El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

abril 03, 2010

Rapso



"Excelso escriba, ducho en el arte de la ortografía y la ortología"

Habla. Como procurador oficial de las causas abatidas o como supremo consejero del oportunismo feliz.

Habla por hablar pero nunca concluye, nunca cierra del todo el paréntesis de la obviedad, el punto y coma de la redundancia. Sabe pronunciar la sordera del concepto y el temblor de la inmovilidad, y es capaz de hablar aún en su más flagrante ausencia.

Habla, atraviesa el espacio con su palabra, instila gotas de aceite en la decrepitud marmórea de su eco.

El descenso flotante de la conciencia en la tentación, el peso luctuoso de la autodeterminación inmanejable. Lidiar con la liviandad de la culpa, cabalgar a la grupa del héroe, actos de primera instancia, procreaciones en segundas nupcias.

Toda vez que uno desee realmente volverse caótico, basta con ofrecerle intimidación a toda luminosidad próxima. Podemos debatir si el tintineo de un cristal es suficiente advertencia de la proximidad del desangrado, o si conviene lanzar limosnas auto perforantes al cielo como señal de inminente miseria.

La indecisión prolongada es enemiga de cualquier actualización del éxito. Aunque sobre la eternidad aún no se haya escrito lo suficiente, es mejor siempre ocuparse de trabar relación literaria con el primer instante que se nos cruce por delante. La rutinaria función privada del arrepentimiento no podrá cambiar el curso de los azarosos designios del orden, y para apagar los volcanes aún no se han inventado suficientes lágrimas.


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