Se habla que la AFA espera un gesto de Messi.
Antes de reclamarle gestos a Messi, yo creo, desde mi más arbitraria pasión futbolera -nunca políticamente correcta- que es hora que tengan alguna vez un gesto hacia él. Para el mundo del fútbol, a diferencia de otros deportes, los juegos olímpicos son una competencia de segundo orden donde las principales potencias futboleras europeas envían equipos juveniles sin mayores pretensiones. ¿Para que convocarlo si se lo va a someter otra vez a una nueva ridícula depreciación frente a su archi-enemigo Riquelme? Los dirigentes de la AFA debieron entender que de cara a Sudáfrica 2010 había llegado la hora de optar. Y Messi es el que necesitaba un gesto de confianza y apoyo que lo elevara, haciéndolo depositario del liderazgo futbolístico junto con la camiseta número 10. Este equipo olímpico sub-23 era una oportunidad excelente de afirmar a Messi como líder futbolístico de un equipo nacional, liberándolo de tener que soportar el pesado acoso del divismo boicoteador de Riquelme. Desaprovechada esa chance, me parece penoso instarlo a que asuma toda la responsabilidad de una decisión entre sus deseos de representar al país y las presiones de su club, por más que en el medio esté la posibilidad de representar al país en los juegos.
Antes de reclamarle gestos a Messi, yo creo, desde mi más arbitraria pasión futbolera -nunca políticamente correcta- que es hora que tengan alguna vez un gesto hacia él. Para el mundo del fútbol, a diferencia de otros deportes, los juegos olímpicos son una competencia de segundo orden donde las principales potencias futboleras europeas envían equipos juveniles sin mayores pretensiones. ¿Para que convocarlo si se lo va a someter otra vez a una nueva ridícula depreciación frente a su archi-enemigo Riquelme? Los dirigentes de la AFA debieron entender que de cara a Sudáfrica 2010 había llegado la hora de optar. Y Messi es el que necesitaba un gesto de confianza y apoyo que lo elevara, haciéndolo depositario del liderazgo futbolístico junto con la camiseta número 10. Este equipo olímpico sub-23 era una oportunidad excelente de afirmar a Messi como líder futbolístico de un equipo nacional, liberándolo de tener que soportar el pesado acoso del divismo boicoteador de Riquelme. Desaprovechada esa chance, me parece penoso instarlo a que asuma toda la responsabilidad de una decisión entre sus deseos de representar al país y las presiones de su club, por más que en el medio esté la posibilidad de representar al país en los juegos.
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