La ciudad venía de una jornada abrumadora. Los bloqueos físicos se sumaban al entrechocar bélico de los relatos, que rebotaban en las redes sociales hasta hacerse añicos. Todos prefirieron no hablar de Glocks ni Magnums 357, entonces el tono sería dirigido a sensaciones un tanto más elevadas. La mesa era apenas un desorden aplacado por la necesidad de comer la pizza y tomar las cervezas disponibles. Cada uno de los contertulios se estiraba en su silla mediocre, esas de bares comunes, aunque fuera un bar de esos brillosos y orgullosos del centro de una ciudad como Buenos Aires.
Progressor estaba ácido, como siempre, pero esta vez su discurso parecía que buscaba no sonar hiriente:
-Veo a las hordas corporativas, cebadas por el optimismo triunfalista que derivó de un proceso eleccionario exitoso, donde la fuerza ganadora fue capaz de transmitir una visión eufórica de la realidad, descargar todo su apetito voraz por mejoras, subas, tajadas, ventajas. Se vive para el reclamo porque sin reclamo nos han dicho que no se puede respirar. No hay conformismos de crisis porque los convencieron de que todo estaba bien, que el modelo era la gallina de los huevos de oro. Y si está todo bien y todo el mundo gana, entonces todos quieren más, nadie quiere perder ningún puntito salarial respecto de la inflación, nadie quiere ser menos que aquellos que obtuvieron un poco más. Maestros, choferes, talabarteros, beneficiarios de planes, todos con el alma encendida de orgullo y soberbia acuden en pos del llamado a la lucha, habiendo recuperado dignidades sepultadas bajo los oscuros tiempos del relato neoliberal, ahora fortalecidos en cuerpo y espíritu, se abalanzan a comerle el hígado a quién se la proporcionó. Será cierto aquello de “cría cuervos y te devorarán”…
—Despertarás el hambre de guita en el populacho y mil calamidades caerán sobre ti —añadió el siempre petulante Conservor, que no desaprovechaba una para ironizar y se sintió habilitado por la reflexión de su espejo— Los riesgos de agrandar perejiles…Decí que Mauricio es tan elemental como gerente que sino…Si tuviéramos al menos un Piñera que sabe sonreir y ponerle la cara a todo…Fijate los docentes, en el uno a uno ganaban como un peón de campo, con los Kichrner hicieron de cuenta que escalaron el Aconcagua, pero igual le comerán el hígado, todos van por más…Les decís “Vamos por más”, y ellos van por más pero no con vos sino contra vos…Te revientan a paros, planteos, piquetes, se vuelven insaciables, es el precio de haberles reconstruido el orgullo…
Y se fumó otro cigarrillo, convencido aún más de sus prejuicios. La réplica en realidad iba dirigida a Pópulor, el kumpa, quién prefirió el silencio estirado y abstraído sobre la pizza. En cambio Progressor se sintió habilitado para seguir, llenándose el vaso de cerveza…
—Para ganar la contienda electoral el gobierno nos convenció –con cifras algunas incontrastables- de que el “modelo” era una robusta estructura que pasaba por una etapa de pleno éxito y abundancia, y escondió las peores cartas. No lo critico por eso, cualquiera que compita en una elección haría lo mismo, no cometería el suicidio político-comunicacional de presentar una visión pesimista o presentar como propaganda las cosas que andan mal antes que las que andan bien, pero para cualquier mente sensata que percibiera analíticamente -despojado por un instante de devociones emocionales- la realidad del país, era previsible que pasado el ruido de la victoria habría que asumir un ajuste doloroso, simplemente porque el modelo dista de ser perfecto y no vivimos en un gran país desarrollado sino en uno que apenas ha superado brutales crisis y cuya estructura productiva todavía adolece de severas falencias cuya transformación es muy lenta y difícil… Cambiar el sesgo recesivo a uno de altas tasas de crecimiento parece relativamente sencillo en estos tiempos, pero cambiar una estructura productiva es asunto diferente. Sectores muy concentrados, rubros monopólicos u oligopólicos muy difíciles de diversificar, enclaves de negocios de la época menemista que no fueron tocados… El tema son las expectativas que se generan cuando acostumbra a todo el mundo a pensar y creer en un contexto optimista.
Mientras tanto Pópulor, moderaba sus ímpetus, porque se habían comprometido a mantener el buen clima, códigos son códigos y el acuerdo era “solo vale pegarnos con los relatos, nunca con insultos ni con sillas”
—Conse, prefiero mil veces pagar ese precio…—sentenció Pópulor, sin apartarse de su hoy extraña parquedad...
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