El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

diciembre 17, 2005

Una exclusión asistencial (I)

El tema de las recientes revueltas francesas renació en los blogs con los posts de Xenia y Massei, más la reacción de Freidenberg. Yo escribí algo hace un tiempo, y hoy día mi conclusión es que queda expuesta cada vez más la endeble sustentabilidad de cada tentativa de explicación, por más que eso no quite que me encante escribirlas y leerlas. Todos los intentos que he leído y el mío propio, se parecen más a un acertijo mejorado de testigos lejanos, lectores de señales de quinta y sexta mano, decodificadores que actuamos por analogías y semejanzas; demasiados transportes de análisis generalistas que ante casos como esto resultan azarosos en demasía. No tiene nada que ver con si los análisis son serios o no, podrán ser serios sólo porque no los hacemos en broma, pero si de algo adolecen es de falta de cimientos sólidos al carecer del mínimo y vital elemento: la observación vivencial de los hechos. Es cierto que no se necesita vivir en cada aldea de occidente para reflexionar sobre los hechos que en él ocurren, la información nos permite ganar alas, pero en este caso esa carencia de presencia en vivo es crucial, y no hablo de la presencia tipo cronista de guerra que acude cuando los conflictos ya sucedieron, sino a quién convive durante la gestación.

Pero así es como lanzo un actualizado tiro al blanco más desde la galáctica lejanía del análisis hiper tercerizado:

Tal vez toda la quemazón francesa sea más por un exceso de asistencialismo que por su carencia. Un “queremos dejar de llevar el estigma etnológico-cultural que significa ser un asistido, y la limitación en el ascenso económico-consumista que al mismo tiempo implica seguir siéndolo”


Lo que falta es “asistencia” en materia de inclusividad psicológica. Lo que plantea Xenia lo veo correcto para un medio como el argentino donde las redes sociales se caracterizan por ser de desprotección y desamparo garantizado, pero no en Francia donde esa cuestión hace rato que ya ha sido superada y el asistencialismo funciona con un alto grado de normalidad para cubrir ese tipo de carencias básicas. Una cosa es mantener a los marginados del patio del fondo sanos, gordos y abrigados –esto está logrado por el estado-, otra muy diferente es hacerlos pasar al living de la centralidad identitaria. Ese tipo de inclusión no se puede delegar en un estado, en los principios asistencialistas del humanismo cívico o académico, hay que hacerla ensuciándose las propias manos.

El planteo de Massei me parece correcto sólo como una parte del asunto, en el que el brote tiene que ver con frustraciones trans-supervivenciales; no se trata de hambre o marginación del tipo carnal latinoamericano, es decir: cagarse de frío, no tener ni para un kilo de pan, lavarse la cara con agua podrida o mendigar un medicamento. Pero creo que no es determinante ni suficiente en si mismo, ya que las motivaciones de las reacciones tienen que ver con un choque contra un muro compuesto probablemente por un cóctel donde se mezclan la falta de movilidad social típica de las sociedades europeas -muchos más estables y estancas en materia de ascensos- y la falta de inclusión social-cultural de los marginados. No me parecen convincentes los argumentos a favor de mostrar cuán integrados están esos periféricos, basados en que son segunda o tercera generación o de que conviven con los franceses en escuelas y fábricas. Desde el momento que existe el ghetto por ejemplo, podrán ser de octava generación pero si siguen viviendo en el ghetto e identificados como tales.

El mecanismo psicológico de la avidez renovada del consumo hace que los objetos de fijación del deseo muten ascendentemente a los escalones superiores ni bien se hace pié sobre el terreno firme de alguno de ellos. Al traspasar una frontera escapando de frustraciones primarias, tener trabajo y comida sirve durante un tiempo, pero luego es insuficiente para calmar los nuevos deseos y la “opresión” psicológica de la exclusión.

En las opulentas sociedades industrializadas ese muro de la cerrazón a la inclusión se levanta de pronto y aparece como inexpugnable. Y es económico a la vez que etnológico-social y cultural. Sucede que el acceso en primeras instancias a cierto nivel interesante de bienestar es relativamente fácil, pero luego se ingresa a una zona de meseta que se va descubriendo cerrada por mil candados. El acceso a trabajos de mayor responsabilidad se hace remoto, las vías de expansión se estrechan y la sociedad parece marcarle claramente quién es quién y cual es el límite, cuando paralelamente las tentaciones del consumo se multiplican. Hasta ahí si, más de ahí no. No es pasar de la moto de 1000 a las de 15000 euro, es pasar de la periferia a la centralidad.

