El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 31, 2006

El forro de los huesos

"¿Existe un brillo de lo interior
de lo tapado
de lo enmascarado por capas
de lo impedido de ser visto bajo la luz?"



Tras casi dos meses de mantenerla cerrada, vuelvo a abrir La Tapa De Los Sesos y le echo unos restos de carnes y osamentas.

julio 27, 2006

Arquitectura carnal


Arquitectura fue al fin y al cabo lo que estudié unos cuantos años de mi vida, y es por otra parte de lo único que tengo "título habilitante" ( ? ) asi que no está mal volver un instante a mi vieja y tal vez futura pasión. No se me ocurre peor manera que hacerlo lanzando una encuesta e invitando a la participación de todos.


La única pregunta de la encuesta es:


¿Cual es el peor edificio público de Buenos Aires y por qué?




-Por “edificio público” se entiende todo mamotreto arquitectónico de acceso público que se haga respetar con porte propio dentro del orden visual de la ciudad. No está restringido a edificios de instituciones estatales; se pueden incluir también los medianos y grandes complejos comerciales, administrativos, shoppings, hoteles, bancos o cualquiero otros edificios significativos de empresas o instituciones privadas.

-“Peor” ha de ser un adjetivo condensador de muchos otros adjetivos, la amalgama de todo lo que se pueda pensar y sentir negativamente acerca de un edificio: el más feo, el menos funcional, el más triste, el más frío, el más insoportable, el más aburrido, el menos accesible, ese al que concurrimos y pensamos por qué no habrá sido de otra forma, ese que sentimos nos trata mal. No es necesario que las razones respondan a fundamentos sesudos; valen las cuestiones de piel, los caprichos, las obsesiones, o las sensaciones inexplicables. Lo que si debiera cuidarse es que los motivos tengan que ver de alguna manera con la influencia de su arquitectura, con algunas de sus “prestaciones” en tanto edificio, y no con otras connotaciones simbólicas accidentales; por ejemplo no me digan “La Casa de Gobierno porque cada vez que paso me acuerdo de todos los ladrones que pasaron por ahí y la odio”, o “la Facultad de Derecho porque me recuerda las 7 veces que me bocharon en Derecho Civil 1”. En definitiva, se trata del edificio que más odiamos por algo relativo a su ser edificio.

-Sugiero elegir tres edificios, pero el quiere elegir uno sólo o siete que lo haga.

-Se agradece una pequeña descripción del por qué se lo elige

- Los votos los envían por mail a nacludos@yahoo.com.ar o si prefieren los dejan como comment aquí. Luego de finalizada la encuesta publicaré los resultados y los textos de los votos. Dado que los lectores de este blog son de alta calidad pero su número es más bien escaso no creo que se me complique el recuento.
-Los que no son argentinos o no conocen Buenos Aires pueden enviar su peor edificio de Madrid, Lima, Barcelona o la ciudad que quieran.


Como ejemplo va mi voto:

1.
Con el perdón del maestro Clorindo Testa y sus distinguidos colaboradores, mi voto se lo lleva la Biblioteca Nacional, una formación meteorítica astringente que me resulta multidisciplinariamente insoportable e inviable.

2.
Terminal de Omnibus de Retiro, por ser un nefasto bodrio asesino de toda celebración de la urbanidad y por tener esa rampa interminable de acceso.

3.
Edificio de ATC. Porque muestra la decadencia cruda de una arquitecura setentera que se cayó a pedazos; la de las plazas secas llenas de adornitos de hormigón.

julio 25, 2006

Exención de la salpicadura


El ciudadano hargentino no trata de luchar para que deje de existir la injusticia. Prefiere contribuir a que la injusticia siga existiendo pero que no le toque padecerla a él. Se trata de dejarla existir, desviarla para el costado y ver sus estragos en los demás; eso es lo que le alcanza y le resulta excitante.

julio 22, 2006

El menor de los análisis IV

La temida rebelión de las masas que amenazaba desestabilizar el orden conservador se transformó en la baudrillardiana implosión de unas masas que todo lo estabilizan. Lo que marca el paso de lo moderno a lo posmoderno es que aquello que se suponía iba a “explotar” termina “implotando”. La estrategia clave de la conservación del poder es el dispositivo capaz de devolverle a las masas la energía que irradian para atornillarlas más en su posición. Lo que emiten les regresa como una forma de energía de modo tal que la vuelvan a absorber e irradiar, repetiendo el mecanismo como un tornillo sinfín.

julio 19, 2006

De frente y de perfil


Este comentario se basa en la repercusión en todos los medios del conflicto gremial en el diario Perfil de Buenos Aires. Una gran parte la pude seguir a través de las publicaciones de Nación Apache.

