Nada pudo quebrar las reservas minerales de su coherencia, ni agotar las vetas de su consistente experimentación con la integridad, impermeable a las influencias tentadoras de las superficialiades veleidosas, de esos cócteles embriagadores que ofrece con interesado descaro el prostituto éxito.
Su arte parecía transitar una flotada dirección de contrapelo cósmico. Sus palabras y sus armonías eran inciertas, apagaban y encendían faros como si nada las hiciera pensar en estacionarse en pos de alguna definitiva orientación. Sus escarceos con el ritmo y la melodía rockera eran cantos a la fuga y a la contradicción, donde habitaban los ingredientes de un raro y autosuficiente surrealismo porteño junto a una especie de naif jazz rock universal. Un arte deliberadamente amanerado, como puede ser un pescado con rabia retorciéndose en las profundidades de un mar o la muchacha a la cual le podríamos dejar escrita una carta de amor en el papel de sus ojos. Y era amanerado porque su decir y su sonar mostraba en cada palabra y cada acorde su singularísima manera de encontrar el mundo, hurgando por los atajos de sus atavíos intangibles, tal vez para hallar la clave que descifrara el derrotero de su inexplicable luz.
Sus obras quedarán para siempre como una especie de digresión contemplativa más allá del común andar del mundo, una pausa de confort para detenerse en lo invisible, en lo que escapa a los groseros focos del sol, como evocaciones a recuperar aquellos intersticios sin uso, aquel mármol que de tan estilizado se vuelve un polvo impalpable.
A donde hayas ido Flaco, llevarás los diamantes disueltos en tu alma. Será el paraíso del barro tal vez, donde estará estacionada la nave del Capitán Beto que en sus bodegas llevará un cargamento de duraznos que no pararán de sangrar jamás.
El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...
febrero 09, 2012
Diamantes disueltos en su alma
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Buena Julio!
yo tAmbien lo echo de menos, sobre todo sus cartas, ahora nadie me escribe y llena de alegria mis tardes de verano, mi vuelta al trabajo, o las largas noches de invierno son solo de el, la inteligencia, los sueños, y la iluisión perdida de los recuerdos, el recitar los poetas, o sus idolos como sabina , serrat, o los escritores de su alma,desde la otra parte del tiempo su amiga de españa , maria,.
Publicar un comentario