El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

septiembre 28, 2005

Un lector llamado Literatura

(O las babas de la indiferencia )


"Nadie" se llama la Literatura. "Alguien" se llama la Literatura

Tengo una definición a la que quiero como a un hijo, tanto que me trae a menudo dolores de cabeza. Más que un concepto definitivo es un voto de lealtad a una de las conclusiones que se supo ganar una posición dentro de la estructura social de mi yo. Simplemente dice que un texto no es literatura hasta que alguien lo lee, no es posible hacer literatura sin ser leído. Lo si se puede hacer es escribir, y se puede hacer literatura sin hacer un libro, la edición es una instancia instrumental. La literatura es lo que le hacen los lectores a la escritura, o lo que hacen los lectores con la escritura. Es un par funcional, casi mecánico, por más que les duela a los antimecanicictas. Si el lector no está, toda definición de literatura queda herida de muerte.

Se escribe no para ser leído, es decir, para nadie, pero al mismo tiempo se escribe para la Literatura, objeto ingénito al lector, por lo tanto nunca de deja de escribir para algún lector.

Escribir para determinado lector entrega una dimensión de control de la acometida, es una fuerza de gravedad focalizada que atrae y conduce, direcciona y modela al texto, impidiendo desvíos y corrigiendo rumbos, revocando sueños y promoviendo renuncias. Escribir para la Literatura inaugura el campo de la epopeya, el escritor se hace héroe de su propia libertad, y ya no existe esa gravedad direccionada, ahora hay una pulsión textual que se dirige ante desorientantes cantos de sirenas generalizados que se dejan oir desde todas las direcciones, allí donde están flotando los lectores que hicieron la Literatura.

Y amo más a los que escriben para la Literatura que para un lector.

Escribir para el texto, no para el libro.

Escribir para la Literatura, es decir para El lector.

Por supuesto que existe el que escribe pensando en que no lo va a leer nadie. Ahora bien ¿ ustedes le creen? Y si así fuera ¿vieron que es lo que escribe?

Si alguien toma un piano, compone una pieza de alta calidad artística, ejecuta lo que compone, lo oye, no está haciendo música?. Ajam. Pareciera que si. Si escribe un texto de alta calidad artística , lo corrije, lo edita, lo relee, no está haciendo literatura? Pareciera que si. En que lio me meti con mi propia definición, ¿kaput?

La escritura que se autoproclama para nadie tal vez psicopatea con el asunto. Como llevar la cornamenta erguida proclamando que amamos la pareja abierta. Cada vez que repetimos “no se para qué”, “no se por qué”, “no se para qué”, yo estoy cada vez más seguro de que si sabemos para qué y nos estamos haciendo los repelotudos. Como hacen algunos pedófilos que se convierten en curas o profesores de música para estar cerca de los niños y jugar a la negación-realización de toquetearlos. El blog por ejemplo, es una válvula de escape para nuestro propia presión de ser registrados que nos permite psicopatear con lo contrario. Es una apuesta de polvo escondido y a escondidas desde el circo de nuestra propia clandestinidad. Que me lean decir que no necesito que me lea nadie. El viejo truco de histeriquear con la negación del deseo mientras me chorrean las babas. “Juro que no quiero jugar”, “juro que no quiero jugar”, pero el estadio lleno y la camiseta número 10 puesta todo el tiempo nos desmienten irrevocablemente.

( Por ay ) Pienso que toda negación repetida con frenesí es una afirmación de su contrario, por la tensión de la ligadura. Se darán cuenta de que acabo de afirmar que yo mismo puedo estar cometiendo lo que señalo, al venir repitiendo desde hace rato la negación de la inutilidad.

Si, es que la verdad a veces no es un problema de acierto o error, sino de elección.

septiembre 27, 2005

El voluptuoso encanto de la inutilidad

( O de la inutilidad como Viagra literario )


Desde que leo blogs, exactamente desde hace tres meses, he notado que en el ambiente de las disquisiciones literarias se está experimentando un discreto -y quién sabe si encantador- proceso de tabarovskyzación. Como muestra vean este botón.

Evitaré ingresar al mundo de las negaciones y de la retórica que yo llamo “deconstructiva” (aunque no se llame así). Esto es: la negación, la inversión, el no-libro, el no-lector, la no-obra, en definitiva la no-existencia de lo escandalosamente existente, etc., etc. Dicho instrumento discursivo, típico de la escuela reflexiva francesa por así decirlo, es muy interesante por su capacidad de exploración tridimensional de los conceptos, apelando a todo el innato talento del lenguaje literario para donarle una lujosa transfusión de elocuencia al más gallardo de los rigores científicos.Frases del tipo de “Escribo para nadie”, que otrora podían ser asociadas a un contexto poético, de pronto adquieren una gran eficacia para el faenamiento esclarecedor de procesos dentro de la ciencia social.

Cuando dicen que se escribe para no vender, que no se escribe para el libro que se supone los lectores esperan, que no se escribe para tal o cual academia, instituto o sociedad de fomento, que no se escribe para el libro, ni para el blog, ni para la enciclopedia, les creo. Y hablo de creer en términos de estar de acuerdo con un discurso que revela lo que de verdad les sucede y nos sucede. Me puede pasar a mí o al otro, poco importa, serán meras diferencias personales. No se trata de denunciar simulacros deliberados o inconcientes, o resistencias en el sentido psicoanalítico, sino verdades de las que debemos por ahí sospechar como cualquier persona sensata sospecha de su sombra.

