El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 31, 2007

Rápido y caliente

¿Existe una mejor forma de calmar un deseo que hacerlo rápido y caliente? Aquí una muestra desde el jazz-rock.

El tema es "Quadrant 4" por Billy Cobham, de su álbum "Spectrum", con Tommy Bolin en la guitarra.

agosto 30, 2007

Turismo filosofal

"Ni el centímetro es el espacio ni el segundo es el tiempo, que si todo fuera tan exacto no existiría la mentira"


Hoy cualquiera chupa y vomita, o se arrima a un árbol desolado y orina para sentir en la punta de su instrumento lacónico la gloria estrecha de la libertad, esa fiebre urgente. Nos ronda la figura culposa del descendiente usurpador, del ilegítimo recuperado, del tonto que se niega a seguir su programa de rehabilitación. Queremos rasarcirnos en la pátina deslizante de un detalle íntimo, nos acosa la falta de protagonismo de nuestros ancestros. Los siglos del carbón molido en sudor parece lejanos pero no se han ido aún, respiran en lejanías crueles donde el metal no acaba nunca de ponerse lo suficientemente rojo.

Piel por un lado y huesos por el otro, la magna calamidad de desistir y no presentarse a la hora señalada a combatir contra la desinencia bravía del verbo cínico. Si fue pan y circo en los cielos romanos, será sumisión e ironía plástica entre las rejas del wi-fi.

La culpa del poder es la autora plenamente responsable del humanismo, como así el orgullo es su verdugo. Si para Heidegger el lenguaje era la casa del ser, nosotros somos nada más que los sobrevivientes mudos de la caza del ser.


"Quiero caminar debajo de la cúpula del vestido blanco de una novia de los años sesenta, ser el gnomo que husmea en hímenes intactos"

agosto 28, 2007

La reseña más fácil del mundo

Diversos ecos han actualizado el diferendo entre Quintín y Omar Genovese. En mi caso, fuera de toda animadversión personal, hay cosas que rodean al susodicho Quintín que me llamaron y me llaman la atención y en este comentario quiero dejar nuevamente constancia. Comenzaré por sus parloteos a modo de reseñas libreras, que ya fueron motivo de un profuso debate bloguero en el cual también participé con algunos posts y comentarios a fines del 2005 y principios del 2006.


En aquella ocasión la polémica se estableció a partir de sus reseñas sobre la antología cuentística “La joven guardia”. Si aquellos comentarios me parecieron excesivos esto que hizo con “Peripecias del No” de Luis Chitarroni y que me he tomado el trabajo de leer por puro morbo, en mi modesta y respetuosa opinión, me resultó sencillamente insoportable. Sus intervenciones agrupadas en hasta ahora 9 capítulos se titulan “El libro más difícil del mundo” y no son más que horas y horas de un ejercicio interpretativo laxo con la supuesta meta de explicar una obra que no se puede entender. El resultado queda fuera de todo control de escala que el más mínimo sentido común sugiere ya que expone una brutal asimetría entre el objeto de estudio y tanta construcción textual excesiva, impertinente e inoperante a su alrededor. No existe enfoque crítico teórico alguno que las sustente, no se evidencia tampoco alguna otra intención conceptual de fondo que brinde alguna orientación. Son líneas que a medida que se acumulan por mera adición ponen en evidencia su gratuita vacuidad. Simplemente se remiten a sumar más y más especulaciones inconexas hasta conformar una catarata arbitraria y anodina, coronada además por una desmesurada reproducción de partes del texto original. La única recurrencia que podemos encontrar son sus permanentes “apuestas” en pos de adivinar las ocultas intenciones del autor detrás de cada palabra que ha estampado en su obra, acto de por sí inconducente pero agravado por los “fundamentos” divagantes y fuera de todo contexto que utiliza para ello. Es que Quintín practica una especie de física newtoniana de la literatura, supone que cada palabra escrita tiene una causa que corresponde desentrañar y su metodología para alcanzar este fin es operar una suerte de asociación libre en la que nada de lo humano le parece ajeno. Como ejemplo basta leer en el capítulo 8 sus razonamientos indagatorios acerca del uso de parte del autor de la palabra Trichinopoli y de una cita de John Cage.

