Me encanta que celebre el fin de año la gente que organiza encuentros de lectura, aunque yo en particular no pueda ir casi nunca por falta de tiempo y exceso de distancia. Juntarse a leer, charlar, tomar, discutir, debatir y vomitar en torno a unas mesas más o menos encontradas. Darle cuerpo a los textos con el cuerpo; la caripela y la garganta; ensayar en ponerle esa entonación pseudo-teatrera a la lectura, hacer silencio y escuchar, advertir el momento oportuno de decir algo.
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