El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

marzo 29, 2008

Campo feroz ( V )

En Nación Apache dejé un par de comentarios en sendos post que quiero compilar aquí como forma de seguir el debate.

El primero es en respuesta a una carta abierta de un grupo de intelectuales tomando posición sobre el paro del sector agropecuario. Aquí pueden leer en texto de la carta a la que respondo.

Tengo acuerdos y desacuerdos con la nota, en estos temas tan complejos tomar partido con un texto breve es complicado.



Estoy de acuerdo en que la medida es extrema y desproporcionada; por un reclamo sectorial cortar por la fuerza el suministro de alimentos de un país por tiempo indeterminado no es broma, y lo peor es que con el correr de los días y las declaraciones de dirigentes y productores alzados me parece que los mueve mucha soberbia y prepotencia, la presentación casi apocalíptica de las cosas que hacen algunos parece erigirse como el apriete desde un lugar de poder, y no desde la desesperación por una necesidad extrema. Me parece que a muchos productores se les ha subido a la cabeza que son los salvadores del país como para envalentonarse a imponer sus intereses como si estuviera en juego la patria.

Tampoco percibo conciencia en los pequeños de sus problemas en relación a los intereses de los grandes grupos, lo que se nota por el contrario es que han comprado el discurso de estos últimos de echarle toda la culpa al gobierno y la suba de las retenciones. No se nota en los hechos ese clima y ese enfoque un tanto idealizado de rebelión antes los grandes grupos y las multinacionales que se describe en el comment de Nicolás González Varela por ejemplo. Lo que es innegable es que hay una fuerte motivación contraofensiva frente a un gobierno que es también soberbio y los trata muy mal, que les miente, que al menor reclamo les manda a D’elía y los demoniza, que nunca tuvo un plan ni trabajó por los pequeños sectores y sólo se limitó a subir la alícuota de las retenciones como quién aprieta un botón para obtener una solución fácil.

Otra lectura preocupante: Es evidente que en la implementación extorsiva de la medida que pone en riesgo la normalidad alimentaria de la población hay un revanchismo de pagarle con la misma moneda por su política permisiva en materia de cortes de rutas (los cortes del Puente Pueyrredón, los cortes del puente internacional por el tema de las pasteras en Gualeguaychú, etc.). Este gobierno optó por una prescindencia y una permisividad totales que tuvo tal vez la sana intención de no reprimir un modo de protesta social que se puso de moda, pero que tiene como consecuencia negativa que ha ridiculizado y debilitado el concepto de soberanía del estado de derecho en materia del uso del espacio público al punto de que ahora tomemos como un hecho “natural” una protesta que bloquea más de dos semanas la circulación de suministros esenciales a los principales centros urbanos de un país, lo que en si mismo constituye un acto grave al borde de la sedición.

Sentar precedente de aprietes empresariales de ese tipo es jodido, mañana puede ser el gas, las naftas, los laboratorios bloqueando el suministro de remedios. Hoy veía por TV que a pesar de haber iniciado el diálogo anoche se ha vuelto al paro. Al no obtener en un día lo que querían dan marcha atrás con la tregua, vaya hidalga manera de negociar que tienen. También observaba que unos tipos decidían a la vera de la ruta “que camión dejan pasar o no” actuando como inspectores y represores de la libertad de los camioneros. Digo yo, ¿en nombre de quién y de qué van a seguir indefinidamente decidiendo sobre la vida de los demás? Se necesita legislar urgentemente sobre la materia si es que no se quiere aplicar las leyes existentes; no se sostiene este valetodo y este despelote legal absoluto. Por otra parte, para algunas huelgas convencionales que no implican medidas de coacción hacia terceros ajenos al problema y donde se reclaman 50 mangos más por mes de sueldo se dictan “conciliaciones obligatorias” o declaraciones de “ilegalidad” ¡? ¿Aquí sólo queda esperar que a los del campo se les de la gana dejar pasar los camiones de leche y fruta para que nos sigamos alimentando? ¿Y quién paga las pérdidas por todos los alimentos que se pudrieron y los perjuicios a los demás sectores en 16 días?

Lo que no estoy de acuerdo: Hablar de “modelos en pugna” es como que me resulta muy de apoyo al primer discurso oficial, y sin explicitar los modelos se supone más de lo que se aclara. ¿Serán los modelos históricos de “liberalismo exportador de materia prima” versus “industrialismo nacional y popular”? No creo que este conflicto se trate de dos modelos de acumulación en pugna. El campo critica las retenciones pero no el intervencionismo del estado en el sentido ideológico como lo hacía antes, ya que lo necesita para mantener el resto de las variables del negocio. Tampoco creo que el modelo K sea ejemplo de modelo redistributivo.


El segundo es en respuesta a un artículo de Beatriz Sarlo.


Sarlo pretende diferenciarse del gobierno pero es demasiado indulgente y por lo tanto acompaña a su corrección política miope en materia de entregar la soberanía del estado sobre el espacio público legítimamente ganada por el voto popular al primero que se le ocurra ocuparlo. Con un claro temor de manchar la más pura de las correcciones políticas en la que presume militar, relaciona su tolerancia a la ocupación del espacio de parte de desocupados con una supuesta simetría que obligaría a aceptarlo de parte de cualquier sector y por cualquier fin; aún si fueran operaciones que atentaran contra el orden democrático; caso de este paro cuyo origen no creo que sea golpista pero puede llegar a serlo en los hechos.

Me parece que lo primordial en este caso es diferenciar dos conceptos que no pueden ser igualados jamás: una cosa es una ocupación de un espacio público transitorio (que puede implicar un corte del tránsito vehicular también transitorio) para hacer oír una protesta sectorial y otra muy diferente es realizar un acto de bloqueo coordinado, específico y planificado de materias esenciales cuyos resultados se saben de antemano producirán graves daños sociales y que por ello actúan con sentido extorsivo. Negar el conocimiento de las consecuencias de esos actos de bloqueo múltiple, deliberado y calificado contra el estado de derecho es una ingenuidad inaceptable como esgrimir que se tiró nafta sobre unos metales calientes pero sin la intención de encender el fuego. El dolo social e institucional eventual de tal medida de alzamiento y bloqueo está claramente demostrado.

Decir que el espacio no es una abstracción y que los derechos pueden colisionar es habilitar el golpismo corporativo. Los más poderosos podrían ejercer actos de sedición contra el estado de derecho como todo el tipo de bloqueos que se les ocurra. Hoy es el turno del bloqueo de la llegada de alimentos a los centros urbanos, mañana puede ser el bloqueo de ingresos o egresos a puertos de mercancías vitales, y toda la gama que de coacciones que les ocurra a cualquier sector corporativo poseedor de elementos esenciales con los que intimidar a la sociedad. Por ejemplo, ¿que sucedería ante un bloqueo del suministro de combustibles realizado por la conjunción de las grandes petroleras con las cámaras de estaciones de servicio? ¿Nos pondríamos a discutir si el conflicto le pertenece a las pequeñas estaciones o los grandes petroleros mientras la falta de combustible desestabiliza el orden institucional?

