El Uno interrogaba al viento y a su hermana la tempestad.
-Señor, señora: tantas calamidades que ustedes le han provocado a los hombres que pueblan la tierra ¿no tienen miedo a sus represalias, tan vengativos que son?
-Yo soy libre –dijo el viento- y tan solo sigo mi camino, no le hago mal a nadie a propósito, pasé siempre donde tuve que pasar desde que existo. No es mi culpa si aquellos que mencionas se anduvieron interponiendo en mi camino…
-Lo mismo digo –dijo su hermana- aunque no gozo de la misma fama libérrima de mi hermano, y cierto es que soy un poco más selectiva y precisa en mis travesías, juro que jamás pasé por algún lugar que no me pertenezca…
Menos soberbia y más temerosa era la lluvia, y no por ello insensata. Un buen día, asustada, escapó a arrojar su fresca carga en algún vacío del cosmos sideral en vez de regarla sobre la tierra como lo hacía habitualmente; es que desde hace mucho tiempo venía temiendo las consecuencias de mojar a tanta gente irritable.
-Señor, señora: tantas calamidades que ustedes le han provocado a los hombres que pueblan la tierra ¿no tienen miedo a sus represalias, tan vengativos que son?
-Yo soy libre –dijo el viento- y tan solo sigo mi camino, no le hago mal a nadie a propósito, pasé siempre donde tuve que pasar desde que existo. No es mi culpa si aquellos que mencionas se anduvieron interponiendo en mi camino…
-Lo mismo digo –dijo su hermana- aunque no gozo de la misma fama libérrima de mi hermano, y cierto es que soy un poco más selectiva y precisa en mis travesías, juro que jamás pasé por algún lugar que no me pertenezca…
Menos soberbia y más temerosa era la lluvia, y no por ello insensata. Un buen día, asustada, escapó a arrojar su fresca carga en algún vacío del cosmos sideral en vez de regarla sobre la tierra como lo hacía habitualmente; es que desde hace mucho tiempo venía temiendo las consecuencias de mojar a tanta gente irritable.
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