I
La explotación del potencial laboral de la juventud desocupada es una práctica que se intensificó durante la revolución improductiva menemista, pero constituye una estrategia típica de la cultura neoliberal a aplicar principalmente en las economías emergentes donde se permiten todo tipo de prácticas de discriminación en las selecciones laborales y donde la relación entre el astronómico número de aspirantes y la módica cifra de puestos de trabajo generados permite aplicar infinitos “que pase el que sigue”. En el campo del periodismo aún más se enfatiza este efecto, ya que los jóvenes que pueblan escuelas de periodismo, carreras de comunicación social o talleres literarios, pugnan con gran fervor por hallar una salida laboral que se halla concentrada en unos pocos grandes medios. A partir de esta base es común que se produzca el fenómeno del histeriqueo de la empresa empleadora dotada de esplendor mediático, que hace suspirar de deseo al cúmulo de desocupados ansiosos de formar parte del rebaño consagrado.

El más común de estos recursos inhumanos que saben explotar muy bien es “chapear” con el potencial simbólico del nombre de la empresa para pagar menos y obtener más del trabajador. “Vas a trabajar en el diario Profile, sos uno de los genios del privilegiado y triunfal 5% que superó las difíciles 7 etapas de selección entre miles de aspirantes, vas a estar codo de por medio con Lanata, con Castro”. Seducir con la pompa del nombre y la promesa de adquirir un terrenito en el firmamento. La receta dice que los trabajadores pondrán ese plus psicológico para trabajar por dos mangos pero con el convencimiento de que son genios, estrellas y por sobre todo ganadores que encima están contribuyendo en un puesto de combate social a la Primera Gran Revolución Etica Mundial, y desde ese puesto formarán parte de una cruzada social a favor de los más preciados valores de la democracia y la libertad de expresión. Un estado de exaltación productiva del trabajador basado en fabricar en su cabeza una bomba de soberbia progre, mezcla de conformismo, autoestima elevada y capacidad de sacrificio. Para ilustrar esta idea recuerdo el comentario que me hizo un amigo sobre sus avatares empre-salariales: “gané la calificación entre 200 aspirantes para el programa de Reingeniería y ahora soy Asesor Junior del Departamento de Development Entrepreneur de la Outsourcing Division de la compañía, pero viejo estoy podrido, lo que no cambió es que por poco me llevo la cama a la oficina de las horas que pasó ahí sin ver el sol, apenas si saco una luca más al mes y mi nuevo jefe es más hijo de puta que el anterior”.

Los fabricantes de negocios no son tontos, saben del hambre de estrellato que impera en el ambiente, y no son ajenos a saber que desde los blogs y otros medios alternativos de estas épocas va madurando al sol de un hermoso entrenamiento una mano de obra desocupada lista para ser la carne de cañón más eficiente y complaciente que se pueda conseguir.


II
Por filosofía y por constitución visceral estoy en condiciones anímicas de solidarizarme muy fuertemente con las partes más débiles en cualquier causa donde haya muestras explícitas de flagrantes injusticias sociales en el ámbito de la relación empleador-empleado. Máxime en este contexto del mercado laboral argentino donde los primeros gozan de las ventajas de una relación de fuerzas abismalmente desproporcionada a su favor, habilitándolos a extremos de conductas sádicas frente a la necesidad de los otros para imponer condiciones tanto en lo remunerativo como en la manipulación psicológica del aspirante y del empleado. Muchos dueños y gerentes a cargo de toma de decisiones se ensoberbecen ante tanta ventaja y se tientan de cometer a menudo aberrantes manejos. Pero lo que si me exijo para poder emitir opinión es alguna información precisa y profunda acerca del hecho, conflicto o situación particular, para confirmar que se trate realmente de una injusticia social ya que no estoy dispuesto a comprar cualquier operación de intereses –mediática y no mediática- que me quieran vender como tal. No me pongo del lado de nadie a ciegas, cumplan el rol de trabajadores o empleadores los involucrados, no regalo mi solidaridad ante el simple requisito de que me vendan cualquier paquete armado de “malos contra buenos”. Me parece muy peligroso el automatismo ideológico de ponerse de un lado sin conocer los reales términos y circunstancias de un diferendo, se parece a un vulgar prejuzgamiento con olor a moralina progre de la mala. Si se compran las historias sin más, se regala algo que es muy valioso como la genuina solidaridad y se la pone a expensas de cualquier oportunista que quiere obtener repercusión a favor. Hay gente que prefiere correr el riesgo de equivocarse antes que ser señalado en una incorrección política por una actitud más cauta. Muchos quizá conocen más de los casos de lo que públicamente se puede leer y entonces les resulta más sencillo definirse. En mi caso antes de tomar partido soy de necesitar analizar suficiente información, ya que la calle está llena de operaciones a favor de intereses políticos, económicos o sectarios presentadas como causas “políticamente correctas”.


