Quiero repensar el orden, quiero un replanteo que me permita llegar a asesinar la repetición y quemar vivo, de una vez por todas, el mediocre dictado de la inercia. Y amanezco dormido en una letra, destapado en la cama de un hotel verbal, proveniente de una noche apagada donde ningún sueño ha dejado huella. Solo el silbido en la piel de haber pasado mi cuerpo por aguas verdosas, y sentirlo hervir entre esfumados dragones de neón y desconcertantes angelitos de papel. Pero me resisto y actúo el sueño de mi despertar barriendo el mundo con una escoba gigantesca de tiras de lona azul. Recojo los desperdicios incesantes de autos y tierras, escombros y personas, malezas y artefactos. Los acumulo en una extraña pila antes de empujarlos a un lago de aguas transparentes, donde caerán para reciclarse. Es mi contribución a su mantenimiento en buen estado, impidiendo que ceda del todo a la tentación de volverse irrespirable.
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