El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 29, 2009

Ejecutado






¿Se puede ejecutar una hipoteca afectiva?

El corazón, ay, el corazón ese tierno impostor que goza de tan buena reputación entre la gente…

La desafinada balada del deseo se ha quedado vacía, han usurpado sus melodías más traviesas, han declarado culpables sus más inocentes vacaciones letales, su perversa sinceridad se volvió látigo de hierro, cencerro de púas, bastarda herramienta de tortura atardecida… Tomé una noche a cuentas de las miserias venideras, me endeudé de afecto sin control, y no pude pagar, no pude, no me alcanzaron los gentiles recursos de mi rendición condicional, se secó la cuenca de mis labios y mis palabras de miedo se volvieron penas, monóxido de carbono entre tu boca y la mía, ácido sulfúrico en tus palabras de azote, bayonetas de piel herida que atraparon mi mirada creyente, diáfana en su inevitabilidad. Te ofrendé mi cobardía, pura y de pie, como quien entrega el cielo al primer postor. Los perros del resentimiento fueron por más, por bronces y sotanas, por registros repetidos, por frecuencias altercadas, por códigos obsoletos, y a pesar de todo encontraron el eco de la inseguridad, el peor eco de la inmadurez muscular del sexo cósmico, la carnal debilidad de la evasión, la despedida miserable de una transgresión falsa. De oficio, me ejecutaron la deuda con saña, cobrándose uno tras otros los silencios indolentes, las ausencias predictivas, las vacaciones provocativas de la inmanente libertad, aborrecida y desvalorizada, pulverizada por la urgencia del vil orgullo. Pagué el precio con la sonrisa de la herida inmortal, el daño estéril que confirma la caída inevitable, el tránsito descendente del ímpetu mayor, la conclusión obvia de la imposibilidad de existir tiernamente hasta nublar la conciencia…


Siento el viento del amor escaparse aterrado, pobre incrédulo, pero me queda una frase que me susurra el Sabio Maná como lección irrefutable:

“Déjalos, que se queden contentos con el inmundo sabor de su sentencia, sólo puedes decirles que fue justa¨

2 comentarios:

Isabel dijo...

Me ha llegado esta entrada tuya.
La pregunta... ¿se puede? Yo diría más... se debe. Porque el amor no se hipoteca, y si se hace, es porque no es amor. Besos.

Tino Hargén dijo...

Gracias Isabel por leer, y que te haya llegado me pone contento. Entre tanto salpicado político que decora mi blog por estos tiempos, a veces es tiempo de volver al paraíso ficcional de las palabras..