El bloqueo de suministros esenciales por tiempo indeterminado sin considerar la posibilidad de diálogo no es una mera ocupación del espacio público, sino un acto de coacción y agresión al orden social y al estado de derecho. Tolerar, justificar y avalar los bloqueos es esencialmente habilitarle una nueva vía al golpismo. Decretar la imposibilidad del estado de reprimir cualquier bloqueo que atente contra la estabilidad de las instituciones es una trampa estúpida, casi una tentación al suicidio de las instituciones democráticas, es rifar el poder legítimo emanado del voto popular al mejor postor.

Suponer que porque en algún momento no se reprimió una protesta gremial que cortó una ruta durante un pequeño lapso se debe permanecer inmóvil ante cualquier tipo de extorsión corporativa escenificada en el espacio público es un error cuyas consecuencias son de imprevisible gravedad.

Luego agrega: “hay que rechazar la idea de que si el que se moviliza no es un pobre o una víctima del terrorismo de Estado, su activismo carece de legitimidad”. Pero obviamente que si, pero lo que se trata es de diferenciar cuando el activismo se convierte en golpismo, es imposible esa igualación ingenua e idealista de cualquier acto alzado por la semejanzas de su escenificación geográfica.



marzo 28, 2008

Campo feroz ( IV )

Un par de reflexiones más que espero no contribuyan a que se me embandere tras ninguna de las falsas opciones antinómicas en las que muchos han pretendido reducir todo este tema: gobierno K vs campo, modelo liberal vs modelo progresista; blancos chetos vs negros grasas.

Cualquier política económica que imaginemos con un mínimo sentido diríamos “progresista” se basa en la articulación de medidas de alcance macroeconómico con otras de rango sectorial pero no menos importantes, que tiendan a hallar el equilibrio para el desarrollo del conjunto de la sociedad. En primer lugar está el factor social que siempre debe prevalecer a la hora de encontrar una fórmula que tenga en cuenta el interés general de la población y la posibilidad de acceso a un mínimo nivel de vida a los segmentos menos favorecidos. Dentro del factor capitalista es igualmente necesaria y complementaria la búsqueda del equilibrio; no es posible favorecer siempre a un sector, habrá medidas que beneficien a unos y perjudiquen a otros. Bajo el actual gobierno, a nivel macro, al sector agropecuario lo beneficia principalmente la política de sostén del tipo de cambio ya que es un sector privilegiado por ser exportador de productos hiper-demandados en el mundo. Recibe de esta política mucho más beneficio que el que reciben vastos sectores industriales manufactureros que aún con un dólar a 3,15 se las ven en figurillas para sobrevivir en el mercado interno acosados por el ingreso de mercancías importadas a bajo costo (caso el sector textil por ejemplo), y que quedan muy lejos de la quimera de un acceso competitivo a mercados exteriores para vender sus productos.

También el sector rural se beneficia de la política tarifaria intervencionista respecto de los servicios públicos. Esta medida no solo trata de mantener los combustibles en valores accesibles a la población en general sino que es una de las variables que hace competitiva a la producción agropecuaria. ¿Que pasaría, por ejemplo, si el gasoil se liberara a las presiones de los sectores petroleros y le costara a los argentinos tal vez el 200% más? Tal vez entre otras cosas un adiós el negocio sojero en los términos que hoy enloquece de codicia a los grandes productores.

Es fácil ceder al impulso de la avaricia individual y ver sólo el árbol sin mirar el bosque. Por eso, tanto la crítica unilateral de las retenciones de parte del sector agrario como su defensa por parte del gobierno no tienen sentido sin una necesaria evaluación en términos de conjunto de toda la trama que conforma una política o un plan económico. Desde el lado del gobierno no basta con justificar sus medidas en estos principios globales sino se analizan sus efectos concretos. Y menos que menos azuzarnos con falsas opciones del tipo “Retenciones o Videla”

Campo feroz ( III )

Apuntes sueltos que quedaron a la vera de la ruta...


El factor Kristina

¿El esquema de retenciones que aplica el gobierno es instrumento de una política realmente redistributiva que además busque el equilibrio para hacer viable a todos los sectores de la economía? Me inclino por cree que el aumento de las retenciones fue una maniobra facilista del ministro de economía Lousteau a falta de un verdadero plan. Se parece mucho a una política que solo atiende a mantener la salud de la Kaja y una cierta estabibilidad cortoplacista de los precios internos, pero que no contiene ninguna política redistributiva ni productiva global como se la quiere hacer parecer. En lo sectorial por lo pronto el efecto es el contrario; esta política de retenciones beneficia a los grandes grupos en detrimento de los pequeños, por lo tanto sería regresiva. La discusión se amplía cuando pasamos de una visión sectorial a una general, si esta política agropecuaria es beneficiosa para el equilibrio económico-social de todo el sistema. Manejar el desfasaje de precios externos e internos en un contexto alcista de los primeros no es fácil, no hay fórmulas mágicas.


El rampante estigma de unitarios y federales

A lo largo de todos estos días sentí que se reeditaba de modo sui generis el sempiterno esquema antagónico de toda la historia argentina: unitarios versus federales, el centralismo porteño versus las provincias. La política eminentemente unitaria del kirchenrismo que se aseguró el manejo discrecional de una caja no coparticipable de la nación cada vez más gigantesca frente a los cada vez más debilitadas autonomías de las provincias. Pero aparte de las motivaciones económicas, todo lo que se ha visto de este conflicto motoriza un rechazo visceral de la figura personal de la presidenta y de todo el gobierno central en el interior del país. El pequeño productor típico es alguien que se siente de alguna manera un trabajador explotado por los lejanos dirigentes nacionales que representan al centralismo político parasitario. Influyen en esto el poco contacto de los gobernantes con las realidades productivas, su progresismo urbano anclado en el monotema de una épica museológica del rechazo a la dictadura y el homenaje permanente a sus víctimas, y una tendencia a simplificar todos los conflictos en términos de polaridades raciales o ideológicas. A esta idelogización simplista adhiere buena parte de la opinión intelectual o pseudo-intelectual del progresismo porteño que agudiza cada vez más los síntomas de la enfermedad que los afecta últimamente: aceptar las consignas kirchneristas cada vez con menos capacidad de reflexión crítica independiente.

