Foto: Andrew Leipzig: "Have a heart"
El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...
mayo 31, 2011
La restauradora de la autoridad perdida
Beatriz Sarlo es festejada como la restauradora de la autoridad de clase perdida. Una clase que imposibilitada de legitimarse en la imposición de su poder de avasallamiento económico elige un regreso simbólico en el campo de una supuesta autoridad intelectual. "Con ella no", porque ella tiene chapa, es superior dignataria de un lugar de Saber que emana de los resortes naturales del único Poder autorizado a instituir los saberes. En la batalla cultural, a Sarlo la beneficia, como a muchos, una juventud de izquierdas y la marketinera militancia progre en los 90 que les permitió diferenciarse un poco de más crudo y carnal menemismo. Abanderada de ese progresismo light que completaba el necesario correlato opositivo al orden neoliberal para legitimarlo desde el lado de la tibia crítica cultural. Es la expresión más acabada de una izquierda de la resignación, débil y cooptada por el argumento del vencedor que se conforma con mantenerse orgullosa de su derrota.
Reputada catedrática de literatura, ha enseñado en universidades de Argentina y el extranjero, y como ensayista ha abordado principalmente la crítica literaria y cultural, pero desde que asumió el conchabo de representar a los grandes medios argentinos crece la tendencia a considerarla el Oráculo de Delfos, la Encarnación de la Sabiduría Holística, la mismísima cumbre deslumbrante de la intelectualidad universal doctorada en todas las ciencias y las artes habidas y por haber.
mayo 25, 2011
La mujer maravilla en la cueva de los villanos
Acerca de la presencia de Beatriz Sarlo en el programa "6,7,8" de Canal 7.
Los medios tienen su nueva “Mujer Maravilla”. Es Beatriz Sarlo que se transformó en una justiciera voladora capaz de ir a la mismísima cueva de los villanos a limpiar la honra mancillada de las empresas mediáticas, esos inocentes operadores del mercado sin ninguna influencia política que son injustamente atacados por la voracidad populista. Beatriz fue con su misión imposible y será ungida nueva ídola. “Conmigo no Barone” se convertirá en el slogan de campaña de la revancha del nación-clarinismo y será adoptado probablemente por las izquierdas antiperonistas.
Con las debidas prerrogativas que impone el hecho de estar en un show televisivo y no en un seminario académico, creo que los momentos de pleno debate fueron escasos, se redujeron a algunos puntos y el sostén del lado oficial recayó en Ricardo Forster, que expuso puntos de vista ya muy conocidos en él, pero fue el que mejor se acomodó en tiempo y forma al tipo discursivo que se supone debe primar en un seminario televisivo, no por las palabras que usó, sino por mantener el tono reflexivo, empático y abierto aún en la más dura refutación. Los panelistas del programa que intentaron terciar en la discusión -Barone, Veiras, Russo y Barragán- no superaron el chicaneo y cayeron presos de un estado de tensión con la invitada del que nunca pudieron escapar.
Si bien Gabriel Mariotto en la exposición de alguna línea conceptual estuvo correcto, en general me pareció muy desubicado y muy desatinada su inclusión. Gritón y querellante en demasía, no pudo quitarse el rol de “funcionario en defensa de la gestión”, su voz parecía un altoparlante de propaganda gubernamental ultra-peronista en cada frase, además con ese monolitismo de barricada donde parece que nada en la historia argentina que no haya hecho el peronismo es bueno. Es un tipo acostumbrado a las refriegas politiqueras, apto para embestir contra un Fernando Iglesias o una Elisa Carrió, no para este tipo de debates. Y no se trata de una cuestión de mayor o menor nivel intelectual, sino simplemente de manejo de las modalidades interactivas típicas de cada situación.
En su visión nacional e internacional Sarlo expuso claramente las banderas que fue a defender. Y fue deliberadamente flotante en algunas afirmaciones, sobreactuando un neutralismo indeterminado, atado a una supuesta posmodernidad superadora de las indagaciones sociológicas acerca del papel de los medios en la construcción de los dispositivos de sentido común necesarios para apuntalar la instauración del pensamiento único, operación necesaria para el apogeo del neoliberalismo global. Interesada y derecha-friendly, su postura implicó groseras omisiones de los aportes del pensamiento progresista de las últimas décadas, pretendiendo presentar como un anacronismo setentista el fenómeno de influencia política de los medios. ¿Desconoce la estimada Beatriz por ejemplo los trabajos de Elisabeth Noelle-Neumann, los de Gamson y Modigliani, los de Donald Shaw y Maxell Mc Combs sobre las teorías del agenda-setting? Descalificarlos cómo rémoras setentistas es parte del discurso que trata de hacer creer que todo esto es pura invención populista del kirchnerismo. Semejante burrada fue intencional, una defensa de la inocencia discursiva y el supuesto pluralismo de los grandes medios que terminó de desenmascararse en el parrafito dedicado al grupo Clarín donde menciona como ejemplo de equilibrio objetivo que en el programa de Tenembaum y Zlotogwiazda se menciona el caso de Luciano Arruga, como si por ello se relativizara toda una estrategia de operaciones de discurso y acción.