Como todo arte, escribir es posible hacerlo por el puro placer de hacerlo, por la pura e impura exploración –por qué todo lo excelso tiene que ser puro? – de una excitación estética, de obedecer y desobedecer unos y otros mandatos, íntimos y públicos, solitarios y masivos, de televisión abierta y de circuito cerrado. Por esa vocación y vacación delirante del yo que es eternamente auto reproductiva sin más materia prima que el uranio enriquecido que recoge de cualquier parte y luego procesa las veinticuatro horas en su planta de fertilización. Es un ejercicio ordenadamente desbocado que la juega de inútil con tal de despojarse un poquito de esa transpiración mediocre y pegajosa de la aburrida responsabilidad de servir.

Y está bien que la juegue de inútil, porque servir, por definición y en principio, sirven los esclavos.

Tabajar para la función útil clausura alguna parte de la libertad, violando su integridad, y desde el más pulcro afán de auto-revelación es bueno evitarlo cuando es posible. Sin entrar a profundizar por ahora el polémico tema de la utilidad o inutilidad del arte, –perdón, como si existiese algún tema que no fuera polémico- , y aclarando que soy de los que lo consideran totalmente útil, creo que convencerse de su inutilidad libera de presiones. Es una condescendencia adolescente, funciona como una autoindulgencia hacia la propia esterilidad, como si esa liberación en si misma dotara. Si lo comparamos con el sexo y tomamos por ejemplo al hombre: clausurar el compromiso de la utilidad de dar placer a la mujer, hasta mejora la perfomance y dota al acto de una monarquía lúdica, consagrarse a lo inútil es un Viagra intelectual. Y según mi experiencia, les aseguro que da sus buenos resultados, creerse la inutilidad de un juego lo hace más sensualmente placentero, aumenta la capacidad de recaptación de los materiales fruitivos que produce la creación, y que nuestros propios implacables anticuerpos calificadores y censores suelen tiran al bote de los residuos.

Dorox, el impreciso

"Que pasa, que pasa, que pasa General
que está llena de geeks la blogosfera popular"


( fragmento de una novela que está siendo escrita en este preciso instante para ningún lector )


Frente al pelotón de pelotudos que aplaudían los discursos de unos freaks sudorosos, cadavéricos e insufribles, Dorox recordó aquel impreciso instante en el que supo que su mujer estaba embarazada y esperaba un libro de quinientas páginas. Sus espermatozoides textuales habían por fin fecundado ese vientre de viaductos húmedos, casi vegetal de su amada, donde se gestaría un libro no deseado.

Dorox, nacido un 30 de otoño del 1960 y tantos, domiciliado en Orgullo 912 de Lomas de la Esperanza, de profesión lectoautor, nativo de Campo Ajeno, provincia de los Livianos Aires, República Blogosferiana de Hargentina, había tenido su primer contacto con la literatura cuando siendo muy niño él, su abuelito, un flor de viejo bestia e hijo de puta, le cantaba una taciturna canción para inducir su sueño:

Oh duermete mi adorado Dorox
Que eres un nieto de inmigrantes
Y no creas nunca eso que vinimos
Con una mano atrás y otra adelante

septiembre 22, 2005

Toda letra se hace carne ( Ecos del Rojas ... )

Lo irremediable: hoy no trabajo

Lo aliviador: este es mi último post respecto del evento, no se si es la necesidad de sacarle un jugo económico al viaje o que distante calentura me impulsó a tanta palabra.

Me ha tocado muchas veces ser partícipe de una experiencia que es tan divertida como mágica, transformar la imagen que uno se hace de las personas a través de sus textos en algo que tiene ojos, boca, voz y manos. Por momentos ese juego de adivinar gente me distraía del seguimiento de las ponencias. Descifré varios enigmas: Nielsen, Genovese y Balduccio se llevaron las palmas del buen humor, en la cena casi multitudinaria ( bue.. ) pude charlar bastante más con los increíbles Fander, Vadinho y Bardamu. Con Hernán Acteón fueron apenas unos segundos de encuentro, con otros un simple saludo ( Piro, Werte, Incardona ) y con Beatriz, Massei ( se lleva el mérito de haberme descubierto de inmediato ante mi pregunta), Paula y Mori al menos unas cuantas palabras... Ahora, mientras espero que se repitan reuniones de este tipo, a cambiar la imagen que tenía de cada uno por la que verdadera, aunque por un tiempo seguirán mezcladas.....

La escrituridad de la histeria ( Ecos del Rojas III )

A riesgo de seguir sumando candidaturas al post más plomo del año sigo con mi escrutinio. Como decía el título del evento: no se ni por qué ni para qué.


Pampín
Me interesó el rescate de la oralidad y luego su connotación de plataforma de entrenamiento y ejercitación creativa. La oralidad no es patrimonio de todos los blogs pero los actualizados más frecuentemente la transitan. La reflexión es si ante esa oralidad que el blog ofrece como invitación se le puede oponer algún tipo de “escrituridad”. La pantalla es oral, pero de acuerdo a mi experiencia de leer mucho en este medio, hay una tercera posición, una escrituridad u oralidad de pantalla que es diferente.

