Basta de inoperancia e imbecilidad, este gobierno debe poner las pelotas -o los ovarios- sobre la mesa, si es que los tiene, y salir a liberar las rutas para normalizar el país. Y lo debe hacer no sólo en defensa del país sino en legítima defensa propia; sólo un ciego no vería que toda esta lógica perversa de acontecimientos va camino de devorárselo. No importa si el que realiza los bloqueos es blanco, negro, pobre, rico, gordo o flaco; la necesidad acuciante es restaurar la normalidad y hacer uso de sus legítimas facultades para que las discusiones se instalen definitivamente en una vía negociada. Para eso se lo votó, para que gobierne y no para que juegue a la guerra cínica con los sectores que lo desafían y le han perdido todo respeto al punto de jugar a desestabilizarlo en sus narices. Si no tiene convicción y bolas para sostener sus políticas y mantener el estado de derecho que renuncie en bloque y llame a nuevas elecciones.
Este gobierno cometió el error de darle rango de "simple expresión de protesta" a diversos atentados al orden público que son esencialmente desestabilizadores, como es el caso del bloqueo de suministros. Todo empezó en el primer mandato kirchnerista con cierta exaltación celebratoria casi de folklore progre de todo corte transitorio de una ruta, calle de una ciudad o plaza que se realizaba como forma de protesta puntual para que tuviera cierta publicidad. Hasta ahí estaba todo bien, este tipo de actos que se practicaban en la Argentina desde hace varios años atrás, no iban más allá de eso y sólo generaban como efecto indeseable algún malestar menor como demoras y desvíos localizados en el tránsito. Pero al tomarse la variable “teatral” del corte erróneamente como concepto de fondo se aceptó tácitamente que todo corte implica una inofensiva manifestación de protesta y como tal debe ser incondicionalmente tolerado. Pero las acciones mutaron cualitativamente y de los cortes transitorios y puntuales para obtener repercusión pública en un reclamo gremial se pasó a bloqueos de circulación de suministros sistemáticos, organizados y permanentes. Legitimar un bloqueo que se planifica sistemático con el evidente fin de hacer daño a toda la sociedad, crear desabastecimiento y otros efectos desestabilizantes, dándole el tenor de un simple acto de protesta, es una peligrosa imbecilidad política.
Ahora resulta que son los transportistas los que bloquean y generan desabastecimiento en protesta por el conflicto del campo con el gobierno que “no los deja trabajar con normalidad”, lo que impide a la mayoría del país trabajar y vivir con normalidad ?!. ¡En protesta por las consecuencias de un bloqueo se responde con otro bloqueo igual o peor! Pero parece que el sector transportista que está impulsando los cortes es el que depende exclusivamente del campo, por lo tanto está como rehén y es probable que esté siendo usado como carne de cañón por el propio campo para radicalizar el conflicto. Debe ponerse fin a este juego perverso y delirante que pone el país al borde de la anarquía. No se puede seguir en la ingenuidad de creer que con este nivel de caos el gobierno puede durar; si queremos que dure los 4 años lo peor que podemos hacer es creer que se va a sostener sólo con discursos pelotudos en el medio de la desintegración operativa del país ante una orgía de bloqueos.
De nada sirve la obstinación obsesiva en sostener a rajatabla las medidas si al mismo tiempo no hay bolas para hacerlas respetar; esto lleva a un callejón donde sólo hay dos salidas para el gobierno: o da marcha atrás y cede a los reclamos, o actúa con vigor para reestablecer el orden y el respeto por sus medidas. Esto último no excluiría la apertura de una profunda revisión negociada de las mismas, ya que todo lo que implique ampliar los marcos de análisis y participación orgánica de los diferentes sectores en una política determinada no es señal de debilidad sino de lucidez gobernante, pero de ningún modo puede permitir que el reclamo ponga las cosas fuera de control. Lo que nunca debió dejar de hacer es exigir –no pedir- el cese de los bloqueos para iniciar cualquier tipo de diálogo. Sostenerse sólo por la obcecación declamatoria es imposible si al mismo tiempo se permite que del otro lado rompan el país.
1 comentario:
y la pobre cristina se debió creer que con los 30 hospitales se arreglaba la cosa.
en mi modesta opinión, lo que todo este desmadre pone en evidencia es que K, a partir del 2001, salvó la gobernabilidad para la corporación que lidera (de intendentes, gobernadores, etc., que mas que servidores públicos constituyen una burocracia corporativa), pero nunca resolvió ni creo que pueda resolver el problema de (re)constitución del estado.
Es verdad que se los votó para que gobiernen, pero el gobierno, y en ese sentido el Estado, es mas que el Presidente, y en este caso peor, un Presidente que en realidad no es Presidente, sino que maneja la cosa desde afuera.
Lo que se ve, y creo que por eso K no puede terminar de resolver la situación y hasta se podría decir que va al revés, es el límite de su propuesta. El señor instala a la esposa, quien a esta altura da cada vez más la imagen que daba Isabelita (si es que uno vivió esa época lo primero que se criticó era la imagen de inoperancia), sumado a que dice cosas como hoy: ¨debemos producir más, ya que tenemos que exportar más, ya que podemos darle de comer a 400 millones¨, cuando en argentina hay gente que muere de desnutición. La señora parece tan ida de la realidad como Bush.
Vos hablás de ¨todo lo que implique ampliar los marcos de análisis y participación orgánica de los diferentes sectores en una política determinada¨. Pero el modelo K va en sentido opuesto: mientras el congreso se vuelve cada vez mas inoperante, mientras se niega a los representantes del pueblo, aunque sean minoria en la oposición, la posibilidad de discutir los problemas, K se va encerrando en el PJ, habla desde el PJ, contesta desde el PJ, usa la mitología del PJ refiriendose a los golpes del 55 o 76 o a Tamborini-Mosca, y va desplazando el espacio que debería ocupar el estado por el del partido. No se permite el debate, ya que todo es cerrado y cada vez mas se discute el futuro argentino no por medio de sus instituciones sino como si fuera una interna del PJ.
Es mi opinión que el proyecto K era, como dije, salvar la gobernabilidad, y por medio de eso, salvar el modelo neoliberal aplicado a las condiciones actuales (ni hay un solo modelo neoliberal ni un solo método). Lo que se ve ahora es que ese modelo se va agotando, que cada vez mas se depende del evento mesiánico de un K que decide sin que nadie sepa por qué. Lo de los 30 hospitales es un buen ejemplo. ¿No se debería de haber debatido si ese era el mejor uso del fondo? Pero no, son cuestiones de efecto y para querer ganarse el apoyo de la clase media, ya que para los pobres el tema no debe ser tan importante.
Vos te preocupás de la continuidad del gobierno, pero este es un gobierno que está basado en la desmovilización y en el personalismo medio mesiánico de una pareja que no solo se ha cansado de violar la constitución (claro que como había temas mas urgentes nadie le dio bola), sino que se cansó de destruir los canales de representatividad. Eso, en parte, es lo que se ve. No es cosa de liberar los caminos simplemente, es cosa de reconstituir el estado de modo de que aquellos que quieran quejarse tengan como. En mis mocedades se decía ¨peticionar a las autoridades¨, pero tenemos un gobierno que no da conferencias de prensa, que no permite el funcionamiento del congreso, que tiene superpoderes, etc.
Hasta ahora se primó lo urgente, pero parece que ese modelo se agotó. No es cosa de poner los huevos sobre la mesa, es cosa de saber que viene después de poner los huevos sobre la mesa.
Publicar un comentario