blog o la publicación web en general favorece el riesgo, la actitud lanzada, irreverente y experimental ¿es esto así realmente? No se si la favorece, pero si la habilita. Si bien la simple falta de pudor, el coraje o la improvisación no aportan experimentación por si solos, creo que es condición necesaria una buena dosis de incontinencia para aprovechar esa banda de posibilidades, conviviendo al mismo tiempo con la publicación de los textos más tradicionales o “estabilizados”.

septiembre 29, 2006

La blogueridad ( I )

Origen: El disparador de estas reflexioneses es -nuevamente- un post de Miguel Soler, autor del blog Dural. Y el tema es nada más y nada menos que la copiosa crucifixión filosófica de la lecto-escritura publicante, la propia naúsea existencial del acto de bloguear, su "to be or not to be", que yo he decidido llamar simplemente La Blogueridad.

Blog
Casa
Albergue
Transitorio
Hospedaje
Techo de chapa
Y algodón
Harinas del otro costal
Strip tease y pudor
Toda riqueza encontrada es un desperdicio
Todo autenticidad es trivial

Por defecto y efecto
Por afecto

Se bloguea para poder escribir
Se deja de bloguear para poder escribir


Con prisa pero sin pausa

Que desagradable que es ver pasar la absurda –por lo excesiva- velocidad de los días que se acumulan después de postear algo y como va corroyendo como un ácido la estabilidad de nuestro supervivencia bloguera. Cuando los días se amontonan sin publicar o comentar nada se presiente la inminencia del peligro. Un blog de más de 15 días de silencio se presume enfermo, al menos con sospecha firme de una dolencia que puede llevarlo a la muerte.

La excesiva dependencia de la variable temporal es lo más hermoso y lo más nefasto del blog. Seguir blogs fatiga, comentar se hace tortuoso. En mi caso hasta perdí una quinta velocidad comentera que tenía por ejemplo el año pasado y que me permitía entrar en régimen en pocos minutos y armar una idea.

Al post de ayer lo mata el post de hoy. Y el post de hoy sobrevivirá algunos días hasta ser muerto por el próximo. Y en el caso de que no lo mate uno nuevo, simplemente se suicidará para dejar vacante el espacio, que indefectiblemente habrá que llenarse con el siguiente.

El blog es un recipiente pequeño y agujereado. Un líquido dura allí apenas un corto lapso porque es desalojado por un nuevo líquido o bien simplemente se derrama.



¿Gasto o inversión? El blog como pérdida


Hay una ley que amenaza ser inexorable: usar el tiempo que uno dispone para escribir en el blog es restar ese tiempo a otros proyectos incompatibles con él: proyectos de escritura extensos a mediano o largo plazo; novelas, cuentos, ensayos, artículos de opinión elaborados, textos que requieran mucha investigación bibliográfica, análisis o borradores. Para la salud de todo ese tipo de proyectos el blog se parece a un camión que viene de frente en una ruta de una sola mano. Yo tengo un blog y varios proyectos de trabajo en escritura que no se acomodan a ese formato. ¿Quedaron relegados por culpa del tiempo que le dedico al blog? En parte, después de más de un año de andar, diría que si, que se desviaron en su tiempo de elaboración, pero también tal vez hayan ganado un estímulo circundante cuyos frutos se verán en un futuro inmediato, ya que bloguear en mi caso reabrió un apetito voraz por la escritura que había perdido después de algunos años de anorexia, y en lo cual tuvo mucho que ver el sentido de comunidad establecido, las lecturas recíprocas, los comentarios, debates, encuentros y relaciones. ¿Se podrá alcanzar un equilibrio? ¿Es compatible dejarse seducir por la imperatividad cotidiana del blog y al mismo tiempo poner ladrillo sobre ladrillo en obras de mediano plazo?


Al que siente que la energía que gasta en un blog la podría utilizar en otro trabajo destinado a ser publicado en formas y medios tradicionales, se le pronostica una vida bloguera efímera. Entender ese desgaste como antagonista de nuestro propio desarrollo implica la gestación de un dilema. Por un lado algo parece informarnos que lo escrito en un blog no es algo digno de tener entidad en si mismo. Llegamos a pensar en términos de la rentabilidad del tiempo, y hasta hablamos de gasto y no de inversión. ¿Estaremos condenando al blog como entretenimiento menor para jamás poder concebirlo como continente de algo que merezca la pena? Algunos lo descartan a poco de andar porque en su carrera al estrellato sólo les aporta un granito más en su curriculum, y otros porque no les da el cuero para sostenerlo a la par de los otros emprendimientos más interesantes. ¿Será posible rescatarlo de esa amenaza?


