El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

noviembre 21, 2006

Postales oblicuas (III)

La escala Scoville


Voy a narrar un experiencia trivial, porque de ellas está relleno el pastel de la vida.

¿Saben lo que es la escala Scoville? Es un patrón que mide el grado de “picantez” de los chiles o ajíes ( peppers). Sabido es la notable presencia de la cultura mexicana en el sur de California. No menos podría esperarse si contamos con los antecedentes históricos y las más recientes oleadas inmigratorias. Lo que me interesa contar en este caso tiene que ver como la penetración de hábitos alimentarios. Sentí una sensación rara un día que entré a un Taco Bell y comprobé que no vendían hamburguesas por ejemplo, sólo las especialidades de tacos, quesadillas y burritos. Y mayor sorpresa fue ver como rojizos yanquis ciento por ciento WASP entraban a consumirlos. Pero nunca imaginé que el jalapeño, por ejemplo, formaría parte del ser nacional americano como para morderlo por sorpresa dentro de una hamburguesa en un bar cualquiera del Las Vegas Boulevard. Demasiado hot para mi, me dejó la lengua y el paladar como anestesiados, y su calor luegó se instaló en mi estómago para seguir su curso fisiológico y dar cuenta de su poder aún después de su despedida.

Casi estoy tentado a una definición: un californiano es un mexicano que habla en inglés. Mientras, mi fantasía de argentino imagina a los americanos algún día comiéndose unas buenas empanadas y succionando una bombilla de mate amargo.

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