El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

febrero 28, 2008

El sueño de putear al árbitro

El tenis debe ser el único deporte profesional donde los árbitros muestran la peor de las posturas posibles: la del servilismo humillante. Así se los ve sin mantener la más mínima personalidad y dignidad de rol, obligados a tolerar el insulto y las agresiones verbales directas de los jugadores hacia ellos con total sumisión, sin aplicar ninguna sanción deportiva. Está claro que las estrellas - y los dueños de los millones de dólares- son los jugadores, pero eso pasa en todos los deportes de élite y no por ello se permite pisar la dignidad personal de los jueces y auxiliares que están allí cumpliendo un trabajo complementario y esencial a todo juego reglado. Más allá de que en la época que jugaba Mc Enroe allá por los ’80 hubo algún árbitro que si mal no recuerdo se animó a descalificarlo o quitarle algún punto, en los últimos tiempos los jugadores cada vez más hacen lo que se les da la gana. En la reciente edición del ATP de Buenos Aires tuvimos una muestra con un Nalbandián en su peor versión deportiva. Quizá creyendo que porque al torneo lo organizaba su entrenador todos deberían favorecerlo, se mostró desde el primer día intolerante y agresivo con árbitros de silla y jueces de línea. Su máxima proeza fue a mandar a la concha de su madre, a viva voz y a medio metro de distancia, al árbitro en su partido contra Fognini. Luego abundó en basureos y apretadas a jueces de línea con total impunidad, además de acicatear a Maradona para que prosiguiera desde un paclo con sus insultos al italiano Potito Starace.

Aclaro que me encantan los tenistas calentones, los que rompen raquetas y descargan sus nervios cuando una pelota se les va por un centímetro. Los hielitos correctos que sólo apretan el puñito y se cuidan de no revelar ninguna reacción hormonal ante la marcha de un partido me dan asco, pero la calentura sana no significa habilitar un canal de soberbia agresiva y prepotencia barata hacia los que en este espectáculo son meros colaboradores.

Los tenistas cumplen así el sueño imposible de cualquier deportista: putear al referí y recibir sólo una sonrisa temerosa de respuesta.

El color púrpura







Deep Purple en el Luna Park – 26/2/08

Soberbia categoría de músicos: precisión, sobriedad, contundencia, ausencia de fisuras, naturalidad. A diferencia de otras veteranas estrellas del rock internacional que deciden pasear sus vacaciones jubilatorias por los escenarios del mundo sin preocuparse mucho si pifian o se olvidan la letra, a éstos les da el cuero para tocar todavía en el mejor nivel. Pero lo más sobresaliente es la comunión con el público que logran. Pocas veces sentí tanto ida y vuelta positivo entre público y artistas en un show masivo.

febrero 20, 2008

Literatura de lector

Miguel Soler ha escrito un estupendo artículo en su blog sobre la "literatura de lector". Me honra haberle servido de disparador con el apelativo. Justamente tengo un borrador sobre la materia que espero poder concluir pronto. Aquí a modo de apertura subrayo algunos puntos sobre citas de su texto:


"La cuestión, más allá de la pericia de una literatura de lector, más allá de la calidad de los productos de una literatura de lector (y si se pudiera definir tal literatura), es si podemos "valorarla" y bajo que preceptos éticos, estéticos o morales darle justa apreciación por sobre otras (por ejemplo: por sobre los originales canibalizados)”

La concepción de la literatura de lector me merece un rechazo visceral a la vez ético y estético, porque como bien señala Soler es ética y estética la naturaleza de su genealogía y sus implicancias.

“Pero qué hay cuando esos engarces, esas transposiciones son realizadas de callado? ¿No se vulnera cierto orgullo de autor a expensas de la lentitud del lector, al que le es inabarcable el cuerpo de la literatura? “

Por supuesto que no todo es igual, hay intelectuales que ejercitan a la luz del día y mirando a la cara ejercicios de análisis e intervenciones textuales utilizando las obras de otros autores, pero no presenten eso como literatura y se presenten a ellos mismos como autores o escritores, a imagen y semejanza de aquellos a los que canibalizan. Luego está lo peligroso: una concepción que habilita la operatividad en la oscuras catacumbas de todo tipo de chantas depredadores que conciben ese modo “productivo” de alimentar el sueño de un propio bronce autoral; sobre la vil explotación del talento público.