Alguien podría argumentar que lo de Quintín es nada más que una “lectura comentada”, bien, pero entonces vaya forma tan perturbada de leer, Me pregunto si se obtendrá alguna especial delectación estética con eso de erigirse detective privado del libro que se está leyendo cuando para colmo se llega al final sin descubrir al asesino. La única conclusión a la que podríamos llegar es que con Quintín se invierte el orden natural de las cosas; si quieren entender el sentido de los 9 capítulos de “El libro más difícil del mundo” lean su reseña en “Peripecias del No”, allí encontrarán las claves ausentes en el texto original.


Otra cuestión menor que no deja de llamarme la atención es la ubicuidad del tipo, parece tener enormes facilidades para acceder a medios que responden a diversos intereses, y también una notable habilidad para conseguir compañeros de publicación en el ámbito web últimamente; basta ver las variadas compañías que tuvo en “Los trabajos prácticos” y las que tiene ahora en “La lectora provisoria”; desde filósofos jet set friendly que calificarían para integrar la foto de los personajes del año de la revista Gente, hasta escritores de esos que son tan politicamente correctos que si les preguntaran dónde les gustaría vivir declararían que en una villa miseria.

Yo, que tengo unos pocos perros que apenas toleran verme ladrar a su lado, siento una sana envidia.

agosto 27, 2007

El fondo del tarro III

Decir "ésta es la última" implica un acto de fe que puede ser refutado por su perfecta enemiga: la desilusión

"El neo-menemismo cultural es un virus que afecta a casi toda una generación que no concibe otra manera de ser-en-el-mundo de la cultura. Izquierdosa en el discurso histérico a pura compasión sensiblera con una vocación casi automática por alinearse a lo políticamente correcto por puro acto reflejo, sin elaboración, y a la vez profundamente conservadora en el modo de legitimar los fetiches de mercado establecidos como productos necesarios y suficientes de una celebrada “libertad” que de tan condicionada y condicional se vuelve una expresión deforme, una caricatura chata basada en la exageración de algunos de sus posibilidades accesorias."

agosto 24, 2007

El fondo del tarro II

Ahora si, no queda nada más, habrá que producir fresco de nuevo...


"El blog me preocupa en tanto hay días que siento que se convierte en una obligación, no me pregunten de quién o por qué. Siento que es una especie de reloj que puse en marcha y le vengo dando cuerda, y cada día que pasa comienzo a sentir el temor a que se detenga, y pensar que ha de pararse me genera una sensación de pérdida inédita, absurda, pero sensación de pérdida al fin, como si su mera continuidad, más allá de todo otro, fuera la única razón que lo justifique.".

"Lo que más me fastidia del blog es el reloj, como escribir detrás de la hoja del almanque y dejar que el tiempo renovado mate al texto."

"No se por qué lo individual se aferra al “diario”, al continuun temporal de escribir cosa sobre cosa, como una porfía por permanecer en un espacio para ser visto todos los días, por eso se habla de “visita” en el blog u no de lecturas. Casi como salir a la esquina a que me salude la gente del barrio. El blogger está todo el tiempo tratando de retener algo, su pertenencia a la comunidad de enlaces, a esos visitadores que supone lectores"

El fondo del tarro I

Autocitas de comentarios que he dejado por ahí. Cuando hay hambre no hay pan duro.


