El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 25, 2006

Exención de la salpicadura


El ciudadano hargentino no trata de luchar para que deje de existir la injusticia. Prefiere contribuir a que la injusticia siga existiendo pero que no le toque padecerla a él. Se trata de dejarla existir, desviarla para el costado y ver sus estragos en los demás; eso es lo que le alcanza y le resulta excitante.

7 comentarios:

Silvia Sue dijo...

Es verdad, Tino, pero pasa también que el mensaje popular, cuando alguien intenta la modificación de lo injusto, es desmoralizador y anulante, qué quiere que le diga. Quien trata de intervenir para protagonizar un cambio social justo es maltratado invariablemente, aún (y esto es lo peor) por quienes pontifican que hay que protagonizar ese cambio. Existe un sustrato hasta si se quiere, cuasi religioso: se crucifica al Cristo, pero a la vez, muchos de los que lo hacen se quejan de que ya no hay quien quiera sacrificarse.

P.S. dijo...

me encantó. Una definición de redondeces perfectas. Y agregaría que mientras no le toque padecerle a él -el ciudadano argento- hasta se regodea con la existencia de la injusticia.
saludos

nesiko dijo...

si , y en otros tantos ciudadanos mas se tepite lo mismo, peores o peores pero se repite.-

lunanueva dijo...

¿Solamente el ciudadano hargentino?
La silenciosa perversión de gozar con la desgracia ajena es más generalizada que eso...
Siempre hay un demonio interior susurrando "suerte que no me tocó a mí", en todos los idiomas. Sólo que algunas circunstancias lo ponen más en evidencia que otras.

Tino Hargén dijo...

A todos:

La reflexión me surge con el foco puesto en Argentina, pero se puede extender a otras sociedades seguramente, y dentro de latinoamérica más aún. No creo que sea un rasgo argentino excluyente, aunque si la particular forma en la que lo experimenta aquí creo que es especial, y de ahí provino que me haya parecido citable este aspecto. Un poco va en dirección a lo que dice PS, percibo que el componente específico argentino pasa por el modo cínico como ese regodeo de la injusticia ajena es vivido, y que tiene su contracara en la relativa liviandad con la que se toman los intentos por cambiarla. Es un tema que tiene que ver con conceptos que necesitaría ampliar con más extensión, por ejemplo hay cosas que se manifienstan en el tipo de humor que el argentino disfruta con especial fruición, el humor sádico, la mofa de desgracia ajena.

Lo que vos comentás Silvia es parte de la idea que planteo, se percibe como un clima de cínica complicidad social para que la injusticia se mantenga, una queja siniestramente individualista que solo atañe a la reacción histérica ante algún daño personal, pero que incluye una jocosa indiferencia social, incluido el disfrute de ver como los que intentan cambiar estructuras se hacen añicos. El argentino siente rechazo por los intentos de soluciones sociales, por eso los que lo intentan son destrozados, ridiculizados como héroes ingenuos, pobres boludos que se estrellan. El goce pasa por presumir de ser un sobreviviente entre las víctimas del desastre.

Para Nesiko, bienvenido a este espacio, y un saludo al Perú donde tengo varios amigos.

Bardamu dijo...

Muchos ciudadanos (y algunos no ciudadanos) son los que, quizás por alguna rara alquimia de los ojos o las sinapsis neuronales, simplemente no la perciben. Hay también aquellso que la ocultan bajo la alfombra, o más precisamente, bajo las costras de las peatonales.
Abrazo, Tino

Jorge Alberdi dijo...

¿no están los que tiran la basura por la ventana al aire luz? No es mía, a menos que sea de todos.

Necesito creer que algo cambia, que también podemos ser otros. No sé...

Un abrazo de argentino a hargentino.