“La herencia de los líderes no se pelea. No es una competencia abierta. El heredero, el sucesor, o es ungido por el propio líder o simplemente no existirá como tal. Nunca nacen de una competencia externa a su dominio, si asi sucede no son herederos, serán en todo caso emergentes de una acefalía. Pero los líderes raramente eligen a sus sucesores; la mayoría de las veces no lo hacen, porque no pueden hacerlo sin destruirse un poco a si mismos, sin debilitar la potencia de su liderazgo.
El día que nombran un heredero es el día del comienzo de su caída. Por eso sobran los ejemplos de grandes líderes que han dejado la herencia desierta. La primera tarea de un líder es vaciar su entorno de posibles competidores, de adherentes con ambiciones de confrontación, establecer el círculo de subordinación y control absolutos...”
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