”La literatura de lector, presumo, es una maldición epidémica que podría habernos legado Borges (así como Kafka nos legó, a través de una teoría bosquejada en sus Diarios, la de “la literatura menor”, tan menor que termina por ser infranqueable como si se invirtiese a un obstáculo mayor.) Borges dijo que Todo estaba escrito, que no podríamos hacer más que variaciones argumentales de una pocas historias rectoras, clásicas y ya editadas desde el fondo del tiempo”

Borges ha sido usado para tal fin, los adalides de la literatura de lector se amparan en el multiuso escudo borgeano, un escudo construido sobre una burda e interesada interpretación de sus declaraciones e ironías.

“Una literatura de autor versus una literatura de lector”

Una literatura de locos creadores versus una de tramposas, voyuerísticas y burocráticas ratas de biblioteca.

febrero 19, 2008

El labrador

Aquel anciano notario, creyéndose ya una insignificante alimaña profesional que había dedicado su larga vida de trabajo a la veneración de los papeles impresos, encerrado entre paredes y algunas luces artificiales, una tarde mientras viajaba en un tren de regreso a su casa observó por la ventanilla a unos labradores que en la soleada ladera de un valle abrían a puro sudor los surcos vitales de la tierra. De inmediato se inspiró para proyectar por fin la celebración del justo acto que lavaría el sentimiento de inutilidad espiritual que lo acosaba en aquella inminencia de la conclusión de su propia vida, una trayectoria biológico-social que a la luz de esa hora sería considerada por todos aquellos que la habían contemplado como una serie de eventos tan correctos como despreciables. Se bajó en la próxima estación y retrocedió a pie varios kilómetros bordeando las vías hasta aquella ladera donde había visto a los labradores. Una vez ante ellos pidió prestada una herramienta que le fue entregada con extraña confianza por un labrador gentil que sobresalía del resto de sus compañeros por lucir una larga cabellera aindiada. La sostuvo un instante en sus manos y dirigió unos pocos impactos hacia la tierra que formaron una leve hendidura apenas suficiente para sembrar unas pocas semillas. Acto seguido se detuvo y labró un acta donde dejó constancia del cumplimiento de su trabajo y le pidió al labrador melenudo que certificara con su firma, que no fue otra que un violento guadañazo que acabó por desgarrar totalmente el viejo papel oficio.

Imposible coincidencia

En materia de gustos en relación a cuadros, libros, discos o películas pasa lo mismo que con las huellas digitales, no hay dos iguales. Porque cuando nos gusta lo mismo, casi nunca nos gusta por lo mismo.

febrero 13, 2008

Gobernamos la noche

En épocas donde recrudece una terrible desarticulación de los discursos se percibe también la resistencia de una inmensa red de trincheras micro culturales. Por ejemplo, dentro del rock se mantienen muy vivos en todo el mundo estilos, modelos y valores que tuvieron su momento de apogeo establecido y que luego fueron obturados por un olvido planificado. Aquí, por ejemplo, es posible reconocer un patrón sobreviviente a través del hard rock contemporáneo de los ingleses Ten que nos invita a respirar en una burbuja de épica adolescente, plagada de sueños justicieros y espadas empinadas por caballeros de sangre generosa, donde los tiranos se presienten al menos derrocables y las doncellas un abundante jardín por desflorar.

Ten: We rule the night

febrero 11, 2008

Ronda de sueños

Ni pastas ni sustancias ni cerveza; se propusieron limpiarse de condicionamientos orgánicos con agua mineral y café. “Minefield” Rebotaro sentenció desde el interior de su camisa setentera  con el rostro camuflado por la barba:

 -En el mundo que yo sueño, no habrá mejores ni peores sino iguales…

Progressor replicó con soltura desde su lúcido atavío mundano y galante: 

 -No. Mejor va a ser el mundo que yo sueño donde no habrá mejores ni peores sino diferentes…

Finalmente Dorox, impreciso hasta para los gestos de desaprobación, concluyó:

-Tampoco. Mejor es el que sueño yo donde si habrá mejores y peores pero no excluidos...

 


febrero 10, 2008

Agradecimiento a los 60 watts

Un saludo y una sincera retribución de agradecimientos a los hacedores de los programas radiales "60 watts en el país" y "60 watts en la cultura" que en marzo estarán de regreso.

febrero 07, 2008

Literatura del rechazo


( A propósito del texto de Gabriel Bañez en Nación Apache sobre el rechazo literario)




El rechazo. Amoroso, literario, laboral, artístico.

Rebotar, el eco desplumado de un sueño autosuficiente, la enferma ironía de la sólida dependencia. La aceptación se vuelve una enemiga jurada, una perra arrebatadora. Un rechazo literario es un doble error, del que rechaza y del que envía al destinatario equivocado. Y jamás se enmienda un error de admisión; los homenajes y los descubrimientos tardíos son apenas una conmutación vencida de una pena capital, un acto de justicia reparadora que nada repara sino que resulta una celebración exultante del mismo acto de injusticia cometido.