Resulta singular analizar los curiosos aspectos etnológicos y colorimétricos del fenómeno. Desde ese punto de vista vemos que el antagonismo entre la población de las provincias laboradoras contra el centralismo doctoral porteño tuvo históricamente un tinte de “negros” contra “blancos”; en este caso desde las huestes K se invierte el esquema cromático-social y establece que el flujo de los reclamos es de "blancos" contra "negros", presentando a la gente del campo como fachos blancos que cargan contra los negros urbanos de izquierda.


La realidad es que se ve una presidenta aislada políticamente, sin el respaldo dirigentes de peso, entre la sombra de su marido que no se sabe si gobierna o no gobierna, y sus ya apagados homónimos delfines. Expone demasiado su alianza con los personajes del gremialismo caduco y lo que es peor, aparece demasiado ligada al accionar de su impresentable guardaespaldas Luis D'elía. Sus defensores lo quieren hacer aparecer como “luchador social”, pero con sus actos y dichos demuestra ser nada más que un energúmeno del que se aprovecha su primitivo odio racial como mano de obra barata. Un verdadero luchador social es alguien que lucha para construir logros concretos para algún sector de la población y no se deja cooptar por ningún gobierno; este troglodita que se expone movido por el odio y el racismo como únicas motivaciones no puede ser equiparado a los verdaderos luchadores sociales.

Campo feroz ( II )

¿Que es “el campo”?


Se habla de los grandes, los medianos y los pequeños. Los contratistas, arrendatarios y prestadores de servicios. Es complicado esclarecerse sin investigar con mayor grade de detalle todos los aspectos económicos que se ponen en juego en este vasto sector. Para empezar podemos anotar cosas que suceden en general y luego mirar desde el lugar de cada una de las realidades:

-Hay una creciente extranjerización y transnacionalización de la propiedad de la tierra.
-No existe política de protección o asistencia al pequeño productor para que trabaje su campo. Se lo deja a expensas de una presión para tener que alquilarlo o venderlo.
-Tampoco hay iniciativas de proyectos de agroindustria desde el Estado donde participen pequeños y medianos productores.
-Es nula consideración del impacto ambiental de las prácticas crecientes que incluyen el uso indiscriminado de nitratos y fosfatos.


Los grandes

Aquí debieran ubicarse las grandes empresas propietarias y explotadoras de tierras, los que organizan los llamados “pools de siembra” y los productores con extensiones mayores a 500 hectáreas, les permite obtener grandes rentas sólo con alquilarlo (en zonas sojeras se paga 2.000 pesos la hectárea de alquiler, lo que determina que se obtienen 200.000 pesos anuales de renta por cada 100 hectáreas ). Un 70% de la soja que se produce en el país está en manos de muy pocas grandes empresas, caso de Grobocopatel (siembra 25.000 hectáreas de campo propias y alquila otras tantas a pequeños productores), MSU, etc. También los grandes exportadores: CARGILL, NIDERA, MONSANTO, DREYFUS, ACA.

Cebados ya por 6 años de orgiástica acumulación de riquezas a granel, cambiando flamantes camionetas 4x4 importadas como si fueran caramelos y atesorando propiedades inmuebles en una loca carrera especulativa que condujo a una distorsión de los valores de mercado elevando los precios de las propiedades urbanas a las nubes, observan la explosiva avidez internacional por sus productos y sacan cuentas astronómicas que excitan las glándulas de sus apetitos económicos más profundos. Sienten que no poder cobrar el billete premiado que la lotería de los precios internacionales les ofrece es estar jugando el papel de tontos en un mundo de vivos.

Según datos del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación (Ciepyc) realizado en junio de 2007, la rentabilidad del sector agrícola fue en promedio (2002-2006) un 40 por ciento superior, comparado a los últimos cuatro años de la convertibilidad . Durante los dos primeros años de vigencia del nuevo esquema macroeconómico, los márgenes de ganancia del sector agrícola promediaron niveles del 50 por ciento superiores que los de la convertibilidad, llegando a picos en donde superaron el 80 por ciento.

Son los mismos que declaman ser reconocidos por trabajar, sufrir y producir. En gran parte dicen una verdad, pero habría que informarles que no son los únicos. También presumen de honestidad brutal, pero ocultan los cuantiosos dineros obtenidos cuando campeaba el mercado negro de la soja por ejemplo. Son los mismos que se aprovecharon de una Argentina arrasada como botín de guerra en el 2002 y 2003, cuando eran los únicos favorecidos en los comienzos de aquella pesificación salvaje y embolsaban suculentas sumas de sojadólares con los que compraban a precio vil las propiedades que los otros argentinos debían vender desesperados para salvar sus bancarrotas comerciales e industriales y la confiscación de sus ahorros.

Los pequeños

Se habla de que el conflicto lo radicalizaron los pequeños productores, su realidad no es la misma obviamente que la de los medianos y grandes. La fiebre sojera es una verdadera fiebre del oro, una locura cuya lógica -de seguirse sin freno ni equilibrio- conduciría a nefastas consecuencias para el país. Los pequeños se equivocan al comprar el discurso de los dirigentes que representan los intereses de los grandes grupos.

No se si los pequeños productores identifican correctamente a la totalidad de sus enemigos. ¿Es el gobierno solamente o son sus “colegas” de los grandes grupos concentradores de tierras, capital de trabajo y siembra los que imponen este rumbo que atenta contra la diversidad y su subsistencia como pequeñas unidades productivas? ¿Quiénes imponen las prácticas aceptadas de alquileres en valor soja nominal? Está claro que uno de los más desfavorecidos es el pequeño productor que no es propietario y trabaja campo alquilado, pero entonces ¿Sus gremios no debieran también reclamar a los dueños de los campos que el alquiler que paga esté en función de la rentabilidad real y del precio deducidas las retenciones, y no de un supuesto precio ideal que no existe?

¿Los que dicen defender a los pequeños y medianos productores son algunos de los que persiguen una política que hace que desaparezcan?

Lo mejor que he leído sobre el tema es el sintético pero preciso artículo de Claudio Lozano vía el blog de 60 watts en la cultura.

Campo feroz ( I )

De los mercaderes alzados en la historia


No hay que subestimar el potencial movilizador de la burguesía cuando es agredida en su intimidad más sensible: el bolsillo. Los ejemplos históricos van mucho más allá del caso de diciembre del 2001 que muchos mencionan cuando lo que no pudo ni el más radical de los grupos clasistas combativos lo pudo una burguesía a la que de pronto le metieron la mano en sus frondosas cuentas y ahorros. ¿Que fue la revolución francesa sino un alzamiento de los burgueses cansados de los impuestos abusivos? La democracia toda debe su origen a los mercaderes alzados contra el despotismo confiscador. En una sociedad, la fuerza combativa que nace de la ambición de los más favorecidos es a veces mucho más poderosa que la que emana de la combatividad defensiva de los menos favorecidos.

marzo 24, 2008

El debate indispensable

Omar Genovese en su blog El Fantasma convocó recientemente a un debate. El detonante fue la charla de presentación de un libro y las tribulaciones inesperadas de sus participantes alrededor del tema de los años ´70 y el golpe del ´76. De inmediato rondó la aureola de clausura sacra que se ha apoderado de esa parte de la historia de los argentinos últimamente. Intensificar la práctica del debate me parece indispensable para cualquier salud intelectual. Este fue mi aporte a la discusión donde se han volcado más que interesantes opiniones cuya lectura recomiendo.