Tal vez la condena congénita que porta el blog nazca de una de sus propias virtudes; generar una plataforma de excitación escritora útil para liberar ideas que en forma directamente proporcional a su potencial han precisamente de guardarse para un destino mejor que el de publicarse en un blog. Su destino tal vez sea producir el alimento que lo conducirá a su próxima inanición, y que confirmará su rol de partenaire; un auxiliar de entrenamiento y entretenimiento escritural –para evitar el término literario que a algunos les parece demasiado-. El blog será el lugar donde habremos de presentar aquello que no es demasiado malo como para hacer decaer nuestra imagen ni demasiado bueno como para merecer el destino de una carrera en alguna instancia jerárquica superior de las publicaciones. Será el depósito de lo que creemos mostrable pero carente de brillo, o bueno pero sin potencial para merecer retenerlo en pos de un mejor desarrollo. Y ahí si el blog como instrumento publicante digitará el alcance estético de sus contenidos, y terminamos dándole la razón a Marshall Mc Luhan “el medio es el mensaje”. Aquí sería: el medio es la resignación.

septiembre 26, 2006

Arquitectura a la milanesa

El estimado Gustavo Nielsen nos acerca en su blog Milanesa Con Papas una interesante propuesta para escribir sobre arquitectura. Me resulta especialmente atractivo el concurso ya que de alguna forma se inscribe dentro de la idea general que me rondaba cuando escribí aquellos posts titulados Arquitectura Carnal ( prometo no usar más este adjetivo por un tiempo largo) y que tiene que ver con conocer las opiniones y comentarios de gente no especializada en el tema, ya que presumía una gran riqueza de lecturas y miradas allí. Recordando los excelentes aportes que recibí en aquella oportunidad de parte de varios blogers, no dudo que puede haber entre ellos varios potenciales participantes. Sería muy bueno que aprovecharan este concurso -organizado por una publicación tan prestigiosa- para volcar sus inquietudes en la materia.

septiembre 24, 2006

Invalidez carnal


“A un sol
que ha sido privado
del poder de sus rayos
ni siquiera le queda el recurso
de beberse su propio calor a la sombra”


Le corrió un frío lapidario por el cuerpo ante el impacto crudo de la noticia. No puede decirse que fuera una tragedia desgarradora, sin embargo cualquier nombre sería incapaz de definir la índole del anti sentimiento sufrido.

Todos sus espejos, verdaderos objetos de placer que había sabido limpiar día a día con extrema prolijidad, se volverían de pronto solventes garantes de un duradero pesimismo. Quedaría seriamente cuestionada su continuidad en la elite de los sobrevivientes carnales. Haría silencio sobre soporte de cigarrillos o bebidas, y vería la escarcha de Serrat, un nevado abismo de diferencias insalvables, o ese ruido macabro de la imposibilidad. Se convertiría en su propia criatura extraviada; un pordiosero íntimo de la mano de su sueño rechazado. Su orgullo, aquel soplido de confianza puesto a resguardo en mil batallas, se erosionaría como atacado por un torno de dentista, de esos que pulverizan carne maloliente. Y de su género, sólo volarían las fosforescentes malezas del abandono, como un tímido cadáver reseco.

El apetito desmentido es como una intragable tortura en gotas, una especie de espesa indignidad que se atraviesa desnuda a mitad del pasillo de la respiración. Una alfombra de vidrios destrozados dispuesta a recibir infinitamente el primer paso de todos los días venideros.


–Yo te quiero como amigo…


Ser declarado incapaz de calentar es la invalidez más amarga de toda masculinidad.

septiembre 20, 2006

El menor de los análisis V

Nunca estuve de acuerdo con los que creen que la razón la tiene siempre el que tiene el poder o el éxito de mercado. Nunca estuve de acuerdo con los que creen que la razón la tiene siempre el que protesta, el que reclama o resulta desfavorecido en alguna situación.

