Origen: El disparador de estas reflexioneses es -nuevamente- un post de Miguel Soler, autor del blog Dural. Y el tema es nada más y nada menos que la copiosa crucifixión filosófica de la lecto-escritura publicante, la propia naúsea existencial del acto de bloguear, su "to be or not to be", que yo he decidido llamar simplemente La Blogueridad.
Blog
Casa
Albergue
Transitorio
Hospedaje
Techo de chapa
Y algodón
Harinas del otro costal
Strip tease y pudor
Toda riqueza encontrada es un desperdicio
Todo autenticidad es trivial
Por defecto y efecto
Por afecto
Se bloguea para poder escribir
Se deja de bloguear para poder escribir
Con prisa pero sin pausa
Que desagradable que es ver pasar la absurda –por lo excesiva- velocidad de los días que se acumulan después de postear algo y como va corroyendo como un ácido la estabilidad de nuestro supervivencia bloguera. Cuando los días se amontonan sin publicar o comentar nada se presiente la inminencia del peligro. Un blog de más de 15 días de silencio se presume enfermo, al menos con sospecha firme de una dolencia que puede llevarlo a la muerte.
La excesiva dependencia de la variable temporal es lo más hermoso y lo más nefasto del blog. Seguir blogs fatiga, comentar se hace tortuoso. En mi caso hasta perdí una quinta velocidad comentera que tenía por ejemplo el año pasado y que me permitía entrar en régimen en pocos minutos y armar una idea.
Al post de ayer lo mata el post de hoy. Y el post de hoy sobrevivirá algunos días hasta ser muerto por el próximo. Y en el caso de que no lo mate uno nuevo, simplemente se suicidará para dejar vacante el espacio, que indefectiblemente habrá que llenarse con el siguiente.
El blog es un recipiente pequeño y agujereado. Un líquido dura allí apenas un corto lapso porque es desalojado por un nuevo líquido o bien simplemente se derrama.
Al post de ayer lo mata el post de hoy. Y el post de hoy sobrevivirá algunos días hasta ser muerto por el próximo. Y en el caso de que no lo mate uno nuevo, simplemente se suicidará para dejar vacante el espacio, que indefectiblemente habrá que llenarse con el siguiente.
El blog es un recipiente pequeño y agujereado. Un líquido dura allí apenas un corto lapso porque es desalojado por un nuevo líquido o bien simplemente se derrama.
¿Gasto o inversión? El blog como pérdida
Hay una ley que amenaza ser inexorable: usar el tiempo que uno dispone para escribir en el blog es restar ese tiempo a otros proyectos incompatibles con él: proyectos de escritura extensos a mediano o largo plazo; novelas, cuentos, ensayos, artículos de opinión elaborados, textos que requieran mucha investigación bibliográfica, análisis o borradores. Para la salud de todo ese tipo de proyectos el blog se parece a un camión que viene de frente en una ruta de una sola mano. Yo tengo un blog y varios proyectos de trabajo en escritura que no se acomodan a ese formato. ¿Quedaron relegados por culpa del tiempo que le dedico al blog? En parte, después de más de un año de andar, diría que si, que se desviaron en su tiempo de elaboración, pero también tal vez hayan ganado un estímulo circundante cuyos frutos se verán en un futuro inmediato, ya que bloguear en mi caso reabrió un apetito voraz por la escritura que había perdido después de algunos años de anorexia, y en lo cual tuvo mucho que ver el sentido de comunidad establecido, las lecturas recíprocas, los comentarios, debates, encuentros y relaciones. ¿Se podrá alcanzar un equilibrio? ¿Es compatible dejarse seducir por la imperatividad cotidiana del blog y al mismo tiempo poner ladrillo sobre ladrillo en obras de mediano plazo?
Al que siente que la energía que gasta en un blog la podría utilizar en otro trabajo destinado a ser publicado en formas y medios tradicionales, se le pronostica una vida bloguera efímera. Entender ese desgaste como antagonista de nuestro propio desarrollo implica la gestación de un dilema. Por un lado algo parece informarnos que lo escrito en un blog no es algo digno de tener entidad en si mismo. Llegamos a pensar en términos de la rentabilidad del tiempo, y hasta hablamos de gasto y no de inversión. ¿Estaremos condenando al blog como entretenimiento menor para jamás poder concebirlo como continente de algo que merezca la pena? Algunos lo descartan a poco de andar porque en su carrera al estrellato sólo les aporta un granito más en su curriculum, y otros porque no les da el cuero para sostenerlo a la par de los otros emprendimientos más interesantes. ¿Será posible rescatarlo de esa amenaza?
Tal vez la condena congénita que porta el blog nazca de una de sus propias virtudes; generar una plataforma de excitación escritora útil para liberar ideas que en forma directamente proporcional a su potencial han precisamente de guardarse para un destino mejor que el de publicarse en un blog. Su destino tal vez sea producir el alimento que lo conducirá a su próxima inanición, y que confirmará su rol de partenaire; un auxiliar de entrenamiento y entretenimiento escritural –para evitar el término literario que a algunos les parece demasiado-. El blog será el lugar donde habremos de presentar aquello que no es demasiado malo como para hacer decaer nuestra imagen ni demasiado bueno como para merecer el destino de una carrera en alguna instancia jerárquica superior de las publicaciones. Será el depósito de lo que creemos mostrable pero carente de brillo, o bueno pero sin potencial para merecer retenerlo en pos de un mejor desarrollo. Y ahí si el blog como instrumento publicante digitará el alcance estético de sus contenidos, y terminamos dándole la razón a Marshall Mc Luhan “el medio es el mensaje”. Aquí sería: el medio es la resignación.