"Hace rato que la literatura argentina no se ocupa nada más que de las riñas intestinas necesarias para sobrevivir en su pequeño espacio, su crisis se ha trivializado y tiende más bien a encerrarla sobre sí misma; no expande ninguna frontera. Pero creo que también hay una evidente devaluación intelectual del escritor argentino que vino de la mano de esa reducción confusa que fue llevando a la costubrar de llamar “literatura” a un minúsculo ghetto de fabricantes de libros, noteros, críticos y académicos confabulados en sobrevivir. Hubo una época donde escritor era sinónimo –justa o injustamente- de intelectual; el oficio de narrador, cuentista o ensayista hacía suponer una alta categoría imaginativa y reflexiva que encendía el interés por hallar su proyección escrutadora sobre los problemas de la sociedad. Hoy es sinónimo a lo sumo de cualquier cosa menos eso, ¿por qué habría de ser interesante la opinión sobre el país de un notero que fabrica novelas históricas por encargo por ejemplo?"

agosto 21, 2007

Cuentas regresivas

Ningún tema me parece atinado para desviar la atención de una normalidad que parece transcurrir dentro de los carriles de un ferrocarril que conduce al infierno. Estimular los oídos de nuestros interlocutores con observaciones acerca de las enfermedades que aquejan a la realidad nos emparienta muy pronto con la deprimente actitud del histérico inconformista, del inadaptado patológico que suspira los desechos de sí mismo. Transmitir en cambio un mensaje de discreta aprobación optimista en nuestra forma de procesar los instantes implica ponerse al borde de la crédula ingenuidad. Pisotearse la reputación de buen alerta. Ser optimista es de algún modo ser un alegre inconsciente del desastre que ronda nuestras espaldas. La tragedia de la realidad no puede sernos indiferente, es un mandato básico de nuestra resistencia, del buen estado de mantenimiento de nuestra infraestructura existencial. Pero se necesita aprender a rebotar los espectros malignos, reflejar la mayor parte de la negatividad que nos apunta y evitar absorber más que unos segundos.

Hay momentos donde todo parece conectarse de una forma premeditada con la siniestra inconformidad que nos rodea. El nosotros es la vocación de compañía que pretende denostar la soledad, abolirla con facilidad. Para eso hay pequeños ejercicios que son efectivos. Ningún pozo y ninguna nube califica como intervalo de desconexión en un imperio espacio temporal que se devora todas las posibles pausas, ya que no se distribuyen intervalos, no aminora su respiración acecharte. Sin embargo no hay proposición posible si no se aprende a echar raíces en los hoyos caseros, en las cavernas de las cuentas regresivas.

La descompostura de los grandes temas políticos como esperpentos aceptados, tanto en su versión basurera local como de un escenario internacional no menos repugnante por la cantidad de sangre que se derrama aunque un tanto más discreto en sus expectoraciones. La política como sonámbula en el vacío de propuestas, de proyectos, de sueños capaces de resistir el congelamiento de la pura negación y excitar los buenos instintos sociales. Sólo se oyen gruñidos de dolor entre perros viejos y heridos, muecas de odio envejecido, atrincheramientos estériles, narcisismos de grupo, seudo-guerritas privadas basadas en la exacerbación de micro-conquistas mezquinas. Y todo lo Otro, lo que a veces nos ocupa en las inspiraciones de nuestra seriedad más decrépita, la cultura, la voz, el arte, resulta ser el opio de los maniatados.

agosto 16, 2007

La supervivencia ilícita




Lectores de blogs hay pocos, pero siempre algunos se consiguen en el mercado negro.

agosto 14, 2007

La mano invisible



Sucede que los relatos tienen el mismo nivel intelectual que sus personajes, por lo tanto la presente está condenada a no ir más allá de su respectivo horizonte directo y consumible, será una mera tabla descriptiva que pueda recitarse bajo cualquier inervación del músculo de la inteligencia y procesarse sin dificultad en cualquier cajero automático de la red de pensamiento público. Cuando Lamborghini es una marca de autos y Bullrich es una marca de libros, todo entendimiento se ve facilitado, una palabra conduce a la otra y no a cualquier parte, a la vez que el lector encuentra por fin en el texto ese preciado alivio que fue a buscar. La profusión culturosa de elucubraciones poéticas, las citas de Aristóteles y Pynchon para explicar el significado de un dolor de muelas y otras rebuscadas referencias son un pasto sólo digerible por las fieras desahuciadas, más muy inoportunas metodologías para concretar negocios del sentido.