Nadie quema autos solo porque de pronto súbitamente se da cuenta de que no puede subir un peldaño en el escalón de consumo, hay un componente mucho más denso y multidimensional que ha hecho madurar el encendido de la mecha. No se trata de un problema de falta de asistencia social, sino más bien de su exceso, y las consecuencias de su condenatoria eternización.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Dos cosas: concedeme que vivir en Italia en la doble condición de inmigrante y de periodista dedicado a la información internacional, me permite ser testigo vivencial de un proceso bastante similar (aunque mas joven) y además de mantenerme bastante informado sobre las similitudes y diferencias de lo que pueda suceder en cada país. Por supuesto Italia no es Francia y sin embargo ahí está la clave: si fracasó el proceso de integración en Francia, de lejos y junto a Inglaterra los únicos países cuyo flujo de inmigrantes ya hoy puede contarse por generaciones (3 para ser mas exactos) y además los únicos que elaboraron real y concretamente un plan integral de adaptación y no medidas aisladas, es porque no hay modo que el asunto tenga alguna perspectiva de éxito que se pueda sostener en el tiempo. No se trata de un exceso de asistencialismo porque el asistencialismo funcionó en su momento, el problema es que ahora los requisitos de esta gente el estado ya no puede cubrirlos con más asistencia. Concretamente son un problema del mercado, se los capacitó para profesiones en las que no hay demanda y al mismo tiempo, Francia continúa necesitando mano de obra no capacitada y por eso mismo continúa necesitando una nueva inmigración y el tema, a futuro, se transforma en una especie de nudo sin solución.

Por otro lado, esta gente no vive en ghettos, aunque a primera vista pareciera así. Vive en barrios bajos y ciudades periféricas donde la propiedad es mas barata, también ahí hay otra cuestión de mercado, también viven franceses de 20 generaciones ahí. Si vos vas hoy a cualquier ciudad satélite de Milano te vas a encontrar que los extranjeros que habitan ahí están en una relación de 4 ó 5 por 1 con respecto a los habitantes originarios de esos lugares.

En los hechos reales, la revuelta comenzó como respuesta a algunas declaraciones del ministro de interior de Francia y sólo en ese sentido puede entenderse como una revuelta política. Las declaraciones, yo no las tengo ahora pero buscalas, eran bastante inocuas por provenir de un personaje filofascista y apenas si los trataba (en realidad no a ellos y sí a sus ciudades) de "cuevas de inmigrantes y delincuentes". Declaraciones que no son muy distintas a las que cualquier político argentino podría hacer hoy con respecto a Laferrere o Casanova, por ejemplo.

Estoy mas cerca de entender todo esto como lo plantea Freidemberg citando a Zizek, el modelo actual se funda en una especie de dicotomía que genera su propio descontento. Por un lado se fomenta el consumo porque demasiados factores dependen del consumo y al mismo tiempo se genera cada vez mayor exclusión de ese mismo consumo. El ejemplo de la moto es un ejemplo chabacano pero que sirve porque si vos comparás mano a mano, cualquier habitante suburbano de Francia y otro del subdesarrollo, no vas a entender bien de qué mierda se queja: está bien vestido, lleva un celular de 300 euros, un ipod, se maneja en su motorino, etc., etc. La exclusión en todo caso, hay que aprender a distinguirla en otras variables.

Tino Hargén dijo...

Te concedo la primera, la tuya puede que sea visiblemente más cercana que muchas otras, pero era una impresión general, puede que pase incluso por hechos que suceden en Neuquen viviendo en Buenos Aires, en este tipo de procesos de emergencia de brotes sociales los análisis sirven hasta ahí y las coberturas a posteriori son lo más común.

“…el problema es que ahora los requisitos de esta gente el estado ya no puede cubrirlos con más asistencia.”
Eso lo que quise decir precisamente.

“……Francia al mismo continúa necesitando una nueva inmigración y el tema, a futuro, se transforma en una especie de nudo sin solución…...”
Ahí está el tema, el tema en Estados Unidos lo sigo más de cerca porque tengo un amigo con el que trabajo que vive allá y me escribe siempre sobre lo que ve. Después del 11-9-01 hubo un amago de “ponerse duros” con la inmigración, y hasta algunos carteles de “now hiring american only”. Duró un suspiro, en un diario de la ciudad cercana a Los Angeles donde vive él, el dueño de un supermercados que quejaba de que iba a cerrar sus puertas dado que tendría que hacer él personalmente la limpieza, la descarga de la carne, y otras decena de tareas, ya que en 15 días ningún amerciano jamás se presentó ni se presentaría a tomar esos puestos. Poco tiempo después todo volvió a la “normalidad”.

Respecto de los ghettos es un concepto figurativo, no es necesario que definan ghettos en todo el significado fisico de la palabra, baste que se verifique lo que marcás vos, que la inmensa mayoría de los inmigrantes vayan a parar a esos barrios periféricos.

“En los hechos reales, la revuelta comenzó como respuesta a algunas declaraciones del ministro de interior de Francia y sólo en ese sentido puede entenderse como una revuelta política.”
Ok, esto refuerza la idea de que se trató de algo más que un problema de consumo. Acá no se si se toleraría un tipo de declaración así, me imagino que se armaría tal despelote con la prensa que renunciaría el ministro al menos.

Saludos