Massei
Me sucede muchas veces cuando se refiera al blog, que a pesar que su argumentación es impecable y convincente, no le creo. Y no se trata de dudar de su sinceridad, en absoluto, es una cuestión meramente de diferencia de focos y miradas. En una ponencia precisa y amena partió de una muy interesante cita de los antecedentes del blog en el diario personal, la carta y otras yerbas. El antiguo diario a menudo se escribía para ser guardado bajo llave en espera quizá de un descubrimiento remoto, internet lo pone patas para arriba, es precisamente una ventana desde la conciencia de la necesidad de exposición probable, y de su construcción interactiva, el acto masturbatorio convertido en sexo grupal. Luego expuso ni más ni menos que la pontificación –en el buen sentido- de su modo de ser bloger, uno de los más comprometidos laboral y emocionalmente, y a la vez dueño de un llamativo registro de autocontrol racionalmente estable de su propia histeria y autismo. El blog como liturgia diaria del escribir sin razones pero poniendo la máxima entrega, como desayuno cotidiano opíparo del yo y su ulular narrativo, con aguda conciencia plena de que se dirige a ninguna parte.

Garbaztky
Recogiendo el guante del título, exploró literariamente la postura histérica del bloger, subrayando la insustancialidad de la escritura blogera. Un texto lleno de imágenes que de tener trasncripto seguramente releería con atención.

Vignoli
Me parece que su texto apuntaba a mostrar como la condena del blog a la pena no excarcelable de género menor en realidad no se puede despegar de la que pesa sobre la primera persona en la alta literatura. Noto en Beatriz que entiende que el precio emancipatorio que paga el blog sumado a su liviandad e intangibilidad congénita, liquida sus posibilidades de centralidad cultural, es impotente para bastarse a si mismo y hacerse respetar. Creo que es una postura muy atada a la idea de obra tradicional como objeto terminado y terminante, por eso se pregunta luego si el blog es la escritura que se separa de la idea de obra. Todo un campo para desarrollar donde será crucial suponer que el concepto de obra se halla al menos en trasnformación. Al blog, por ahora, yo no lo veo como género, más bien un lugra de vacacioens a donde los géneros acuden a distenderse. Tampoco lo veo menos obra que una colección de suplementos semanales de diarios acumulados en un año. De todos modos siempre queda la utilidad del borrador que varios rescataron en el debate posterior, los borradores a menudo son más valiosos que la obra corregida del autor.

Encore y fuga
Piro preguntó que definía al blog, nos quedamos casi todos callados y él mismo creo que dijo la data. Totalmente de acuerdo, si en vez de escupirnos la fecha ante cada cosa que subimos la plantilla blogger nos diera una serie de categorías como las que se pueden hacer con Html, Pagemaker, Flash o Dreamweave, supongo que estaríamos hablando de otra cosa.

El juguete caótico ( Ecos del Rojas II )

Cuando terminó el segundo set de ponencias del miércoles 20 y no pude meter ni un bocadillo me convertí en mi más agudo crítico y sentencié que "Hargén se cagó". Pagué precio a mi falta de gimnasia aúlica pero al menos pude abrochar en mi cabeza una especie de escaneo arbitrario de los aportes de cada uno.

Genovese
Es decididamente el planteo más me gustó de los ocho expuestos en el sentido de estar de acuerdo en la mayoría de sus conceptos. El enfoque que eligió me parece el más revelador porque pone énfasis en la lectura de los rasgos que son para mi más inquietantes del fenómeno blog. Por un lado en su faz de motor subjetivo, su pulso ingobernable, impúdico e imprudente. Por el otro su tensa relación con la crítica del establishment de la comunicación “..el espacio de la docta opinión…” ante la amenaza incipiente pero ostensible de la abolición de su monopolio como formadores de la verdad pública. Allí donde podemos atar cabos y elaborar una comprensión posible a la deformación de la información sobre los blogs, que entre otras cosas se obstina en clasificarlos como meras bitácoras evanescentes, apuntalando su montaje definitivo como juguete íntimo, lo que en definitiva aleje cualquier expectativa de percibirlo como fuente de construcción de una opinión pública o expresión literaria alternativa. Un modo de mantener la energía de los blogs en un lugar de adornos absolutamente inofensivos para el monolítismo del poder comunicacional.

Balduccio
Encontré un intento de hacer una breve historia del blog llegando desde la técnica, muy interesante recorrido que no hizo más que redundara en un interrogante personal de larga data: si esto de internet fue un efecto indeseado o deseado de la expansión de la industria del software, o tal vez la máxima herramienta paradojal de la historia de la manipulación de masas. Me resulta bastante más dificil de imaginar que otros fenómenos emanados desde el poder que hay detrás del diseño de un mecanismo que es tan brutalmente eficaz como herramienta democrática de expresión superlativa y caótica, y al mismo tiempo del máximo control, registro y vigilancia global. Me ronda siempre la idea de si internet no es un dulce anzuelo, el acceso a una giganstesca bóveda de control a la que hubo que hacerla tan libre y atractiva como para que ingresara voluntariamente la mayor parte de la gente posible. Esto se ata a algo que dijo Genovese como conclusión y que reafirma la extrema condición provisionali de internet: la posibilidad de que el Dueño corte el switch y adiós pampa global mía. Esa es creo yo la mayor y más flagrante vulnerabilidad del medio internético como soporte cultural, y un antagonista obsesivo de cualquier solidificación.

