El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 29, 2009

Ejecutado






¿Se puede ejecutar una hipoteca afectiva?

El corazón, ay, el corazón ese tierno impostor que goza de tan buena reputación entre la gente…

La desafinada balada del deseo se ha quedado vacía, han usurpado sus melodías más traviesas, han declarado culpables sus más inocentes vacaciones letales, su perversa sinceridad se volvió látigo de hierro, cencerro de púas, bastarda herramienta de tortura atardecida… Tomé una noche a cuentas de las miserias venideras, me endeudé de afecto sin control, y no pude pagar, no pude, no me alcanzaron los gentiles recursos de mi rendición condicional, se secó la cuenca de mis labios y mis palabras de miedo se volvieron penas, monóxido de carbono entre tu boca y la mía, ácido sulfúrico en tus palabras de azote, bayonetas de piel herida que atraparon mi mirada creyente, diáfana en su inevitabilidad. Te ofrendé mi cobardía, pura y de pie, como quien entrega el cielo al primer postor. Los perros del resentimiento fueron por más, por bronces y sotanas, por registros repetidos, por frecuencias altercadas, por códigos obsoletos, y a pesar de todo encontraron el eco de la inseguridad, el peor eco de la inmadurez muscular del sexo cósmico, la carnal debilidad de la evasión, la despedida miserable de una transgresión falsa. De oficio, me ejecutaron la deuda con saña, cobrándose uno tras otros los silencios indolentes, las ausencias predictivas, las vacaciones provocativas de la inmanente libertad, aborrecida y desvalorizada, pulverizada por la urgencia del vil orgullo. Pagué el precio con la sonrisa de la herida inmortal, el daño estéril que confirma la caída inevitable, el tránsito descendente del ímpetu mayor, la conclusión obvia de la imposibilidad de existir tiernamente hasta nublar la conciencia…


Siento el viento del amor escaparse aterrado, pobre incrédulo, pero me queda una frase que me susurra el Sabio Maná como lección irrefutable:

“Déjalos, que se queden contentos con el inmundo sabor de su sentencia, sólo puedes decirles que fue justa¨

agosto 25, 2009

La nueva Cobos




Julio Cobos ya tiene su versión femenina en espejo en el campo oficialista.

!Bienvenida Senadora Latorre al campo del voto no positivo!

¿Y si cerramos la exportación de carne futbolera?


Poniendo aparte el tema de las transmisiones, la sustancia específica del "mercado" del fútbol argentino pasa por “un momento de locura total” como diría el sabio popular Héctor Veira.

Jugadores que se auto-venden como el caso de De Federico de Huracán con un nivel de desparpajo alucinante. El club niega terminantemente -y muy suelto de cuerpo- haber vendido al jugador y hasta denuncia tibiamente su secuestro, pero éste viaja y se instala en su nuevo club brasileño, hace declaraciones altisonantes de autopromoción y se fotografía con su nueva camiseta.

El resto de la vida de los clubes es un vende tutti rayano en el delirio con incorporaciones casi nulas ya que el ascenso de los precios internacionales aún por mercadería de descarte ha dejado al mercado interno fuera de toda circulación. Desde insólitos mercados emergentes como el del fútbol griego parecen llevarse cualquier engendro criollo de carne con ojos que patee una pelota. Me pregunto: ¿en Europa nadie juega al fútbol? ¿Ya Africa no es fuente de ingreso de jugadores? ¿Existe alguna prohibición por la cual no se permite la práctica en el resto del mundo? ¿Como puede ser que entre tantos millones de habitantes no haya un 5 que le pegue para arriba un poco mejor que estos que se llevan? ¿Tanto dinero ganan allá en otras profesiones que los chicos jóvenes descartan al fútbol como medio de vida? Me resulta inexplicable tanta avidez de consumir los cortes futbolísticos argentinos, no ya solamente los de exquisito predigree, sino la faena de simples burros de carga, torpes corredores que volantean y deambulan sin pena ni gloria en algún club de estas pampas y son más puteados que aclamados por sus horrendas perfomances.

