En el espacio radial de Alejandro Horowicz la noche del pasado miércoles tuve la grata oportunidad de compartir la mesa con Martín Kohan, vaya casualidad, justamente uno de los escritores argentinos que me despierta más admiración y respeto, tanto por su obra como por la calidad reflexiva que también expone en artículos periodísticos o en entrevistas televisivas. Es uno de los tipos a los que les cabe con tremenda holgura el traje de escritor e intelectual. De pronto quedamos inmersos en las resonancias del episodio Juan Carlos de Borbón-Hugo Chávez, o Hugo Chávez-Juan Carlos de Borbón. Horowicz arriesgaba que el exabrupto del coronado pudo tener su origen en una reacción de sus genes nobles que lo sacó de quicio: este Chávez aparte de parloteador abusivo e impertinente es medio negrito.
Yo creo que si hubiera partido el exabrupto de Rodríguez Zapatero todo hubiera quedado como la cuestión de un desborde de tipo personal que surge en el marco de una charla entre jefes de estado que abandona el protocolo y toma cierto calor temperamental, algo hasta muy humanamente entendible ya que no olvidemos que los jefes de estado son al mismo tiempo ejemplares de la biología humana. Pero como el que lo cometió es alguien que no participaba de la discusión puntual y que es nada menos quién ostenta el título de “rey”, millones de cadenas de connotaciones simbólicas del pasado se dispararon en una décima de segundo e inundaron todos los torrentes sanguíneos. Aparecían titilando en rojo intermitente palabras como colonialismo, soberbia, anacronismo, dependencia, monarquía, desigualdad, racismo. Kohan decía que mayor desplante que haber proferido esa frase le pareció que el rey se haya retirado de la reunión tras el discurso del presidente de Nicaragua Daniel Ortega. Para mi no es un dato menor el hecho de que haya intervenido estando por detrás del contrapunto que se desarrollaba puntualmente entre Zapatero y Chávez, porque precisamente ese pareciera ser su rol dentro de la sui generis estructura institucional de la política española. Desde su origen ligado al franquismo, el rey funciona como una especie de reserva de poder protector y observador, oficiando de modo paternalista a favor de la democracia al poner a su servicio el capital de su prestigio y popularidad, pero también ejerciendo un rol de control para que las cosas guarden una cierta relación de pertenencia al pasado. Los gobernantes españoles saben que son ungidos con la bendición del voto pero su accionar estará de algún modo supervisado por el poder de un pasado que se encarna en la figura de este inspector permanente.
También este caso, más allá de los serios planteos y pronunciamientos generados, ha tenido una espectacular repercusión narrativa como comedia en todo el mundo. Cada estado tiene el sistema de gobierno que elige, pero convengamos que esta singularidad del caso español trae algunas complicaciones; no hay otro caso dentro de las monarquías constitucionales europeas donde el rey oficie de jefe de estado permanente y activo, jugando un rol de embajador, negociador, referente, su majestad, juez, mediador de conflictos internacionales, intermediario de negocios, moderador de diálogos, etc. Le falta vender y comprar jugadores de fútbol y ya lo podríamos considerar el monarca más polifuncional de la historia. “Al menos hace algo” sería una reflexión utilitarista; no como los de otros países que solo se dedican a gastar fortunas en casamientos, divorcios, vacaciones y vestimentas. No se que es mejor; ¿Se hubieran imaginado a la reina de Inglaterra en alguna pasada reunión de Tony Blair con Georgito Bush espetándole un resonante “Shut up!” al tosco mandatario texano? Los países van a las reuniones generalmente con jefes de estado, España va con jefe de gobierno y rey, por lo que siempre les hace el dos uno a todos para usar un término futbolero.
Yo creo que si hubiera partido el exabrupto de Rodríguez Zapatero todo hubiera quedado como la cuestión de un desborde de tipo personal que surge en el marco de una charla entre jefes de estado que abandona el protocolo y toma cierto calor temperamental, algo hasta muy humanamente entendible ya que no olvidemos que los jefes de estado son al mismo tiempo ejemplares de la biología humana. Pero como el que lo cometió es alguien que no participaba de la discusión puntual y que es nada menos quién ostenta el título de “rey”, millones de cadenas de connotaciones simbólicas del pasado se dispararon en una décima de segundo e inundaron todos los torrentes sanguíneos. Aparecían titilando en rojo intermitente palabras como colonialismo, soberbia, anacronismo, dependencia, monarquía, desigualdad, racismo. Kohan decía que mayor desplante que haber proferido esa frase le pareció que el rey se haya retirado de la reunión tras el discurso del presidente de Nicaragua Daniel Ortega. Para mi no es un dato menor el hecho de que haya intervenido estando por detrás del contrapunto que se desarrollaba puntualmente entre Zapatero y Chávez, porque precisamente ese pareciera ser su rol dentro de la sui generis estructura institucional de la política española. Desde su origen ligado al franquismo, el rey funciona como una especie de reserva de poder protector y observador, oficiando de modo paternalista a favor de la democracia al poner a su servicio el capital de su prestigio y popularidad, pero también ejerciendo un rol de control para que las cosas guarden una cierta relación de pertenencia al pasado. Los gobernantes españoles saben que son ungidos con la bendición del voto pero su accionar estará de algún modo supervisado por el poder de un pasado que se encarna en la figura de este inspector permanente.