Rodriguez
De esta intervención rescato la dimensión específica del blog en cuanto provocador del acto de la violación consentida de la propia intimidad, y como la sensualidad de manejar la escritura y la publicación desde esa bomba luminosa, rítmica y excitante que es la combinación pantalla-teclado, puede facilitar la tarea de hacer de eso un género con posibilidades estéticas.
También el extraño nudo que cobija al juego de la ficción con la narración autobiográfica instaladas como mandatos, y las ficciones de las ficciones propias y ajenas que la red de enlaces infinita pone en estado de caótica comunión. Dentro de lo autobiográfico, la confesión es el subgénero más puramente espectacular.

Pinasco
Un efectivo ejemplo de que el blog puede escapar por un instante del mandato de género al que lo arroja la información deliberada y la cohercitiva cronología de la plantilla blogger. Otro rostro posible, áquel que excita el instinto matemático de los cultores del in-genio. Tal vez me recuerda a la página de Jaime Poniachik en la vieja revista Humor de los 80.

El rulemán biodegradable ( Ecos del Rojas I )


"Si el sol de un mediodía de verano cae en picada
La luna de una medianoche de verano
¿ como cae?
"

Hermes Pessoa Filho, 1977

( Extraído de su obra póstuma “La malcogida que dio aquel buen paso” )


Mi ponencia es antes que nada una renuncia a la imponencia. Aunque también lo es a la impotencia. Fui con muchas incertidubres, me traje unas pocas comprobaciones y una abrumadora carga de profundas y meridianas confusiones. Caos, caos y más caos. Efímero, efímero y efímero.

“El blog es el agua del inodoro, y cada post es tirar la cadena, queda el aguita nueva arriba, el resto se va por las colectoras.”

Entre las escasas certezas que me traje fue la comprobación de que uno de los blogers era puto nomás, que no amenazaba sino que cumplía. Jamás supe por qué pero nunca les simpaticé. Recuerdo que mis amigos de la facultad habían sufrido todos algún intento de seducción de algún compañero gay, en cambio a mi jamás me miraban, y de ser posible, no me soportaban. Jamás mostré ningún atisbo de incomprensión y discriminación hacia ellos, pero puto que daba vueltas puto que se ponía en mi contra. Gracias a Dios que no soy gay porque sino hubiera muerto virgen.

Diario íntimo....., este par de palabras parecía dibujado en cada pared de la sala Sosa Pujato del Rojas, diariooooo íntimooooooo..... era un eco que venía desde todas las direcciones, pasaba por los medios masivos de comunicación social y se filtraba por cielorrasos para quedar finalmente depositado en el medio de mi terquedad. A que vine me pregunté, ¿ a sostener el paradigma de la soledad entre los solitarios? ¿La capacidad de estar en contra aún de los que están en contra de todo? Y me venían a la mente títulos para mi futuro diario íntimo, para mi escritura efímera de cada día a la que me rendiría tan pronto como dejara que me absorbiese ese vapor avasallante. Caído a sus plantas, como un cachorrito de león desválido que ahogara en un ronquidito su vano rugir de blogeridad diferente. Así desfilaron ante los coroneles de mi infraconciente títulos como “El rulemán biodegradable”, “Jesús de Monroe” o “Alfín y Alcabo”, que fueron algunos de los que deseché cuando elegí Hargentina. El autismo no es creerse el ombligo del mundo, es creer que todos los ombligos del mundo son iguales al mío. Hoy con gran dolor y sensación de traición a la comunidad que me ampara con su generosa mirada de costado, debo confesar que si hubiera sabido programar en html no tendría un blog.


El bien más preciado de cualquier escritor y de cualquier bloger se llama lector, aunque se lo niegue y para vivir se prescinda de su puesta en la respectiva agenda de política exterior. Y nadie habló de ser leído en el Rojas. El arte del escribir, oh que cosa, escribir, escribir y escribir. Así, dicho tres veces sucesivas. Sin un por qué ni un para qué como si el “que me lean” no fuera un elefante suficientemente grande para llenar cualquier recinto de motivación. Escribir escribe cualquiera que quiera y pueda, y no se necesita un blog para hacerlo ni se necesita un libro o una revista. El blog aparece como la posibilidad cierta y cercana de concretar lo que en el nivel de máxima histeria autista aparece como lo negado: el ser leído. Poco interesa si hablamos de nuestros gustos sexuales, del poema del Mío Cid o de motonáutica.

No se quién decía la sabia perogrullada de que una cosa es amar y otra es ser amado. El blog es un atajo que se ofrece al que desea cometer esa verdadera y única copulación del acto textual. Es una salida rápida, frenética, una iniciación fácil e improvisada, un vuelo de bautismo sin cura. O una chantada bien presentada.

Con tal de coger se hacen muchas cosas, con tal de ser leído se hacen más y mejores.

Para la consumación oficial del "ser leído" existe un circuito de poder a vencer, y lo que digo no implica un juicio crítico, ya que obviamente sin ningún poder de orden funcional la sociedad se nos escurriría como un pedo liquido después de una ingesta de jugos de ciruelas. Salvando las enormes distancias de previsibilidad, se asemeja a un circuito de formación profesional o laboral. Si quiero ser médico, ejercer el arte de aliviar el dolor ajeno, tengo que enfrentar la toma de un camino establecido, una serie de estamentos a superar, primero académicos y luego comerciales. Pero pasados esos filtros en definitiva necesito pacientes a quién curar. El escritor necesita lectores a quién enfermar. Al fin y al cabo, el blog es el emergente detergente. Un acomodo con el cajero para no hacer la cola, el simulacro de conquista de la gran mina cepillándose a la putita del barrio que se deja por tres pesos y una cola-cola. El blog es el plan B.