¿Será que la estirpe genética del futbolista argentino siempre entrega un plus? Más bien creo que son los ejemplos de las fortunas que ganan las estrellas los que educan para una brutal competencia selectiva y producen un standard de pateador de pelotas con alta carga de egocentrismo capaz de ir a jugar hasta en la luna contra los meteoritos si hay buen dinero.


agosto 23, 2009

El infame encanto de opinar


Andaba un poco alejado de los enredos -por no decir puteríos- del mundillo literario. Pero aquel gelatinoso universo de estrellitas y estrellados siempre es fuente de jugosas polémicas y uno no es de madera, a veces siente que necesita alimentarse un poco. Tal es así que di con este episodio a través de El Fantasma y me dispuse a entrometerme sin medir las consecuencias.

Resulta que en torno a un comentario de Quintín en Perfil sobre el libro "Siete días en el mundo del arte" de Sarah Thornton se armó un revuelo bloguero considerable debido a unos juicios negativos emitidos por el susosicho respecto de la traducción y la traductora del libro, Laura Wittner. La reacción principal vino de parte del Club De Traductores, y fueron sucediéndose los posts que armaron un profuso debate.

Muchas veces me he referido a los insustanciales parloteos “literarios” de Quintín y su labor bloguera; el tipo es un comentador superficial, un degustador que comenta al pasar y tiene cierta manía por calificar todo lo que pasa por sus ojos. Como además colorea sus pareceres escritos con divagues, datos, citas y referencias inconsistentes pero abultadas -que conforma ese magma que para el vulgar público lector es señal de “inteligencia”- suele adjudicarse a sus escritos categorías de ensayo crítico y darse a su opinión una supuesta “influencia cultural”. Se trata de una fantasía a la que recurren los que no conocen la diferencia precisamente entre un trabajo crítico serio y un comentario de entrecasa.

Pero poner esto en evidencia no implica por añadidura simétrica ofrecer la aprobación al trasfondo que dejan lucir las opiniones reactivas que pretenden defender el trabajo de la traductora cuestionando el acto mismo del ejercicio de la opinión o el comentario crítico. Si ponemos aparte por un instante las calificaciones del circunstancial opinador veremos que el caso pone en evidencia cierta zona errónea del ejercicio público del libre pensamiento. Rescato la respuesta de la propia Wittner que me parece obra en sentido de ofrecer un argumento de contraste y ponerlo a disposición de quién quiera leerlo y compararlo con las afirmaciones de Quintín. Lo que no me gusta es la reacción de tipo corporativo que trasuntan algunos comentarios, el típico malestar apocalíptico que se produce cuando se opina negativamente de un trabajo que es ofrecido públicamente y es por lo tanto opinable.

Rige en apariencia un supuesto código cuya regla de oro establece una rara especie de censura: “se debe opinar a favor o no se debe opinar” Aparecerá en primera instancia el gran argumento: no se cuestiona el contenido crítico de la opinión pero si la ligereza metodológica con la que se la emite. A primera vista suena muy coherente, pero me temo que se trata de una excusa en busca de protegerse de las opiniones. Cuando se opina a favor, aunque sea algún breve fraseo elogioso ¿también se le exige al opinador seriedad en la investigación y rigor metodológico en el análisis? La reacción me parece desproporcionada; sólo aspira a no ser criticado aquel que se cree con más derechos que los demás y pretender estar protegido de toda opinión negativa de los demás es una actitud corporativa con reminiscencias fascistas.