En cuanto a Fontevecchia en si mismo, seguir practicando el deporte de fundar y fundir medios arrastrando tras de si un cúmulo de esfuerzo, trabajo y expectativas ajenas no me parece directamente condenable pero si un tanto delicado. Apostar a ese “negocio” de ser “el mártir de la comunicación” llevando consigo las expectativas de cientos de periodistas está bien siempre que les advierta la verdad sobre los riesgos a los que los expone en estos emprendimientos, pague el precio justo por sus trabajos y los indemnice por los perjuicios causados. Lo que me resulta llamativo es la repercusión y el grado de difusión que alcanzó el conflicto, con la invitación del gremio de prensa a la no firma de artículos en el diario, y toda la serie de notas publicadas a las que se agregan en estos últimos días la nota del gremio gráfico –que representa a la otra gran parte de los empleados de la editorial Perfil- apoyando a Fontevecchia. Me pregunto algunas cosas: ¿que pasa en Clarín, en Nación, en otros diarios del interior del país, en otras empresas? ¿Cuanto ganan los redactores ahí? ¿Nadie es “invitado” a presentar facturas? Son informaciones necesarias. La conducción del gremio de prensa y el de gráficos ¿que orientación política tienen? En un medio como Perfil que mantiene un manifiesto conflicto con el gobierno al menos no se debería descartar alguna incidencia de esta situación en el tono y la trascendencia que ha tomado el mismo.

Que quede claro que no estoy insinuando nada de nadie, solo marcando la necesidad de información básica para entender el fondo de una cuestión. Noto que pocas voces han puesto el dedo en este costado del asunto que merece ser lo menos ser investigado con un mínimo de profundidad. Las reacciones generalizas han pasado por volcarse de un modo fervoroso a favor del gremio y aprovechar para hacer punching ball con Fontevecchia o algunos de sus ocasionales defensores y besaculos. No lo ayuda mucho al editor esa cirugía estética culturosa que quiere imprimirle a su personalidad para dirigir el diario, y que resulta insuficiente para disimular las arrugas de su genética frivolidad y su divismo empresarial made in USA -de Chief Executive Officer-. Encima con una foja de servicios periodísticos que va de aquella Libre -que al menos ponía algunas buenas nenas en pelotas- a la inmunda Caras, tal vez el pozo ciego más oscuro donde pueda caer periodismo alguno.

julio 17, 2006

La credulidad del lector


La falsificación es el estado natural de la expresión humana. Llamarle impostor a un artista es una tautología que contradice el más mínimo sentido común. Toda emisión creativa de un artista es una falsedad en tanto la primera instancia a la que apela es la posibilidad del lenguaje de simular la realidad, representarla y transformarla. La falsedad como representación es el átomo de la creación.

La literatura es la peor de todas las artes en ese sentido, no sólo toma a la falsedad totalmente en serio sino que la transforma en uno de sus ejes centrales, en una de sus más respetadas configuraciones que es la ficción. Esta juega con el sentido mismo de la trampa y requiere un positivo compromiso de más allá de una mera percepción formal. Y es un juego consentido y consensuado; por un lado la realidad, la verdad y la mentira, por el otro el simulacro y la verosimilitud. La capacidad de ficción del lector es la clave de la existencia de las obras. Si el lector fuera incapaz de fabricarse la verosimilitud y jugar a creer no existiría la literatura. Ignoro si desde la psicología se han investigado lo suficiente los mecanismos de esta capacidad humana tan distintiva que es la de creerse por determinados lapsos historias aún sabiendo que no son ciertas; de someterse a ese ejercicio de escape, imaginación y retorno. Curioso desdoblamiento que la infinita mayoría de los seres humanos manejan con una facilidad asombrosa.

