El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 02, 2010

La barbarie opulenta




Domingo Faustino Sarmiento sintetizó alguna vez la dicotomía básica que los argentinos debían resolver a la hora de definir su destino como nación: civilización o barbarie. El domingo tuve la sensación de ver una foto de los herederos de la barbarie, su versión viviente que aplastaba toda actualidad y futuro para hacer brillar un prepotente grito regresivo amenazando con devolvernos al más temible pasado. Barbarie opulenta, mal vestida con torpes ropajes civilizados, apenas comprados para la ocasión, y barbarie al fin.

"En el Centenario éramos el granero del mundo y una de las naciones más prósperas del planeta. En el Bicentenario somos un país vapuleado por la corrupción, la imprevisión, la exclusión y la pobreza"

Esta brutal falacia deviene en tragicómica exhibición de cinismo. El pensador alemán Peter Sloterdijk debería realizar una reedición de su obra “Crítica de la razón cínica” dado que lo amerita la aparición de Hugo Biolcatti, nueva estrella de su uso en la escena del discurso político. Hurgando lo accesorio encontramos el mismo principio infatigable del liberalismo clásico que el neoliberalismo supiera redescubrir en todo su magistral poder de manipulación: que la pobreza se terminará cuando a los ricos los dejen ser todo lo más rico que se pueda a costa de todo lo demás.


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