El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 13, 2006

Oscurecido por las luces


En torno de la reciente muerte de Syd Barrett, integrante y líder creativo de la primera etapa de Pink Floyd, ha sido muy penoso ver la repercusión en los medios centrales argentinos. Desde un Juan Alberto Badía que dijo que había muerto “Steve Garret” hasta otras menciones plenas de ignorancia olímpica de su vida y su obra musical, corrió como la peste el discurso fácil y simplista donde todo se reduce a ponerse del lado del enfermo, del loco, del apartado, para victimizarlo de modo adolescente, deificarlo y transformarlo en el genio de todos los genios incomprendidos. No faltaron los que por añadidura comenzaron a execrar a sus sobrivivientes amigos que continuaron con Pink Floyd culpabilizándolos por haberlo abandonado. Es que la prensa ama los estereotipos extremos que logran encorsetar la realidad dentro de los esquemas más efectivos de la ficción narrativa.

Syd era el lado oscurecido por las luces y las nubes de un mundo "normal" incapaz de detenerse, yo lo que quisiera es no victimizarlo ni tampoco culpabilizarlo de nada, menos que menos de su enfermedad. El de los locos es en definitiva un mundo alternativo; y desde este mundo "por defecto" sano les ha sido otorgado roles que no buscaron: ser unos pobres compadecidos si es que aún resultan manejables, o yacer como los tabúes ocultos de la historia cuando empiezan a molestar los intereses del funcionamiento de la normalidad.

Como homenaje reproduzo un texto de mi amigo Daniel Casanouve que se publicara ayer en una lista de correos donde compartimos la pasión por la música y el rock progresivo.


"El verdadero lado oscuro de la Luna: Syd Barrett


La faz exitosa, el objeto cuasi devocional para multitudes que es Pink Floyd, encierra una cara realmente oscura, de una injusticia triste y silenciosa de la cual pocos, por lo menos hasta hoy estuvieron enterados, como siempre pasa cuando muere alguien que dejó su impronta y luego desapareció en el bajo perfil de la enfermedad y la soledad ignorada detrás de las luces brillantes y la grandiosidad.

En ese doble discurso histérico en el cual se le dedican canciones y películas. al loco irrecuperable, al rechazado aspirante a devoto de una extraña hermandad mística, al ansioso devorador de homeopáticas dosis de LSD que se ha vuelto ingobernable hasta para sí mismo y que dejó de hacer girar el mundo para que el mundo lo haga girar a él. En uno de los escasos momentos privados de hipocresía su compañero Roger Waters -con todo el respeto que puedo tenerle- dijo "no podríamos haberlo logrado sin Syd, pero tampoco podríamos haberlo logrado con él", el mismo Waters que una vez dijo "mejor, no pasemos a buscarlo", en camino a un concierto cuando los tardíos 60s comenzaban a cerrar la cortina para muchos.

El sensacionalismo se ocupó del resto. Qué podría haberle interesado a Syd sino sólo un poco de tranquilidad a su afiebrada imaginación.

El lunático ríe, pero no fue el último ni el que rió mejor. O tal vez, supo ser mucho más lúcido y generoso y eligió mirar desde la vereda de enfrente.

Nadie elige sus enfermedades, puede ser que tiremos los dados para ello pero de ahí a que salga lo que queremos hay un largo trecho. Detrás de tanto brillo, cuando el escenario queda vacío, alguien sigue brillando para iluminar y, entonces sí, que las cosas brillen e iluminen por luminosas que sean.

Isn´t it strange how little we changed
Isn´t it sad we´re insane
Playing the games that we know end in tears
The games we´ve playing
for thousands and thousands and thousands
(Point me at the sky - Syd Barrett) “

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto en qué medida personajes como Barret no son la ocasión, la condición de posibilidad, para que se den debates, conversaciones, como las que comentás y de las que, de alguna manera, tu post forma parte, adoptando una u otra de las posiciones posibles.

Lo triste, lo incontrastable, es que el tipo se murió, y en consecuencia, de algún modo, su ser ocasión, condición de posibilidad, se irá disolviendo, como dice el parlamento final de Blade Runner, como lágrimas en la lluvia. Bah, esas cosas se me ocurren cuando se muere un tipo así.

Un abrazo, Tino.

Jorge Alberdi dijo...

De acuerdo Tino. Mitificamos, a veces con razón, otras no, y al hacerlo subestimamos el trabajo o el talento de otros, no tan dignos de la compasión revindicadora porque no superan los umbrales de 'la normalidad'. Igualmente, y esto es un secreto entre nosotros, amigo, si algo me alienta a morirme es la idea de un reconocimiento de este tipo ¡Pobre Muñeco! ¡El vanguardista de la blogosfera! marginado porque era de palo!un genio endurecido!, etc
Cariños
Volveré a escuchar esos primeros discos.