Pasándolo en limpio:

Nunca estuve de acuerdo con los que creen que la razón la tienen siempre los ganadores. Nunca estuve de acuerdo con los que creen que la razón la tienen siempre los perdedores.

Tampoco nunca estuve de acuerdo con escribir este tipo aforismos balanceados, pero los escribo igual.

septiembre 15, 2006

El tesoro del discurso

Este post comete un acto de desafío contra una ley no escrita que en la práctica gobierna a los blogs; hace referencia a un texto aparecido en otro blog más de un mes atrás y saca a flote algunos apuntes que nacieron casi como comentario y que fueron puestos a dormir en espera de florecer en momentos de más benignas condiciones de temperatura y humedad creativa. Ese mejor momento nunca llegó ni llegará, sólo que hoy una mano casi autoritaria de mi parte ha decidido despertarlo y hacerlo salir a la puerta con lo puesto.


Parto de citar parte de lo que Miguel Soler escribíó en Kaputt :

“…Como lo mío es el dibujo y las artes visuales, me recuerda la forma en que el público recorre una galería de arte. Si prestan atención en ello, verán como la gente se traslada cuadro a cuadro, tratando de componer un film imaginario que les pueda indicar el sentido de la serie. Por eso traté siempre de ir solo a una exposición que fuera de mi interés; porque de las veces que recuerdo haber ido acompañado, me sentí tirantado por esa órbita preestablecida en la continuidad de las paredes y la uniformidad de los espacios. Yo creo que uno tiene que entrar un poco ciego, y dejarse asaltar por la súbita visión de una pintura; algo así, como jugar a la gallinita ciega: plantarse en el centro del salón, girar una cantidad de veces, y lanzarse al tanteo de una forma fugaz pero apremiante, como hacia una mujer que guía con su aliento, cada vez más jadeo, cada vez más ardo. Nunca la memoria ha ordenado con eficacia la concatenación de hechos que forman nuestra vida. Solemos pensar que ajustada la relación de causas y efectos, el sentido surgirá como un fantasma convocado. No es así…”


En arquitectura existe un modo de vivenciar los espacios según un orden temporal narrativo lineal que es forzoso; una obligatoriedad del recorrido porque la experimentación de cada espacio depende de la limitante física del movimiento de la persona. Pero lo central es que no es posible vivenciar las unidades en forma autónoma sin la experiencia necesaria del enlace o la transición. No se puede estar en un living en un instante y pasar a experimentar de pronto el interior de la sala de lectura que se halla unos pasos o unas paredes mediante evitando alguna clase se transición que ya inyecta una inevitable variable encadenada de percepción. Tampoco -a menos que alguien se tire desde un helicóptero como el hombre araña y caiga por la claraboya- se puede experimentar el interior sin primero vivir el exterior y su transición. No es posible empezar por el final, saltear pasos o construir una sucesión de punto independiente. Eso no quiere decir que no existan espacios que se puedan experimentar con recorridos alternativos, por ejemplo si se parte de un centro y hay varias opciones se pueden generar alternativas pero no se puede pasar de la habitación en la que se está a la de del otro lado del centro sin pasar por algo.

En pintura si se puede caer sobre cada cuadro en particular evitando la búsqueda de un orden o promenade perceptivo, pero no quiere decir que no se pueda buscar ese efecto de cuarta dimensión o recorrido por el cual cada cuadro puede estar articulando un discurso si se los visualiza en determinado orden. Como en música, se puede vivir la experiencia de insertarse perceptualmente sobre piezas aisladas, pero también erigir conexiones narrativas y que el orden sea estéticamente activo.


La diferencia que plantea Miguel con la memoria es fundamental: la memoria hace el trabajo de seleccionar episodios pero no construye discurso narrativo, nunca nos cuenta un cuento, sólo muestra imágenes impresas, da cuenta de registros en grados de intensidad, amplitud, estrechez, forma, calidad; pero no aporta sentido narrativo, no da satisfacciones expresas a las demandas de orden, solo informa desde su propia “arbitrariedad” selectiva. Y pongo comillas ya que por arbitrario calificamos a todo lo que no podemos hallar su estructura lógica, pero eso no nos asegura que tenga sus razones que quizá se manifiestan según otro tipo de códigos.