El fervor de Buenos Aires se viste de espectáculo gratuito, es como una playa quemada por el asfalto caliente. Las historias transitan tan veloces e impacientes como los autos, los sentimientos colisionan por doquier pero nadie tiene seguro contra terceros en caso de daños sentimentales. Una tarde de agosto en una confitería de Barrio Norte es como cualquier tarde del mundo. Hay una mesa junto a una ventana que él elige porque un rayo de sol ilumina justo esa servilleta. Se sienta y deja volar su imaginación como si viajara a través de alguna aerolínea privatizada mientras sus ojos sólo divisan ansiosos la puerta de cristal. En cada mujer que ingresa él se fabrica una historia. ¿Serán esos ojos fríos que ve llegar apresurados? ¿Esas piernas ferruginosas que asoman tras aquella falda insinuante? Por el parlante de la confitería se deja oír mientras tanto, entre el olor del café y las voces de conversaciones agitadas, aquello de...

"Feelings, nothing more than feelings....Trying to forget my feelings of love.."

Aunque la canción también por momentos se apaga y se oye un hermoso "...tres diecinueve para la compra y tres veintidós para la venta...."

De pronto él ve que una discreta mano abre la puerta, entonces enfoca sin miedo su rostro y toda duda se despeja, se trata de la sonrisa que buscaba, el brillo de los mechones dorados soñados, no puede equivocarse, dentro de ese tailleur bordó de distinguida factura está contenido el objeto de su espera.

- ¿Sabrina? - pregunta él disimulando su deseo ferviente de que sea cierto...

-¿Siiiii?, ¿vos sos Conrado? - responde ella, con una dulzura propia de una miembro de la Fundación Von Hayek.

Después de compartir los saludos de rigor ambos se encuentran en la coqueta mesita frente a frente y charlan de cuestiones rutinarias. El mozo se acerca.

-Si, por favor mozo- toma la iniciativa Conrado- podrían ser dos tasas de retorno de café con leche?....y con baja carga impositiva de edulcorante por favor...

Después ya Conrado, un poco más relajado se anima a decirle:

- No sabés a cuanto cotizaba mi espera....estaba a punto de generar una inflación de la ansiedad por aumento de la demanda...Y ahora que te veo, así, siento que sos un producto tan Premium como te imaginé...

Sabrina, muy halagada, se anima replicar muy segura de si misma:

- ¿Siiii?, ¿que bueno!, la verdad te confieso que no pensé que tu empresa personal fuera a cotizar tan bien en la bolsa de los hombres apuestos...

A lo que Conrado, muy sorprendido, no pudo más que sentirse estimulado para mostrar sus atrevimientos poéticos.


-Bueno…Y que decir de tus ojos que desatados del dirigismo estatal parecen aumentar el empleo de mi alma...te miro y todo se ilumina, como si una empresa de pronto pudiera reducir a la mitad su personal, eludir sus impuestos, quitarse las mochilas de los gastos superfluos y hacerse ágil como una gacela a la vez que tan feroz y agresiva como un tigre del sudeste asiático…

Llega el mozo y sirve, primero vierte el café y luego la leche en la taza de Sabrina, con tanta torpeza que la hace rebalsar. Conrado, ni corto ni perezoso aprovecha:


- No es nada, siempre es bueno ver en la práctica verificada la teoría del derrame....


Pasan los minutos, hay menos gente ya y la conversación se hace fluida. Una corriente de espontánea afinidad va creciendo como la confianza hace crecer las inversiones de capital, es como si se conocieran de toda la vida, hasta coinciden en haber comprado acciones de la misma empresa. Y ahora el silencio deja oír con nitidez aquello de...

"Feelings…nothing more than feelings....Trying to forget my feelings of love.."


