Curioso y viscoso poder es el que suelen tener ciertos editores, a veces pequeños e ignotos, que por el solo hecho de erigirse en empresita editora juegan a creerse jueces supremos del talento ajeno, y se les excita la autosuficiencia juzgadora por el solo hecho de recibir un par de originales con intenciones de publicación. Cierta vez me tocó compartir una mesa con un escritorzuelo que además era propietario de una pequeña editorial que se jactaba de ser “impiadoso” en la “selección” de los textos que le llegaban para publicar, como si por poner un boliche impresor de libros con factura C se adquirieran dotes de analista consumado en las artes de la escritura capaz de erigirse en la posición de sentir piedad ante el abrumador peso de sus juicios críticos. El ejercicio del juego del poder que se manifiesta en la tarea del editor es fascinante. Estoy tentado a creer que el escritor que edita lo hace en búsqueda de la orgásmica oportunidad de juzgar desde un lugar de poder la escritura de otros. El sueño de tener aunque sea un minuto y en un rincón al colega y competidor consuma una de las mayores excitaciones posibles en el mundo del los egos literarios.
El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...
marzo 10, 2012
Acta Editorum
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2 comentarios:
Asi es, Tino. Por eso me puse una editorial. Cansado de ser rechazado por gente como la que usted tan bien describe, decidí pasarme a su bando.
Mi editorial es tan exclusiva que hasta ahora, a casi dos años del lanzamiento, lleva publicado un sólo texto, casualmente mío.
Saludos, y envíeme sus originales cuando quiera, eh ?
jajaja que fina ironia Udi!! Usted seguramente fue "impiadoso" con usted mismo...
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