El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 22, 2010

Desde el proscenio


Progressor, consciente que sus limitaciones eran su sabiduría y sus contradicciones su equilibrio, se reía de los extremistas pero a pesar de todo los escuchaba y trataba de aprender. Dorox, el impreciso, cumplía una especie de función salomónica, porque su habilidad estaba es encontrarle huidas a todos los discursos, abrirles la puerta de atrás para que liberaran la presión de su propia intensidad. La asfixia del living de un departamento de dos ambientes en el Palermo mugroso contribuía a hacer más sucia la cercanía tensa de los personajes, faltaba espacio para que tanta disidencia tuviera un suficiente anillo de aire alrededor… Entonces Taibot, el delirante defensor del materialismo histórico, maitre de las cenas concretas, sacerdote de todas las ortodoxias radicales, capaz de hacer la síntesis trosco leninista, se había asentado al principio como el loco de las verdades esa noche, a través de algunas diatribas librescas un tanto aburridas. Contaba con la inesperada aprobación tácita de Liberto, el anarco, del que nunca se sabía si era colectivista o individualista, si le tiraba más la repartija de panes para todos o la revolución permanente, lo que si quedaba claro que estaría siempre un poco más allá de cualquier postura imaginable aunque no se supiera donde. Pero fue Gregón, desde hace poco llamado “el populista”, empastillado pero lúcido a esa hora, el que supo arrebatar el mando de la enunciación, y hablaba en tono como de ganador, tal vez porque interpretaba que ese era su momento…


-Los anarcos se vuelven conservadores y reaccionarios cuando presienten que el socialismo está cerca. Subproductos descartables del capitalismo liberal donde han sido formados, y a cuyas categorías remiten al fin. “Ay, no quiero el estado”, “ay, no me quiten la libertad”, “ay, viva la joda”, “viva el caos”. Tanto putear al orden del capital en realidad son residuos la libertad pedorra que ese orden les proporciona para que se empeden y digan pelotudeces y se pasen negando todo mientras en realidad obedecen como putitas los mandamientos burgueses, eso quieren y con eso se conforman los boludos…


Progressor refrendada galones de tolerancia, como buen híbrido, y escuchaba. Taibot fumaba pero se prometía no interrumpir. Dorox ponía cara de resignación y le ofrecía a Liberto un poco de whisky…


- De boquilla –prosiguió Gregón- son más zurdos que el peor zurdo y más liberales que el peor liberal. Dicen “que mierda es la propiedad privada” pero cuando se trata de empezar a abolirla salen a coro a defenderla, no sea cosa que alguien les meta mano a su mugroso aguantadero, lleno de cigarros y libros mierdosos, al que quieren con orgullo los boludos, porque se creen que es la trinchera desde donde dan batalla cuando apenas es un puesto de choripanes para venderles a los capitalistas de andan de paso, si se les da las pelotas parar a comprar… Peor que un burgués asustado, es un anarco-burgués asustado. El burgués es peligroso porque al tener miedo de perder sus privilegios obviamente propiciará el uso de la violencia para defenderlos. El burgués teme que la agitación socialista le quite su fortuna, el anarco teme que le quiten su infortunio, que lo molesten en el kiosquito que las libertades burguesas le dejan poner para propalar el descreimiento y la negación. En definitiva, el anarco teme del socialismo real que le toque tener que trabajar, que ya no pueda vivir de hacerse el superado…


-Trabajar…..- ahora si interrumpió Liberto- justamente eso es lo que ustedes no harán jamás bajo ningún régimen….

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