Y finalmente, como el producto de la genuina ambición de lucro sentimental liberada de todo intervencionismo, la mano invisible de Conrado se acerca casi imperceptiblemente a la de Sabrina y ambas se estrechan. Sobre el mercado de sus sentimientos se produce un milagroso equilibrio romántico; la ley de la oferta y la demanda confluyendo en su más pura expresión que es la transacción de un beso. ¿Alguien pudo detener el fluir de la libertad de mercado? ¿No era esto una demostración viva del poder fulgurante de la iniciativa privada que puede tanto mover los más sanos y genuinos sentimientos? En ese momento ambos supieron que lo que había escrito Wenceslao Carrascosa Lynch en su novela "El amor tiene cara de liberal" no estaba para nada equivocado.


Pero un detalle imprevisto irrumpe en la matemática transaccional del flujo de acciones humanas. La pistola del marido de Sabrina, el coronel retirado Roberto Vázquez Maldonado carraspea hasta poner la bala en primer plano y comienza a estallar. Una bolita de metal quema la frente de ella, la otra se incrusta en la sien derecha de él, y tras perforar el vidrio cae mansa sobre la vereda. Es que el coronel nunca fue un verdadero liberal y desde ese día se convenció definitivamente de las incuestionables ventajas del dirigismo. Sobre la mesa, que parecía temblar todavía por la onda expansiva de los disparos y la sordidez del cuadro, quedó expuesta como al descuido la tapa del libro que traía Conrado cuyo título era ya a esta altura más que irónico: “El riesgo empresario”. Mientras tanto en la confitería, junto al espanto paralizante que atacó a todos los presentes, siguió sonando un poco eclipsado por el regurgitante sonido de la máquina de café Express el éxito de Morris Albert:

".... I wish I've never met you, girl.... You'll never come again...."

agosto 09, 2007

La era del labio

"...Quién te nombra sin conocerte
por meras interferencias
pone en evidencia una delación
me evita el problema de plasmarte ..."

En
La Tapa De Los Sesos

El agradecimiento del derrotado

A pesar que en toda derrota siempre aparece en primera instancia un horror agrio y antisocial -como desayunarse con el contenido de una bolsa de residuos patógenos- cuentan que besando la lona se experimenta una sensación inimaginable de excitación aniquiladora. Que es tan estimulante perder como implosión de la decadencia que todo aquel que lo experimenta piensa seriamente en volver a hacerlo.

Pero la gran pregunta es por qué no agradecen las derrotas. Los triunfos se festejan y agradecen, es obvio que la derrota no se festeje pero ¿por qué dejar de agradecerla?
La ironía puede ser un vehículo interesante de mensajería como dijo aquel derrotado en la selección de gerentes para dirigir un proyecto:

-Aunque no he sido seleccionado, agradezco la oportunidad y es mi deseo que con este proyecto que va a emprender se fundan ...todos
vuestros anhelos en una sola palabra: éxito.

agosto 06, 2007

Vermicidio

Un momento de contractura musical a través de este tema de la agrupación The Mars Volta. La música es de Omar Rodriguez López, la letra es de Cedric Bixler-Zavala y la versión libre en español que aparece a continuación es el único aporte de Tino Hargén.



Vermicidio



Ahí con ellos está el error
Somos sacrosantos
Una mofa de los cuervos hacia ti
Mis enjambres han ajustado a mi cinturón portaherramientas
Mi fe ardió en cada casa
Como ningún otro pesebre
Soy el más vacío con duda

Desnúdalos
Sietes
Tres a una mortaja
Señala el
Veneno
Suntuoso y terminal

Cuando me tranformé en tus larvas
Te me alimentaste desde tus planchuelas
Ahora mi joroba está nerviosa
Hundiendose por el rostro
Arrugada por esta grava
Despellejada huella del tiempo
Llevo puesta tus telarañas con orgullo
En tu barato y crispado suspiro
Mis glándulas emiten esta masacre
Estos bancos de iglesia que doblan tus rodillas
Ese uniforme que llevas
Cuando suplicas el ultimatum