La comedia convocante: González-Quintín-Fogwill


El fenómeno de la publicación de ideas por fuera de los poderes emisores establecidos ha experimentado en los últimos años a través de los soportes web un significativo crecimiento cuantitativo y cualitativo en todo el mundo, lo que ha motivado que ya deba ser tenido en cuenta como un elemento más en circulación con cierta influencia real en buena parte de la formación de opinión. En el caso particular argentino la cultura establecida gobernada por los principales holdings multimediáticos y editores cuyos efectores comunicacionales -dependientes directa o indirectamente de ellos- son el conjunto de escritores y periodistas que detentan una cierta “posición”, han ido reaccionando de diversa forma ante el fenómeno. Por ser un proceso novedoso y sin precedentes, han tenido a la vez que procesar su comprensión, actuar en consecuencia, elaborando estrategias de reacción al mismo tiempo que lo iban conociendo y descubriendo sus alcances. En el camino han sufrido diversos entusiasmos y decepciones tácticas, han jugado al juego de prueba y error hasta ir concluyendo con la experiencia algunas estrategias comunes. En toda este proceso se produjeron reacciones dispares dentro de ese poder cultural que variaron entre un reconocimiento y un reflejo del fenómeno en el sentido informativo, escrutándolo como tendencia social, hasta la toma de conciencia de los peligros que representaba para la estabilidad de todo el orden que legitima y da vida a su poder comunicacional. La antigua estrategia del ninguneo, la primera y más sencilla de las operaciones que se practicaba ante toda expresión externa en la era pre-web, demostró su inaplicabilidad en la era de una hiper-comunicación incontrolable ya que dada la enorme difusión de sus hábitos era imposible no dar cuenta de su existencia a riesgo de perder el contacto con la realidad que se reflejaría en una disminución del consumo de esos medios. Los medios se encontraron ante un dilema: primero tener que dar cuenta del fenómeno, lo que significaba darle inclusión y difusión, pero al mismo tiempo diseñar una estrategia de neutralización que alejara los peligros que su potencial crecimiento y consolidación representarían para su hegemonía. El gran medio que linkeaba un blog alternativo, por ejemplo, no tenía conciencia al principio que tal vez estaba alimentando a su propio enemigo. Las opciones fueron varias, pasando por el obvio intento de desacreditación, pero finalmente parece haberse impuesto la cooptación. Este dispositivo se basa en acciones tales como como crear soportes técnicos propios para blogs hasta patrocinar a "blogs oficiales" cuyos contenidos sean neutralmente “literarios” e inocuos; con notas sobre algún viaje de Borges a Tanzania o sobre un ignoto escritor checo que escribe cuentos sobre las hormigas desculadas de Manhattan, que mantengan el perfil lejos de cualquier intervención de opinión incómoda. Es el caso La Nación y Clarín principalmente.

El operador al que Genovese hace referencia en su convocatoria al debate –Quintín- es un producto esencialmente de la versión progre del menemismo, su perfil es el de un cronista de espectáculos de la cultura. Al fin y al cabo la concepción cultural dominante desde el menemato a esta parte no es otra que ésa, la cultura como un parte de la farándula, una península intelectualoide del show business. En principio, y obviamente, se dedicó al cine para usufructo natural de la resonancia prestigiosa del nombre de su padre Manuel Antín. Luego su olfato comercial -que justo es reconocerle como atributo- le indicó que el mayor rating cultural pasaba no por el cine sino por el alto consumo de los puteríos circundantes al mundillo literario, principal fuente de atracción de la denominada "prensa cultural", nombre que recibe un conglomerado amorfo compuesto principalmente por los suplementos culturales de los diarios. Cualquier principiante en el arte de estudiar mercados se dará cuenta que este segmento está compuesto por los consumidores de libros y lectores de diarios; perfil de clase media alta pseudo intelectual, snobistas y adictos a la ficción, ávidos de leer materiales que agiten las aguas alrededor del espectáculo literario; puesta en escena de estrellas y estrellados, vulgarización políticamente correcta de tópicos políticos o sociológicos, polémicas banales, hojarascas pseudo filosóficas, reseñas efectistas, noticias y chimentos alrededor de los escritores, etc. Una versión culturosa de lo que Jorge Rial, Samuel Gelblung o Lucho Avilés hacen en relación al espectáculo televisivo. Su llegada a la web primero en los Trabajos Prácticos respondía a esta forma de olfatear los negocios. Su dedicación casi obsesiva, sus reseñas desproporcionadas de todos y cada uno de los libros de ficción que encuentra a su paso le permitieron una repercusión que garantizó el conchabo de su pluma por parte de varios medios. Su engendro “La lectora provisoria” implicó una hábil sociedad marketinera con Tomás Abraham, un “filósofo” que ya era marca registrada para el consumidor cultural habitué de las revistas Gente y Caras. Detrás de ese infeliz título se edifica un site con contenidos de tercera categoría y comentaristas de cuarta que hacen gala de un patético cholulismo. Que se omitan los links a otros blogs responde claramente a su estrategia de silenciamiento; quiere posicionarse como puente funcional hacia los medios a favor de un aumento de su rating lector que asegure su salario, jamás podría contribuir a lo contrario.


La nota en primer lugar muestra la pusilanimidad de mentecatos de dos tipos frente a un escritor como Rodolfo Fogwill, lo que da cuenta instantánea de la baja estofa de todo lo que rodea a este sub-mundo. Si no se animan a criticarle un libro por temor a su reacción colérica, que podemos esperar entonces de lo que escriben suponiendo que deben comprometerse como periodistas libres frente a los poderes de turno. Fogwill, aparte de jugar bien su personaje de calentón guarango, apela a mostrarse como el más políticamente incorrecto de los políticamente correctos, para lo cual le es suficiente con desafiar algunos tabúes y vacas sagradas conceptuales del progresismo izquierdoso del ambiente cultural que, dicho sea de paso, últimamente padece de un subyugamiento k-peronista galopante. No le cuesta mucho porque naturalmente es un tipo políticamente incorrecto por más que trate siempre de dar alguna puntada a favor de cierto progresismo indeterminado. Su discurrir causa un tormentoso estupor en un medio donde reina la más obscena condescendencia y la más temerosa prevención.

