Tener la paciencia de esperar. Esperar qué. El furor de la sensibilidad, ese capaz de detectar las mil espesuras del placer, los temblores indómitos del goce, pero también la capciosa pacificación de los transcursos, la funeraria manifestación del cansancio. Esperar. Ayunar. En la mañana más temprana y en la tarde más tardía.
2 comentarios:
Qué maravilla. Ya está en mi memoria.
Gracias por tu lectura y tus comentarios Patricia! Saludos
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