De los fundamentos teóricos se cuidó de eludir con ligereza a los tanques Baudrillard o Debord, mencionados al pasar por ella y Forster. Obviamente que el silencio se extendió hacia los que han diseccionado la operatividad del paradigma neoliberal como Bourdieu y más aún de miradas más radicales como podrían ser Ramonet, Sizek o Chomsky. Era preciso elegir la categoría más elusiva del arrastre del “mercado”, noción totalizadora cuya incondicional hegemonía se halla naturalizada, para explicar el posicionamiento de los medios y eximirlos de su responsabilidad protagónica de mensajeros interesados.
Otra faceta de la defensa ejercida por Sarlo, donde puso en evidencia su visión sesgada, fue la dirigida a la observación hacia 678 como el único programa que recorta, repite y descontextualiza contenidos a través de sus video clips. Más allá de casos puntuales discutibles se trata de un formato comunicacional usado en toda la TV actual, en la que nadie está exento de cometer los citados pecados. Luego, otra porción de debate se inició con el comentario de Sarlo sobre los procesos eleccionarios de Santa Fe y Capital. Señaló la extraña ausencia de elección interna en FPV en Capital que se dejó librada la selección del candidato a la presidenta con la evidente pérdida de autonomía. No hubo respuesta argumental del otro lado, más allá de que Sarlo omitió señalar que el PRO había usado la misma estrategia. Hubiera esperado que alguien intentara una explicación sobre por qué en determinadas circunstancias, cuando existe unidad de proyectos, resultaría redundante el desgaste de unas internas sólo para dirimir nombres, pero nada hubo. Es evidente que lo actuado en el escenario capitalino desconcierta ya que no se fomentó la aplicación de un régimen de primarias a semejanza del que se aplicará en la instancia nacional.
También, y por último, Sarlo expuso sólidamente la reivindicación del juicio a las juntas -que suele ser ninguneado por los peronistas en su afán de mostrar que lo único bueno en la historia siempre lo hicieron ellos- y la diferencia respecto de las transiciones de otros países latinoamericanos donde primó un mayor condicionamiento militar, en lo que coincidió con Forster. Luego enfatizó el papel de la derrota de Malvinas en la recuperación de la democracia pero no me resultó demasiado claro a donde apuntaba su planteo ya que seleccionar jerárquicamente en términos de causa-efecto algunos episodios históricos por sobre otros, siempre se hace con alguna intención de valorizar políticamente determinada visión. Puede que se trate de un intento de valorizar un poco más al alfonsinismo en respuesta al hiper-peronismo que venía de Mariotto, pero en el fondo creo que no es más que otra forma activar un dispositivo "despopulizador" más de los que utiliza el liberalismo para desacreditar los procesos que escapan de su control, en tanto se muestran como ejemplos de casos donde las pulsiones populares se dirigieron hacia el objeto erróneo: “el populismo es algo peligroso que conduce a las peores tentaciones nacionalistas y siempre debe estar equivocado”
mayo 22, 2011
¿Spanish revolution?
Del lado negativo están los que afirman que estas acampadas que redoblan como campanas globales, no son más que entretenimientos que no pueden superar las fronteras de aquellos eventos a la larga afirmadores del sistema y que tampoco son germen de ningún movimiento de transformación. Lo primero parece muy sensato, pero lo segundo es temerario, ya que precisamente las semillas de los fenómenos sociales son siempre anónimas y nunca se rebelan como tales desde el primer momento. Convendría no desvirtuar su real significado con ampulosos optimismos que se dejan encandilar por el peso emocional de los símbolos, pero tampoco descartarlo de un plumazo porque nada puede negarle cierta entidad simbólica a su irrupción cuyo futuro nadie puede asegurar.
Dos muestras: una interesante reflexión de Daniel Innerarity sobre los alcances proyectivos de la indignación y un extenso análisis de Antoni Domenech, editor del sitio Sin Permiso.
Sol y el capricho de los significantes
Por un lado la palabra que designa a nuestro astro mayor ocupaba espacio de mil formas en todos los medios y redes sociales globales por los acontecimientos en la plaza madrileña que lleva ese nombre, y por el otro se colaba trágicamente en la vida cotidiana de todos los argentinos por ser el nombre de la empresa aérea a la que pertenecía el avión accidentado donde murieron 22 personas.
mayo 20, 2011
Cotos de egos
Muchas veces sobrevolamos zonas de la red donde queda claro que parecen ser el coto del ego de alguien. Puede que exista pluralismo si por ello entendemos sólo el hecho que se vean un cierto número de opiniones, pero lo que no existe es la horizontalidad, y sin ella el pluralismo se vuelve la tertulia falsaria entre una autoridad y sus obedientes súbditos.