Lo que por último y principal me resultó patético, y un indicador inquietante, fue el pánico neuromuscular que manifestó Quintín en el párrafo final de su nota a una confrontación de ideas diferentes entre González y Fogwill. Es grave, o se está consumiendo alguna sustancia que paraliza los centros de la adultez intelectual o el campo progresista que transformó en un refugio de maricones que no se animan a pensar por si mismos más allá de los clisés por temor a la reprobación de los otros progresistas. ¿Será que se siente real pavura por la reacción de los bravucones que se creen dueños de la ortodoxia doctrinaria y amenacen autoritariamente a la libertad de pensamiento en materias como los sucesos de los setenta? Si así fuera sería un índice de decadencia demasiado evidente y no porque sea el caso de Quintín sino porque temo que se ha convertido es una actitud generalizada. Hoy pareciera que se evita a toda costa penetrar en los temas espinosos del debate ideológico, como si se temiera la reacción insultante de Bonafini o Bonasso -por citar dos ejemplos- ante cualquier esbozo de razonamiento que se aparte un ápice de sus diminutos horizontes dogmáticos oficialistas. Liberado el pensamiento progresista del enemigo exterior –la dictadura- está cayendo bajo la amenaza del enemigo interior. Y creo que si la izquierda no recupera urgentemente el debate interno en serio que incluya la apertura y la autocrítica más abarcadora posible, y que ponga fin a tanto tabú y a la intolerante ortodoxia de los que se creen únicos detentadores de la verdad histórica, seguirá cayendo en picada por el precipicio de su decadencia intelectual y política.

Entrar a polemizar las afirmaciones de Quintín no me interesa, aparte de miedo y el desconcierto, hiló alguna que otra aproximación interesante mezclada con resonantes patinadas típicas de su manejo inhábil de los instrumentos de la razón: particularizaciones erráticas e inconducentes como la descalificación de Martín Lousteau por portación de padre, y generalizaciones equívocas que todo y nada incluyen mal, y que habilitarían las refutaciones hasta de lados ideológicos contrarios:

“Hace treinta años, el desprecio por la democracia y enormes errores políticos de la izquierda argentina produjeron una represión exacerbada y horrenda”

Pero el tema propuesto va mucho más allá lo que opine Quintín, es demasiado trascendente para que su marco de referencia sea la opinión de este operador periodístico tan insignificante.



El 24 de marzo y los 70: El día y la década de la política K

No me merece objeciones la gestión del gobierno en buena parte de los temas de derechos humanos como la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final o la promoción de juicios a torturadores y/o apropiadores de niños, donde es innegable que logró avances importantes. Pero si tengo una visión muy crítica sobre su teoría sobre los sucesos de los setenta y su montaje político como discurso socio-histórico hegemónico. Esa teoría podría llamarse “el que no está con nosotros es el demonio”. Así de torpe es la manipulación del debate con el que el gobierno defiende sus intereses y amonesta al pensamiento libre sin distinciones. O se compran incondicionalmente todas las consignas oficiales en la materia o se es un facho defensor de militares genocidas. Conmigo o con el demonio, típica triquiñuela autoritaria; sólo admiten dos categorías de personas en relación a ellos: adictos o enemigos.

El dibujo kirchnerista del 24 de marzo y de toda la etapa de los setenta me parece poco sostenible a la luz del más mínimo análisis serio de la realidad. Se trata de una versión de propaganda casi para infradotados, muy de la mano de su prepotente populismo basado en la administración discrecional y unitarista de los sojadólares de la gran “Kaja” y en una cobertura mediática épica que haga que los únicos mártires de la historia fueron sus cuadros afines. Es un planteamiento falso, pueril, reduccionista y oportunista. Entre sus principales elementos se destacan: apropiación facciosa del concepto de memoria y justicia, la exclusión del papel de Perón en el diseño y ejecución del plan de eliminación de la izquierda peronista y de toda la izquierda, la idealización de un López Rega autónomo y caído del cielo, el silencio sobre el desgobierno de Isabel, ese “pudridero” como decía Eduardo Galeano, desbordante de bandas armadas en pleno descontrol, la liquidación de parte de su misma caótica soberbia de cualquier alternativa de salida institucional a aquella crisis, el coqueteo con los sindicalistas fascistoides, la negación del debate y la crítica de los proyectos de insurrección armada de la época y su trama de relaciones, la omisión de toda referencia al accionar de la clase política de aquel entonces en la trama de los hechos, y largo etcétera. El peor defecto de este gobierno en el aspecto cultural es que impone un “de eso no se habla” sobre estas cuestiones, un intolerante patoterismo intelectual que pretender clausurar el debate instalando su versión de algunos hechos históricos como una verdad oficial; de apropiarse para sus intereses de toda una época que es patrimonio exclusivo de cada argentino que la padeció.

El kirchnerismo está interesado de borrar de la memoria el accionar guerrillero, político, militar y paramilitar pre 76 para así lavar todos los posibles trapos sucios de su participación en esa historia., so pretexto de hacerse el hiper revolucionario y brindarle a todos los grupos insurgentes de los 70 la gracia de una inmunidad absoluta a toda revisión crítica y a todo eventual juicio criminal que pudiera tocarles. Empezó por anotarse en la lista de aprovechadores de la desgracia ineluctable que padece Ernesto Sábato desde que fue sindicado como el autor de la teoría de los dos demonios a través del famoso prólogo del “Nunca Más” cuando aseveró que al terrorismo de acá se lo combatió con el terrorismo de allá. Pero el peronismo deseó siempre la caída en desgracia del “Nunca Más” reputado como un mérito político del la UCR, y el cambio de su prólogo realizado en el 2006 tuvo por objeto lavar cualquier salpicadura peronista política y judicial que pudiera caer sobre los sindicados como “grupos terroristas”, y no porque pretendiera una reivindicación del accionar de todos los grupos. A partir de allí cuesta encontrar que se haya seguido el debate ya que lo que interesa es congelar la postura del gobierno como la verdad oficial, y entre otras cosas impide la revisión de aquella compleja trama de episodios donde no todo era lo mismo.