Quién entra a una sala de exposición de cuadros por “instinto” habrá de escrutar señales de la existencia de una propuesta de algún orden de recorrido en la disposición del material. Y no están tan errados; el ordenamiento dispuesto por el autor en relación al movimiento puede tener alguna intencionalidad expresiva, formar parte de la cuestión artística, y no un mero orden azaroso para la experiencia de obras en si mismas. También es posible que la lectura de unidad o sentido del conjunto de las obras se de igual sin necesidad de apelar a disponerlas según un orden secuencial.


Cuando Mussorgsky tuvo que representar musicalmente las obras expuestas de su amigo, el pintor y arquitecto también ruso Victor Hartmann, que había fallecido poco tiempo antes, le llamó precisamente “Promenade” (paseo) a los intermedios del recorrido que imaginó por las diez obras que escogió de las más cuatrocientas que integraban la muestra homenaje organizada por su amigo común Stassov. No presentaban ningún orden entre si, pero a juicio del propio Mussorgsky representaban un hilo conceptual común.


La tendencia al ordenamiento es un gen que del cual el lenguaje nos hizo herederos. Ningún ser humano educado es capaz de privarse fácilmente de esa tentación que es la búsqueda del tesoro del discurso.

septiembre 11, 2006

Hipótesis sobre el mal

( Se aclara que el presente es un mero ejercicio de pensamiento provisional cuya demostración queda pendiente para probablemente jamás ser realizada. )



-El mal opera en todas partes y en realidad gobierna el mundo. Toda la vida y el pensamiento es la suma de las luchas y los intentos por desmentirlo.


-El mal es la física de la realidad. Su perfecta consumación, su puesta en escena coordinada y coherente. Nada escapa a la ley del Mal, porque el mundo tal cual lo vemos y vivimos no es otra cosa que su obra. La historia de la humanidad es la historia de los triunfos del Mal contra el Bien, su partenaire creado y preferido, al que inventó para vapulearlo. Sólo han variado las sucesivas formas y maneras en que ese triunfo se fue consumando. El Mal ha vivido para ganarle al Bien de todos los modos imaginados, para derrotarlo en las más disímiles condiciones, en los escenarios más diversos y extraños, bajo las configuraciones más originales.


-El mal necesita para ser efectivo que se dude de su poder. Si todos estuviéramos seguros de su gobierno absoluto de la realidad, sería incapaz de existir el truco que da vida a su esencia vengativa y al goce que todavía es capaz de experimentar por el ejercicio de tal dominio. La condición necesaria para que una traición sea consumada es la existencia previa de una esperanza, por consiguiente, es esa esperanza el alimento básico e indispensable del Mal. Y entonces el Bien se parece demasiado a una estrategia que creó el Mal para hacer posible y más divertido su gobierno, para hacer que su acto de afirmación luzca mejor en la escena y su efecto destructivo sea más penetrante a nivel emocional. El Mal se precipita en acto preferentemente sobre una desilusión, una traición, una interrupción abortiva de una fe que se deja renacer una y otra vez para poder sentir el placer de matarla una y otra vez. El Mal viste al Bien como su títere, hace que se vuelva a presentar y que no se vea ridícula su pretensión de tener posibilidades de vencer.


-El mal se manifiesta en la tristeza del mundo, en sus terribles miserias y dolores, en sus desgarros inexplicables, en sus injusticias ordinarias, en sus colapsos cíclicos, en la impotencia definitiva de la vida para tener sentido.

septiembre 05, 2006

La comprensión del nazismo

Comprender (RAE)

1.Abrazar, ceñir, rodear por todas partes algo.
2. tr. Contener, incluir en sí algo. U. t. c. prnl.
3. tr. Entender, alcanzar, penetrar.4. tr.
4. Encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro.



"No hace falta presentar como una revelación algo que está testimoniado en infinitas partes. El nacional socialismo tuvo amplio apoyo popular e intelectual, aún desde sectores ajenos a las derechas y que podrían agruparse globalmente dentro de un pensamiento “progresista”. Tampoco es una novedad que los populismos totalitarios de derecha son generalmente y valga la redundancia, populares. Lo que más me llama la atención es que este debate se haya dado a partir de la confesión de un escritor como Güther Grass, lo que parece querer indicar que esto de descubrir intelectuales de prestigio vinculados al nazismo es una cuestión de seguir buscando en los archivos o bien de continuar aguardando nuevas confesiones; la sensación es que aún no se ha visto todo. Pero en caso de Grass se agrega una nueva duda: ¿por qué eligió este momento para hacerlo? Si no fue una motivación de índole puramente personal, tal vez entendió que hay en el ambiente una mejor predisposición a recibir este tipo de confesiones, favorable quizá a entenderlos como “pecados de juventud” o ubicarlas en su debido contexto histórico ¿O es que habrá percibido cierto relajamiento en torno a la oposición al fenómeno nazi que ya no provoca tanto unánime rechazo? Si evidentemente especuló con ocultarlo todos estos años no es descabellado pensar que también haya especulado en relación a cuando confesarlo (..)"

