“Es cierto que el oficialismo no puede ser responsabilizado por la decadencia de la oposición. Pero no deja de ser significativo que no haya manifestado durante la campaña la menor preocupación ante esa decadencia, es decir, ante los efectos perniciosos que ella tendrá sobre la vida institucional del país”
Un cargo más para imputarle al oficialismo: no haberse preocupado por la decadencia de la oposición. A tipos como Kovadloff, que para colmo atesoraban entusiastas simpatías lilitenses, la derrota los ha consumido, y deambulan las primeras horas del impacto como si estuvieran deshidratados por la impotencia de no haber sido beneficados con la imposición de sus soberbias. En ese contexto, emiten palabras cuyo delirio descomunal y su cinismo desvalorizador del adversario, se abrazan a una supuesta racionalidad de presuntuosa sabiduría y nefasto autoritarismo moral.
La exageración dolosa provoca rechazo. Gritaron a los cuatro vientos el apocalipsis irreversible, denunciaron victimizándose un autoritarismo devastador de las instituciones, endilgaron aberraciones a diestra y siniestra, y cuando todo eso no pudo ser corroborado en la experiencia práctica de la realidad, el rechazo mayoritario a esa postura se patentizó.
1 comentario:
¿Cómo se llama la patología psíquica que niega la realidad cuando no nos agrada?
"Lilitismo", respondo, sin paciencia a esperar respuesta.
Abrazo !
Publicar un comentario