El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

noviembre 03, 2006

Postales oblicuas ( I )


A la Argentina, desde lejos, se la ve como una centralidad pulverizada. Somos testigos de como se va relegando en nuestra emoción hasta enajenarse, para volverse casi perverso vicio, dejándonos un hilo de hierro que nos delata. Vista desde lejos es una rezongante mochila de esclavitudes afectivas que nos engrillan la sed de opciones, y que nunca nos permite consumar la aparente liberación que suponemos al escapar de la condena geográfica de ocuparla. En puntas de pie, pero cada vez más intensamente, la añoramos como una cueva insignificante de chillones ex convictos en recuperación, salvaje e insana, desgraciada aún en sus fortunas, y afortunada en sus talentosas miserias. Un charquito de rebeldías vacuas apenas destilado entre los subsuelos acuíferos del más segundo de los mundos.

Lugares perfectos no hay desde el momento que todos pertenecen a este globo ya irremediablemente cochino; lo que queda cuando todo temblor se vacía, es que el montón de carnes y piedras donde anclarse a pasar el resto de la temporada vital ofrezca al menos alguna satisfacción al sentido común.

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