En Nación Apache podrán leer el texto completo de estas reflexiones. Se suman a los diversos aportes en torno a un tema que ha tenido una nueva e intensa puesta en escena tras la confesión del escritor alemán Gunther Grass de su militancia en las Waffen-SS.

septiembre 02, 2006

Nosotros te redescubriremos

Los planetas, los continentes, las estatuas y las vacunas se descubren. Los escritores en cambio se redescubren.

Usted, si, usted, quién lee estas líneas, piense que puede ser el próximo redescubierto.

Un escritor contemporáneo que se precie de cargar con el peso de su nombre debe tener tres elementos básicos en su haber: algunos libros, una buena construcción de su propio personaje y algún escritor redescubierto o desenterrado.

Hechos trizas por la pobreza, la enfermedad, el alcohol, las drogas, la esposa, las esposas o las críticas desfavorables. Maníacos pasapapelones, putañeros desorejados, violentos intemperantes, tragasables compulsivos, depresivos de ojerosas miradas, cirróticos terminales, bolches o fascistas impresentables, son algunas de las tipologías más utilizadas. La aniquilación crítica o el sordo ninguneo del hoy puede ser la semilla de efecto retardado del redescubrimiento estelar en el futuro. Y una vez producida la venganza la espiral laudatoria será imparable


Al compás de la música de Queen cantamos:

We will, we will rediscover you!!


Anexo documental:


Nómina provisoria de probables escritores a ser redescubiertos

Jorge Asís
Sserá redescubierto en el 2023 por Washington Cucurto y poblará cátedras en la nueva Facultad de Filosofía, Letras y a construirse en el nuevo barrio de Puerto Madero Hollywood. Una ya anciana Beatriz Sarlo escribirá una nota en el suplemento cultural de Clarín

José Narosky
Será redescubierto y reivindicado en el año 2245 por los sobrevivientes de una catástrofe nuclear. Su célebre aforismo “Hay quién arroja un vidrio en la playa, pero hay quién se levanta a recogerlo” será falsificado y presentado con la siguiente fórmula subrogante: “Hay quién arroja a su mujer desnuda en la playa, pero hay quién la levanta para recogérsela” (x)


Nómina de probables caídos en desgracia

Manuel Puig
Reciente y paradigmático caso de redescubrimiento súbito que hace volar de fiebre uterina e incontinencia eyaculatoria a chicas y chicos de letras, críticos, periodistas culturosos y literatos, caerá en un efecto cascada allá por 2028 y se dirá de él que escribía noveluchas sobre putitas de pueblo chico y encima ya nadie aceptará que porque en Pubis Angelical escribíó la palabra “peronismo” fue un corajudo visionario de la intelectualidad que se animó a enfrentar a la dictadura.

Jorge Luis Borges
Si, al gran viejo, al gran unánime de los unánimes le va a llegar también la hora del escarnio, caerá en desgracia en el 2106 y será canonizado como un ciego que se quedó ciego por leer tanto, ya que se descubrirá que escribir leyendo tanto no tiene gracia ni sentido alguno; es más, se declarará totalmente al pedo.


(x) Coger: Argentinismo por follar

agosto 29, 2006

PCM II

El presente texto que ahora el lector ya puede disfrutar en su pantalla, ha dormido desde el momento en el que fue escrito -sábado pasado por la noche- acosado por la peor pesadilla que puede sucederle: la autocensura. No debida a miedos físicos y si a los riesgos éticos de las revelaciones personales que pueden herir susceptibilidades. Porque lo dicho bajo influjo de una mesa de vino, pizza y cerveza para quién esto escribe pierde su secularidad pública y se dota de una condición de orden confesional que lo reviste éticamente con los atributos del secreto.


