—Llegó el momento de deslindar responsabilidades...
Dijo y tomó un martillo con sus manos para empezar a golpear con furia el rostro de la más bella de las responsabilidades del barrio...
En toda infame comunión de oscuras colectividades, llega la hora de deslindar la individualidad. Ya, por fin. Quitarse dependencias de padrinos, amantes, borregos, patrones. Punzarse el vientre y que reviente el aire puro.
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