Urgidos por devorar prójimos para sobrevivir, vivimos en la olla hirviente de un sofisticado “orden caníbal” parafraseando el título del libro que Jacques Attali escribiera en los ochenta. Las personas y los personajes en los que las personas se convierten para actuar su rol en la guerra funcional de la realidad, se muestran hambrientos de una aprobación capaz de instituir a su apellido de una mínima retención simbólica. Para ser vagamente respetado con el gesto caritativo de una mención es imperioso contar con un buen stock de aduladores incondicionales que construyan una energía edificante alrededor del personaje. Los incondicionales deben actuar como si fueran los soldados de un ejército de sentido al servicio de su capitán para enfrentar la batalla por la supervivencia simbólica. Mientras los soldados combatan por la batalla de su líder todo bien, pero nunca deberán combatir por la suya propia ni mostrar signos de independencia. La amistad en este contexto se ha extraviado totalmente, embrutecida tras un manto de desigualdad insoportable, convertida en una relación tácita de sometimiento-sumisión que se rige por las reglas que los egos más “fuertes” han logrado imponer. Por un lado juegan este juego los hábiles sometedores que dan a entender con claridad que en tanto referentes de control solo admiten suscriptores activos a su lista de admiración, que es la superioridad de su Deseo el que rige las relaciones y no existe otro modo de vinculación posible que no sea la llana subordinación.
De la otra parte, los sometidos encuentran en jugar el rol de partenaire un escape opaco para ubicar cómodamente sus inseguridades, a las que disfrazan de admiración, reconocimiento y respeto por el “líder”. Como si la admiración y el respeto –y hasta la gratitud- solo se pudieran expresar –o demostrar- con obediencia y aprobación incondicional. Los que apoyan este soberbio egocentrismo autorizado en unos y lo condenan en los otros y en ellos mismos, me resultan repugnantes, busquen el argumento que busquen para justificarlo. Pero es necesario aclarar que jamás se trata de "liderazgos", porque no existe una reciprocidad que horizontalice las relaciones sino la más directa verticalidad. A lo sumo se llega a una relación contractual de favores recíprocos que igualmente impide cualquier construcción dialógica de pensamiento desde lugares igualitarios.
En definitva, todo conduce a la pobreza creativa como resultado de la imposibilidad del debate, en tanto con los amigos no se debate por razones de no comprometer la incondicionalidad de los apoyos y presumiendo ofensas personales, y con los enemigos por razones de obvia hostilidad.
mayo 17, 2011
Ese encuadernado objeto de deseo
En el blog ferial de Paula Pampín, mi contribución anual acerca de ese objeto nunca caprichoso, pero que se resiste a dejar de ser el supremo divo de la cultura.
mayo 16, 2011
Un soneto de mayo
EL MANDAMIENTO ESCALOFRIANTE
Alabado en las tierras que lo abrigan
Guarda el secreto herido de su historia
Prefiere que en el nombre de la gloria
Mucho más que lo nieguen lo maldigan
Antes que falsos versos lo persigan
Es sagaz comediante en la memoria
Y premia con su contagiosa euforia
A las musas que aladas lo bendigan
Fingir el mandamiento escalofriante
Hurtando el compromiso del sustento
Cuán mueca de acertijo consonante
Radial tras la espesura del evento
Destino del eterno navegante
Por renacer morir en el intento
mayo 13, 2011
Cristina y las pujas extorsivas
Nadie duda que la GCT es un actor importante dentro de la coalición oficial, y que su fuerte estructura le da sustentabilidad al proyecto, pero no hay que olvidar las características que surgen de su naturaleza. Sus genes corporativos hacen que traslade los mecanismos de “apriete”, esencia de su sangre combativa contra las patronales, a la lucha interna política. Cuando son parte de un proyecto les cuesta hacerse cargo de obedecer orgánicamente una conducción y terminan reclamando lugares como si fueran mejoras salariales, poniéndose en pose extorsiva, como si no estuvieran en el proyecto por convicción sino que fueran algo ajeno que se suma basado solo en razones de interés y están dispuestos a “patear en contra” si no se los satisface. Esa pose extorsiva con la que acostumbran a “dialogar”, enrostrando siempre las ventajas que daría tenerlos de amigos y no de enemigos, resulta muy irritante respecto de las prácticas políticas que se basan en la militancia por las ideas. No entienden que una disputa política interna no se dirime solo por demostraciones de fuerza corporativa al límite de la amenaza de operar en contra si no se los satisface, que hay mecanismos de participación que deben respetarse, que existe militancia y que debería existir cierto orden democrático y orgánico que coteje las voluntades. Cuando las cuestiones no los favorecen entonces se ponen en “autónomos”, son “el movimiento obrero” que sólo están para pelear por lo suyo, y no le deben obediencia a nadie. Las declaraciones de Piumato acerca de que la presidenta no se va a “suicidar” prescindiendo de la CGT sonarían directamente escandalosas para usar una terminología pinosolanesca, si todo el mundo no estuviera acostumbrado a tomarlas como si nada.
