El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...
septiembre 22, 2005
El rulemán biodegradable ( Ecos del Rojas I )
"Si el sol de un mediodía de verano cae en picada
La luna de una medianoche de verano
¿ como cae? "
Hermes Pessoa Filho, 1977
( Extraído de su obra póstuma “La malcogida que dio aquel buen paso” )
Mi ponencia es antes que nada una renuncia a la imponencia. Aunque también lo es a la impotencia. Fui con muchas incertidubres, me traje unas pocas comprobaciones y una abrumadora carga de profundas y meridianas confusiones. Caos, caos y más caos. Efímero, efímero y efímero.
“El blog es el agua del inodoro, y cada post es tirar la cadena, queda el aguita nueva arriba, el resto se va por las colectoras.”
Entre las escasas certezas que me traje fue la comprobación de que uno de los blogers era puto nomás, que no amenazaba sino que cumplía. Jamás supe por qué pero nunca les simpaticé. Recuerdo que mis amigos de la facultad habían sufrido todos algún intento de seducción de algún compañero gay, en cambio a mi jamás me miraban, y de ser posible, no me soportaban. Jamás mostré ningún atisbo de incomprensión y discriminación hacia ellos, pero puto que daba vueltas puto que se ponía en mi contra. Gracias a Dios que no soy gay porque sino hubiera muerto virgen.
Diario íntimo....., este par de palabras parecía dibujado en cada pared de la sala Sosa Pujato del Rojas, diariooooo íntimooooooo..... era un eco que venía desde todas las direcciones, pasaba por los medios masivos de comunicación social y se filtraba por cielorrasos para quedar finalmente depositado en el medio de mi terquedad. A que vine me pregunté, ¿ a sostener el paradigma de la soledad entre los solitarios? ¿La capacidad de estar en contra aún de los que están en contra de todo? Y me venían a la mente títulos para mi futuro diario íntimo, para mi escritura efímera de cada día a la que me rendiría tan pronto como dejara que me absorbiese ese vapor avasallante. Caído a sus plantas, como un cachorrito de león desválido que ahogara en un ronquidito su vano rugir de blogeridad diferente. Así desfilaron ante los coroneles de mi infraconciente títulos como “El rulemán biodegradable”, “Jesús de Monroe” o “Alfín y Alcabo”, que fueron algunos de los que deseché cuando elegí Hargentina. El autismo no es creerse el ombligo del mundo, es creer que todos los ombligos del mundo son iguales al mío. Hoy con gran dolor y sensación de traición a la comunidad que me ampara con su generosa mirada de costado, debo confesar que si hubiera sabido programar en html no tendría un blog.
El bien más preciado de cualquier escritor y de cualquier bloger se llama lector, aunque se lo niegue y para vivir se prescinda de su puesta en la respectiva agenda de política exterior. Y nadie habló de ser leído en el Rojas. El arte del escribir, oh que cosa, escribir, escribir y escribir. Así, dicho tres veces sucesivas. Sin un por qué ni un para qué como si el “que me lean” no fuera un elefante suficientemente grande para llenar cualquier recinto de motivación. Escribir escribe cualquiera que quiera y pueda, y no se necesita un blog para hacerlo ni se necesita un libro o una revista. El blog aparece como la posibilidad cierta y cercana de concretar lo que en el nivel de máxima histeria autista aparece como lo negado: el ser leído. Poco interesa si hablamos de nuestros gustos sexuales, del poema del Mío Cid o de motonáutica.
No se quién decía la sabia perogrullada de que una cosa es amar y otra es ser amado. El blog es un atajo que se ofrece al que desea cometer esa verdadera y única copulación del acto textual. Es una salida rápida, frenética, una iniciación fácil e improvisada, un vuelo de bautismo sin cura. O una chantada bien presentada.
Con tal de coger se hacen muchas cosas, con tal de ser leído se hacen más y mejores.
Para la consumación oficial del "ser leído" existe un circuito de poder a vencer, y lo que digo no implica un juicio crítico, ya que obviamente sin ningún poder de orden funcional la sociedad se nos escurriría como un pedo liquido después de una ingesta de jugos de ciruelas. Salvando las enormes distancias de previsibilidad, se asemeja a un circuito de formación profesional o laboral. Si quiero ser médico, ejercer el arte de aliviar el dolor ajeno, tengo que enfrentar la toma de un camino establecido, una serie de estamentos a superar, primero académicos y luego comerciales. Pero pasados esos filtros en definitiva necesito pacientes a quién curar. El escritor necesita lectores a quién enfermar. Al fin y al cabo, el blog es el emergente detergente. Un acomodo con el cajero para no hacer la cola, el simulacro de conquista de la gran mina cepillándose a la putita del barrio que se deja por tres pesos y una cola-cola. El blog es el plan B.
No inaugura ni el imperio de lo efímero, ni la estética de la instantaneidad ni la consagración del registro desaparecible o licuable. Internet ya era efímero. Pero el blog no creo que sea en si mismo ni menos inútil, efímero e instantáneo que lo que son a menudo -por no decir siempre- el libro o el diario. Toda lectura es efímera, aún la de un libro o un diario (de papel), sólo sucede que nos quedamos pegados con la gravedad del artefacto textual que promete darnos algo de erternidad pro el sólo hecho de dejarse ver en un estante. Se trata del pequeño prisma de papel y cartulina con tapas y hojas, o también de ese amasijo insufrible símil papel higiénico. Lo único que hace a ése prisma libro, y al papel higiénico diario, es la lectura. Y la lectura en pantalla es lo que hace libro a internet. La pantalla con texto es un libro.
Si algo inaugura es el imperio de lo desautorizado. Internet autoriza a los desautorizados a fabricar el simulacro del acto textual que de tan verosímil termina volviéndose real.
Como la realidad en esta era ya no existe, sólo hace falta conseguir que funcionen los efectos especiales apropiados que se hagan pasar por ella.
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