No inaugura ni el imperio de lo efímero, ni la estética de la instantaneidad ni la consagración del registro desaparecible o licuable. Internet ya era efímero. Pero el blog no creo que sea en si mismo ni menos inútil, efímero e instantáneo que lo que son a menudo -por no decir siempre- el libro o el diario. Toda lectura es efímera, aún la de un libro o un diario (de papel), sólo sucede que nos quedamos pegados con la gravedad del artefacto textual que promete darnos algo de erternidad pro el sólo hecho de dejarse ver en un estante. Se trata del pequeño prisma de papel y cartulina con tapas y hojas, o también de ese amasijo insufrible símil papel higiénico. Lo único que hace a ése prisma libro, y al papel higiénico diario, es la lectura. Y la lectura en pantalla es lo que hace libro a internet. La pantalla con texto es un libro.

Si algo inaugura es el imperio de lo desautorizado. Internet autoriza a los desautorizados a fabricar el simulacro del acto textual que de tan verosímil termina volviéndose real.

Como la realidad en esta era ya no existe, sólo hace falta conseguir que funcionen los efectos especiales apropiados que se hagan pasar por ella.

septiembre 13, 2005

La circularidad de ser argentinos ( II )

Un argentino es digamos una mitad conformada por la lógica y el orden europeo, conviviendo con otra mitad compuesta por el desorden, la ilógica, el frenesí y el avasallamiento de lugares establecidos de lo americano. La mitad argentina insatisfecha regresa a convertir esa mitad perdida en todo, a hallar esa tronchada consumación de los valores que lo construyeron como individuo y que lo fueron destruyendo en la frustración de no verlos socialmente desarrollados. Y así, los que aquí reivindicábamos ese milagro ascendente de una tierra popular donde ningún orden se respetaba, para bien y para mal, conquistamos como una gloria el regreso al respeto por lo instituido en estado puro. Así es que fugamos de la transgresión mestiza para regresar al orden y la lógica que alguna vez supo condenar a nuestros antepasados cercanos. Será que su otrora inmovilismo social se transformó en confortable conformidad del lugar asignado bajo el reino de una versión siglo XXI del welfare state, mientras acá la abundancia y las conquistas sociales distributivas ascendentes se fueron extinguiendo entre las cenizas de muchas luchas quemadas por algunas vivezas exterminantes.

El viejo realismo europeo que a fuerza de voluptuosidades y ambiciones liberadas de límites se volvió mágico en Sudamérica, ganó en colorido creador y en fuego pasional, pero también en caos disolvente. La hechicería abrasadora de sus raíces culturales y la inmensidad de sus imprevisiones prometían volverlo un paraíso de mutaciones sociales humanizantes. Pero sucedió que lo grotesco de sus clases ladronas, su corrupción convivencial totalizadora y rapaz, la indignidad canallesca de sus opresores-entregadores y la alevosía de sus desigualdades lo volvieron un gigantesco y caudaloso río revuelto que fue ganancia casi siempre de los peores pescadores de la explotación viciosa. Cuando se vive en el desorden conservador y en la anomia, en la existencia vencida, el orden es una transgresión creativa, el respeto de sencilla reglas de igualdad ciudadana se parecen más a una revolución igualitaria que a una rutina. Se vive casi como la conquista de un nuevo derecho social.


Trasculturados + Exculturados

Pertenecer. Mejor sería si se escribiera pertene-ser. ¿A donde pertenecemos los argentinos? ¿A quién pertenecemos? Uno pertenece donde están sus sueños dicen, entonces por ello pertenecemos a un país que no fue y que no es. Es un país quebrado de divisiones que jugó y se imaginó una película de su integridad. Vivió la integridad como un deber moral, se transformó en una conquista colosal del civismo y la confraternidad lo que en su origen fue un descontrol sexual reproductivo contra los pueblos trasnculturados. Un encuentro demasiado sui generis entre trasculturados, diezmados y subsumidos de esta tierra con otros exculturados, expulsados y escapados venidos de ultramar. De tan difícil que es siempre se necesita ser héroe para sentir debajo de la piel algún atisbo de llamamiento interior en pro de un sentimiento de integridad nacional. La experiencia humana indica que no se puede obligar a amar a los extraños. Más allá del deber cívico y moral de la convivencia los argentinos nos obligamos a sentirnos iguales, nos mentimos sobre eso. Otros países logran la convivencia de razas, etnias, culturas diferentes, pero no se mienten sobre ello. Conviven como resultado de una fatigada práctica moral pero no de una imposición. Ni aún haciendo el amor a veces es posible amarse.

El único proyecto común de los argentinos que pareciera emerger como una constante histórica es hacer viable un país donde esté permitido robar, donde la ley sea generalizadamente violada, donde cualquiera con un mínimo de talento se las arregle para vivir a expensas de los Otros, y en eso me temo que hemos sido muy exitosos. No somos fenicios pero todo está en venta, no somos monárquicos pero el peso de la ley es para unos una piedra impiadosa y para otros una brisa refrescante. Dudo de que alguna vez haya habido una convicción dominante de lo contrario.

