La noche del miércoles pasado en el programa de Alejandro Horowicz “60 watts en la cultura”, hice una especie de columna en relación al libro “La operación Masotta” de Carlos Correas. Este es el “crudo” de la especie de gran resumen Lerú que elaboré a modo de anotador mientras leía el libro, pasando en limpio y ampliando las cosas que escribí en los márgenes.
LA OPERACIÓN MASSOTTA
Para una industria literaria muy afecta a los redescubrimientos, Correas tiene todo para convertirse en un buen modelo: una vida privada atractiva para los amantes del fisgoneo sobre temas como la sexualidad que todavía parecen no incorporarse con naturalidad al diccionario público a punto de seguir despertando ese interés excesivo que despiertan las cuestiones que todavía –llamativamente- se presumen inconfesables, hasta un final con un suicidio cruento. Pero su reedición hace justicia con un texto que entrega en un mismo nivel de abundancia la contundente impiedad de la crítica corrosiva sin ser desaforadamente agresivo, y el de una prosa ensayística tan inteligente como desfachatada.
¿Qué puede llevar a un intelectual a escribir un libro para criticar tan ácidamente a otro pero al mismo tiempo dejar expuesta cierta intención de homenaje desde el afecto? Correa aprovecha la biografía para escribir sobre sus propias obsesiones y pasiones ( el título que yo le pondría al libro es: “Mi obsesión Masotta” ), un ensayo casi autobiografico, desde el momento que Masotta no es un biografiado normal sino el leiv-motiv emocional-intelectual del propio Correas, de ahí el desmesurado interés por su vida y su obra, y la extrema virulencia de las críticas que al mismo tiempo y permanentemente juegan con una admiración idílica. Correas pone en claro esto desde el vamos al decir que Masotta “es mi hombre”, alguien –en varios sentidos- a quien no se pudo quitar.
Hay indicios evidentes que lo que anima a Correas a escribir este libro son pasiones como el odio, el despecho y el resentimiento personales crecidos en el seno de unas viscosas endogamias. Pero también queda claro que están presentes encarnizadas reservas respecto de las actitudes intelectuales y hasta políticas del biografiado; y ambas vertientes rondarán a lo largo y a lo ancho del libro.
Llama la atención un libro como ejercita la mirada crítica de prácticamente toda la obra del autor en 150 paginas. Quedan pocos artículos, textos, libros o ponencias de Massota que Correas no diseccione de alguna manera. La biografía intelectual de Masotta se convierte en historiografía crítica de su producción, una especie de “breve crítica de las obras completas de Masotta”. Pero el libro se plantea anets que nada como un ajuste de cuentas múltiple de Correas; con Masotta y con sus propias frustaciones.
La estructura cronológica del ensayo facilita el recorrido:
Los 50
El autor recuerda las andanzas de juventud del trío que conformaban Sebreli-Masotta-Correas. Días de existencialismo sartreano, marxismo y un posicionamiento de muchachos inteligentes que sueñan con ser escritores y “no venderse a los hijos de puta”. Desde el marxismo una vuelta de tuerca que permite el acercamiento, al menos en la simpatía, a un peronismo muy rechazado, en lo que es en realidad una especie de anti-antiperonismo. Luego hay una significativa reproducción de una carta de Masotta hacia él donde le reprocha su renuencia a comprometerse participar de las publicaciones del MOC con Puiggrós. Este reproche adquiere visos de ironía ya que a lo largo de libro y en sus conclusiones Correas le achacará a Masotta su huida del compromiso político y su intento de mantener una configuración de "marxista teórico" casi como una cosa snob.
Del ‘55 al ‘60 Masotta hace crítica literaria de autores nacionales “burgueses” ( Lugones, Ocampo, M.Estrada )y el trabajo sobre Arlt, celebrado a la postre por Correas como el más representativo de este Masotta todavía “rescatado” que se mete a favor de Sartre contra Merlau-Ponty.