Toda derrota es injusta, aunque todo triunfo también lo es. Y el juicio de la omnipotencia ajena no admite la solución salomónica; sólo es posible un maullido interior, un contoneo del intestino que crispa la dignidad mancillada pero enternece el propio perdón.

Los sensores de la literatura son censores. El rechazo es el embate impiadoso contra el almácigo púbico de nuestra autoestima. Pero sin rechazo no hay construcción de una voluntad, se esfuma la templanza rabiosa, no se generan los anticuerpos necesarios para combatir futuras infecciones del orgullo, se anula la fundición de pesadas promesas de revancha y se priva al autor de la noble formación que da la resistencia. Un rechazo es un asiento de signo negativo pero que abre una cuenta ya imposible de cerrar. ¿Y que otro recurso de aprendizaje cínico encontraríamos sin él? El líder de nuestra conversión técnica a la madurez, aquella que se da por hecha cuando se llega a saber hacer arrancar la literatura en modo a prueba de fallos.

Tal vez saber fracasar sea un arte sólo al alcance de unos pocos elegidos, pero ¿como prepararse para convivir con la incomprensión? Y que cosa ese no poder dejar el fracaso. ¿Será que la experiencia de perder es tan intensamente placentera que a veces uno no puede resistir la tentación de volver a experimentarla? Abandonar el fracaso debe ser más difícil que abandonar el cigarrillo. Digo "debe ser" porque yo jamás fumé.

¡Ay la insistencia, esa exitosa virtud de los fracasados!


febrero 05, 2008

El menor de los análisis X

El Ensayo y la tragedia de la exposición - La perplejidad ante el imprevisible espejo del propio pensamiento.


Enrique Vila-Matas comenta en el diario El País lo escrito por Stefan Zweig en relación a Montaigne, padre del ensayo como género:


“Toda la literatura de la época moderna nacería en lo alto de esa torre, en el momento exacto en el que Montaigne confesó, al comienzo de los Ensayos, que escribía con la intención de conocerse a sí mismo. Hoy sabemos ya perfectamente qué clase de consecuencias trajo aquello. No mucho después de que en la escritura empezáramos a "buscarnos a nosotros mismos", comenzó a desarrollarse una lenta pero progresiva desconfianza en las posibilidades del lenguaje y el temor a que éste nos arrastrara a zonas de profunda perplejidad.”


En el acto del ensayo puro el escritor experimenta el conocimiento de si mismo. La opinión es lo que de si mismo se ha revelado, lo que se ha transformado del estado inexistente y no-sabido a existente y sabido. El ensayista escoge un tema y se explora en relación a ese tema, se escanea a si mismo para descubrir su pensamiento inédito, no premeditado ni menos conocido. Realiza una visita a la entraña y la piel de todo su entendimiento, recorre una por una todas sus fibras y las somete a una severa prueba de exigencia productiva. La escritura del ensayo no es un pasado en limpio de sus pensamientos preexistentes que deambulan estables, conocidos y acumulados; no se trata de un ejercicio de memoria, sino que es una pura generación de contenidos en tiempo real donde los materiales prefigurados y las posturas supuestas que se dejaban sospechar como parte del propio patrimonio intelectual portátil, son modificados por el avasallante manantial de nuevas y frescas combinaciones. El primer reconocimiento del propio resultado hecho texto puede que produzca perplejidad, temor y extrañeza, una primaria reacción de no reconocerse en eso que se ha pensado, por lo que inaugura un nuevo y decisivo temor: como atreverse a una instancia de publicación donde será ese pensamiento el que lo represente ante los demás cuando ni siquiera está seguro que lo represente a si mismo.


“Zweig insinúa la existencia de más de un rostro de Montaigne cuando comenta que, en un primer momento, éste escribió para sí mismo y que sólo con la publicación de los dos primeros volúmenes de sus Ensayos se sintió de pronto convertido en un escritor, y por eso proyectó su sombra en los Ensayos posteriores”


Cuanto más un ensayo revela a su autor un saber extraño para él, cuanto más demuestra que ha trepado imparable el muro de la mediocridad y la repetición. Luego las cualidades sociales del ensayista volverán a medirse en relación a si es capaz de preservar toda su perplejidad de des-ocultamiento en la versión que entregue a sus lectores. La manipulación del texto crudo mediante el uso de la ficción contemporizadora siempre es un refugio para prepararse ante la crueldad extrema de la publicación. Las ideas ensayísticas expuestas alienan, posicionan, embanderan, enrolan, estigmatizan, crean débitos automáticos; la exposición siempre es una tragedia para el yo.

febrero 02, 2008

Apocalípticamente correctos

Me tienen harto los operadores intelectuales que siempre entregan las opiniones más apocalípticamente correctas.