Tal vez si con un poquito de poder no se pudieran pisotear los derechos de cualquier imbécil me temo que ya no sería Argentina.

septiembre 12, 2005

La circularidad de ser argentinos ( I )

Dos hechos totalmente faltos de conexión causal en apariencia se han unido estos últimos días para que me abordara nuevamente el sempiterno tema argentino de la emigración. Uno es la llegada en viaje de reencuentro y vacaciones de un amigo que en enero del 2002 se fue a España como tantos otros argentinos. El otro es la estela de los mensajes previos a su viaje al país del blogger Daniel Massei. Con mi amigo han sido unas cuantas horas de charlas imperdibles, donde pareció dejar en claro todos los sentimientos y convicciones que fue decantando en su ausencia, y sobre los cuales, la comunicación vía mail o msn que mantuvimos desde su viaje, muy poca sustancia pudo develar.

No me voy a referir a las aflicciones humanas naturalmente derivadas del alejamiento de afectos y costumbres. En eso no creo que seamos diferentes a cualquier proceso de desarraigo que sufran los miembros de la naturaleza humana. Me interesa otro tipo de destierro que es subalternamente doloroso, que no sólo es la lejanía de los cariños referentes, las palabras cómplices, o los sabores y olores aprehendidos, sino la del lamento crónico por la sociedad que podríamos tener aquí y que no tenemos. Sería fácil caer en la tentación de usar la palabra exilio con algún adjetivo un tanto más doméstico que el trágicamente instaurado por la experiencia, pero no se por qué prefiero evitarla. Lo que miro hoy esa emigración argentina de personas adultas que han elegido quedarse en Europa para vivir en la sociedad que no supimos conseguir detrás de los laureles. Y que fueron precisamente a eso, a vivir en Europa que es vivir la Argentina que quisimos posible y no pudo ser, con altas probabilidades que ya no pueda ser nunca jamás.

Hay una perspectiva desde la cual aparece muy clara la idea de que Argentina es un país que tendría que haber nacido y existido en Europa, y no aquí en Sudamérica (N. del A.: ¿será la Hargentina de la que habla el título de este blog?? ). Eso se manifiesta desde el momento que es un país de fugas elaboradas, donde la sensación para los que permanecemos en él es casi siempre la de que nuestras expectativas de construir la gran sociedad se hallan en el momento justo pero en el lugar equivocado y con los socios equivocados. Y cuidado que no hablo de imaginarlo puramente europeo en lo étnico, sino tan multicolor y fuertemente americano –en el sentido indígena del termino- como es.

Ahora bien, somos un pueblo que nace con un boleto de ida y vuelta bajo el brazo. Estar aquí es pensar en irnos y en volver a lo mejor. Estar allá es pensar en quedarnos, pero si es que se nos priva totalmente de volver. Sea desde un sentido – emigración- o del otro – inmigración-, este par de fuerzas concurrentes opera sobre el plano de la cosmovisión argentina como una constante materializante y fundante de una personalidad nacional. La argentinidad se define como eso: alguien que llegó para devorar el alimento anhelado, los espacios vacíos que se ofrecían como carne libre; y después alguien que se fue asqueado de sobrevivir en tal perturbadora comarca. Regresar a donde nunca nos fuimos, pero donde jamás supimos ni pudimos pertenecer. Irnos a donde nunca estaremos del todo, pero que es el lugar desde donde venimos. Ir y venir no es ningún cambio ni ninguna extraña parábola, es el ejercicio pleno y natural de la vivencia de ser argentino. Que es estar escapando y regresando todo el tiempo; como regresamos y salimos de confianzas y desconfianzas políticas con respecto a los mismos personajes, de nuevas ilusiones inexplicables, de fabricarnos simpatías y decepciones desde la nada, de creernos y descreernos sin poder nunca estar seguros de nada, de jurarnos jamás volver a pisar lo que sabemos que vamos a pisar al día siguiente nomás. Odiamos y amamos, nos quedamos y nos escapamos, todo circularmente.

La emigración de la que hablo, la del argentino a Europa (España e Italia principalmente) por ejemplo no es la típica de los provenientes de países africanos que se dirigen en pos de un amparo imperativo, casi una evacuación voluntaria hacia la supervivencia desde plataformas de padecimientos estructurales extremos. Tampoco la de poblaciones que huyen de secuelas de puntuales conflictos bélicos, desastres naturales o cataclismos políticos. La emigración argentina no es supervivencial en el sentido biológico, es una emigración abc 1, no se hace en forma clandestina ni miserosa sino que es concebida con prolijas planificaciones, en arduas y pulcras tramitaciones, y se materializa generalmente en impecables viajes en jet como turista. No nace de la desesperación aturdidora pero si de la desesperanza esclarecedora. Es una emigración de avanzada, tiene un profundo sentido de viaje de graduación social. Está destinada a romper frustraciones y parte desde el flagelo de la desnutrición crónica de la confianza.