Desnúdalos
Sietes
Tres a una mortaja
Señala el
Veneno
Suntuoso y terminal

Esa piscina séptica te transforma
Sólo al norte de tus cejas
Usurpas el agujero desde una arruga
Cuando las raciones se hacen rubias
La puntada saltada es paciente
Esperando para engullir
Hay un plasma desde esta broma
Simulando ser nosotros

Embalsamando todos los fluidos debo debo
Prefiero arderlo debo debo

agosto 02, 2007

Criaturas de la tinta armada


Fascículo XXIII


“Cuando estudiaba periodismo siempre creí que hacer una nota cualquiera era la posibilidad de revolucionar el género. Resonaban en mi algunas definiciones académicas de esas que uno ama y recuerda sin explicación: “Todo acto cultural que se repite idéntico al anterior es una posibilidad fracasada de revolucionar el género al que ese acto pertenece”. La cuestión es que esta fue mi primera nota en serio. Ya recibido y tratando con un par de compañeros de encontrar algún trabajo, apareció uno con el dato de que conocía a alguien que se las rebuscaba haciendo notas free-lance a personajes famosos como escritores o músicos y luego las vendía a revistas. Esta es la mía dije y enseguida se me ocurrió quién era el famoso al que yo podía acceder con mayor facilidad para debutar. Claro que las razones de la conexión eran un tanto delicadas; el tipo que estaba en ese momento en pareja con mi madre tenía un hermano menor medio bohemio que era todo un personaje borderline de los arrabales culturales: había sido librero, director de teatro vocacional y ahora había recalado en no sé que secretaría de cultura municipal del gran Buenos Aires, aunque lo único que importaba a mis fines tenía que ver con su vida privada: se movía a un escritor famoso. Mi nuevo “padrastro” no podía negarme este favor, así que trasladó el pedido a su hermano y un buen día el escritor famoso decidió darle una nota a su “sobrinito” que luchaba por hacer sus primeros pasos en esto del periodismo.

Me recibió en el estudio de su casa de Barrio Norte. El tipo estaba cómodo, se dejaba invadir por mis preguntas sin reacciones inmediatas, les daba un tiempo de asimilación que para mí era toda una gentileza. Mirando justo detrás de su oreja izquierda aparecía en su biblioteca el lomo de las obras completas de Fichte. Lo llamativo era el perfume del lugar, o de él, quién sabe. Con todo el desparpajo de mis 22 años y tantas lecturas recién eructadas dando vueltas por mi cabeza recuerdo que me preparé un cuestionario tan digno de la Play-Boy Magazine como de la Le Monde Diplomatique.


-¿Un escritor es necesariamente un intelectual?

-Puede que todos los intelectuales usen la escritura como medio de expresión de su trabajo, pero por escritor entendemos más al novelista, cuentista o ensayista literario. No al filósofo, sociólogo, politicólogo, investigador o licenciado en cualquier arte o ciencia que puede ser un intelectual y publicar trabajos escritos.
No todos los escritores son artistas, algunos en efecto solo ejercen el oficio de escribir. No todos los escritores son pensadores ni intelectuales, ni todos los pensadores e intelectuales son escritores.


-¿Existe eso que algunos llaman “el oficio del escritor”?

-Cuando se habla así con orgullo y énfasis del “oficio del escritor” la sensación es que hay algo muy cercano que apesta. El arte no es trabajo y si es trabajo deja de ser arte. Eso no quiere decir que hacer arte no incluya muchas horas de desarrollo, paciencia y concentración, todas cualidades que se suelen asociar al trabajo, pero la clave está en cómo cada uno se enfrenta y vive la ejecución de esas tareas. Cuándo se hacen como rutina, como obligación, copiando las pautas impuestas por el mundo del trabajo productivo, enajenado y mercantil, ahí se pudre todo, ¿no?


