La temida rebelión de las masas que amenazaba desestabilizar el orden conservador se transformó en la baudrillardiana implosión de unas masas que todo lo estabilizan. Lo que marca el paso de lo moderno a lo posmoderno es que aquello que se suponía iba a “explotar” termina “implotando”. La estrategia clave de la conservación del poder es el dispositivo capaz de devolverle a las masas la energía que irradian para atornillarlas más en su posición. Lo que emiten les regresa como una forma de energía de modo tal que la vuelvan a absorber e irradiar, repetiendo el mecanismo como un tornillo sinfín.
2 comentarios:
¿Y la posposmodernidad, vendría a hacer saltar las vísceras de todos nosotros por las paredes?
Hola Minerva
Y podría ser, por ahora la pospos me parece que sería nada más que más pos, el circuito no se altera, ahora como nada es eterno, el día que mute alguna variable y esa energía ya no pueda ser reenviada puede pasar cualquier cosa, o implotamos del todo como decis vos esparciendo visceras 300 km a la redonda, o explota todo el aparato quién sabe adonde....
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