Del par triunfo-derrota
-La derrota o el triunfo jamás podrán dar pruebas fehacientes de su justicia o injusticia; sus fines no se basan en una cuestión de derecho ni de equidad, sino en su poder de instituir definiciones que permitan asignar algunas certezas operativamente irrefutables. Por ello, todos los adjetivos puestos sobre estos antónimos que liquidan toda ulterior operación de sentido, son decorativos, carecen por completo de sustancia. Lo importante de las derrotas y los triunfos es su poder de clausura a partir de su mera enunciación; ser inmunes a todo juicio de invalidación posible.
-La creciente relativización de los conceptos en la vida posmoderna, plagada de discursos contradictorios y abierta a toda clase de validaciones y contra-validaciones, tiene como atributo esencial de su supervivencia semiótica la preservación de algunos principios incontrastables; y es sobre el monolitismo de esos principios donde se asienta para poder sostenerse en semejante terreno impredecible. En ese caos de burbujeantes intercambios de discursos, el triunfo y la derrota, sobrevivientes positivistas y absolutas, gracias a su enorme popularidad y simplicidad, permanecen como dadores de código absoluto, y cada vez necesarios para el ordenamiento semántico de la una realidad que necesita como un mínimo oxígeno vital establecer jerarquías y obtener un mínimo de acatamientos valorativos. ¿Que sería de la vida occidental si se careciera por completo de categorías capaces de proporcionar resultados mayoritariamente irrefutables sobre los cuales edificar un status básico de referencia para consumar la práctica de la vida?
-Todo aquello que emane de la díada derrota-victoria constituye ya una consecuencia externa ineluctable, una manifestación de sus consecuencias irremediables. Tampoco encontraremos pertinente prestar demasiada atención sobre calificativos de forma; si fueron amplias, ajustadas, merecidas, afortunadas, brillantes o discretas.
-Es interesante palpar las sensaciones humanas que se crean alrededor de estos dos de los últimos monstruos categoriales absolutos que le quedan a la civilización occidental. El triunfo aparece siempre amigable, cariñoso y afectuoso; la derrota, en cambio luce siempre cruel, insolidaria y antipática. Por ello, cuando nos toca comunicarle a alguien un triunfo solemos ser efusivos, calurosos, radiantes, y casi como en un acto de amor, nos hermanamos con el ganador. La comunicación de una derrota, en cambio, huele a consuelo en retirada; una voz tratando de no herir que empalidece desde la lejanía, desde una fría compasión de quién trata de despegarse del derrotado en suave pero firme huida.
Música: Natalie Merchant "Ophelia"
2 comentarios:
Pero mire qué lindo le quedó el bulín... Lo felicito.
Gracias Inx, no sabés cuanto de bien me hace tu mensaje porque lo que sufrí haciendo este cambio ayer no tiene nombre!! !El trabajo que me dio!!! Estuve 5 horas entrando y saliendo del template, por momentos este blog se ponía verde, amarillo, todo me salía al revés...Hasta acá llegué, pero faltan otros cambios que iré agregando de a poco.
Consejo para el que quiera hacer cambios de diseño: contraten un webmaster, yo lo intenté pero no conseguí
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