En mi post reciente De fuerzas brutas y en sus comentarios me encontré de pronto en contacto con un tema que siempre fue para mi atrapante como la revisión del anarquismo.
Retomo brevemente recordando algunos puntos de un texto de Christian Ferrer, "Misterio y jerarquía. El drama cultural del anarquismo" donde aparecen analizadas cuestiones del sentido que animaron a esta corriente de pensamiento y acción que se filtró como una humilde "tercera en discordia" entre el acaparador protagonismo de la lucha polar liberalismo-comunismo en el siglo XIX y gran parte del XX.
En un punto Ferrer intenta dar cuenta -con acierto a mi juicio- del gran capital simbólico que hoy día aún atesora el anarquismo:
Retomo brevemente recordando algunos puntos de un texto de Christian Ferrer, "Misterio y jerarquía. El drama cultural del anarquismo" donde aparecen analizadas cuestiones del sentido que animaron a esta corriente de pensamiento y acción que se filtró como una humilde "tercera en discordia" entre el acaparador protagonismo de la lucha polar liberalismo-comunismo en el siglo XIX y gran parte del XX.
En un punto Ferrer intenta dar cuenta -con acierto a mi juicio- del gran capital simbólico que hoy día aún atesora el anarquismo:
"La palabra “anarquismo” goza aún de un sonoro aunque focalizado prestigio político (habiéndose salvado de las máculas adosables al marxismo, ya que sus mutuas biografías divergieron hace ya mucho tiempo). Ese prestigio -quizás un poco equívoco- está teñido de un color tenebroso, que no deja de ser percibido por muchos jóvenes como un aura lírica. Lo tenebroso acopla al anarquismo a la violencia y al jacobinismo plebeyo; lo lírico, al ansía de pureza y a la intransigencia"
Pero luego se abre el terreno de las dudas:
"Su imaginería impugnadora y su impulso crítico se nutren de una gigantesca confianza en las capacidades creativas de los animales políticos una vez liberados de la geometría política centralista, concéntrica y vertical".
Aquí marco mi disenso con Ferrer. Si algo caracteriza al anarquismo es su bruta ineficacia adoctrinante. Su incapacidad para generar una argumentación convincente y conmovedora que abra las puertas a las transformaciones de conciencia necesarias para dejar penetrar sus propias razones.
Aquí marco mi disenso con Ferrer. Si algo caracteriza al anarquismo es su bruta ineficacia adoctrinante. Su incapacidad para generar una argumentación convincente y conmovedora que abra las puertas a las transformaciones de conciencia necesarias para dejar penetrar sus propias razones.
2 comentarios:
Hola Tino.
Concuerdo con lo que decís, aunque no creo que el problema esté dado por la ineficacia adoctrinante, ni que sea una cuestión de saberes.
A grosso modo diría que el anarquismo es una variante política emancipativa que en términos teóricos plantea la destrucción del estado pero en la práctica confunde destrucción del estado con destrucción de TODA autoridad.
Sabemos que esa movida (destruir/negar/oponerse a TODA autoridad) termina erigiéndose en una nueva autoridad.
Si entiendo bien tu punto de vista, para vos lo central en política es la cuestión de la subjetividad, y comparto la idea.
Ahora, cómo construir subjetividad sin rezarle al dios "Mercado" y manteniéndose a distancia del otro dios "Estado"... ésa es la cuestión me parece.
Saludos.
Así es Martín, en esa línea va la cosa, la negación de toda instancia de autoridad que se desprende del rechazo al dominio ligado al Estado y al Mercado como baluartes
Recuerdo que había una máxima anarquista que decía desde el punto de vista del proyecto, que podía existir una sociedad capaz de sostener "el orden en la anarquía y la igualdad en la diversidad y el orden en la anarquía” La pregunta sigue siendo cuanta subjetividad nueva hay que construir para parir mentes que absorban la idea de un mundo sin poder, y si una sociedad puede constituirse con cierta identidad y cohesión sin admitir relaciones de poder, jerarquía o autoridad que parecieran estar en la naturaleza humana a juzgar por la historia, no? Sigamos pensando...gracias por comentar!!
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