Democracia, la enfermedad burguesa y sus remedios setenteros

Por ahí se desliza el tema de lo poco que se valoraba la democracia en aquellas épocas. Es cierto, nada de nada se valoraba y es lógico porque casi nunca se la había conocido. En realidad se creía en el arribo violento y directo a objetivos de máxima un tanto indefinidos como el “socialismo nacional”, o “la revolución permanente” pero a través de la lucha armada; si el pueblo apoyaba, mejor, sino daba lo mismo, la política se impondría por la fuerza. Si el otro pensaba como yo, mejor; si pensaba diferente se lo declaraba enemigo y se lo suprimía; eso de complicarse la vida con la tolerancia, el pluralismo o la democracia eran paparruchadas burguesas. Se me dirá que se aspiraba a una sociedad “socialista” que iba más allá de estos ideales que nombro que son los típicos de las democracias liberales por cierto. Está bien, pero entonces ¿que tipo de socialismo nos esperaba? ¿El que decidieran un par de soberbios mesiánicos iluminados, al que habría que aceptar sin posibilidad de pensamiento disidente alguno? ¿Qué elementos caracterizarían a este socialismo superador de la democracia burguesa? Obviamente no era el mismo socialismo con el que soñaban los del PRT- ERP, ni otros grupos radicales, ni tampoco el de algún grupo socialdemócrata. La respuesta es que nunca hay un solo tipo de socialismo, y que cada régimen vale por los valores y la materialidad de sus políticas concretas y particulares en relación a la vida de la gente, y no por el nombre que lleve. Cualquier asqueado del mundo burgués como yo al menos aspiraría que si le proponen vivir bajo otro sistema social, tengan a bien hacerle saber que no ha de ser peor que el que tiene, sería inadmisible encontrarse con la pesadilla refranera de que es “peor el remedio que la enfermedad”, máxime cuando uno no ha podido dejar morir todavía el sueño de inventar y fabricar un buen remedio para la enfermedad liberal capitalista.

¿Que había de sustancia ideológica en aquel “socialismo nacional” que tanto se idealiza hoy día con romántica melancolía Caparrósica, presentándolo como “el sueño de unos jóvenes de una sociedad más justa e igualitaria”? ¿Que tipo de sueño voceaban aquellos imberbes de la JP? Con referentes de talla tan asimétrica como Galimberti y Walsh, aquel contradictorio “peronismo de izquierda” –que algunos opinan que esta construcción conceptual es casi un oxímoron- era una fuerza que se identificaba ante nada como peronista, proveniente en gran parte del nacionalismo católico, articulada en torno a su brazo armado Montoneros, sin una contraparte intelectualmente dotada para establecer unas bases doctrinarias consistentes; con una conducción de pésima categoría política que reducía todo a la soberbia armada y militarista blandiente de desarticuladas consignas que mezclaban por igual políticas de izquierda y de derecha. Su “socialismo nacional” por momentos se parecía más a una suerte de “nacional socialismo” donde la verticalidad y la intolerancia serían las banderas que estarían por encima de la libertad y la igualdad. Su teoría, a pesar de la pobreza intelectual que los caracterizaba, no creo que haya sido tan ingenua para basarse en la idea de que un anciano Perón se iba a volver de pronto un socialista que armaría las bases de un régimen de tal signo, sino que supongo habrán apostado -como muchos- a lo que iba a suceder después de su muerte (que por entonces se presentía inmediata dado el deterioro de su salud) para poder hacerse cargo de la sucesión de ese tremendo capital de liderazgo y poder. Su ansiedad los traicionó bastante y el anciano Perón, que no había perdido un ápice de su astucia, se dio cuenta que debía actuar de inmediato y poner en caja a esos muchachos tan entusiastas y confusos que podían llevar al peronismo fuera de sus cabales cuando a él le tocara irse de esta tierra.



Santos, demonios y más demonios

Se equivocan los que pretenden establecer como un automatismo conceptual que poner sobre la mesa de análisis el accionar guerrillero es ya dar por válida la teoría de “los dos demonios” que alguna vez cierta corriente bienpensante esgrimió como modo de explicar simplificadamente la realidad para conformar a todos. Demonio hubo y habrá siempre uno solo, el demonio de los crímenes contra la humanidad es indiviso, no tiene banderas, en todo caso lo que obviamente es debatible son las opciones del uso de la violencia política en determinadas circunstancias; allí habrá posturas y matices diversos donde tal vez ingresemos a túneles irreconciliables aún entre concepciones ideológicas afines, pero la reflexión crítica e historiográfica de lo actuado por los grupos armados de los 70 no puede esconderse debajo de la alfombra mágica de la condena a la dictadura.

Los horrores de la dictadura, las responsabilidades intransferibles de todo su elenco de desquiciados genocidas, la trama de sus apoyos internacionales vía las políticas de seguridad de Estados Unidos y el Plan Cóndor, la responsabilidad de sus aliados políticos locales –los directos de la derecha y los no tan directos de la no tan derecha- y toda la culpa de esa fauna maldita de la atrocidad sistematizada no ha de relativizarse de ningún modo porque al mismo tiempo se haga una revisión crítica del accionar de los grupos guerrillero y de toda la clase política de los 70, como nos quieren hacer creer algunos. Una revisión que cada argentino que desee debiera hacer con total libertad sin el condicionamiento ni la coacción de grupos que se yerguen en dueños de la verdad y que pretenden hacer de consignas verdades sagradas e intocables. No puede venir ningún intolerante o fanático, por más monje psico-bolche que haya sido en su juventud a pretender lucrar políticamente con el silencio y la imposición de sus consignas mediante la coacción, la difamación y el acoso ideológico.


Es insostenible afirmar que cualquier juzgamiento crítico a esos grupos y sectores significa una automática expiación o relativización de la gravedad de las responsabilidades de las atrocidades represivas de la dictadura. No se trata de “equiparar” culpas ni crímenes sino de asignar lo que se deba asignar a cado una de las muchas partes que tuvieron ingerencia en los sucesos. El problema es que se pretende ver teorías de los dos demonios en cualquier análisis que incluya a los grupos guerrilleros y la clase política de aquella época, y que se aparte de la condena monotemática a la represión como cierre del análisis. No es aceptable un mecanismo de interpretación tan tramposo que establezca que la única forma de ser justo en la condena a los militares es al mismo tiempo proclamar la santidad de todos los demás involucrados en aquella violencia. El demonio genocida fue demonio por lo que le hizo a los que formaban parte de grupos guerrilleros y a los que no, por lo que le inflingió a todo un pueblo, no por la supuesta heroica santidad de sus enemigos combatientes. El modelo kirchnerista dibuja el demonio por un lado para reservarse sólo para si mismo el papel de santo; cero autocrítica, cero responsabilidad.

