El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 17, 2010

De lectura difícil



"Atrapado en la rana cuántica del recuerdo multipolar, mi resto fósil fue el perejil que aderezó su almuerzo. Por más que rabiaso marchité mi ontología para no ser visto ni leído, fui condenado a beberme mi saliva por el camino de los hornos"


Siempre tuve una relación ambigua con los que escriben en difícil a la hora de la reflexión ensayística. Jamás les perdoné el cansancio mental, la falta de cooperación con la armonía, su intransigencia a la hora de aflojar la pesada coraza del cogito interruptus como decía Eco, pero a la vez supe reconocerme un humilde subsidiario de los vuelos altos y turbulentos altos a los que me invitaron en segunda y estelares instancias. Porque esa agitación del lenguaje que se muestra al principio tan poco acogedora supone la generación de una intriga acechante que a la larga es productiva. Lo que sucede es que el pensamiento nunca pierda su condición de espectáculo; lo es cuando se lo atestigua –eso que llamamos lectura- y lo es cuando se lo practica –eso que llamamos escritura—, y como en todo espectáculo hay estímulos de efecto directo que nos arrancan un placer fácil y otros de laboriosa efectividad que valoramos en instancias postreras, casi cuando ya estamos en una etapa de repaso, ya lejos del descubrimiento.

Ahora existe también un placer instantáneo de la oscuridad, que es disfrutar como el autor combina deliberadamente vocablos para que se estrellen en la ambigüedad y en el sinsentido. Eso es lo que transmiten, que se han divertido haciendo chocar trenes y observando los azarosos derroteros de las estelas de humo, las curiosas formas que nacen de la combinación de las piezas retorcidas y esparcidas por los impactos. Esto tiene que ver con el componente poético de la reflexión, pero no creo que su explicación lineal porque sonar poético no siempre es sonar oscuro, aunque existe esa herencia de una poética oscura por momentos remotamente alemana, por momentos más posmodernamente francesa.

Otro factor que influye es un precepto, una premisa de circulación restringida pero suficiente en la medida que estuvo presente en los ámbitos decisivos a la hora de fijar valor intelectual., que establece que lo inteligente y complejo necesariamente debe ser difícil de leer, que debe ser intraducible a la claridad y la llanura de unas expresiones gentiles y redondas. La pátina de vanidad que los reviste los hace ser esclavos pavorosos de esas malas lecturas,;temen que si son claros serán tomados por simplistas, por pedestres, por básicos, no confían ni en la calidad de sus ideas para mostrarse inteligentes aún en la claridad, ni en la sabiduría de sus lectores para reconocer esa diferencia. Por mostrarse profundos, voladores y creativos son presa de la paradójicamente fácil tentación de “oscurecer las aguas para que parezcan más profundas” como decía Nietszche.

El pensador, si es escritor aparte de pensador, es también un artista y como todo artista esta sediento de mostrar su virtuosismo en el manejo de su instrumento natural que es el lenguaje, -o la lapicera, o el procesador de textos-. La escritura, como dije, es espectáculo, y en todo espectáculo hay un artista que se define por su capacidad de impresionar al público de cualquier manera. Pero ser virtuoso desde la claridad es más difícil, el artista se expone a una desnudez de medios que habilita la visibilidad de sus más extremas limitaciones. Se necesita abrigar hallazgos a cada rato para construir imponencia y asombro, y se corre el riesgo de que cualquier imbécil lo entienda y lo confunda con una trivialidad. El virtuosismo por el lado de la confusión y el extrañamiento es un campo más accesible para la mayoría, es bastante sencillo de lograr con un poco de entrenamiento casero, y suele dar réditos más seguros. Con una pizca de talento se disponen de una gran variedad de recursos para lograr efectos de virtud, artilugios que enredan tanto el campo de percepción que aunque no convenzan al público, al menos hace que les otorguen el beneficio de la duda.

El que escribe en difícil ha sabido activar con el tiempo un dispositivo de fabricación de lenguaje cuyo objeto permanente es escapar del peligro de la claridad, huir de ella como si encontrara en el laberinto es respiro al horror por la conclusión plana. Su discurso padece del martirio infatigable de destrozar toda posible sospecha de mediocridad y por ello acude a desviar cualquier inminencia de distensión. Se vuelve jerga deliberadamente disonante aunque en ella alcance un status de estilo insuficiente. No olvidar que la guapa claridad es también una cruel estrella distante; fértil partera del conocimiento y la revelación artística. Estrangular el significado de una construcción propositiva usando para destruirla las mismas connotaciones que usa para prometerla y sugerirla, se convierte en recurso de erección anticipada, un desorden en la administración de los campos de la tangibilidad.


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