-Difícil la relación entonces entre arte y trabajo

-Pero tampoco el arte es el lábil devenir de la holgazanería y la bohemia. Cualquier no-trabajo no es arte. La condición de vago, enfermedad social que varios padecemos en distintos grados y que en algunos casos preferimos ocultar, pertenece al sustrato de la impostación existencial del ser humano, una forma de relacionarse de sus propios modos de producción y consumo de energía corporal y mental con respecto a los del entorno. Las prácticas del arte suelen ser más amigables en la convivencia con estos comportamientos, pero no hay arte sin la sustancia al menos periódica de una pasión enfocada, de una temporada de enamoramiento con la concentración y el rigor. Lo que hace la diferencia es la motivación, en un caso el poder de la necesidad del cumplimiento social de pautas comerciales de producción, en el otro el impulso que dictan los propios deseos.


-¿Que opina sobre la autodisciplina en el arte?

-Rigor es la palabra clave y maldita en la cuestión de la productividad artística. No sé si es posible hablar de rigor sin un grado ostensible de crueldad hacia uno mismo. La falta de ternura ante las propias circunstancias del escape. El vago escapa del tiempo comprimido. El rigor en el arte se asocia al rostro duro, al ceño fruncido, a la autoexigencia, se desvanece la idea de un rigor impuesto desde una opresión autoritaria externa, es una idea abstracta que se materializa en la propia vocación del autor a cumplirla, la famosa -por lo falsa- auto disciplina. ¿Existe la autodisciplina? No, lo que existe es el hambre de no perder, el ardiente deseo de alcanzar un logro, la propia inconformidad frente a la vacuidad de lo producido que vemos delante. Nos podemos perdonar, pero a veces el ímpetu implacable ocupa todo el espacio de nuestro impulso, y nos resistimos a perdonarnos.

-Sabiendo que usted es un hombre de profundas convicciones de izquierda ¿Existe el sentimiento de culpa del “trabajador intelectual” frente al “trabajador manual o corporal”?

-¡Como si escribir no se hiciera con la mano también! – dice casi interrumpiendo mi pregunta y echando una carcajada- . No sé, tanta historia filomarxista alrededor de la clase obrera y tanta entronización del “trabajador” sudoroso que empuña una herramienta trajo aparejado esa abominable cosa de igualar simpáticamente a un intelectual a un albañil, tratando de mezclar arte y clasismo igualador del peor modo. La humildad del intelectual de igualarse a un despachador de carnes lo eximiría del pecado político de de creerse superior o de sus culpas burguesas por haber accedido a ese nivel cultural. De ahí deriva todo esa coqueteo misericordioso a la que se ven obligados algunos para sentirse políticamente correctos: “es un oficio más como cualquier otro” y otras insensateces por el estilo.

Yo creo que hay dos formas de fascismo que están dados por la supuesta superioridad y autoridad moral de la actividad física, del homo mechanicus. Los que empuñan las armas cuya proyección sería el militarismo y los que empuñan el martillo –cuya proyección podríamos llamar “obrerismo”. Ambas son la entronización de la razón de la fuerza, el desprecio por los matices creativos de la realidad. El rescate apreciado, sano y deseable de la dignidad de todo trabajador muta en una extraña derivación en la auto culpabilización del artista que necesita mimetizarse con él para poder sostener una postura. No hay arte sin un poco de elevada autoestima, racionalmente delirante, infantil e inútil. La llave que abre la puerta que permite escapar a la dictadura de la utilidad es hacer algo que se precie debidamente inútil en el campo donde la utilidad reina.

-Perdón, me olvidé, me podría dar su nombre verdadero, para lo nota

-¿Cómo? ¿No lo sabías? En un tiempo cuando estaban de modas los Bustos Domecq y otros subterfugios adopté el seudónimo por el que todos me conocen, pero mi nombre verdadero es Patricio Ferrer Deheza.

Anoté en mi libreta algo que no me atreví a publicar: Patricio Ferrer Deheza, el que piensa con el culo y caga con la cabeza