Los ‘60
Aquí Correas comienza a delinear la brutal critica del derrotero de Masotta -“su quiebra mental”- y la operación que lo llevará a su status final de transcriptor en habla hispana de Lacan. Analiza críticamente sus polémicas filosóficas ( como en “ cristianismo, catolicismo, marxismo” ) poniéndolo en un lugar de “desvariante especulativo” heterodoxo luchando contra gente de academia. Masotta abandona a Sartre con su “Crítica de la razón dialéctica” y entra en sintonía con lo emergente; ahora Merlau-Ponty destrona Sartre y es el puente hacia el “moderno” eje estructuralista: Levi Strauss-Saussure-Jacokson, Barthes, Althusser y su relectura estructuralista de Marx…. Hay una postura de no abandonar el marxismo pero superado Sartre y su conciencia, ahora es el turno de buscar en las estructuras. De la filosofía a las ciencias humanas, el marxismo puede ser cuestión “teórica” o de “praxis teórica” como dice Althusser. Paralelamente Masotta obra en torno al Instituto Di Tella en relación principalmente al “Arte Contemporáneo” y sus practicas; y ya se perfila su rol de maestro transcriptor del Maestro Lacan.
Los 70
Es remarcable que pasando revista a sus trabajos y eventos ya como el “transmisor” (exegeta) de Lacan. Correas destroza a Masotta y su “Freud por Lacan”; pero no alcanza del mismo modo a Lacan. A primera vista pareciera inevitable y de hecho creo que lo es, como el mismo Correas lo expone nítidamente en el libro Masotta es sólo un medium propalador de Lacan, habla por y en nombre de Lacan, por tanto toda critica al segundo sería extensible al primero, y muchas de las objeciones brutales de Correas a diferentes eventos del discurso Masotiano –dificultad, gravedad, vaguedad, oscuridad, gratuidad, artificiosidad, intriga, etc. Son operaciones que el propio Lacan ha instituido como esencias de la estrategia comunicacional de su teoría y por lo tanto es inevitable proyectarlas como criticas a ésta. Sin embargo Correas se cuida con discreta astucia de no meterse con Lacan en sí mismo, en primera instancia por un expreso insuficiente conocimiento de su obra. Logra delimitar el foco de sus ataques en tanto se concentra en las actitudes, las motivaciones y en las formas que adopta Masota en su tarea de promotor-profeta “obediente” -y absolutamente subyugado a ese Saber: la deificacion de Lacan que lo convierte a él en profeta de un Sabor inaprensible (dificil ), en el cual esa misma inaprensibilidad pareciera diseñada ex profeso para poner en el lugar de indefension al alumnado.
Concluyendo
-Finalmente, a modo de conclusión Correas pasa revista a la “operación” y se desgrana agudas observaciones, tanto en lo personal como en lo intelectual, y aparece cierto registro culposo por el encarnizado libro que está acabando de escribir, se pregunta sino ha contribuido a una nueva muerte de su amigo.
-Es evidente que Correas ha sufrido la carrera de Masotta desde un resentimiento frente a su situación personal que se recuesta en la docencia universitaria y hace carne un halo de frustración. Queda expuesto el eterno tema del intelectual y su inserción: Como el intelectual que parte de un deseo de independencia del sistema es devorado por él tanto por las fuerzas que gobiernan su acceso a la subsistencia orgánica-salarial como las que asignan los lugares posibles de inserción y reconocimiento social.
-Las tribulaciones del intelectual pueden ser caleidoscópicas pero caen en un embudo doméstico: un escritor debe aprender a dejar la rebeldía de lado y hacerse cargo de su condición burguesa, sino es por aceptación es por necesario sometimiento a la realidad: el éxito, hacerse un nombre se contrapone a las oscuras opciones sustitutas vividas como consuelo: la docencia, el ostracismo de prolijidad académica por un salario, la escritura de minorías: son iguales formas de rendirse ante el sistema, prestar el “servicio burgués obligatorio” para resolver la subsistencia, reconocerse en la insignificancia material de los sueños y las enjundias frente a lo irreversible de las urgencias orgánicas de superviviencia. A diferencia de la vieja colimba, este servicio burgués obligatorio no dura un año sino toda la vida.