El argentino va principalmente a someterse a un baño en el río sagrado de la convivencia social de alto acatamiento, del cumplimiento de esas sencillas y nada poéticas lógicas normativas comunitarias que tanto deslumbran por algo tan trivial como su normal funcionamiento. Fascinación que no la consiguen tanto ni la Alhambra de Granada ni la Piazza di San Pietro ni el Big Ben, sino desnudos actos de comportamiento tales como el no robo un objeto, que un estado devuelva dinero que sobra de un impuesto, que algún servicio público sea accesible simplemente sin exhibición de influencias, que conservar un trabajo sea una cuestión que no requiera ninguna humillación ni habilite su eufórica exhibición. El argentino va a dejarse deslumbrar por ver en acción su propia contracara, la contracara de su imposibilidad moral de ser partícipe de una configuración social como enaltecimiento civil de la sagrada coexistencia.

septiembre 10, 2005

Remate pendiente

Yo…

Cueva y cuervo almacenado
Impropia- virginal- agreste
intemperie del alma
Fecundo sostén pasional del disparo
Inmóvil decepción acomplejada
Renuncia error - compañerismo
Cáscaras resecas y crujientes
delegando sin regreso el disimulo
Nieve y miel tornasolada
Agraciada insignia mensajera
Postrer inmersión ventura lírica
Resplandeciente abrazo al Bien Completo
Cerezas bajo perfumes perfectos
Fóbico polen al respiro
Despido trágico - acondicionado
Milagroso reposo de la espesa sustancia
Corte inesperado…
Remate pendiente…
Siempre
El remate pendiente…

septiembre 07, 2005

Elogio del soliloquio

O la importancia de hablar solo como medio de producción

Voy a relacionar dos instancias de la producción del pensamiento y del lenguaje, y en este caso tomaré como referencia una experiencia personal, más precisamente la mía –no, si va a ser la de Chuck Palahniuk-. Se trata de hablar suponiendo ser escuchado, simulando la situación de que existe un oyente que nos presta atención. Nada más. No pasa por extremos esquizoide de inventar dobles o triples personalidades que dialoguen entre si, aunque si alguien quisiera aventurarse a esos territorios que lo haga corriendo sus propios riesgos. En realidad son tres operaciones las involucradas: hablar solo, rescatar las ideas de ese monólogo y escribir. Hablo solo y luego escribo. Porque hablo sólo y se me ocurren ideas. No hay que dar más vueltas pues se trata ni más ni menos que del viejo, conocido -y no se si bien ponderado- “pensar en voz alta”. Sólo que yo voy un paso más, a reivindicar la voz alta y el diálogo imaginario como valiosos métodos de producción textual.

La principal dificultad de la técnica de hablar solo es hallar un lugar donde hacerlo. Casi indefectiblemente para hablar solo hay que estar solo, para evitar el riesgo de ser tomado por loco. Claro que no siempre quién es visto y oído ejercitando este arte es tomado por loco, sabemos que existen algunas excepciones que han adquirido una unánime y difundida autorización: uno de ellos es estar estudiando -memorizar una lección, un contenido, un apunte, un conocimiento-, otro es estar ensayando o entrenando si uno se dedica al teatro, a la locución o la política. Por lo tanto la alternativa posible es que sea delante de gente que ya esté informada de que se trata, que uno utiliza esta técnica como cualquier otra a nivel de aprendizaje o práctica. Pero en definitiva, si no se milita en alguna de estas excepciones me temo que si lo observan en plena práctica de este sistema no piensen muy bien de su salud mental. Y si algún psiquiatra leyera esto y considerara la opción de actuar de oficio, le mando desde aquí un muy diplomático corte de manga.

¿Que diferencia encuentro entre pensar hablando y el pensamiento meditativo?

Se me ocurre que la mejor forma de presentar este modus operandi estrella de mi pensamiento doméstico es enumerar las ventajas que ofrece frente a otros métodos, y por supuesto que no se trata nada más que desde mi intransferible experiencia, aunque me atreva a recomendarlo con toda confianza a mis mejores amigos.

Concentración y foco
La principal ventaja que ofrece es que instala muy rápidamente la concentración. En la meditación silenciosa, para los adentros, me resulta harto dificultoso lograr una focalización mínima duradera, la retención se me hace demasiado evanescente, escurridiza, inaprensible.

Síntesis y creación
La locución de las palabras abre o instala un esquema ordenador, facilitador de operaciones de síntesis, que redunda en favorecer la emisión de ideas novedosas, del fluir de lo no pensado, de lo no dicho, del desocultamiento. Es un estado de improvisación casi musical, los sonidos llaman a las ideas, son cantos de sirena que parecen excitar a todas las musas, pero especialmente las cerebro vasculares. Así como en teatro hay técnicas que usan la convocatoria del acto corporal como ayuda para la aparición del sentimiento internalizado, aquí la convocatoria del rol de emisor público del propio discurso ayuda al encuentro de la producción de ideas y sentidos.

Posicionamiento
La voz alta implica una postura, ponerse a mirar desde arriba, subirse a la punta del cerro para observar el panorama. Será por eso que hallo más fácil la conceptualización general al desbordar el estrecho campo visual del murmurar interior. Me quito esas anteojeras que sólo me dejan mirar el pequeño árbol de lo puntual y cotidiano, para posicionarme en una perspectiva apta para visualizar y distinguir claramente los bosques y sus relaciones. Esta postura mental necesita un correlato físico, jamás puedo pensar en voz alta sentado en una silla, debo contar con la ayuda de la posición recostada, con la cabeza inclinada aunque sea un poco hacia arriba, sillón o cama mediante. Aclaro que cualquier parecido con el diván freudiano es pura coincidencia.

Chequeo
También la función de oír la textura sonora de las ideas como discurso, las somete a una especie de chequeo automático en tiempo real, el rebote de ese contenido que se hace dialógico puede ser evaluado en su entidad de modo casi instantáneo, se sopesa mucho más fácilmente su condición, su alcance, su coherencia, su inestabilidad, su sensatez o su imbecilidad. Si es algo innovador, atinado, arbitrario, alocado o ingenuo, el registro es bastante inmediato, no necesita ver la luz de la pantalla o el papel.

