El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

noviembre 16, 2007

Su majestad, tu majestad ¿Mi majestad? I


Cuando se desatan episodios que crispan los sentidos y los sentimientos, soy enemigo de encabalgarme sobre los planteos tendientes a exacerbar maniqueísmos simplificadores. Y trato por todos los medios de no caer en la fácil tentación del guerreo polarizador. Lo primero en estos casos que creo aconsejable es prudencia y equilibrio interpretativo -que no significa disminuir ninguna indignación si la hubiere- ya que perderlos puede conducirnos a expresar opiniones descontroladas que tal vez sin intención se emparentarían de alguna manera con las ideas que precisamente aborrecemos y estamos repudiando. La cuestión es que lectores amigos atentos descubren este blog. Me resulta un asco impresentable. Aparte de evidenciar un racismo delirante, agrega a su menú descabelledo una hiper-xenofobia "analítica" de una torpeza mental llamativa. Eso si, se podría decir que no ahorran colores a la hora de discriminar; desde los bolivianos hasta los alemanes y los belgas. Pobres, ojalá supieran que el mundo no conspira contra el Reino de España y Su Majestad.

Ponerse a contar sólo los delitos donde participan extranjeros en una sociedad moderna como criterio de análisis es de un primitivismo feroz. Las peores deformidades del nacionalismo nacen de este acto demencial que supone excluir a la propia nacionalidad de la impureza. Como si dejasen de existir de pronto el delito en España hecho por españoles; bastaría sólo pasar revista a los casos de brutal violencia contra las mujeres por citar un ejemplo a mano.

Quedará para otro momento el análisis profundo de la cuestión de fondo. En breves palabras creo que en Europa el nacionalismo-regionalismo-etnocentrismo es una pulsión muy fuerte desde cualquier parte, es un dato histórico muy sólido, el petróleo que llevan en el alma porque está montado sobre milenarios sedimentos de genética cultural, una roca a dos mil metros de profundidad. No deja aún en este siglo de estar latente y estalla cada dos por tres ( la ex Yugoslavia, diversas pujas separatistas intra-nacionales ) En América, el cosmopolitismo genético nos ha hecho tal vez naturalmente más "tolerantes" a una especie de sustancialidad social "internacionalista". Nuestra cosmovisión respecto del arraigo territorial y étnico está apenas plantada sobre la superficie. Es obvio, como no nos vamos a sentir en familia con los extraños si todavía somos extraños dentro de nuestras mismas naciones...

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