Pero hay una contradicción terrible a nivel general que pertenece al seno de sistema político argentino, que incluye por igual a la oposición y al oficialismo. Por un lado se alienta mediante una ley las elecciones internas primarias para todos, y por otro lado nadie practica la democracia interna a la hora de dirimir la puja por los cargos; no está instalada en la Argentina la democracia interna como forma de resolver las candidaturas sino los acuerdos palaciegos, las negociaciones entre líderes y los dedos que escogen candidatos. Desde el PRO donde Macri se suponía era el juez que elegiría entre Rodriguez Larreta y Micheti, hasta la candidatura del FPV en Capital donde se espera que el dedo de Cristina señale a Boudou o Filmus.
La construcción de poder tiene ese que se yo ¿viste?
mayo 12, 2011
Carlitos, siempre Carlitos...
Terry Eagleton nos recuerda que si el capitalismo y los avatares de sus crisis son la gran preocupación, había un tal Marx que precisamente entendía algo del tema...
mayo 11, 2011
Extraño enamoramiento
Pero a algunos intelectuales amigos del modelo parece que no les funcionara el sincronismo. Revisando al azar sus últimas intervenciones, vemos por ejemplo a un Ricardo Forster que se empieza a enamorar escénicamente de la CGT y nos quiere convencer, no exento de alguna razonable argumentación, de las bondades del sindicalismo moyanista que acompaña el proyecto. También la lúcida políticologa María Esperanza Casullo se encandila en el redescubrimiento de la mística de la lucha rasa. Pero Cristina tiene que salir a explicar, una vez más, de que va la cosa a los que no terminan de aprender a leer los tiempos políticos.
En plena cresta ascendente de la militancia de base, cuando se comienzan a recuperar un contenido ideológico al escurridizo continente peronista, se les ocurre encontrarle el lado romántico al viejo sindicalismo corporativo; los gordos se vuelven de pronto zurditos, progres y entrañables compañeros de sueños de cambio. Muchachos, todo bien con comprender el rol de la corpo sindical en la sustentabilidad del proyecto, pero tal vez no es el mejor momento para fascinarse con Moyano y dejarse seducir por los gordos; detrás de toda esta iconografía se están jugando internas cruciales para el futuro del modelo y del proyecto. Un poco más de realismo político y menos literatura de fantaciencia proletaria les vendría bien.
mayo 10, 2011
Elogio de la flotación
El tránsito del ser desafectado por el oceáno, las víctimas de la continuación implorando fugacidad. Un romance que ardía, se contrae al filo del siniestro. Vulgar monte de marte, sierra de venus, llanura de plutón, sobre el lomo inerte de un caballo que deriva sin remos.
mayo 05, 2011
Las toxinas urbanas
La población rugiente de las ciudades se dispone para vivir el acontecimiento de su duración activa como un espectáculo banal. La vida en las megalópolis es infinitamente pública; por más hormiga que uno parezca no deja de ser partícipe de un hormiguero trascendental, y puede a la vez ser profundamente solitaria a través del choque violento contra la agresiva indiferencia y la hostilidad irremediable por defecto que se huele ante cada aproximación al Otro.
El aplauso social, aplauso virtual que opera a nivel de una profunda psicología, contiene el núcleo de la fatal dependencia ante el Todo. Los medios de masas son los únicos capaces de soldar vínculos volátiles para superar el estado de suprema fragmentación, por ello el ciudadano de una megalópolis es el más dependiente de esos medios, hambreado como está de referencias colectivas unificadoras, abrumado por un entorno que es opresor en si mismo por una mera cuestión de escala; la compañía amenazante de la poderosa masa física del gigante urbano, visto como inmanejable, tortuoso y caprichoso. La vida en pequeñas poblaciones plantea la dicotomía de un elevado control social a nivel psicológico originado en la insoportable sensación de vecindad con todos sus habitantes, a la vez que permite acumular la familiar sensación de dominio sobre un entorno físico módico y accesible. La megalópolis ofrece en cambio la seducción libertina de subsumirse en la malla permeable del anonimato. Será clave para comprender el traqueteo de lo social, distinguir los resortes básicos del llamado nuevo proceso de distribución de la pobreza.