Sobre ese tipo de planteos ingenuos, autistas y un poco fanáticos carentes de la mínima entidad historiográfica es imposible debatir nada. Es simple autodefensa obsesiva de quién pretende inmacularse a través de las culpas del enemigo. Las culpas de un bando no exculpan las culpas del otro, por más que las juzguemos mayores, menores o diferentes. El punto es que las responsabilidades de los actores del terrorismo de estado por sus atrocidades cometidas son imprescriptibles, inmodificables e irrelativizables independientemente de cómo juzguemos las acciones cometidas por los grupos guerrilleros o el accionar de aquella clase política. Supongamos a modo de ejemplo que juzguemos a algún grupo insurgente de aquellos como asesinos hijos de puta en vez de héroes revolucionarios; eso no disminuye la responsabilidad de un Massera por ejemplo como autor responsable de genocidio y terrorismo de estado como conceptos generales, incluyendo una macabra lista de aberraciones particulares como torturas y robo de niños con asesinato post parto de la madre. No es necesario convertir en inocentes idealistas a todos los demás para que los genocidas lleven para siempre el peso de su horrenda carga criminal. Esta idealización es una especie de soberbia narcisista de los que se han creído encarnación de la virtud y seres exentos de errores y responsabilidades por sus actos.
Sucede lo mismo en el derecho penal doméstico, por ejemplo, en un caso de violación seguida de muerte de una mujer indefensa: no importa si la víctima era puta o monja, santa o delincuente, la responsabilidad del violador y asesino no es atemperada ni se agrava por ninguna de estas razones. No hay igualación y no hay dos demonios.

La determinación del número de 30.000 para los desaparecidos fue puesta por alguien alguna vez, pero resulta que quiénes se animan sólo a plantearse dudas de ello como dato histórico y pretenden investigar el tema son objeto de desmedidas reacciones agresivas de parte de muchos sectores de la izquierda ¿Cual es el problema de confrontar las diferentes investigaciones sobre la determinación del número? Creo que la búsqueda de la verdad histórica es un deber superior a cualquier otro en esta materia. Los datos objetivos prueban suficientemente que hubo genocidio, masacre social y terrorismo de estado, ¿que sentido tiene entonces fanatizarse sobre una estimación de 30.000 como si fuera un fetiche? Se habla de que son “temas sensibles” y que hay que “tener cuidado”. Eso me parece una amenaza irracional de ninguna forma atendible, lo que si creo es que tal vez las reacciones desmedidas a la sola mención de querer investigar cifras proviene de grupos donde hay víctimas directas sobrevivientes de aquel flagelo o gente cercana afectivamente a las víctimas desaparecidas –obviamente familiares, amigos, compañeros de militancia-; esto hace entendible que estén muy sensibilizados en lo profundo y que sientan que toda mención del tema es un intento de minimizar o relativizar las cosas. La sensibilización de los sectores ligados directamente a las víctimas de violencias sociales graves es un fenómeno generalizado en la historia del mundo; sucede todo el tiempo respecto del holocausto judío por ejemplo y de todo tipo guerras, la sola mención de ciertas palabras o conceptos a gente ligada a las víctimas suele suscitar reacciones desmedidas hasta con cierto grado de paranoia que impide el equilibrio necesario en los juicios. Esto que es entendible, pero también es algo que debiera superarse urgentemente, y son los dirigentes e intelectuales no ligados a las víctimas quienes tienen una responsabilidad diferente y debieran obrar con serenidad a la hora de aportar sus análisis. A la verdad se llega con la pasión por no desfallecer en toda investigación de los hechos por más difícil que parezca, eso es lo que ha permitido avanzar bastante en el tema de las apropiaciones de hijos y nietos por ejemplo.

marzo 17, 2008

El menor de los análisis XI

Vivimos en una civilización totalmente controlada por la idea de que existir es ser encontrado; el seguir extraviado para los ojos del mundo equivale a un constante estado de desaparición.

La única manera de existir es ser encontrado.

marzo 15, 2008

Y fueron por los barrios

Y fueron por los barrios nomás. Pero no fueron de gira sino a cargarse la mitad de toda la instancia barrial de gestación cultural. En diciembre del año pasado escribí sobre el PRO y la cultura, y justamente señalé que lo barrial quedaba totalmente fuera de la concepción vulgarmente mercantilista de la cultura que detentaba el partido de Macri; un estado “interviniendo” en cultura como agencia de promoción de ventas de objetos y espectáculos. En Nación Apache se tratan algunos ecos de la medida.

marzo 12, 2008

La gaya encía ( I )


Aquí y ahora puede que sean dos materiales descartables como opción de compra.


Lo que quiero lo prefiero ya; por eso le dirijo el saludo al primero que pase como todos los días, sin ahorro previo. De paso: ¿hay alguna forma de ahorro que no sea previo? Pero regresemos al punto de contacto y supongamos que son las nueve y media de la noche eterna, un horario central para emitir nuestro programa existencial ante la mayor audiencia. Primera tarea programada: sobrevivir. Vivir se puede vivir en las penumbras del olvido garantizado, pero para vivir sobre la vida al menos hay que poder darse el gusto de trabajar en el centro del culo del mundo y atender a la clientela en un prepucio con ventanal a la calle. El telón de acero se quemó en el incendio de la caja fuerte de Silicon Valley y jamás volvió a cerrarse, estamos en el escenario de la feria itinerante de las palabras. Y no hay chance de volver despistados a la platea, las palabras ya no pueden hibernar, se vuelven indomables en recipientes estancos, se salen de las fosas comunes donde las habíamos enterrado y parecían descansar en paz.

marzo 11, 2008

Lo inextinguible


Podrá borrarse todo vestigio de vida humana por los deshielos polares que inundem las tierras habitadas del planeta o por la quemazón gigantesca de las bombas de destrucción masiva, pero aún bajo esas extremas condiciones lo que jamás podrá extinguirse del todo es la existencia de un suplemento cultural que tenga un reportaje a un grupo de escritores presentados como la nueva generación.

Necio

¿Qué es un necio? Uno que necesita siempre la aprobación expresa y una infinita tolerancia rayana en la complicidad para no sentirse intimidado.

marzo 06, 2008

21st century schizoid man

Al Quico Sagasti siempre se lo consideró un rebelde. En la secundaria era de esos pibes inmanejables, llenos de amonestaciones, que ponía bombitas de olor en el baño, dejaba abierta las canillas un fin de semana entero o practicaba karate con la madera de los bancos de su aula. El Quico no era tan mal alumno, era un pibe con inquietudes, se llevaba muchas materias porque estaba en otra y porque su conducta lo tiraba para atrás con los profesores. Estaba en la progresiva para ser más preciso. Desde los quince que andaba con su guitarra y sus vinilos de rock por ahí, metido en todos los recitales a los que se iba a dedo de mochilero. El vago también cantaba en los fogones y junto a otros pibes había armado una bandita. Alto, morocho, melenudo, medio hippie, mucho éxito con las pibas, con las más vagas eh, porque las pibas más de su casa le temían un poco. !Las veces que se agarró a piñas el Quico! Pero con justa razón. No era mal compañero. !Y las veces que se paró frente a los profesores y nos defendió a todos de alguna injusticia! Recuerdo una vez se le paró delante al de química de quinto año que era un hijo de su madre y nos quería tomar una prueba después del viaje de egresados, lo miró fijo y le dijo:

–¡A quién le vas a tomar prueba vos!