Lo peor de todo es que se apele a la chicana de la victimización cuando se afirma que una opinión negativa pone en juego la suerte laboral de la persona criticada. Nadie debiera recibir este condicionamiento a su libre opinión, es una falacia afirmar que el que publica un comentario adverso se hace acreedor a la responsabilidad de poner en riesgo el trabajo del opinado. Por otra parte, si esto fuera así, implicaría elevar a los comentaristas dominicales –precisamente a quienes se pretende poner en evidencia por su ligereza de análisis- a la categoría de poderosos e influyentes manipuladores capaces de sacar del mercado editorial a una traductora por el solo hecho de decir que algo no les gustó. En el caso particular de Quintín está influencia –por suerte- estaría limitada a un minúsculo puñado de mentecatos adulones.


Fútbol para todos, o la insoportable imperfección de la realidad


No se si imperfecta es la palabra correcta, pero es la primera herramienta expresiva que viene a mi mano en este ejercicio de pseudo reflexión acogotado por el tiempo que pongo en marcha, casi de emergencia. Se trata de intentar describir ese abrumador nudo que entorpece la elucidación aprobatoria o condenatoria de las puntualidades políticas complejas en una sociedad. En latino américa nunca fue fácil poder ceñirse a los modelos ideológicos desarrollados en Europa. Aquí las cosas siempre vinieron mezcladas de un modo enrarecido. La izquierda aquí jamás logró penetrar en el sentido común de las clases populares a pesar de ostentar uno de los discursos progresistas más desaforadamente a favor de los desposeídos de todas las izquierdas del mundo. Los liderazgos populistas, muchas veces al borde del autoritarismo, han convivido en general con altos niveles de corrupción personal, pero fueron también los que pudieron establecer algunos destellos de redistribución de ingresos que implicaran un relativo beneficio a los sectores más desfavorecidos del reparto de felicidad.

Las medidas de gobierno son imperfectas y contradictorias por naturaleza ¿pero que sucede cuando esas imperfecciones se traducen en contradicciones brutales, en la consumación tanto de ofensas como de defensas a unos valores que uno considera esenciales? ¿Se puede ofender un valor y al mismo tiempo defenderlo? Si se es corrupto pero a su vez se obra a favor de intereses populares ¿dicha corrupción queda mitigada en su consecuencia? Si alguien es sano y honesto pero obra a favor del poder económico concentrado ¿qué ponemos por delante a la hora de formar nuestra opinión sobre él? Demasiada densidad de interrogantes para ser trivializados en una breve jerga de entretenimiento. La vieja y querida colusión de principios

Esta inquietud me llega a propósito del reciente cambio en las transmisiones del fútbol argentino. Medida imperfecta si la hay que inmiscuye inorgánicamente al estado en una forma bastante oscura en la televisación de unos espectáculos futbolísticos junto a una más oscura aún entidad rectora de dicha especialidad. Si no hubiera otras prioridades evidentes que atender es obvio que le llegada del deporte mas popular a través de canales abiertos es un asunto deseable e importante hasta a un nivel simbólico y psicológico. ¿Será la hora de contentarnos con pequeñas revanchitas para sentir una sensación representativa de algún grado de liberación?

Advierto que ciertos escenarios promueven casi compulsivamente que formemos opinión a partir de sensaciones y no de razonamientos. Es que esa parece ser la propuesta de esta era del hiper-mensaje mediático al que todos los estamentos de la comunicación pública se adhieren; someternos a escenas de alto grado de estímulo para que nuestras respuestas de basen en reacciones emocionales antes que en puesta en juego de los resortes de la razón que permitan desplegar un calmo y detallado cotejo de valores y referencias. El sólo hecho de haber sepultado esas execrables transmisiones televisivas de los partidos ciegos, donde se relataba con vibrante fervor mientras la imagen remitía a una tribuna -obscena alegoría del propio poder de control del goce ajeno que era capaz de imponer- paga a favor de esta medida a pesar de que encierre tal vez monumentales incongruencias.



agosto 22, 2009

La república descerebrada


Repugnante espectáculo resultó el fallo sobre Cromagnón. Con el deplorable fuck you de la madre de Fontanet a los familiares de las víctimas incluido, todo fue pasto para que los descerebrados tengan algo que festejar; triunfo de la república del primitivismo y el hacer dinero de cualquier forma. Fallo populista y tribunero que entregó apenas un poco de sensación de racionalidad ante las condenas de Chabán, el manager y un policía, pero una densa oscuridad en la impunidad absoluta para los asesinos que tiraron las candelas -a los que nadie se preocupó en individualizar- y los que los instigaron a hacerlo con una campaña bastarda de agitación tribunera que no medía riesgos sino dividendos económicos. Ninguna lógica razonable explicará el por qué de una condena al manager y ninguna a los integrantes de la banda.

