El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

noviembre 06, 2006

Postales oblicuas (II)

No seefood

Soy conciente que mi condición doméstica me domina. En cuestiones gastronómicas mi sumisión facilista a lo establecido me impide acogerme a la constante oferta de los sabores inesperados que se ven por ahí. Por un lado es que trato de evitar sustancias que presumo controversiales para mis vísceras digestivas; pero, por ejemplo, mi negación a probar desde cualquier tipo de marisco hasta una sencilla sopa de cangrejos en el Fisherman´s Wharf de San Francisco tiene un origen fóbico que podría ser de interés de freudianos y lacanianos. El episodio originario fue una frustrante experiencia juvenil en el puerto de Mar Del Plata, cuando la promesa de hallar placeres marinos para los paladares se convirtió de pronto en una vomitiva pesadilla. Es que apenas arribado a la zona de restaurantes me sentí atrapado en un asfixiante infierno repulsivo, como si alguna explosión nuclear hubiera liberado hedores de fritangas radioactivas. Aquel verdadero accidente ecológico sepultó para siempre cualquier deseo mío sobre todo tipo de esperpento comestible criado en la salitrosa barriada de los océanos.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Tino,yo tuve también una experiencia horrenda intentando comer un marisco cuyo nombre no recuerdo en el sur de Chile. Era algo de una textura imposible de digerir, excesiva baba alrededor y mientras terminaba de decidir que no la comería tuve unas arcadas que todavía recuerdo. Nunca más comí mariscos solos.
Nada que amerite una fábula de diván: tampoco como bananas.

Anónimo dijo...

¿Puede ser picoroco, o erizo? Los chilenos comen cualquier cosa que sacan del mar, algunos tienen el mismo gusto que una cucharada de mertiolate.

Anónimo dijo...

Mi hermano desde Suecia me dice "se llamaban ´locos´ o algo así, creo...¿podrá ser o será sólo un juego de mi recuerdo?."
Yo la verdad es que de sólo pensar en eso puauauaujjjjjjj.

Anónimo dijo...

Más identificaciones y más material divanesco: a los tres años me atraganté con una espina de merluza. Borré la experiencia de mi memoria y sé del episodio por el relato de mi madre. Pero el accidente dejó su marca: hace apenas seis o siete años que logré volver a comer alguna cosa que hubiera conocido el agua como entorno.

(Hola, Tino!)

Tino Hargén dijo...

Obviamente del bicho que hablan Daniela y Carlos ni idea che.

Otro bodrio que conoci fue el barrio Chino de San Francisco, una especie de barrio de Once en clave oriental, con bolichitos donde venden cosas raras, que se yo, ningún chino me hizo nada pero no soporto nada de su merchandising, y esas comidas que te da miedo solo de preguntar que es porque por ay encontrás que es asta de chancho cornudo del Himalaya cocida al vapor, que asco!!

Anónimo dijo...

"asta de chancho cornudo del Himalaya cocida al vapor..."
todas esas cosas raras y chinas o peruanas son especialidad en la experiencia de mi hermana.
no entiendo como aguanta.
paladar cobarde, me dicen.

pd: Pronto Tino!
(en reemplazo de Pronto Rafaella!)
Largá el telefonino y tomate un café con los plebeyos, che.

Tino Hargén dijo...

Aydesa, no tengas dudas que volveré

Gus Nielsen dijo...

Milanesas con papas nunca defraudan!

Tino Hargén dijo...

Cierto Gus, eso es algo que no debe jamás olvidarse!!

Ruth dijo...

Comprendo el trauma, pero los mariscos son deliciosos! Empiece por unos langostinos (pelados para que no le den impresión), no se arrepentirá.