-En los últimos días fue perdiendo fuerza el disfraz que centralizaba el conflicto en los problemas de los “pequeños y medianos” para acentuar el argumento del carácter “confiscatorio” de las retenciones móviles que es el más cercano a la verdad. Frente al proyecto que se aprobó en diputados, la reacción de los sectores como CRA, Sociedad Rural y su delfín mediático De Angelis (en el rol del chacarero folklórico) pone en evidencia que a los reales impulsores del movimiento contra las retenciones poco le importan los pequeños y medianos productores. Así el gobierno les ofrezca el oro y el moro como compensación a los pequeños y medianos, aunque le prometa por ley enviarle un cheque a domicilio envuelto para regalo a todo chacarero del país, los jinetes del Apocalipsis sojero repetirán con porfiada soberbia que no quieren la 125, porque la 125 es la que les hace perder el goce de las rentas extraordinarias de la carrera alcista de los precios internacionales de la soja, que para colmo promete no tener techo. Lo único que quieren es no pagar retenciones móviles que son las que le quitan el acceso a esos cuantiosos incrementos de precios, y los intereses que priman son los de los grandes productores y propietarios, junto con los grandes inversores especulativos que provienen del capital financiero y diversos sectores del poder económico. No se explica de otra forma tanta animosidad y tanta obstinación en no aceptar ninguna medida alternativa, en tensar la situación al extremo adoptando una postura absoluta lejana de cualquier voluntad de negociación racional.
-Me sigue llamando la atención, más allá de la esencia del conflicto que es clara y específica, la variopinta trama de encabalgamientos que el planteo campestre ha recibido de parte de diversos sectores. Un influjo beligerante de carácter acumulativo que fue creciendo como bola de nieve, mezclando todo tipo de oportunismos y revanchismos corporativos con una sorprendente seducción popular del mensaje mediático que presentaba el reclamo como una causa justa, sumado a adhesiones de sectores ajenos a los intereses en cuestión que suponen -mal- que obtendrán un beneficio si el campo gana la contienda.
La prensa (con la excepción obvia de Página 12) más allá de cualquier interés económico representado, se encolumnó con total descaro a favor del campo con un nivel de animosidad que sólo se explica por la explosión del odio acumulado. Quitando el caso de Clarín -pasó de aliado a enemigo por cuestiones puntuales de negocios- y La Nación -cuya distancia ideológica fue siempre coherente- los más flagrantes pases de factura hacia el gobierno provinieran del neoliberal light-progre Perfil y el liberal-progresista Crítica, que se supone cubren una posición “independiente” dentro de la prensa fuera del alineamiento de los grandes grupos tradicionales, y fueron las víctimas preferidas de la soberbia peronoide, los aprietes y la manipulación de la publicidad oficial.
3 comentarios:
Tu análisis es exacto..
pero ¿qué podemos hacer con la exactitud de lo que sucede, si nuestros congéneres -en franca oposición en la especie- se hacen los otarios con tal de seguir sumando ganancias?
(El resto, los que la vemos pasar desde siempre, bien gracias)
Un abrazo para vos Tino.
Creo que nunca me había sentido tan clara y definidamente rehén. Gane quien gane, "los que la vemos pasar", como bien dice Cecilia, la veremos pasar más lejos que nunca. Porque, tanto si aumentan las retenciones como si no, la guita nunca nos llega. Siempre las vacas, o la soja, son ajenas.
De acuerdo con ustedes Celilia y Lunanueva, más allá de todo, esta pulseada desbordante de despliegue material y mediático, se dan el lujo de sostenerla dos actores globales (campo y gobierno) desde posiciones de poder muy fuertes. Los que no tenemos ese poder, o no nos podemos corporativizar para tenerlo, la vemos pasar y pareciera que no nos da el cuero para ser protagonistas de esta historia, y encontrar un lugra donde se representen neustros intereses.
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