-Es notable como persigue y expone con crudeza lo que para él es una clara operación de posicionamiento de Masotta para convertirse en un marketinero intelectualista a expensas de tribus hambrientas de figuración, sin demasiado interés en explorar las verdades sino más bien ansiosas de que se les proporcione conocimiento revelado que les permita sentirse parte de una tribu iniciática.
-Correas destaca de Masota su coraje y su inteligencia, de lo que no se puede quitar ese halo de lamento por sentirla desaprovechada y malograda; por lo que pudo ser y no fue, como cuando fantasea sobre si hubiera nacido en Nueva York, alejado de las malas compañías ( la onda del Di Tella donde primaba cierta muy burguesa frivolidad intelectual de cancheros ) a las que les adjudica buen aparte del subyugamiento de Masotta en ese mundo.
-Diciendo que no era “ni honrado ni austero” pinta varias de sus actitudes que lo ponen al borde del chantismo intelectual, como la no-lectura de libros sobre los que escribía análisis. Señala con la categoría del provincianismo, relación entre un Saber Central, y un No-Saber periférico. Es interesante más allá de discutir si las imputaciones que Correas rocía con una manguera a presión sobre Masotta son exageradas, reconocer un fenómeno que no ha cesado en la historia de Latinoamérica: la importación intelectual. Las ideas se traen de Europa con el sello de los grandes centros de prestigio cultural como Francia y Alemania y su distribución se protege como el botín que garantiza un poder inédito. Y es cierto que cierta intelectualidad Argentina cae demasiado fácilmente en la tentación de posicionarse como el representante, el distribuidor exclusivo de un saber que viene empaquetado y detrás del cual se puede fabricar una estructura de seducción. No se trata de soñar con ser el fabricante de pensamiento propio, sino que el estrellato está a la vuelta de la esquina con ser el importador exclusivo que nos saque del atraso.
-Correas, desde su confesa postura escéptica respecto al psiconálisis “…..una de las dos mayores mitologías del siglo XX…..” lamenta que Masotta se “lo haya tomado en serio”, la fascinación por la forma intelectual que lleva a “comprar” lo que “vende” Lacan dándolo por cierto, y que a su vez le sirve para repetir verticalmente esa operación en Argentina con el público intelectual que como él no se sustrae a este influjo.
-Deja ver que a Masotta había cosas que lo ubicaban “out system” : autodidacta, heterodoxo, no-académico, libre y loco. Y otras lo que situaban “in” system” :Susceptible a una posición provincianista, mero “profeta” de un Saber, formalista, idealista, snob, pop, dandy, artificial.
¿El libro es un ajuste de cuentas por un amor frustrado? ¿Un despecho tal vez? Masotta parece ser el hombre de su vida, y sólo Correas supo lo que eso significaba. Pero afirma que su alejamiento de Masotta se debe a su acercamiento a las mujeres y el abandono paulatino de su homosexualidad. Cabría preguntarse sino es posible invertir la cuestión dado todos los indicios que desparrama en el libro acerca de una relación que deseó y no pudo ser.
Considerando que Correas se suicidó unos años después de escribir este libro, me pregunto: ¿Será que en ciertos estadíos de la experiencia venenosa de vida acumulada las cuentas pendientes son las que nos mantienen vivos?. Ajustarlas, aunque sea mediante unas páginas, puede que quite la última razón para no comerse la propia ponzoña.
1 comentario:
Ole, sr. Hargen. Casi nada que decir: a lo que escribe sobre C/M sólo se podría responder borracho, brindando con usted, por todo el desastre que ha sabido contar. Salud
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