La ficción es una impostura acordada, consensuada, que promueve una invocación a la complicidad necesaria y llama a un doble requerimiento: requiere de un proceso de interpretación y requiere un proceso de darse fe emocional a lo leído. Y no hablo de creer en el sentido de hacerse a la idea de que lo que se describe en una novela o un cuento ha ocurrido antes en realidad, sino del sencillo pero fundamental acto de “creimiento” imaginario que el lector se predispone a experimentar en base al texto, condición necesaria para que le produzca algún efecto de tipo existencial, emocional y estético. ¿Pudiera uno como lector acaso emocionarse o conmoverse sin aportar esa propia y esencial capacidad de dejarse vulnerar por la mentira? ¿Se puede gozar sin recrearnos al menos un mínimo de verosimilitud aunque sea dentro de la configuración de la más arbitraria fantasía? En esta capacidad temporaria de ficcionar del lector, en su “credulidad” evocativa y constructiva está la clave de la consumación del acto literario. Lo más importante de todo es que la falsificación sea creída, que la crean sabiendo que es mentira. Por eso es tan importante el compromiso del lector que va a buscar creerse aquello que se le propone se crea para luego dejar de creerlo.

En el relato, la crónica, el ensayo o la biografía la falsificación puede que siga existiendo pero ya bajo un marco de clandestinidad, ya que se rompe el contrato básico entre un lector que informado de antemano de la falsedad asume creerla como ejercicio estético. En estos géneros se rompe la impostura acordada y se instala una confianza documental invocada desde el propio autor que el lector recibe como tal. La verosimilitud que se gana a fuerza de una prometida fidelidad documental es incomparablemente menos seductora que la otra. Dar crédito a una ficción con nuestra mente y nuestra piel es como aceptar oír el canto de las sirenas homéricas entusiastas y confiados. Avisados estamos de sus engaños pero no somos Ulises que se atará al palo mayor para evitar su influjo; asumimos los riesgos de estrellar nuestra embarcación y quedarnos a merced de ser devorados. Pero a menudo el canto fracasa y nos devuelve sanos y salvos con la frustración de una falsa promesa de daños a cuestas.


En el campo de la actuación teatral se suele decir que estamos ante un mal actor cuando nos damos cuenta de que está actuando, que está fingiendo. Pues bien, en el campo de la literatura se podría decir que estamos ante un mal escritor cuando al leerlo nos damos cuenta que está escribiendo.

La serena de la mar
Es una moza gallarda
Que por una maldición
La tiene Dios en el agua.


Este artículo fue publicado en la revista “El Alcornoque” en febrero de 2003 con motivo de celebrarse el décimo aniversario de la creación de la boite “Duiulobmy Beibe”.

julio 13, 2006

Oscurecido por las luces


En torno de la reciente muerte de Syd Barrett, integrante y líder creativo de la primera etapa de Pink Floyd, ha sido muy penoso ver la repercusión en los medios centrales argentinos. Desde un Juan Alberto Badía que dijo que había muerto “Steve Garret” hasta otras menciones plenas de ignorancia olímpica de su vida y su obra musical, corrió como la peste el discurso fácil y simplista donde todo se reduce a ponerse del lado del enfermo, del loco, del apartado, para victimizarlo de modo adolescente, deificarlo y transformarlo en el genio de todos los genios incomprendidos. No faltaron los que por añadidura comenzaron a execrar a sus sobrivivientes amigos que continuaron con Pink Floyd culpabilizándolos por haberlo abandonado. Es que la prensa ama los estereotipos extremos que logran encorsetar la realidad dentro de los esquemas más efectivos de la ficción narrativa.