En este artículo puede que Eduardo Fabregat no acierte en todo, pero al menos siento que se acerca a la misma sensación que siento.


agosto 17, 2009

El poderoso llamado


A contrapierna, elevado por la potencia de la envenenada juventud, fui el nombre de tu futuro, el que estampó un poderoso llamado en tu atención.



agosto 13, 2009

El bocado del mundo




Gorila de Dios, tu que quitas el bocado del mundo, muéstrale a la Patria de los Yuyos la gloria cantora del despertar sin cadenas. Para que empeñados y desempeñados, halcones y tortugas, erizados y flácidos, posen en la fotografía cósmica del fin de curso.

En torno al valor de la necesidad ronda el inmenso hedor de la tortura, y la larva invertebrada de la traición crece indescifrable. Deshielo del reservorio de la democracia, confusión de la engripada justicia. ¿Por qué confiar en la ávara rusticidad de los insaciables?

La verdad desnuda se ha comprado un vestido porque se cansó de ser lapidada. Nos guía el frenético poder del placer oscuro, la maravilla del amor sencillo y resuelto, la palma de la mano fértil.


agosto 09, 2009

Carta cerrada


Leo a Ricardo Forster en Página 12, uno de los intelectuales más representativos de Carta Abierta, el grupo que tuviera su bautismo de fuego al salir en apoyo oficial durante el conflicto campestre. Grupo con el que tengo muchas líneas de pensamiento afines, pero del que a veces me desespera la cándidez de púlpito universitario rayano en la ingenuidad con la que se retroalimenta; esa disposición monacal a rendirse ante los usos y costumbres conceptuales de una tan prolija como inanimada ortodoxia libresca de izquierda.

Forster se queja:
“Son aquellos que nos lanzan a boca de jarro que gracias a los desaguisados del kirchnerismo hoy regresa la derecha y amenaza con volverse nuevamente hegemónica”

Su conciencia lo insta a guardarle un resto de fidelidad a Kirchner –casi como se agradece una dádiva- por haberle regalado unas breves vacaciones en un paraíso de esplendor adolescente, una tertulia de imaginario regreso al burbujeante mundo de las expectativas emancipatorias; por haberle dado la oportunidad de vivir en un oasis de esperanza progresista a pleno contrapelo del apoteótico regodeo del ultracapitalismo posmoderno.

Al final, Forster se pregunta:

“¿Pecaremos de ingenuos?”. Tal el interrogante con el que cierra su texto.

Si, su ingenuidad es directamente proporcional a la alta calidad de su prosa, armoniosa para ser leída en tanto enlaza una holgada claridad conceptual con ciertos vapores épicos en las formas. ¿Ser intelectual de izquierda en Argentina será citar poéticamente a Hegel mientras el político de turno se embolsilla una cometa?

Pero también pecaríamos de ingenuos si no le damos cierta credibilidad al argumento de contraste: por el tamaño de reacción se deduce que la gestión K tocó, central o tangencialmente, algunos resortes que molestaron profundamente a la derecha; esa explosiva respuesta es el mejor indicador de que algún acierto en la orientación política hubo en dirección a un modelo de más equilibrada distribución de la riqueza. Pero lo que no cierra del todo es la relativamente tardía llamarada contraofensiva del movimiento neoconservador. ¿Que sucedió hasta marzo de 2008? ¿Que sucedía con la derecha en las elecciones presidenciales de octubre de 2007? Son demasiado pocos meses de diferencia para tan drástico cambio de timón; ¿por qué semejante campaña no la hizo en octubre de 2007 cuando se jugaba un cambio de poder ejecutivo, y si lo hizo en estas elecciones legislativas? ¿Tan bien estaba el país como para que la derecha se creyera derrotada de antemano y no intentara invertir en una campaña que explotara las debilidades de los Kirchner para demonizarlos como hizo después?

