Crónicas despiadadas desde la más recóndita irracionalidad futbolera
Basile está desesperado por revalidar la licenciatura que le da ser “el último ganador de algo” para el fútbol argentino, diploma que obtuvo por haber sido el conductor del equipo que saboreó las mieles del título en la Copa América ’93 disputada en Ecuador. Para ello el singular técnico, que hace todo un culto del trato prepotente y despectivo hacia la prensa, propone una alquimia peligrosa. En su afán de obtener efectividad instantánea ha decidido mezclar juventud y veteranía, pasado, presente y futuro. Pero entre sus convocados me provoca cierta mueca de inquietud que no falten perdedores irrefutables, mufas, soberbios, camarilleros y pechos fríos que uno suponía estaban en hora de jubilarse de la selección.
Veamos. Insistir con Ayala y Zanetti, veteranos sin proyección de futuro y mariscales de una de las dinastías más perdedoras que haya vestido la celeste y blanca da más que rabia y fastidio, una especie muy singular de resignación. En lo ofensivo era una oportunidad de darle la confianza y el liderazgo necesario a una joven figura emergente como Messi, poniéndole sin hesitar la camiseta 10 en sus espaldas. En cambio, se prefiere apostar de nuevo a un posible rapto de eficacia de dos ex líderes que encabezaron los proyectos fracasados más recientes, el de Bielsa en 2002 y el de Pekerman en 2006. Verón y Riquelme, lejos del corazón caliente de un Maradona que a su talento sumaba una entrega para el equipo indiscutible, son sobrevaluados players que poseen los típicos atributos de los líderes nefastos; soberbios, indolentes, pechos frío y camarilleros, de esos que son capaces de negarle un pase al jugador que no es su amigo y no dudar en perjudicar a su equipo con tal de mantener su hegemonía. El reciente goleador del campeón de la Copa Libertadores supo hacerse el estrecho con Macri y saludaba con las manos en las orejas cada vez que hacía un gol, reclamando más plata. Luego de ser echado del Villareal español porque nadie aguantaba más sus ínfulas y sus desplantes volvió al regazo de Macri por la plata y ya se olvidó para siempre del Topo Gigio. También se dio el lujo de renunciar a la selección y volver cuando se le dio la real gana. Verón, que siempre dejará la duda si frente a Inglaterra en 2002 fue vil traidor o simplemente cobarde, es un barrilete marketinero del fútbol moderno; el último ejemplo “deportivo” que nos dejó fue cuando le pedía a Palermo que fuera para atrás y pateara afuera un tiro libre en la final entre Estudiantes y Boca por el Apertura 2006. Esta era una buena oportunidad de sepultarlos definitivamente, pero el Coco les ofrece una nueva vida. Dado el presente de excelencia de Riquelme no es que me parezca errónea su convocatoria, pero si esta suerte de golpe de estado para volver a entronizarlo como líder oficial.
Hasta ahora el torneo mostró algunos destellos de Perú, Uruguay paseando su anacrónica lentitud golpeadora y un Brasil de suplentes asumidos sin vuelo en sus almas. Tal vez sea la corrección mexicana lo que asoma como lo más temido. La pelota comenzará a rodar y las especulaciones pueden ser acribilladas por los resultados. Ojalá se produzca el milagro y se tuerzan todas las fuerzas que acechan en el sentido previsible.
Veamos. Insistir con Ayala y Zanetti, veteranos sin proyección de futuro y mariscales de una de las dinastías más perdedoras que haya vestido la celeste y blanca da más que rabia y fastidio, una especie muy singular de resignación. En lo ofensivo era una oportunidad de darle la confianza y el liderazgo necesario a una joven figura emergente como Messi, poniéndole sin hesitar la camiseta 10 en sus espaldas. En cambio, se prefiere apostar de nuevo a un posible rapto de eficacia de dos ex líderes que encabezaron los proyectos fracasados más recientes, el de Bielsa en 2002 y el de Pekerman en 2006. Verón y Riquelme, lejos del corazón caliente de un Maradona que a su talento sumaba una entrega para el equipo indiscutible, son sobrevaluados players que poseen los típicos atributos de los líderes nefastos; soberbios, indolentes, pechos frío y camarilleros, de esos que son capaces de negarle un pase al jugador que no es su amigo y no dudar en perjudicar a su equipo con tal de mantener su hegemonía. El reciente goleador del campeón de la Copa Libertadores supo hacerse el estrecho con Macri y saludaba con las manos en las orejas cada vez que hacía un gol, reclamando más plata. Luego de ser echado del Villareal español porque nadie aguantaba más sus ínfulas y sus desplantes volvió al regazo de Macri por la plata y ya se olvidó para siempre del Topo Gigio. También se dio el lujo de renunciar a la selección y volver cuando se le dio la real gana. Verón, que siempre dejará la duda si frente a Inglaterra en 2002 fue vil traidor o simplemente cobarde, es un barrilete marketinero del fútbol moderno; el último ejemplo “deportivo” que nos dejó fue cuando le pedía a Palermo que fuera para atrás y pateara afuera un tiro libre en la final entre Estudiantes y Boca por el Apertura 2006. Esta era una buena oportunidad de sepultarlos definitivamente, pero el Coco les ofrece una nueva vida. Dado el presente de excelencia de Riquelme no es que me parezca errónea su convocatoria, pero si esta suerte de golpe de estado para volver a entronizarlo como líder oficial.
Hasta ahora el torneo mostró algunos destellos de Perú, Uruguay paseando su anacrónica lentitud golpeadora y un Brasil de suplentes asumidos sin vuelo en sus almas. Tal vez sea la corrección mexicana lo que asoma como lo más temido. La pelota comenzará a rodar y las especulaciones pueden ser acribilladas por los resultados. Ojalá se produzca el milagro y se tuerzan todas las fuerzas que acechan en el sentido previsible.
2 comentarios:
Va en gustos: a mí me encantan los jugadores indolentes. La indolencia es acaso la única rebeldía posible para nosotros.
"Upon your skirts had fallen no tears of mine"
Su blog me ha parecido muy bueno.
gracias almirante y bienvenido por aqui!!!!
Que le vamos a hacer, a mi los indolentes y los que tocan para atrás la pelota me sacan de quicio, encima cuando tienen esa suficiencia de titulares asegurados como tienen los nombrados peor...
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