Syd era el lado oscurecido por las luces y las nubes de un mundo "normal" incapaz de detenerse, yo lo que quisiera es no victimizarlo ni tampoco culpabilizarlo de nada, menos que menos de su enfermedad. El de los locos es en definitiva un mundo alternativo; y desde este mundo "por defecto" sano les ha sido otorgado roles que no buscaron: ser unos pobres compadecidos si es que aún resultan manejables, o yacer como los tabúes ocultos de la historia cuando empiezan a molestar los intereses del funcionamiento de la normalidad.

Como homenaje reproduzo un texto de mi amigo Daniel Casanouve que se publicara ayer en una lista de correos donde compartimos la pasión por la música y el rock progresivo.


"El verdadero lado oscuro de la Luna: Syd Barrett


La faz exitosa, el objeto cuasi devocional para multitudes que es Pink Floyd, encierra una cara realmente oscura, de una injusticia triste y silenciosa de la cual pocos, por lo menos hasta hoy estuvieron enterados, como siempre pasa cuando muere alguien que dejó su impronta y luego desapareció en el bajo perfil de la enfermedad y la soledad ignorada detrás de las luces brillantes y la grandiosidad.

En ese doble discurso histérico en el cual se le dedican canciones y películas. al loco irrecuperable, al rechazado aspirante a devoto de una extraña hermandad mística, al ansioso devorador de homeopáticas dosis de LSD que se ha vuelto ingobernable hasta para sí mismo y que dejó de hacer girar el mundo para que el mundo lo haga girar a él. En uno de los escasos momentos privados de hipocresía su compañero Roger Waters -con todo el respeto que puedo tenerle- dijo "no podríamos haberlo logrado sin Syd, pero tampoco podríamos haberlo logrado con él", el mismo Waters que una vez dijo "mejor, no pasemos a buscarlo", en camino a un concierto cuando los tardíos 60s comenzaban a cerrar la cortina para muchos.

El sensacionalismo se ocupó del resto. Qué podría haberle interesado a Syd sino sólo un poco de tranquilidad a su afiebrada imaginación.

El lunático ríe, pero no fue el último ni el que rió mejor. O tal vez, supo ser mucho más lúcido y generoso y eligió mirar desde la vereda de enfrente.

Nadie elige sus enfermedades, puede ser que tiremos los dados para ello pero de ahí a que salga lo que queremos hay un largo trecho. Detrás de tanto brillo, cuando el escenario queda vacío, alguien sigue brillando para iluminar y, entonces sí, que las cosas brillen e iluminen por luminosas que sean.

Isn´t it strange how little we changed
Isn´t it sad we´re insane
Playing the games that we know end in tears
The games we´ve playing
for thousands and thousands and thousands
(Point me at the sky - Syd Barrett) “

julio 11, 2006

La pelota es conservadora


“Lo esencial en las reglas del juego del fútbol -a contramano de la mayoría de los deportes- es favorecer al bando que defiende y complicar las cosas del que ataca."

"Que sea demasiado lo que está en juego en unos pocos partidos mata al fútbol en cancha, su desmesurada importancia lo abruma. Cuando un rebote o un mal pase puede cambiar el estado de ánimo países y sociedades enteras o modificar operaciones económicas por cifras astronómicas todo se tensa a un punto extremo, y la tensión en el fútbol se transforma en mayor cautela y temor, no en mayor vigor, atrevimiento y riesgo."

Pasado a mejor vida el mundial de fútbol 2006 que acaparó buena parte de mis desvelos durante este último mes, entrego en Crónicas Germanas unas aproximaciones finales a modo de balance donde no me meto ni más allá ni más acá, sino en la mismísima y discutida redondez de la pelota.

julio 08, 2006

Homo Claudicante


El docktor Bardamu lustra como cada tantos días la hojalata de la chapa que distingue la puerta de su casa y vemos reflejada su mirada sobre la soledad ermitaña del hombre libre. Si uno ha visto a un hombre que presume de ser libre, ¿no nos produce otra cosa que rabia? Es que estamos entre perros, por si nos habíamos olvidado.

