El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

agosto 09, 2010

Plan de juego



Vamos por la conmutación de las penas del alma por una alegría del ente total, ese muñeco inflable e inflamable capaz de vibrar en carnalidad y elevarse en vapores inasibles. Jugar a la ruleta rusa con las contradicciones intelectuales, explorar y beber su veneno íntimo, sus riesgos atroces al error como cruz, a la confusión como destino, a la imposibilidad como magma orgiástico, a la prescindencia como pusilánime fuga. Rendir homenaje de abolición al grito que niega, siempre insuficiente, siempre aliviador, toda vez inclemente. Punzar las heridas ideológicas ahí donde arden, execrar la tolerancia por entrega y la supervivencia por traición, absolver a la guerra entre la esperanza y el odio, desafiar a lo sano que se alimenta de carroña, a lo muy humano que transforma en estiércol pestilente su inmaculado alimento. Condenar al poder por sus crímenes y sus beneficios, al caos por su ilusa seducción aliviadora. Saborear la acidez de las conclusiones en torno a lo necesario pero impuro, a los deseable pero imposible, a lo limpio pero inútil. Desactivar las ingenuidades, encabritar los trotes por las planicies, romper la esclavitud respecto de las convicciones vencidas, desterrar esa frívola pretensión de no equivocarse.

El poder. Amenaza o Padre. Verdugo o manto de virtud. El estado y el mercado, enemigos, condiscípulos, socios en la decadencia, amigos incompatibles, idiotas útiles. El individuo y el grupo, conservar y cambiar, guarecer los poderíos del acecho de los menesterosos, quitarles el botín del placer a esos pocos acaparadores que lo retienen. Enterrar a los muertos en muerte, sacar a pasear a sus deudos en vida, ventilar ataúdes, refrigerar rencores.

No hay comentarios.: