El lugar donde he sido mandado a vivir sin ninguna experiencia previa en el medio de la más huérfana inconstancia. El que me obliga a tomar por sorteo hasta la más inocente de mis decisiones, como la de creer en la más pálida idea...

julio 18, 2012

El beneficio de la indiferencia II

Después de las elecciones la oposición era un desierto absoluto, solo brotaba la tibia insistencia de algunos por un cada vez más debilitado Macri y todos lloraban a coro la esterilidad absoluta de una escena incapaz de generar una figura que despertara al menos una brizna de esperanza. Todo siguió asi que hasta se les ocurrió la idea de hacerle la guerra a Scioli. ¿Que alentó implementar la caza de Scioli de manera tan despiadada? Sabemos que nada irrita más a Cristina que se insubordinen a su liderazgo y expresen ambiciones presidenciales por fuera de su dedo benefactor. Dispuesta a construir un verticalismo absoluto en su derredor como única forma de darle nueva identidad a su proyecto político, diferenciándose de las antiguas dependencias que caracterizaban al nestorimso y que obligaban a complejas negociaciones para sostenerse. Cristina cree que para evitar dependencias que la obliguen a alianzas con ideas extrañas a su proyecto necesita más control y poder unilateral. Es evidente que su estrategia es diferente a la de Néstor, amante de la generación de redes negociadas no exentas de imbricaciones y transversalismos. Pero claro, a pesar del evidente éxito que tuvo el esquema preferido del extinto ex presidente, el caso Cobos tuvo un impacto muy duro sobre la apreciación de esa estrategia, potenciado luego por el caso de Moyano. 

Pero vayamos a lo que se supone fundamenta el combate a Scioli. Una primera razón aparece clara; el temor de que Scioli emerja como el oficialista mejor posicionado para la sucesión. Pero se olvidan que embestirlo para desactivarlo por adentro es ungirlo como candidato perfecto por afuera. Por lo que el gobierno puede convertirse en su Durán Barba, el encargado ponerlo todo el tiempo en el centro de la escena como el estoico gladiador silencioso que soporta el acoso y espera con dulce paciencia la hora de la venganza electoral. Cuidado con la potencia de las imágenes, porque si uno observa a Mariotto vociferar gruesas descalificaciones contra el ex motonauta nota enseguida la captura de una emotividad negativa cuya potencia antipolítica es impredecible. Debería medir sus ímpetus este dirigente que encima cuando lo reportean declara que es “soldado”. Le falta decir “soy un comando en misión suicida” 

Con Moyano pasó algo semejante, frente a lo evidente, hasta último momento muchos simpatizantes del modelo sostenían que el distanciamiento era pura agitación de los medios. Del mismo modo, sobre esta persecuta a Scioli que los medios aprovechan pero que no inventaron, el gobierno debería sopesar cuales son sus verdaderos réditos y cuales sus perjuicios. El caso de Moyano es diferente en materia de costos políticos para la Presidenta, porque el camionero además de gozar de una imagen general mucho menos feliz que la del gobernador bonaerense, era quién tomaba la iniciativa desafiando siempre con ínfulas de amenaza, al borde del apriete. Entonces la posición de respuesta de Cristina y del gobierno era vista como “justa”, como una necesaria reacción a un ataque. En cambio el comportamiento gandhiano de Scioli, su pacífica inmolación hace desproporcionado cualquier ataque; y fácil de presentar mediáticamente como una especie de sádico castigo al indefenso. 

 PD: Parece que me escucharon ;-)

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