El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

septiembre 02, 2009

Los medios de la ley


El movimiento que propugna la inmediata restauración conservadora en Argentina está interesado en que la demonización de los K arrastre la sepultura definitiva de todas las ideas políticas que considera enemigas de sus intereses. Que cancele para el futuro, aquellas iniciativas, que pudieran prosperar aún en otras manos que las de los K. Tratan de desarticular para siempre la sensación de que es posible tocar ciertos poderes intocables.

Para los bien pensantes ¿cuál es la diferencia entre Kirchner y Duhalde? ¿Acaso uno era me nos peronista que otro, menos clientelista, menos favorecedor de empresas de amigos? ¿Cristóbal López contra Américo Gualtieri? Lo que no me explico es como muchas miradas no pueden entender que esta oposición va más allá del fastidio o temor a Kirchner, supera sus límites domésticos. La ley de medios es un caso paradigmático: cualquier retorno de una ley que pretende democratizar el reparto de medios en el futuro será arrastrada por el barro de haber quedado estigmatizada como desatino kirchnerista. Por eso se encargan que el discurso sea bien machacón y distorsivo: debe instalarse que es una ley para amordazar a la prensa, para censurar, un acto de despotismo gobernante, un delirio personal de revanchismo desesperado. Creen que hay que garantizar que nada bueno pueda concebirse de leyes como esas.

En algo acierta Eduardo Aliverti. A juzgar por las desesperadas voces que tratan de aniquilarlo, el kirchnerismo pareciera ser la peor tragedia de los argentinos, cuando a lo sumo no pasa de ser una comedia un tanto corrupta y desprolija que a causa de su tozudez se vuelve lesiva para algunos negocios que se presumen intocables. ¿Desde cuando hacer que un medio no pueda acaparar el 80% del control total de los contenidos debiera despertar semejante grito de horror en la sociedad? ¿A donde fueron a parar tantos discursos que abogaban por medios pluralistas, participativos, inspirados en las modernas doctrinas de los más avanzados países de Europa y América? ¿La ley es poner a Verbistky en cadena nacional todos los días en todos los canales y radios y a toda hora? Esto pone en evidencia cual es la danger zone del cambio en la Argentina, porque instala, más allá de su personalismo de origen, la confrontación en sus términos descarnados, en la frontera ardiente en la relación del estado con los grandes poderes económicos. Un punto al que supo llegar también Alfonsín a veces pero que también lo hizo amante del escape y la salida negociada. Alfonsín rozaba el punto y se retiraba, sopesaba la asimetría de fuerzas y negociaba hacia atrás. La táctica también fracasó. Kirchner llega al punto y se instala, no negocia, aunque tampoco resuelve lo que genera, deja el conflicto desnudo y no sabe articular refuerzos para el combate final.

A Kirchner, cuanto más parece hundirse en su propio fuego, le prolonga la vida la propia dimensión de la reacción de sus opositores, son la prueba de que sus medidas tocan donde duele para que haya realmente algún cambio estructural, más allá de mil imperfecciones y otras tantas miserias que lo oscurecen. El acatamiento casi militar de los formadores de opinión empleados de los medios que se lanzan a la cruzada denostadora casi al borde del paroxismo, roza el efecto contrario por la evidencia de su interesado exceso.

Ahora bien, es innegable que la circunstancia puntual de impulsión de la ley es el evidente revanchismo personal de K con el grupo que fue aliado. ¿Por qué impulsar la ley hoy a modo de una quemada de naves y no haberlo hecho en el 2003 con el aval de una imagen positiva abrumadora, cuando las condiciones objetivas hacían más probable sustentarla con un alto apoyo popular e institucional? La reacción de los intereses afectados hubiera sido igual de virulenta, pero claro, hubiera tenido menos efecto en soledad que puesta en la cresta de una ola de vituperación automática ya instalada como tragedia. Pero aún esta pequeñez de origen no la invalida lo positivo de su proyección.


Addenda: A cuenta de lo dicho rescato algunos conceptos que que dejé en Nación Apache a propósito de un texto de opinión allí publicado.

-Reducir la ley a un revanchismo Kirchnerista desconociendo sus contenidos, la sustenación cultural que tuvo la elaboración del proyecto, es patear la pelota para que el partido se juegue donde quieren los grandes medios hegemónicos: que la demonización de Kirchner arrastre todo aquello lo que le resulta incómodo a sus intereses para dejarlo definitivamente sepultado.

-Afirmar que se pretende eliminar a los grandes medios del debate público es una exageración panfletaria; los verdaderos eliminados del debate público son los que no se muestran genuflexos a esos medios, y los que teniendo un medio independiente sufren la presión para venderlos a precio vil.

-Ciertas voces opositoras apelan a una retórica neoliberal de la época de Guy Sorman: el estado y el gobierno son la censura y el poder, y los grandes grupos son la libertad.


-Creo que aquí no está en juego el juicio a los méritos nac & pop de Kirhcner, sino lo que puede darnos la ley de aquí en más, mejorada y apuntalada por un mayor consenso, cuando los K sean tal vez un recuerdo de archivo; lo que la sociedad puede ganar con ella vale más que cancelarla con el argumento de la incoherencia progresista de los K.

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