También este caso, más allá de los serios planteos y pronunciamientos generados, ha tenido una espectacular repercusión narrativa como comedia en todo el mundo. Cada estado tiene el sistema de gobierno que elige, pero convengamos que esta singularidad del caso español trae algunas complicaciones; no hay otro caso dentro de las monarquías constitucionales europeas donde el rey oficie de jefe de estado permanente y activo, jugando un rol de embajador, negociador, referente, su majestad, juez, mediador de conflictos internacionales, intermediario de negocios, moderador de diálogos, etc. Le falta vender y comprar jugadores de fútbol y ya lo podríamos considerar el monarca más polifuncional de la historia. “Al menos hace algo” sería una reflexión utilitarista; no como los de otros países que solo se dedican a gastar fortunas en casamientos, divorcios, vacaciones y vestimentas. No se que es mejor; ¿Se hubieran imaginado a la reina de Inglaterra en alguna pasada reunión de Tony Blair con Georgito Bush espetándole un resonante “Shut up!” al tosco mandatario texano? Los países van a las reuniones generalmente con jefes de estado, España va con jefe de gobierno y rey, por lo que siempre les hace el dos uno a todos para usar un término futbolero.
La pregunta final: ¿Que es eso de tratarlo de “Su Majestad”? Será su majestad para usted señor español que así lo considera, tu majestad para ti querido amigo español si crees en eso pero seguro que mi majestad no es.
6 comentarios:
Como española tengo cierto deber de contestarte. Por supuesto, no es "tu" majestad, aunque tampoco lo considero la mía.
En España somos demócratas convencidos, el Rey es una figura más de adorno que otra cosa aquí, el presidente del Gobierno tiene un poder de decisión que no es manipulado por el Rey, cuyas funciones son más diplomáticas que políticas.
Si este señor mandó callar a Chávez fue por una sola razón: es un hablador pesado, impertinente, insoportable y pagado de sí mismo, independientemente de su nacionalidad, color, peso o sexo. En esos momentos sólo hizo lo que hubiésemos hecho cualquiera... no dejaba hablar a otro jefe de gobierno que decía cosas muy ciertas.
Todo lo que se quiera politizar el caso, sacarlo de quicio, llevarlo al terreno de rencores pasados, es harina de otro costal y ganas de broncas.
Broncas que nadie quiere, que nadie busca, más que este señor que podía haber tenido hasta mi propio país de gobernante y ser igualmente insufrible.
Isabel, gracias por dejar tu muy valiosa opinión
Probablemente el problema es que en todas esas reuniones hay mucho protocolo y poco contenido. La gente se saluda, habla de temas irrelevantes y se va. En las Naciones Unidas se cruzan Bush con Castro, Chavez da a Chomsky por muerto y miles de cosas mas que a casi nadie le interesa, ni a los jefes de gobierno mismos.
Chavez, en este case, se salió de libreto y trato de decir algo, sea lo que sea. Eso le debió caer mal a Juán Carlos, que debe ser muy bueno en la cosa protocolar. Si, sospecho, le habrá molestado que justamente el que se salía de protocolo tratando de decir algo con contenido sea negrito y latinoamericano. Los españoles, en mi experiencia, son bastante racistas, si no preguntales porque no devuelven los territorios que le ocupan a Marruecos, especialmente una piedra que anda por ahi.
Imaginate que a este Rey, que andaba a los apretones de manos con Franco, le sale un negrito sudamericano tratando de decile algo que realmente tiene contenido en una reunión a la que deben haber ido mas que nada de vacaciones.
Bienvenido Alberto a este espacio, gracias por dejar tu comentario
No creo que se deba generalizar. No debe ser mucha tu experiencia, Alberto, cuando hablas tan a la ligera. No conozco muchos racistas en España, no en mi ambiente. Son ganas de dejar mal sabor de boca. Disculpa, Julio, sé que no es lugar, pero ya me conoces... un beso grande.
Apoyo a Chavez 100% no me vengan que en pleno siglo 20 el "monarca" de los "Españoles" siga creyendo que los sudamericanos seamos una colonia de ellos que les pasa a esta sarta de xenofobos ante dios todos somos iguales.
y saludos desde Ecuador me gusta este blogger
Ruben Gomez
Ecuador
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