En realidad buena parte de la derecha había aceptado ante el escenario de octubre 2007 una especie de pacto de conveniencia con el kirchnerismo, ya que eran más los beneficios que obtenía de sus políticas que la influencia negativa de los aspectos redistributivos. Le guiñaron un ojo a Cristina –aunque con mucha desconfianza y prevención- y se desentendieron de las opciones opositoras que libradas a su suerte se diluyeron. Pero el despelote del campo cambió drásticamente el escenaro: la derecha se encontró invadida por una rabia súbita ante lo que entendieron como una señal de insolencia corporativa del gobierno K que los hizo arrepentir con furia del reciente desliz de haber confiado, y con el regalo inesperado de una agitación popular que podía manejar a su favor. Esto produjo una suerte de reflexión ultimal: “haber confiado en una convivencia con “estos” fue un error; no da para más y llegó la hora de atacar y tomar el poder, encima ahora tenemos agitación popular a favor!”

La cuestión que no está resuelta, y que ni siquiera se plantea esta intelectualidad soporte autoconvocado del modelo K, es por qué se volvieron tan impopulares unas políticas y unos discursos que se suponía debían ser bien recibidas por estar instrumentadas nada más que para el bienestar popular. No es suficiente echarle toda la culpa a la acción positiva de una derecha que mediante operaciones mediáticas supo llevar a su molino las aguas del sentido común, por más que este sea un factor muy importante. Existen muy significativas culpas propias que comenzaron a contradecir ese sentido común popular en cada palabra, con ejemplos que van de citarle a Hegel a un padre que acaba de enterrar a un hijo fusilado por pibes chorros cooptados por alguna banda de narcos con protección política, policial y judicial, pasando por no denunciar la corrupción, los negociados mineros, las licitaciones arregladas, hasta no saber explicarle a la gente con sencillez y humildad cuales de las medidas que se tomaban eran para favorecerlos. Rodearse de mediocres y dóciles empleados en vez de convocar al talento disponible que podía ser afín ideológicamente aunque no fuera obediente incondicional ni obsecuente fue digamos otro factor que cerró el circuito.

Fijar, como hace el propio Forster en la nota, el comienzo del modelo el 25 de mayo de 2003 es parte de ese narcisimo oficial tan necio. Como si lo hecho después de la debacle del 2001 no exisitiera, cuando fue el trabajo sucio de ordenamiento económico que les posibilitó ingresar con cuentas ordenadas y al que le deben gran parte de su supervivencia de gestión. Ese es el primer atropello al sentido común, la primera muestra de soberbia barata, el ninguneo del breve duhaldato lavagniano, que nos guste o no, existió.

La demonización de Guillermo Moreno, popularizada de tal modo por la oposición que ya se la metieron en la cabeza a cualquier argentino de La Quiaca a Ushuaia, pudo producirse a tal nivel de unanimidad solo por la inoperancia de un gobierno incapaz de encontrar la defensa y la comunicación de las políticas de fondo más allá de las formas o las personas. Si cuando pasen 20 años la historia da cuenta de que Moreno llegó a ser un patotero bueno, porque patoteaba en beneficio del consumo popular, no servirá de nada por cuanto se lo dejó crecer como ícono de la repulsión a un modelo y se le regaló a la derecha el enemigo público perfecto y universal que necesitaba.