La noche es dueña de su propia consagración, ¡que impresionante su poder de fuego fácil! Uno circula en las horas previas como actuando una indiferencia forzada, una pretensión de no rendirse ante la atracción desautorizada. Nos educaron para que nada de los Otros nos importe más que cualquier otra de las prescindibles opciones de entretenimiento. La grupalidad es un monstruo temido y desvalorizado, que asusta e inhibe, pero que también goza de la inmerecida fama de devaluarnos.


Por eso, a poco de salir decididos a jugar su escena somos irrumpidos por súbitas ironías que plantan advertencias en el camino. Antiguas timidices recurrentes que se auto convocan y nos cortan la ruta directa e ingenua al objetivo; aquella que aprendimos a transitar en horas de la “casera bohemia” como decían Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut en un libro de fines de los setenta. La moral del terror defensivo indica que nada que implique la cortesía de una fugaz dependencia mutua puede ser exclusivo; la presión por preservar la adulta fortaleza individual hace tambalear nuestras groseras decisiones, como si en la filigrana permisiva de la risa y el afecto derrochables se temiera estar mordiendo anzuelos. O estar pagando confusas deudas de adolescencia sensible con nuestras reservas.

Pero todo eso en algunos casos no alcanza a apagar la mecha encendida. Y uno se sirve directo de las jarras del deseo lábil y esponjoso, y hasta es capaz de exponerse encabezando una caminata hacia el acto. Y hasta no se avergüenza de llevar pancartas, va y ejecuta el agrupamiento a sangre fría, pergeñando una interacción estructuralmente basada en la pura floración de emisiones.

No pasamos, fuimos.

No vimos la luz, la encendimos.

Y nos subimos a un tren travieso y embriagador, que se sabe hacer pasar por barco y avión sin demasiado esfuerzo, y que patina por la sencilla potencia de aprovechar los excelsos instintos de la seducción; de estómagos y glándulas francos, de ojos y sonrisas, de curvas y tersuras, portando solamente un equipaje descartable que no dudaremos en tirar toda vez que alguna ilusión desmedida nos prometa librarnos del regreso.

agosto 23, 2006

Convicto y convulso

Inapropiada comunión

La locura es poner dos planos en arbitraria esperanza de comunión. El mundo de la metáfora no es compatible con el de la física, unirlos es cometer un acto de locura, pero, ¿un acto de locura es locura cuando uno es conciente de que está cometiendo un acto de locura?. Cuando tomara ese líquido indescifrable su organismo no encontraría respuestas previstas, descompondría esas sustancias extrañas, inesperadas, generaría anticuerpos, toxinas que lo dejarían convulso, mordido por dentro, listo para sufrir algún efecto innovador. Llevar la metáfora hasta el límite de la física, romper el átomo que liga el lenguaje con la existencia, la materia con la inmaterialidad.

Actuación

Dos actuaciones casi teatrales le permitierom iniciar su obsesivo experimento. Primero se hizo pasar por comerciante de ropa y compró en un negocio mayorista un maniquí de cera. Después, con muchos más trámites y averiguaciones, pudo adquirir clandestinamente restos humanos en el cementerio fingiendo ser el padre de un estudiante de medicina. Tanto el maniquí como el cadáver eran de mujeres, porque era bueno aprovechar las elevadas intenciones científicas y hacerlas más entretenidas mediante alguna mímina truculencia sexual, total cualquier remordimiento por permitirse merodear la perversión se relativizaría ante el amparo de tal elevada finalidad. A todo este particular objeto de sus pesares –uno de tantos- lo había definido hacía un tiempo como el intento de hallar la relación entre la representación y lo representado; que lazos ligaban al objeto y a su modelización, como convivían la sustancia en si misma y el signo materializado que se hace pasar por ella, como meterse del lado de adentro de los párpados del intangible proceso de conceptualización. Necesitaba quitarse cualquier receta o subproducto residual de teorías ya conocidas; ni estructuralismos, ni lingüisticas, ni semióticas. Se trataba de volver a la pura experimentación.