El profe que se las daba de tipo cojudo se tuvo que arrugar como un papel. Otra vuelta a la de matemáticas le puso un petardo en el auto en protesta por los aplazos que había puesto.

Mirá lo que es la vida que me vengo a encontrar después de veinticinco años con el Quico. Resulta que yo estoy en una lista de correos de rock progresivo y de buenas a primeras aparece ahí un tal Enrique Sagasti, ¡era el Quico! Enseguida lo contacté y se acordada bien de mí, así que nos encontramos a tomar un café y nos hicimos de nuevo amigos. ¡Cuándo lo vi no lo podía creer! Totalmente transformado e irreconocible; bajó de un Focus último modelo, pelo corto, traje de buena marca, y encima me contó que después de los treinta se recibió de contador y ahora es subgerente de administración en una compañía de seguros. ¡Adónde fue a parar aquel rebelde rockero! La cosa es que seguimos tratándonos mucho hasta que hace un par de días se me ocurrió la fatídica idea, que es la que al final desencadenó el episodio del que ya todos hablan, se me ocurrió invitarlo para ir juntos a ver un recital.

El Quico era todo un caballero, me agradeció la invitación pero me puso una sola condición para ir a ver a Fripp, un artista que yo sabía él admiraba ya en la secundaria de las épocas de King Crimson: que él pagara las entradas porque quería tener una especie de atención conmigo que era su viejo amigo. Por supuesto acepté así que el viernes ocho me pasó a buscar por mi casa y me sorprendió con dos entradas en primera fila. En la puerta me encontré con varios amigos de la lista y se los les presenté al Quico, él todavía no había ido a ninguna reunión del grupo. La cosa es que después de charlar con todos nos acomodamos para entrar. Ahí empezaron las cosas raras, y a mí me corrió una especie de mal presagio. Muchos patovicas de seguridad dando vueltas, demasiados para un recital donde va gente grande, mucha onda represiva. De golpe nos dan un papel donde decía que no se podía ni soplar durante el recital y menos sacar fotos aunque fueran sin flash, que si esto se transgredía en lo más mínimo Fripp se las tomaba y nos quedábamos sin recital. Nos sentamos. De movida otros tipos de nuevo que pasan y nos dicen lo mismo. Yo lo tomé bien, pero me di cuenta que algo le cayó mal a Quico, su rostro cambió de pronto, como si algo se hubiera revuelto dentro de él y por momentos creí ver aquellos gestos del muchachón rebelde y peleador que se venía escondiendo en esta nueva fachada de circunspecto gerente. Sólo atiné a decirle

–Y bueno…. Sabemos como es el Maestro, tiene sus exigencias, el tema es que si alguien hace una macana el tipo se va en serio y nos quedamos sin recital…

Me respondió con la cabeza afirmativamente, pero como abstraído. En eso veo que saca la maquina de fotos que traía en una cartera, una enorme Nikkon último modelo que encima tenía un tremendo flash. Yo me empecé a sentir mal, pero me la mostró y me dijo:

–Mirá lo que traía, tengo fotos de todos los recitales que fui desde hace quince años, pero bueno, la tendré que guardar, no va a poder ser esta vez, que le vamos a hacer….

Por fin me tranquilicé, guardó la cámara en la cartera y se acomodó muy tranquilo para disfrutar del espectáculo.

Todo marchó de maravillas hasta que el recital entraba en sus minutos finales, Robert hacía su última entrada y de pronto sentí que en la butaca de al lado algo se movía, era el Quico que empezó como a reacomodarse, como si estuviera nervioso o algo le sucediera. Le pregunté al oído muy despacito, estábamos en primera fila y una tos nuestra ya se hubiera sentido demasiado

–¿Quico, te sentís mal?

Me miró con los ojos turbados, transformados, y me hizo una señal casi amenazadora de sshhhhhh con el dedo índice. Luego todo ocurrió en un segundo fatal; sin mediar señal alguna de pronto el Quico se puso de pie y levantó la cámara con las dos manos extendidas hacia arriba, bien alto, como quién exhibe una pancarta, esperó un segundo más ante la ya atónita mirada de Fripp que enseguida se dio cuenta de que algo pasaba con ese tipo de la primera fila, y casi simultáneamente, como si lo hubiera sincronizado, lanzó un sonora y bestial flatulencia que retumbó como bomba de estruendo ante el silencio sepulcral de la sala y se unió al instantáneo eco visual de un fogonazo brutal del flash.

– !!!!Ahora que ya diste casi todo el recital te podés ir peloootudooo…!!!!!!

Fue el grito del Quico a continuación. De inmediato todo se convirtió en una locura de griteríos y golpes, un volar de brazos y piernas descontroladas, creo que un patovica en su afán de tirarse encima del Quico que empezaba a huir me empujó y me tiró de espaldas. Mi cabeza golpeó con el filo de la butaca de la segunda fila y quedé medio atontado en el piso. Un muchacho que me conocía de la lista y estaba ahí, me reanimó. Todo fue una mezcla de confusión y locura; lo poco que recuerdo de ese momento es que a los empujones y trompadas nos metieron a un patrullero hasta la seccional. Por suerte a las tres horas nomás vino el abogado de la compañía de seguros donde trabaja Quico y nos dejaron libres. Ya de madrugada nos fuimos por Corrientes, Quico no se animaba a mirarme, caminábamos en silencio, yo ni le quise preguntar por su cámara que no se había roto pero que en realidad tuvo que dejar de propina a los muchachos de la Federal por facilitarnos el trámite con el abogado. Decidimos sin decirnos nada meternos en el primer bar abierto que vimos, eran casi las cuatro y estaban por cerrar. Nos sentamos, vino el mozo y pedimos dos cafés, lo único que le pregunté fue:

–Quico, ¿Fripp no era tu ídolo en la secundaria?

Sólo me respondió canturreando algo que logré descifrar como "...Twenty-one century schizoid man..."

marzo 04, 2008

Extrañas relatividades del abismo

Se ha decidido que en algunos lugares del mundo siempre deben existir unos horrores extremos de turno, para que actúen de ejemplo por contraste y hagan posible en el resto de su vastedad experimentar la sensación de una mejor situación comparativa. Si en alguna parte precisa de ese mundo los cuerpos se despedazan y el sufrimiento humano asciende a niveles que hacen estallar los instrumentos normales de medición, todos sus restantes lugares adquieren automáticamente el status de paraísos, con la sola condición de que en ellos se pueda salvar el pellejo por algún tiempo regularmente previsible.


La esperanza, como la deformación más corriente de la inteligencia emocional, se funda antes que nada en la posibilidad de peores infiernos.