Todo esto abrió la brecha para que ingresaran, como una ambulancia a un accidente, los discursos de los mercaderes como Aguinis que exultantes de furia revanchista se lanzaron con todo el humo para vender. Para que un De Angeli y un Biolcatti se convirtieran en los referentes de movilización popular más convocantes, temidos y respetados por la masas. Algo hicieron mal para que eso sucediera, para que la derecha se abriera un cómodo paso entre los escombros del alma de un pueblo ignorado por sus intérpretes.

Me hubiera gustado que Carta Abierta no hubiera intervenido para defender a un gobierno en el momento de su decadencia, sino para ser parte de ese gobierno en todo caso en el momento de su lanzamiento. No de perrito faldero para ofrecerle un apoyo de siervo menospreciado, sino para ganar un lugar tan activo como crítico en su gestión.

agosto 08, 2009

Mondiablo


Hace poco se conoció la película de la francesa Marie Monique Robin. Ahora siguen las novedades en Europa respecto de unos maíces un tanto originales y las pruebas "científicas" que aseguran su inocuidad.

Deberías llamarte Mondiablo.


agosto 06, 2009

El ascenso de la inmaterialidad


La amenaza autodiluyente pesa sobre la escritura de los blogs -letra escrita en la web sin respaldo corporativo de difusión- y provoca abundantes tribulaciones en sus autores. Desde el sentir y reivindicar su condición de canaleta colectora de la pura ambición expresiva doméstica -deyección inoperante-, hasta los cíclicos simulacros de agonía y resucitación al desamparo de su millonésimo poder de circulación. Pero ese anonimato relativo de un blog –y no por relativo menos drástico y letal- se ofrece dentro del marco de una ficción realista de su superación, como un juego a pequeña escala de la repercusión. La publicación bloguera es un reality show privado de la experiencia de ser escritor, periodista o comunicador.

Pero la dicotomía entre lo tangible e intangible se está volviendo obsoleta; y ya no será menos objeto un post que un libro, porque ambos podrán durar como desaparecer sin dejar rastros reconocibles. En el mundo de lo efímero, la existencia del mensaje beneficiará al formato que encarna con mayor naturalidad esa condición. Por insistencia ininterrumpida en la sucesión, el fogoneo de los instantes unidos de la lectura web, como bacterias anónimas, construye ya hoy mayoritariamente sentido y comunicación. El libro, objeto que vive del derroche de sus galardones pasados, comienza a despedazarse ante la falta de decantada atención que lo aqueja. O impone su relajada apropiación, o irá desapareciendo de los ojos que solían frecuentarlo.


agosto 01, 2009

Es la estúpida economía


Leía un artículo de Leonardo Boff que decía entre otras cosas: "Porque para alcanzar los índices mínimos de desarrollo-crecimiento del 2% anual previsto, necesitaríamos dentro de poco dos Tierras iguales a la que tenemos".

Hay algo que está más allá del pleno reinado actual del capitalismo como sistema de existencia, y de algún fugaz período cuando el socialismo real significaba al menos una alternativa posible: es la dictadura de la economía y su dogma del crecimiento perpetuo. Primero se las ingenió para derribar la diferencia entre desarrollo y crecimiento; imponiendo el último como necesaria condición del primero, luego inundó con sus categorías soberbias todo los discursos de la política y las utopías sociales.

A pesar de lo que digan, no es posible el crecimiento infinito sobre esta tierra ni es necesario para el bienestar de toda la humanidad, más bien que el círculo virtuoso se iniciará cuando alguien le ponga fin a esta nefasta obsesión.


Escricultura


Esparcida en corrosiva licitud, diluida por el detergente de la espera o ansiosa como impertinencia de mocoso. Es enemiga de la labia, de la elocuencia seductora de la revelación. La escritura celebra el acto de su vanidad, siempre discreta en su opacidad corporal, adherida a la introspección fibrosa de la conciencia.

La escritura limada, la de los papeles hablantes y hablados, se recicla en cada infinito silencio insoportado, en cada frenada exitosa de la letra.