Algo de eso puede haber. Las pocas veces que me sentí libre se me hizo dificil soportar a cualquiera a mi lado porque todos me parecían esclavos contagiosos; y uno tiene el instinto natural de preservarse. Pero reflexionar sobre la libertad del hombre, aunque sea así en formato mínimo y cabizbajo, me sumerge de inmediato en un melancólico pesimismo. La cosa empieza mal porque no nacemos libres, esa es una ilusión que nos contaron -una más de tantas- y hacernos libres cuesta un Perú ya que por defecto somos esclavos de todo y de todos, hasta de la soledad. Esto de vivir se trata de un intercambio comercial perpetuo donde negociamos con libertades y esclavitudes, que encima parecen estar tan entrelazadas que sospechamos se deben haber complotado para que creamos que existen por separado. No es que no confíe en la capacidad del hombre de hacerse libre, pero es que siempre la libertad aparece más débil y vulnerable, y los combates que tenemos que librar por su obtención parecen viciados de confusión y trampas. La libertad se convierte en una cenicienta, siempre actriz de una negociación despareja e injusta, donde la claudicación pareciera haber sido instaurada e impuesta como modo de supervivencia de la especie. Como si vivir fuera claudicar y la realidad una fiera siempre avarienta por devorarse nuestras libertades.

julio 04, 2006

El menor de los análisis III

Repaso de enunciados crudos


- La posmodernidad se adueña de todos los bandos de la disputa

- El neoliberalismo y el progresismo occidental contemporáneos son las caras de una misma moneda llamada posmodernismo. Uno es conservador y el otro trasgresor, pero se articulan en conjunto para operar en favor de la conservación de su estructura. Están pensados para que se compensen mutuamente y dominen la escena, aplicando el principio motor de toda la realidad posmoderna y globalizada; dominar ambos bandos de la contienda. La instancia predominante de los enfrentamientos se desarrolla a nivel de los discursos; son pocas las veces donde se puede ir más allá, por ello el dominio se establece mediante el recurso de ser el narrador omnipotente que escribe los guiones de los dos aparentes contendientes. El objetivo es mantener la pelea dentro de los límites de su interés, esterilizando cualquier peligro de profunda desviación transformadora.

- El primer bastión conceptual es destronar es la profundidad. Las defensas de la superficie que aparecen en primer momento como la aceptación festiva de los hechos consumados, el rescate reivindicatorio de un supuesto sentido común del placer de la realidad que viniera a iluminar la noche oscura del retorcimiento intelectual. Está prohibido desconfiar de las superficies, se desaconseja dudar de los resultados inmediatos y oficiales. Las conceptualizaciones se hacen sin descenso de planos, son ulular de palabras y sentidos estancos, en dos dimensiones, que se regodean en la arbitrariedad de su placer lineal.

- El conformismo como sometimiento atemperado es una forma de socialización. Con sus grados admisibles de rebeldía es alimentado desde el poder como estrategia de dominación y desde el desamparo como estrategia de supervivencia posible. El mandato del opresor y la elección forzada del oprimido coinciden en un punto de altísima estabilidad: hay aprovechar lo que hay. Esa es la clave de la eficaz reproducción de un sistema que sabe captar esas energías negativas a favor de incrementar su invulnerabilidad; por ello hasta se vanagloria de su permisividad ante las voces que lo detestan y cantan a gritos su obsolescencia, porque sabe que es su principal alimento. El sistema aprendió, nada más y nada menos, a captar para si mismo, la energía de la oposición.


- Del orden moral al orden de la seducción

- El paso de una cosmovisión moderna a una posmoderna se manifiesta en una operación social de sentido que es instaurada desde el poder. Para el poder posmoderno es mucho más importante establecer lo que es divertido y lo que es aburrido, que lo que está bien y lo que está mal.

- El sentido de la educación de las conductas muta de un dictamen de naturaleza moral que dominó la escena aún en el iluminismo racionalista, hasta un dictamen del deseo, donde lo que se establece es lo deseable e indeseable. Las amonestaciones morales sean del tipo que sean -de izquierdas o de derechas, justas o injustas, conservadoras o revolucionarias - son desechadas por guardar un perfume de autoritarismo. En cambio el condicionamiento por medio del establecimiento del gusto se reviste con la máscara de la libertad de elección y se muestra muy eficaz a la hora de capturar la dirección de las energías. Esta es la favorita libertad del occidente posmoderno, los conservadores del mundo bendicen todos los días al genio que un día decidió que el mejor antídoto contra toda subversión era permitir la protesta y el reviente entretenido como canalización de la rebeldía. La represión es abandonada a posición de último recurso, y las normas por defecto son la cooptación, el reflujo y la trivialización.