El género del yo


Frente a la tilinguería argumental de acusar a los blogs de ser "el espectaculo del yo".

La cultura humana es el espectáculo del yo. El yo es el único género cultural.

Ladridos a la luna

Parece mentira. Me pasó en diciembre y me vuelve a suceder ahora. Basta que me desenchufe dos o tres días de la web para que regrese y encuentre que hubo otro disparo de mortero desde las posiciones mediáticas hacia la escurridiza trinchera de los blogs con las consecuentes respuestas de la caballería electrónica que van desde lo analítico -Omar Genovese en Nación Apache- hasta lo divertido -entrada en el blog de la esdudiante crónica-.

Aquella vez fueron Horacio González y Marcelo Birmajer, esta vez le tocó el turno a Cristian Ferrer, sociólogo de extracción anarquista, apretar el detonador desde el suplemento Ñ. ( N. del A.: Perdonen pero me encanta ese modismo “de extracción”)

¿Será cierto que los medios van por los blogs? No es descabellado pensarlo salvo que no sepamos mirar unas cuantas evidencias un tanto flagrantes. Es evidente que los sienten como una amenaza a su hegemonía a su dominio de un territorio expresivo que es su negocio, su fuente de prestigio, de ingresos, de poder y de negociación. Sobre esta cuestión es importante lo que señala Genovese:

“En cierta forma es infantil acusar de anónimos a tanta cantidad de blogs personales, nominales, mantenidos por personas físicas reales. Ocurre que si son identificados uno a uno, los blogs tendrían una personería real en el discurso corporativo, adquiriendo identidad e independencia. Serían, en términos políticos, un enemigo visible”.

El blog resulta más amenazante que lo que una evaluación de fuerzas real indicaría debido a las características novedosas y desconcertantes que su naturaleza plantea. No llega a ser competencia directa porque todavía el blog necesita y depende demasiado de los medios para formar su agenda y garantizarse una mayor circulación, pero igualmente es una voz extraña e indomable. Un enemigo anónimo, invisible y difícil de manipular, por lo tanto temible como todo enemigo cuyo poderío alcanza proyecciones desconocidas. ¿Cómo se negocia con “el blog” si es un adversario inorgánico, impersonal, inmanejable, múltiple y está fuera del influjo de la presión o de las seducciones concretas que funcionaban para el resto de los enemigos conocidos?

Puede haber dos estrategias en plena implementación simultánea, no deliberadas pero que responden a motivaciones semejantes.

Una es la de los ataques firmados con plumas “pesadas”. Se recurre a intelectuales o escritores que integran plantillas de columnistas o asalariados de medios para salpicar el aire con cíclicos artículos de des-acreditación. Estas operaciones son bastante torpes, con enfoques superficiales que repiten de forma patética argumentos despectivos de una inconsistencia insólita. El principal foco que eligen para machacar es lograr establecer que la marca de los blogs “anónimos” (entendiéndose por anónimo no lo que no tiene firma sino que sus autores son personas comunes carentes de reputación mediática) sea la de una superficialidad modernosa, una eventual consecuencia de la ventilación de vanidades y egos domésticos al amparo de las tentaciones tecnológicas. Se abusa de una vaga vulgata anti-tecnosa para ligar este supuestamente exceso narcisista a los efectos licuadores de la hiper-expresividad y la hiper-comunicatividad electrónica.

La otra estrategia es la de recuperar el control del formato amable. Sobre esto señala Genovese:

“Hay en los medios de prensa argentinos una tendencia: extender el costado amable de la información desarrollando sus propios blogs”.

En este caso se cree que la mejor forma de demoler la amenaza es no desacreditándolos sino cooptándolos; un verdadero copamiento de la movilización que asegure el establecimiento de la “marca” del formato con los nombres propios de sus empleados. El blog sería así un apéndice comunicativo modernoso que los “nuevos” elementos de los medios brindan a la gente; un chiche instrumental destinado a mejorar la adaptación de estos medios a las tendencias dominantes. Si “blog” se identifica con “el blog de Fulano de Tal” se supone que pocos irían en búsqueda de los blogs anónimos y plebeyos.


Links: Perdón pero hoy blogger no me deja poner los links en el cuerpo del texto.

Texto Ferrer

Texto Genovese

Estudiantecrónica