Retención
Ayuda a retener la idea en la memoria para ser transcripta. No es necesario tomar la servilleta o el papel higiénico y anotar desesperamente eso que se puede perder. Ponerlo en diálogo flotante hace que se fije y sea recordado más fácilmente, nos da tiempo a llegar a la hoja o pantalla de PC más cercana para descargarla como es debido. Ahora, si viajás en un micro o un tren ni se te ocurre practicar esta técnica por obvias razones de seguridad.


Es importante aclarar que la eficacia de hablar solo no se cumple cuando se trata de imaginar, o establecer un proceso creativo a partir de la evocación de imágenes, para ello es evidente la superioridad del silencio, la abstracción y alguna música que nos ayude a flotar un poco. Se trata del acto de articular ideas, bocetos de razonamientos, proyectos de juicios y proposiciones, conclusiones analíticas, sean del tema que fueren. Tampoco se necesita ser un gran orador, alcanza con no ser demasiado torpe ya que la chance de equivocarse, repetir, cortar y volver a intentar nos está permitida si es que somos un poco autoindulgentes.

Ah, libreta de apuntes y grabador no están nunca de más.

septiembre 02, 2005

Operación Cánon

Siempre fui un chico inquieto. Pero todo esto empezó cuando leí que en el concurso de novela de un conocido diario argelino la cantidad de obras llegaría a un número cercano a un mil quinientas – 1500-. No voy a escribir lugares comunes para que después me critique algún carroñero de esos que se la pasan barriendo la vereda de blogolandia para juntar puchos y venderlos. Pero la cifra me dio escalofríos. Y empecé a hacer números: 1500 novelas, supongamos un promedio de 270 páginas, porque calculo que habrá cortitas de 180 y mamotretos de 450, nos da 405.000 páginas para leer. Desinformado outsider del mundo literario lo primero que hice fue investigar, y llegué al dato clave que explica toda esta aparente incongruencia: hay un jurado de preselección. Ah, si, todo lo que quieras, pero entonces me imaginé debían haber puesto avisos solicitando el reclutamiento de jurados con un casting en la cancha de River. Pero no, no encontré datos en ese sentido, se trataría de un jurado de preselección designado por la empresa organizadora del concurso.

Luego empecé a especular, noble tarea que los ociosos griegos consagraban como la máxima expresión del espíritu humano. Si ponen a 10 tipos a preseleccionar, le tocan 150 novelitas a cada uno, una bicoca. Como no creo que le paguen full time, estimo que los tipos se podrán dedicar a leer unas pocas horas diarias, por lo que siendo optimista y pensando que todos manejen el sistema ILVEM de lectura veloz podrán liquidar 2 por semana, lo que me da 75 semanas o 18 meses o 1 año y medio, como prefieran. No cierra, lo sensato es entonces en pensar en 100 tipos como jurado de preselección, ¿será demasiado? Eso reduciría las novelas a leer a 15 cada uno, ahí si que es una pavada, en 2 meses de constante devoramiento textual se liquida el paquete.

Pero cómo creí siempre en los lemas populares, y criticar sin propuestas no era ni será mi estilo, se me ocurrieron un par de ideas que revolucionarán la historia de los concursos en la literatura de masas.


Convocatoria de un jurado popular

Tantos jurados como obras presentadas, en este ejemplo 1500 jurados, seleccionados entre el pueblo lector. Para esto hacer un concurso previo de jurados que puede dejar buena guita y repercusión. La cuestión es que cada jurado lee una de las novelas, se toma 2 meses, en ese periodo deberá leerla 2 veces al menos, llenar una planilla de análisis técnico y control, y ponerle un puntaje. Después sólo queda procesar todo eso. Y la literatura de paso democratizaría sus premios


Sistema de muestras al azar

Las novelas no se leen, se evalúan a través del sistema de “muestras al azar”. ¿Como es eso? Primero se evalúa el resumen, síntesis o abstract se llama?, bueno, no se, eso, una carillita donde se hace una sinopsis de la novela. Luego en presencia de escribano público, del escritor concursante y de algún miembro del verdadero jurado de notables se toma una muestra al azar de una (1) página de la novela. Esa página es recortada y fotocopiada, y se guarda en sobre lacrado donde se establece que es muestra válida y fehaciente para ser analizada. De un plumazo pasamos de 405.000 páginas a leer a 3000. Para que no haya suspicacias sobre que página se elije de muestra, se procede a tomar el número de páginas de cada obra y en base a esas cifras se sortea el número de página a escoger.


Operación Cánon, el Operación Triunfo literario

Este es el gran golazo. Preselección nacional, en provincias y ciudades. Jornadas eliminatorias regionales y los 22 seleccionados van a parar a una Academia Literaria. En el lugar de Pablo Ramírez de jurado ponemos a los popes canónicos. En la Academia grandes figuras del entrenamiento textual hacen su tarea. Y asi cada semana los aspirantes a estrellas de la literatura deben enfrentar desafíos variados que exigen al máximo todo su talento y creatividad. Un cuento policial, un ensayo de actualidad, una novela erótica corta. Para que seguir si la idea se explica y se explicó sola. La registré por las dudas para que no me afanen.



Por qué será que ganar y perder es siempre tan complicado.