Los trozó en partes y los mezcló en una tacho de esos de doscientos litros que se usan para combustibles, al que subió arriba de dos tacos de madera dura. Puso abundante carbón a su alrededor y encendió brasas, cuidando de mantener varias horas el calor parejo igual que su estuviera asando un costillar de vaca o un cerdo. Cuando el humo intenso aseguraba una temperatura suficiente fue colando el liquido resultante en tachos y pasando a botellas. Las etiquetó: piernas, manos, brazos, entrepierna, senos, cabeza. Si hervía la representación podría transformarla en lo representado, la representación en su interior se haría embrión, cultivo de síntesis. Se sirvió el líquido todavía caliente en una taza. Buscó un papel para anotar como era el gusto.


El empeño ritual

Lo difícil al principio para él era dominar el peligroso límite del último instante de conciencia, pero con la práctica en pocos meses pudo alcanzar un manejo muy hábil y seguro del ejercicio. Así es que ahora todos los días abre la llave de todas las hornallas, deja que el gas inunde su pequeño departamento, se suicida unos minutos y luego sale nuevamente a buscar trabajo, extrañamente imbuido de un refrescante impulso vital.

agosto 20, 2006

Arquitectura carnal II

Honrando la promesa asumida, llegó la hora de pasar revista a los resultados de la encuesta bloguera "¿Cual es el peor edificio público de Buenos Aires y por qué?".

Muchas gracias a todos los que participaron y aquí publico el único voto que llegó por correo electrónico que pertenece a lunanueva, que es la autora del blog El Camino Del Medio


"Me encanta poder votar sobre esto. Siempre ando mirando los edificios y lamentándome por sus fealdades, pero a nadie le importa. Si me pongo a hablar de eso, me miran raro (salvo mi hijo, que estudia arquitectura).

1) El Hotel Faena o como se llame esa cosa, no sé si tanto de afuera como de adentro: un horrible despropósito ostentoso y deprimente, lleno de objetos inútiles y feos. Pero caros. (Y lleno de yanquis feos, ostentosos y groseros. Aunque eso no es arquitectónico parece tener alguna relación). Imposible sentirse bien allí, es como un escenario de pesadilla.

2) El edificio del Ministerio de Salud, en la 9 de julio. Como que quiere ser decò, pero no llega muy bien, no le alcanza del todo. Y se queda en triste. Por dentro, ni un solo detalle estéticamente agradable, no es ni sobrio, ni austero, ni nada: sólo pobre. Lo único lindo(aparte de las vistas a través de las ventanas), son los pasamanos de bronce de las escaleras, insólitamente lustrados en medio de la falta de pintura, el desorden, la mugre y la fealdad. Es posible que los lustren las manos de todos los que constantemente suben y bajan por allí, porque los ascensores son insuficientes y siempre se rompen. Además, se quedó en el medio de la avenida, sin vereda casi alrededor, parece un tumor monstruoso en medio del asfalto y no es bastante hermoso como para justificarse a sí mismo.

3) El Luna Park. Tal vez esté bien que sea así, teniendo en cuenta cuándo se construyó y para qué. Pero desde chica, cada vez que fui allí a ver algún espectáculo (circos, patinadores sobre hielo, recitales, etc.), lo odié. Nunca entendí por qué ese lugar no es demolido y se construye en su lugar uno que no parezca estar hecho para que todos estén incómodos, escuchen mal, vean peor y deseen no haber ido. Es demasiado grande y chato, parece un estacionamiento; y el muro color marrón que va desde el nivel del primer piso hasta el techo parece aplastar la planta baja"



A manera de resumen y conclusión voy a nominar sólo a los tres más votados que accedieron al podio.



PRIMER PUESTO:
Edificio de Accion Social sobre la avenida 9 de julio


SEGUNDO PUESTO:
Edificio de la Ciudad Universitaria


TERCER PUESTO
La Biblioteca Nacional



Las reflexiones finales quedarán para el capítulo III a publicarse a la brevedad.

agosto 16, 2006

La ciudad afeitada

Este post es en realidad un comentario agregado al artículo de Daniela Gutiérrez en Nación Apache sobre la imagen que le quiere dar a la ciudad de Buenos Aires el jefe de gobierno Telerman.


