Se dice que los músicos que son ejecutantes especializados -también llamados instrumentistas- establecen una relación simbiótica con su instrumento. Tantos años de obsesión condensada en los límites físicos de ese pequeño objeto puede provocar fijaciones afectivas encontradas, el clásico esquema polar amor-odio. Para muestra basta ver lo que declara Paco De Lucía.
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