Esparcida en corrosiva licitud, diluida por el detergente de la espera o ansiosa como impertinencia de mocoso. Es enemiga de la labia, de la elocuencia seductora de la revelación. La escritura celebra el acto de su vanidad, siempre discreta en su opacidad corporal, adherida a la introspección fibrosa de la conciencia.
La escritura limada, la de los papeles hablantes y hablados, se recicla en cada infinito silencio insoportado, en cada frenada exitosa de la letra.
La escritura limada, la de los papeles hablantes y hablados, se recicla en cada infinito silencio insoportado, en cada frenada exitosa de la letra.
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