Parece que Telerman decide asumir el protagónico que heredó y se posiciona como producto político con guionistas que caracterizan marcadamente su personaje. Por un lado llama mucho la atención porque contrasta con la mediocridad del inútil de su predecesor, que pretendió vivir siglos hibernando bajo el hielo del heroísmo progre ganado en su labor de parte de la fiscalía en el juicio contra las juntas. No vivo en Buenos Aires pero voy seguido, y creo que lo que ha influido más allá del jefe de gobierno en el mismo tuétano de la ciudad es la brutal inyección de dinero y celebración que viene del turismo; semejante aluvión trastoca todas las estructuras. Lo que noto es que Telerman apunta precisamente a favorecer una ciudad que tiende a ser como es él, un ente putoide que sin asumirse gay se cuide bien de rasurar los pelos de sus masculinidades porque ya nadie viene a buscar rudezas latinoamericanas por aquí. No es que se despoje de los pigmentos excitantes que aporta su heterosexualidad y su pasado agresivo, machoide y fumador, pero si que evite a toda costa raspar las suaves caritas de los visitantes. La Attitude es dejarse tocar la cola por la moda sin oponer resistencia, dejarse trasmutar por las tendencias hasta hacerlas parte de uno en una imbricación fina, delicada y limada de asperezas, casi como un culito con Old Spice. Rescatar el lado francés de Buenos Aires, educar con los mensajes para que todo se vuelve gay-friendly porque se toma de lo gay el concepto de estilo e imagen, la feminización como sinónimo del cuidado de la ropa, el maquillaje, el pelo, el porte; aquella parte de la estética “femenina” que adopta el gay, tan efectivamente marketinero cuyo paradigma se encarna en el coiffeur o el diseñador de modas.


Es el lado receptivo del cool, un Fair-Play urbano donde hay que dejarse llevar por las modas de forma incondicional y al mismo tiempo construir esa moda a partir de la hiper-comunicatividad de esa actitud. Basta del coya aburrido coya que toca carnavalitos en el subte, hoy lo que va es el glamoroso histeriqueo de las parejas de tango for export bailando desde el brillo de sus prendas. O un San Telmo, otrora reo con olor a Jethro Tull, que va camino de ser una mera extensión de Puerto Madero, reconciliando el consumo sofisticado de los altos ingresos con la progresividad tolerante.

Una muestra de la evolución de las actitudes dominantes la podemos tener si fijamos por ejemplo las reacciones en relación a un pibe harapiento que pide en la parada de un semáforo, un icono de los contrastes sociales de la gran ciudad: de la vieja rebelión heroica setentera de intentar salvarlo y rescatarlo de forma sobreactuada, se pasó al bruto rechazo neoliberal de los 90 de trabar las puertas del coche al verlos para hoy celebrar su incorporación cool al paisaje, un guiño de piedad posmoderna –indiferente pero comprensiva, casi cariñosa- que hasta racionaliza su labor desde lo lúdico metabolizándolo con ficciones empresariales.

Cuando se habla de la identidad local me cuesta reconocer que es lo que se perdió porque siempre se estuvo perdiendo. Más bien creo que siempre Buenos Aires se caracterizó por poseer una identidad en fuga y el andar escrutando modas es un rasgo crónico de la porteñidad de cualquier época y parte, e hizo posible que el porteño sea uno de los pocos entes culturales del mundo capaz de oler con similar intensidad vivencial, por una fosa nasal el aroma del buffet del club de su Parque Patricios, y por la otra la más nueva fragancia intelectual puesta de moda en París. Las celebradas identidades barriales fueron siempre en realidad arrastradas hacia una fusión jugosa con las corrientes cosmopolitas, atrapadas por esa fuerza centrífuga de una totalidad sincrética.

La presencia se licuó en el estilo y ya no se la bancan más, ahora sólo tratan de vender lo que le piden.

agosto 13, 2006

La vulgaridad del destino

"...Don Rigoberto se levantaba al alba y se acostaba poco después de la puesta del sol, por lo que la noche era para él solo una inconciente compañía para su sueño. Su resistencia era férrea y ninguna tentativa había logrado apartarlo un ápice del ordenamiento ascético que caracterizaba su vida cotidiana, hasta aquella maldita jornada cuando todo cambió y se desencadenó el principio de una parábola que si bien no se puede decir que haya sido trágica, fue triste en el sentido de demostrar nada más y nada menos que la terrible vulgaridad del destino..."

¿Somos apenas un nombre encarnado que lucha contra los designios del abrumador poder del determinismo semántico? ¿Nuestro destino es hablado por quiénes nos miran pero también por quiénes nos nombran? La historia de Don Rigoberto De La Noche se puede leer completa en el renovado espacio de Kaputt